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La playa, su fantasía hecha realidad

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Hace un buen tiempo que dejé de verme a escondidas con mi vecina Mayra, cada uno ocupado en sus cosas personales, en mi caso con mi trabajo que es inmenso a finales de año y ella con su familia. Estuve de viaje un buen tiempo y ahora al regresar pude mirarla a través de su ventana de su casa mientras llegaba a mi casa.

Su esposo me saludo desde afuera y al parecer el emprendería un viaje por alguna situación familiar que le surgió de improviso.

Ese día paso sin novedad alguna, salí a cenar por la noche pero sin nada por el cansancio del viaje.

Al día siguiente comencé mi rutina de ejercicios a temprana hora, salí a correr un poco y pude mirarla en su patio, me saludo de lejos y me mostró una sonrisa, al parecer le fue algo de agrado el verme nuevamente por el vecindario. El día fue transcurriendo y sin novedad alguna hasta la casi noche, salí a recoger mi correspondencia y la vi arreglada. Muy bella como siempre claro está, a lo cual le pregunte:

—¿A dónde tan bella vecina?

+ Saldré con unas amigas, ya que se fue el que me tenía riendas, hay que aprovechar ¿No crees?

—¡jajaja! Tienes toda la razón, entonces diviértete.

—¡Si gracias! ¿Tú no saldrás por ahí?

—No creo, ando un poco cansado y no tengo ganas de salir por ahora, además sin compañía es algo aburrido.

—¡Lástima que ya quedé! Pero podríamos salir a tomar algo mañana si quieres….

—¡Me gusta la idea! Sin falta entonces

—Entonces nos vemos mañana, me voy que se me hizo tarde.

—Cuídate entonces.

El día se pasó sin novedad alguna, yo ocupándome de mis pendientes de trabajo restantes para aprovechar el día con ella sin molestia alguna. Al llegar la noche ya casi a punto de dormir, mi teléfono sonó, era un mensaje de un número desconocido. Pero al mirar el mensaje de inmediato supe de quien se trataba, ¡Era ella!

“No se te olvide que mañana eres mío, descansa”

Sonreí como tonto y le respondí a su mensaje:

“No te preocupes, estoy ansioso por verte nuevamente, descansa”

Al día siguiente desperté con todos los ánimos, me dispuse a desayunar y mientras lo hacía recibí otro mensaje de ella:

“Anoche soñé contigo…”

Le conteste: “¿Me lo puedes contar?”

—“Ya que nos veamos mejor”

—A las 8 paso entonces, ponte muy guapa.

—Hasta las 8 cariño.

Ansiaba durante el día que el reloj avanzara para poder mirarla muy de cerca, para entonces hable al restaurant de un amigo mío para hacer una reservación, él ya sabía un poco de mi historia con Mayra, así que no se negó en tenerme algo preparado. Se dieron las 7:00 p.m. y comencé a ducharme para arreglarme, se dio la hora acordada para la cita y le mandé un mensaje para ver si estaba ya lista y como ya saben, las mujeres no siempre están listas a la hora acordada.

Espere como unos 20 minutos y recibí su mensaje de que ya estaba lista, que la esperara afuera.

Salí casi de prisa a mi auto, y me estacioné frente a su casa, al mirarla abrir la puerta de su casa la pude ver tan maravillosa. Un vestido azul ajustado, algo corto por lo cual pude apreciar nuevamente sus piernas después de tanto tiempo sin mirarlas. Rápidamente se subió a mi carro, y me dio un beso apenas en la comisura de mis labios.

—¡Qué preciosa estás!

—¡Gracias! La ocasión lo amerita, además mínimo para que te guste un poco ¿No crees?

—¡Claro que sí! Sabes que me encantas.

—Y ¿A dónde iremos?

—Primero vamos a cenar algo y después vemos donde paramos, la noche es larga.

—Me parece excelente idea

Al ir manejando hacia el restaurante no podía negarle a mis ojos el mirar sus piernas, eran tan bellas y ella sabía que la miraba y sólo se reía.

—Mirada al frente conductor, no vayamos a tener un accidente.

Llegamos al restaurante como a las 9:30 p.m. nuestra mesa en un balcón con excelente vista al mar. Ordenamos algo y le añadimos algo de vino para comenzar, en lo que nuestra comida estaba lista. Comenzamos a platicar de lo que había sucedido después de nuestro último encuentro. Entre broma y cosas por el estilo el tiempo iba pasando haciéndose más agradable la noche. Nuestra cena llegó y con la charla en pie terminamos. Las horas pasaron y salimos del restaurante. Nos fuimos caminando un poco hasta pasar por varios lugares con buena música. Ella insistió en que bailáramos y no podía negarme, lo único que quería era estar con ella.

