Mi nombre femenino como lo he relatado en la presente página es Vanesa, soy una chica travesti pasiva de closet, morena, de ojos cafés claros, cabello negro lacio, de complexión mediana y mido 1.63 de estatura. Soy abogado de profesión y por razones de trabajo a veces me toca viajar a otras ciudades para atender ocasionalmente alguna audiencia.
Esta historia trata de la primera vez que me anime a salir vestida completamente de mujer en la Cuidad de México, comienza de la siguiente manera…
Este suceso se remonta hace unos 3 años (en ese tiempo tenía 26 años), me toco ir a la CDMX a presentar unos escritos y asistir a una afluencia que tendría lugar un viernes muy temprano por la mañana, por lo que decidí que era mejor irme un día antes para evitar algún inconveniente con el tráfico y esas cosas.
Decidí hospedarme en un hotel céntrico cerca de Bellas Artes de nombre “Hotel Diligencias” que se ubica en la calle Belisario Domínguez ya que está cerca de la ciudad judicial y para turistear en las inmediaciones, fue así que parte de Celaya a la CDMX y fui llegando como a eso de las 3 de la tarde para aprovechar el día.
Al registrarme en el hotel subí inmediatamente a mi habitación y prendí la tele en lo que me acomodaba e investigaba lugares cercanos para ir a comer, decidí ir a un café que se llama la “la pagoda”
Cuando llegue al lugar no había mucha gente, me senté en una mesa cerca de una ventana que daba buena vista hacia la calle, me atiendo un mesero muy guapo de piel muy morena de alrededor de unos 30 a 35 años de nombre Martin, no sé si desde ese momento sospecho algo sobre mis “gustitos” porque le eché unos ojos de que me lo quería comer, en fin, me tomo la orden (no recuerdo bien que fue lo que pedí) pero para no hacer la historia tan larga y pasar a la parte interesante lo qué pasó en seguida fue que sin darme cuenta cuando fue el mesero a servirme más café vio de reojo mi teléfono, como no había casi gente descaradamente está viendo en mi teléfono catálogos de lencería de sex-shop cercanas a mi ubicación, fue cuando me susurró “ese babydoll te quedaría muy bien” creo que nunca me había puesto tan roja como en esa ocasión, me quede atónita sin saber que responder y por eso no respondí nada, lo única que sabía era que me quería salir del lugar y le pedí la cuenta a otro mesero que estaba cerca de la mesa donde estaba sentada, pero para mi sorpresa fue el mesero de nombre Martin quien me la llevo y al dejarme la charolita con la nota de la cuenta se animó a preguntarme qué si en caso de que no tuviera nada que hacer después me invitaba a tomarme una cerveza en algún bar y que si quiera después de eso me acompañaba a que me probara lencería y me comprara algo. O través me quede callada por que no sabía que responder, me volvió a insistir y lo único que pude hacer fue mover la cabeza para asentir con la cabeza.
Después de tomarnos unas cuantas cervezas se me quitó la pena y le conté que soy travesti de closet, que solo solía vestirme de mujer en la intimidad, él me contó que adoraba a las travestís y me empezó animar a que saliera vestida de mujer con él para ir a divertirnos a algún lugar en la noche, me insistió en que la CDMX no son prejuiciosos que nadie iba a molestarme ni a decirme nada, fue entonces cuando le dije una mentirilla blanca y le dije que no me había traído aquí mi ropa de nena (obviamente si la tenía, pero mi plan era vestirme en la habitación y masturbarme con un consolador sola) me contestó que eso no era problema, que si no tenía yo dinero que él me la compraba siempre y cuando me vistiera sexy.
Después de las cervezas nos dirigimos a una sex-shop céntrica donde tenían vístete variedad de productos, me proveo algunos babydolls, disfraces, vestiditos entallados y tacones, Martin me dijo que me llevara 3 cosas, que escogiera la que más me habían gustado, escogí unos tacones de plataforma de color de frío con morado que hacían juego con unas bragas negras y con el vestido entalladito de color morado que apenas y me cubrían las nalgas, me puse ese conjunto y se lo modele, fue cuando Martin dijo “te queda perfecto, dile a la muchacha del mostrador que te lo vas a llevar todo eso puesto, ah y también llévate de una vez una peluca”
Al tener todo ese atuendo rozando mi piel me empecé a excitar, fue por eso que obedecí instantáneamente sin oponer resistencia la orden que me dio Martin.
Sentí una enorme sensación de satisfacción caminar por la calle completamente vestida como una nenita agarrada de la mano de un macho escuchando el sonido de mis tacones contra el suelo y viendo cómo los hombres que pasaban cerca de mi se me quedaban observando. Estuvimos unas pocas horas en una mezcalería cerca del zócalo cuando por fin Martin me propuso que siguiéramos la fiesta en su departamento que estaba a unos 10 minutos caminado, para esas horas yo ya estaba un poco borracha y seguía excitada, ya me moría de las ganas por sentir dentro de mi si verga, sin mentirles creo que si verga es la más grande y ancha qué sentido entre mis nalgas.
Continuará…