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Orgía a full, yo y 15 más (Parte 2)

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Retomo la continuidad del relato luego de la pausa reparadora de nuestra protagonista amiga, luego de un breve relax todo continuó con renovados ímpetus. Esta es la continuación. 

Por comodidad habíamos acomodado dos colchones sobre el piso, con una protección de hule debajo de las sábanas previendo la cantidad de leche que rebasaría la capacidad de la vagina. Los orgasmos, auténticos, que tuvo nuestra amiga fue algo digno de elogio, nada era fingido, los gemidos y bramidos eran el resultado de las calenturas y la excitación.

El fragor y la potencia de los machos minaron la resistencia de la mujer, llenado de lechita las cavidades de la mujer, tanto que la toalla no bastaba para limpiar y contener la hemorragia de semen vertido por las mangueras de los jóvenes machos.

El cansado reloj biológico había contabilizado poco más de cuatro horas de “meta y ponga”, de leche a todo dar. Concluida la primera ronda de descarga de calentura seminal, la teve, fumando y bebiendo crearon un momento de relax y calma, los primeros en pasar ya estaban mirando con creciente interés a la mujer derribada por la horda de furiosos cogedores.

Aprovechando que no tenía nadie montado encima, con la cara transfigurada de tanto mamar, restos de semen coronando las mejillas y la conchita rezumando hilos de esperma dejó el lecho para pasar al baño.

Se la veía sentada en el bidé vaciar el contenido lácteo, frente al espejo lavarse los resabios de esperma secos sobre sus mejillas. Fue en ese momento preciso de contemplar el maquillaje de semen y los rastros de las furibundas mamadas, que no advierte que por detrás y a cada lado se acomodan, apoyando sus miembros, Daniel, el primero en someterla, bien vergudo y Joaco que portaba buena herramienta no tan gruesa, pero cabezona y larga, frotándose contra sus caderas.

Quieta, los dejó hacer, volcados sobre ella, presionada contra el lavabo, todos mirándose en el espejo que devolvía la máscara de las emociones calientes. Tocada a cuatro manos, las tetas eran la rapiña preferida, una para cada uno, lo mismo la entre pierna y la raya del culo eran tierra de nadie, cada uno metía y exploraba lo que tenía a mano.

Las tocadas y mamadas de tetas habían conseguido que se mojara todita, los dedos habían sobado a destajo la raja, copado la capacidad con todos los dedos, meneándose en atroz calentura clamó por que termine el acoso: - Vamos, putos maricas, cójanme, cójanme ya mismo!

Daniel, fue el primero en acatar la orden, colocado entre sus nalgas ordenó: -Vamos, puta, abréte!

Las manos del muchacho la retiraron para atrás, se inclinara y tomarse del borde del lavatorio, Edu, compañero de acción le abrió las cachas. El muchacho se afirmó de la cintura y se la mandó de una, a fondo, bombeaba con fuerza, con mucha fuerza mientras el otro chico no paraba de estrujarle las tetotas y besarla, haciendo un tour exploratorio de lengua dentro de la boca de Pamela.

El pistoneo de la gruesa verga en su vagina se complementa con el ejercicio de exprimirle y mamarle los melones que Edu pone todo su esmero y ardor hasta en morderlos. Estaba claro que no pensaban acabar tan pronto, el cambio de sitios y turnos se produjo para mantener bien alto el rendimiento y demorarse en la venida. Unos pocos minutos era el límite para producirse el cambio. La vehemencia y contundencia de los envíos de pija pronto consiguieron que la mujer estuviera en el trance de un sabroso y bien gemido orgasmo: - Uff, ufff, síiii, qué bueno, qué bueno, me están matando! No paren…

En ese sinfín de gemidos y expresiones del orgasmo no fue interrumpido ni por el cambio de monta, Edu vino a continuar la penetración del vergudo. El largo de su miembro se hacías sentir el fondo del útero de Pame, los empellones la revelaron como una tremenda cogedora, los gemidos más intensos y sonoros, los adormecidos despertaron y los despiertos con la erección más tiesa.