Entramos y pedimos algo de tomar, de inmediato me jaló a bailar y comenzamos a divertirnos. Seguíamos tomando y bailando a la vez, la música se puso más interesante así como los movimientos que ella hacía para conmigo. Su cadera se pegaba sobre mi pantalón y era muy obvio y notorio lo que provocaría con dichos movimientos, pero sobre todo ella lo sabía. Mis manos solo rodeaban su cadera y mis labios se apegaban a su piel cerca de su oído. El baile continuaba y de repente me acorde de lo que me había dicho al despertar. Le susurre cerca de su oído, ¿Qué era lo que soñaste?

Ella solo se volteó, sonrió y me besó profundamente.

—Sabes bien lo que soñé, no te hagas el tonto conmigo.

No volvimos a besar como si fuese la última vez, entre manoseos acercamientos más allá de lo normal. Así continuó nuestro juego un rato más hasta que vimos la hora y ella me dijo que si nos íbamos del lugar. Pedí casi de inmediato la cuenta, pagué y nos salimos del lugar.

Nos fuimos nuevamente caminando, rodeándole de la cintura como si fuese mi pareja en verdad, ella a ratos buscaba mi boca y me besaba como si fuese su dueño. A un par de minutos me jalo de la mano y me dijo: “Vente, sígueme”

Nos dirigimos a la orilla de la playa, me abrazo y nos fuimos caminando.

Me contaba que pocas veces ha estado en la playa, y que en ese momento con mi compañía era más que agradable.

Me detuve y me puse frente a ella, le rodee su cadera acercándola completamente a mí y comencé a besarle. El beso se sentía tan cálido a pesar de la brisa del mar, mis manos comenzaban a acariciarle lentamente mientras nuestras lenguas se entrelazaban.

—¿Ya me dirás bien qué soñaste conmigo?

—¿Quieres oírlo o sentirlo?

—Sabes que quiero sentirte…

Sin dejar de besarnos nos fuimos tirando sobre la arena, me tumbó casi de inmediato y se acomodó sobre mí. Sus manos rodeaban mi cuello y nos besábamos de forma salvaje, mis manos le acariciaban sus piernas al descubierto. Sus movimientos de su cadera poco a poco me hacían sentirle su sexo frotar sobre mi miembro. Mi boca devoraba la suya, recorrí de forma inmediata su mejilla, y sus manos quitaban a prisa los botones de mi camisa.

Mi aliento se lo hacía notar al llegar a su oído, haciéndole sentir cuán grande era mi deseo por ella.

Mis manos invadían sus pechos por encima de su vestido, su cadera empujaba y buscaba ese roce de su sexo con mi ya erguido miembro. Sentía ese delicioso placer recorrer por mi cuerpo. Mi boca bajaba por la piel de su cuello y sus manos iban en busca de mi miembro. Una de sus manos me desabotonaba el pantalón mientras la otra rápidamente se metía hasta tenerlo sobre su mano. Ese calor envolvente sobre mi miembro se sentía tan exquisito. Mis manos se dirigían a sus piernas buscando elevar ese vestido para sentirla aún más.

Lo eleve hasta poder mirar su sexo a través de esa panty que apenas le cubría. Su mano jugaba a lo largo de mi miembro, masturbándolo mientras mis gotas pre seminales comenzaban a salir de él.

Sus manos subieron hasta mi pecho para tumbarme por completo sobre la arena, rápidamente ella bajo con su boca hasta mi miembro y de forma inmediata lo llevó hasta su boca. Extrañaba el juego de sus labios sobre mi miembro. Subía y bajaba sobre él sin detenerse, su lengua no paraba de moverse al ritmo de sus movimientos. Mis gemidos comenzaron a hacerse presente, cosa que sentía le excitaban más porque lo hacía con más ansias.

Su boca me dejo totalmente erguido, para lo cual ella se acomodó sobre mí y llevándolo con su mano lo acomodó sobre la entrada de su sexo y se dejó caer con fuerza sobre mí. Un gemido excitante le escuche de su interior. Pude sentir como su interior ardía, su sexo pegado a mi piel que dejaba marcado con su humedad. Sus movimientos no se hicieron esperar y comenzó a cabalgarme con ansias. Mi miembro entraba y salía de su sexo de una forma tan exquisita, sentía como podía resbalar deliciosamente hasta el fondo de su interior. Nuestros gemidos se unían y los movimientos se hicieron más rápidos. El primer orgasmo de ella no se podía esperar más, sentí esa deliciosa contracción que presionaba mi miembro dentro de su sexo.