El trío estaba transitando su mejor momento, ella en fabuloso orgasmo, Edu ensartado en su conchita había comenzado a bobearla a máxima potencia, el bramido estalló junto con el potente chorro de esperma, varios movimientos terminaron por vaciarle todo el contenido dentro de la conchita. Silencio y permanencia, latiendo dentro de la mujer hasta la última gota de leche.

Retiró el miembro del estuche vaginal, la abundante descarga y la postura favorecen el rebase de la capacidad de contener tanta leche, se escurre en gruesos hilos de fluido que gotea sobre el piso.

Los gritos y los jadeos del trío nos disponen para comenzar una segunda vuelta, pero… aún está en turno de “garche” el vergudo de Daniel, que tiene el derecho de uso. Sin cambiar de postura hizo el relevo de postura, desde atrás con la urgencia precoz que lo había caracterizado en la primera oportunidad, fue contundente y preciso en bombear un breve lapso y regar con su manguera toda la descarga de leche que le venía prometiendo al oído.

Los dos quedaron sentados viendo como otros dos muchachos la rescataban trayéndola al centro de la escena, chorreando leche.

Sentada en el centro de la escena, espera al adelantado, la habíamos rodeado, circulo de pijas enhiestas, sobadas despacio para mantenerlas latiendo deseo. Quien relata tomó la delantera, cruzamos miradas, entendimos todo. – Tranquilos, ahora me toca iniciar esta nueva ronda. Voy a hacerle el culo.

Había leído el juego como pocos, necesita un golpe de efecto, durante las casi cuatro horas desde que comenzó la orgía, nadie tuvo la idea u osadía de hacérselo, era tiempo de dejárselo bien abierto.

Cuando puse mi mano en su cintura sentí lo mismo que la primera vez que se lo hice, sé que le encanta el sexo anal, pero cuando lo intenté se echó para atrás, se lo habían hecho un par de veces y le gustó, claro está que esos amigos no la tenían tan gruesa como la mía, lejos estoy de tenerla tan larga como otros, pero me gratifica en la comparación de los asistentes y por el grosor me pone entre los más dotados, ella sintió la primera vez que lo intenté y nos quedamos tan solo a medio hacerlo.

Ahora las cosas eran distintas, todo el morbo puesto en escena, toda la libido a full, rodeada de machos ansiosos, no queda mucho para pensar, solo relajarse y gozar como reza el dicho popular. Relájate y goza, debió ser la consigna interna, se dejó acomodar, en cuatro para entregarse mejor y ofrecer la visión desde todos los ángulos. – Chicos miren, el espectáculo está por comenzar! Alguien dijo: - Acción!!

Imponerse está bueno, pero si lo disfruta, cuanto mejor para todos. Unté un dedo en la gelatina lechosa de la vagina y se lo metí lentamente en el culo, entrando, saliendo y girando, untado dos dedos repetí la acción, girando los dedos metidos a tope, había producido el placer de hacerla ronronear y dilatar el conducto. Los chicos contemplan la escena con todo el morbo a flor de piel, los veo tocarse y moverse inquietos sin perder detalle, esperando ansiosamente el turno de copiarme. En un momento cambié por el pulgar, también tengo dedos gruesos, entrando y girando para excitarla.

Acomodé su cuerpo, el culito bien empinado, la cara apoyada sobre el colchón, las manos libres abriendo las cachas para que todos pudieran ver como la verga untada en el semen de la vagina se posiciona justo en el centro del hoyo. Animado por los gritos de los chicos pidiendo que se lo partiera de una buena vez, tomado de sus caderas no tuve ninguna dificultad para introducir la poronga en toda su extensión, el grosor fue una abertura en continuado sin darle tiempo a reaccionar.

Sosteniendo con firmeza su cintura, enterré la estaca de carne abriendo bruscamente su recto, el metisaca la hacía vibrar, despertar una catarata de sensaciones dolorosamente placenteras, olvidar la dilatación y disfrutar el sexo anal. Las sensaciones se multiplican, reaviva en oleadas de flama sexual, los gemidos dibujan el placer en sus entrañas, clavada a tope forzando el esfínter a permitir recibirme sin reparos. La primera descarga seminal, la sentí gruesa y caliente, las palpitaciones de las siguientes transmiten el lenguaje ritual del goce, sus intestinos traduce el mensaje encriptado en leche caliente en un delicioso orgasmo.

Permanecí sobre sus nalgas hasta que silenciaron los latidos, saliendo despacio del maltrecho recto, la cabeza abandonó el aro anal como descorchando el mejor de los espumantes. El pedo por la inyección de aire asomó una parte del semen burbujeando por la faena concluida.

Los mirones aplaudieron y gritan como asistentes a un gran espectáculo. Todos al palo, esperando el momento para llenarle el culo de leche. Pame fue duramente acosada por los duros penes, hambrientos por vaciarse en su maltratado culo. Me sería harto difícil describir las sensaciones que transitó en la etapa anal, se la veía demacrada pero feliz, agotada pero satisfecha, nunca tantos penes hicieron feliz a esas carnes ansiosas.

La estrechez anal dejó de serlo, al menos por este finde, su culito no paró de recibir vergas durante un buen tiempo, parecía que era algo de nunca acabar, varios volvieron con más ganas a llenarla por segunda o tercera vez. Una pausa técnica para unos tragos y reponer el resuello y ya tenía a otro tipo dispuesto en la obsesión de hacerle el culo.

El culo estaba a tope, uno tras otro entraban sin preocuparle por estar rebasando escurrida por sus piernas, nada importaba solo vaciarse dentro.

El sol tamiza sus rayos entre los visillos de la persiana, iluminando la tranquilidad y el sosiego, cada quien despatarrado donde lo encontró el cansancio y la modorra, el sexo a full había conseguido calmar el músculo, amainar el deseo y sedar las emociones. El sueño repara y consuela, calma y tonifica para volver por más. La culeada había sido algo apoteósico, agotado y vencido por el esfuerzo, sobre todo a nuestra deliciosa hembra.

Me había despertado con ganas de orinar, ayudé a levantarse, tomarla en brazos y llevarla a una habitación donde dormían varios compañeros, dos sobre la cama y otros tantos en el suelo, le hice un lugar entre los primeros y la dejé sobre el lecho.

No sé cuánto tiempo habrá descansado, cuando pasé delante del cuarto para prepararme un café la tenían en la cama entre los dos, montada sobre el acostado y dándole el culo al otro.

Con el traqueteo de la doble penetración habían despertado y listos para ser reemplazo cuando hubieran vaciado su carga matinal de leche.

Era la hora del desayuno, habíamos preparado café para todos, para ella obviamente con leche, de tal modo que sentada en el centro de la cocina, en un puff, dispuesta a ordeñarnos a todos para complementar su café matinal. Dijo que el mejor desayuno de su vida, variedad de sensaciones y aromas, sabor intenso y penetrante, texturas y espesuras tan diversas, podría que había degustado el sabor del macho en su estado puro.

Fue un finde a todo dar, poco descanso y mucha acción, Pame sintió y disfrutó la sensación de sentirse clavada por la concha y por el ano, dejada a la buena de Dios, entregada a la lujuria de los hombres, ofrecerse y demandar más verga, más leche.

También lo bueno tiene un momento de fin de fiesta, fui el que la devolvió al punto de partida, retornarla sana y salva de una experiencia emocionante. Nos tomamos unos tragos mientras recorríamos algunos pasajes de las emociones recientes, tanto así que nos excitamos como para regalarnos un delicioso sesenta y nueve y lo rematé con una culeada que no tuvo nada que envidiarle a esa primera durante la orgía.

De ese particular momento se cumple justamente un año, acabo de llamarla para proponerle revivir esos momentos, aceptó gustosa en volver a concretarla, repitió su frase de batalla:

- No pregunto cuántos son sino que vayan saliendo.

Estaré esperando tus comentarios y preguntas en: [email protected]

Nazareno Cruz

(10,00)