Ella cayó sobre mi cuerpo, su boca buscaba la mía y nos besamos apasionadamente. Mis manos bajaron hasta sus nalgas ya al descubierto para no dejar que salga de mí, quería sentirla todavía mía por completo. Ella sabía que lo quería y no se detuvo. Sus movimientos comenzaron nuevamente y ahora la excitación era aún mucho más. Sentirla tan cerca de mí, devorándola por completo era la mayor fantasía hasta ese momento. Devoraba y mordía sus labios con tanto deseo, su cadera simplemente me hacía estremecer, gemíamos sin parar y disfrutábamos del momento.

Su teléfono comenzó a sonar, era su marido quien llamaba para saber de ella. Lo tomó y contestó la llamada mientras tapaba mi boca con uno de sus dedos. Ella montada sobre mí quietecita mientras escuchaba a su marido por el teléfono. Comencé a moverme suavemente mi cadera haciendo que mi miembro resbalara dentro y fuera de ella muy suavemente mientras contestaba, ella se tapaba la boca para no emitir ningún quejido evitando sospechas con su marido. Succioné su dedo dentro de mi boca chupándolo mientras mi cadera continuaba moviéndose, sin poder emitir algún sonido que la descubriera. Fue tanto la desesperación que solo le escuché decir:

“Mi amor me duele la cabeza ya me dormiré ¿Está bien? Hasta mañana” Y tiró su celular sobre la arena.

—¿Quieres jugar sucio verdad?

Me dijo ella mientras se elevaba, y sin más que decirle comenzó a dejarse caer con fuerza sobre mí, me hizo gemir con fuerza. Y no se detuvo en lo absoluto, se elevaba y se dejaba caer cada vez con más fuerza y rapidez, haciendo que todo mi miembro se clavase en su sexo de forma salvaje.

No se detuvo por nada, hasta que sus gemidos se hicieron tan intensos que su segundo orgasmo se hizo presente. Un excitante placer me recorrió así como sus fluidos tibios bajaban por toda mi pelvis.

Me levanté de inmediato mientras se relajaba un poco al disfrutar de su orgasmo, le abrace y comencé a besarle dulcemente. Sus labios tenían un sabor tan delicioso que no quería dejar se saborearlos. Yo seguía aún firme y ella aún seguía con ganas de mí.

Ella se giró, dándome la espalda elevando su vestido dejándome apreciar sus nalgas que me ponen loco.

Sus manos abrieron sus nalgas mientras yo era quien se lo acomodaba bajo su sexo, apenas la punta tocó la puerta de su sexo cuando nuevamente se dejó caer de golpe. Me recline un poco y la dejé moverse a su antojo, el espectáculo de su cadera chocando contra mí, era indescriptible. Sus nalgas pegaban en mí y la excitación cada vez era mayor, no quería que parara por nada. Sus gemidos nuevamente se podían escuchar y eso me enloquecía más. Me levanté un poco y mis manos en su espalda le indicaban que se inclinara hacia adelante y ella sin más, obedeció. Tomé sus caderas y comenzaba a tirar de ellas contra mí, me tocaba hacerle sentir todas mis ganas. Mis movimientos se hacían desesperantes al igual que nuestros gemidos mutuos. Cada vez era más a prisa mi penetración hacia ella, la excitación fue tanta que no pudimos aguantarnos y en un gemido intenso ambos comenzamos a terminar deliciosamente. Llene su sexo con mis fluidos tibios al igual que ella empapó el mío exquisitamente.

Caí rendido ante tan delicioso orgasmo, ella se levantó y se recostó sobre mí. Buscó mi boca y dulcemente comenzamos a besarnos. Sin una palabra se recostó sobre mi pecho por un rato.

Como a los 10 minutos decidimos marcharnos porque el calor se había ido y el frío ya se estaba sintiendo.

Fuimos abrazados hasta mi auto para marcharnos a casa, ella iba recostada sobre mi hombro mientras llegábamos. Antes de llegar pude notar como se había quedado dormida. No quería despertarla y tampoco quería que los vecinos miraran que yo, su vecino la traía tan tarde a su casa. No quería levantar sospechas. Lo que hice fue meter el auto a mi garaje, y sin despertarla la tome entre mis brazos y la lleve a mi habitación. Ella totalmente dormida ni sospecho que esta noche dormiría en mi propia cama.

Me acomodé para acostarme junto a ella y dormir tranquilamente mientras me quedé abrazado tras su espalda.

Al otro día al despertar…

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