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Dos aventuras sola

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Dos vuelos en solitario.

Con los chilenos en Copacabana.

Ya tenía mucha experiencia en sexo y aventuras, casi siempre acompañada de mi maridito, sabía muy bien lo que quería y podía, pero no siempre. Vivíamos lejos de las familias, lo que nos hacía hacer viajes largos. Con nuestras experiencias, mi marido pasó a ponerme en el equipaje algunos condones, por si se ofrecía, nunca se sabe.

El viaje tenía que ser hecho con una escala, de mi ciudad a Rio de Janeiro, y de ahí a donde vivíamos. Decidimos que, en vez de escala, pasaría una noche en Rio, buscando una aventura.

Llegué a una hora cómoda, me instalé en un hotel en Copacabana, a la orilla de la playa, y descansé. En la nochecita, me arreglé medio vistosa, enseñando, no puteando, solo sugestivamente y bajé al bar en la playa. Tranquila pedí una bebida y esperé viendo las personas.

Como era de esperarse, algo después, unos jóvenes en una mesa vecina comenzaron a hacer plática, lógico, una mujer sola en un bar es cacería. Les seguí la plática y supe que eran hombres de negocios chilenos, en viaje de trabajo. Yo les dije que estaba de paso, visitando mi familia.

Por supuesto que algún tiempo después ya estaban en mi mesa y muy animados. Curiosos de la ciudad y de lo que podrían ver, y yo les daba muchos detalles porque ya habíamos vivido ahí.

Encaminé la plática a lugares picantes, les hablé de las boites del Beco das Garrafas, un callejoncito muy interesante y no muy lejos del hotel.

Se animaron y decidieron ir, si yo los guiaba. Como esa era mi intención acepté de inmediato y fuimos.

Era un buen día, el Baccarat estaba muy animado y ellos no paraban de ver las escenas de desnudez y sexo por todos lados. Con el espectáculo, se terminaron de enloquecer, nunca habían visto algo así.

En el curso de todo esto, ya habían comenzado a meterme las manos, y yo, fraternalmente lo facilitaba, subiéndome la falda y soltando la blusa. No tardaron mucho en dejarme sin la blusa, solo de calzoncitos, besándonos y manoseándome plenamente, muy sabroso, me sentía en ambiente, muy a gusto como puta de la casa (Que ya había sido en alguna ocasión)

Caliente y con ganas de polla, primero los mamé, hasta sacarles la porra, muy sabrosa, vino el showcito y a seguir me quité los calzones y los monté por turno, arrodillándome sobre sus piernas, Además de cogerme, estaban metiendo mano libre por pechos y nalgas y viéndome desnuda en púlico, como otra de las huilas de la casa. ¡Fue muy bueno!

Cuando decidimos dar por terminada la noche, nos vestimos y regresamos al hotel, tomé mi llave y me fui con uno de ellos.

Ya en su habitación, entró al baño, me encueré y lo esperé en la cama, colocada de frente, esperándolo de piernas abiertas, lista para la despedida.

Pero en cuanto esperaba, le hice una llamada a mi esposito:

- Hola amor, no imaginas donde estuve y donde estoy… estuve con dos caras en el Baccarat, y me porté como puta, como te gusta; si, me metieron las vergas, si, varias veces; y ahora estoy despidiéndome de uno de ellos, estoy en la cama, encuerada de piernas abiertas, esperando que salga del baño para despedirlo con una última foda… si… voy a mover bien el culo, no te preocupes… chau amor…

Por supuesto, que su verga me cupo en la boquita, y de rodillas, sentí su palote entrando en mi pepa, me chingò a su gusto...

Muy temprano dejé el hotel para seguir mi viaje, desvelada y jodida, pero contenta y satisfecha

Huelga de la VARIG.

En otro viaje, esta vez yendo a visitar mi familia, Me sorprendió una huelga de la compañía de aviación. Aterrizamos en Manaus sin saber cuando podríamos continuar el viaje.

Llamé a mi esposo y se lo comenté. Agregando que estaba bien instalada en el H. Amazonas, el mejor de la región.

Bueno, me dijo, ni modo, ahora solo paciencia. Ve si consigues una aventurita, para que no te aburras. De acuerdo voy a ver que consigo.

Paseando por el hotel, me encontré con uno de los sobrecargos, muy amable me hizo una platiquita le comenté que tenía una pequeña molestia en la espalda.

- Si usted quiere, me respondió, le puedo hacer un masaje.

- ¿Si? ¡sería muy bueno! Acepto… ya sonriendo pícaramente con segundas intenciones, que él capto de inmediato ¿a qué hora sería?

- ¿Le parece bien en una media hora en su habitación?

Ya de acuerdo regresé y me arreglé con un toque de perfume y colocando una ropa interior bonita, sin sostén y una bata. Llegó puntualmente, le ofrecí un trago platicando del inconveniente.

- Bueno, ¿que hago?

- Acuéstese bocabajo sobre la cama.

Me retiró la bata y después de algunos momentos (asumo que viendo mi cuerpito sabroso) comenzó a masajearme lentamente, con cuidado, comenzando por las piernas y hombros, Siguió por la espalda, y suavemente bajó las manos a los costados, y las nalgas, metiéndo las manos por debajo del panti.

No viendo objeción, roncamente me pidió voltearme, lo que hice sin titubear, dejándole los pechos a la vista y alcance. Los rodeó y suavemente pasó a acariciarlos, ya no resistió y me los besó, los pezones estaban muy duros y firmes. Lo abracé besándolo, estaba ofreciéndome abiertamente. Con su ayuda me quité los calzones, y abrí las piernas, colocando a su disposición mi panocha húmeda y deseosa. Sin decir nada, me montó. Me dio una buena cogida. Ya encarrerados, me volteó de a perrito, para una segunda metida.

Nos despedimos, preguntándome si podría regresar mas tarde. Acepté… había sido muy bueno.

Cuando regresó, después de la cena, ya recuperados los dos, fue mucho más directo y sencillo, ya teníamos confianza.

Atrevidamente, lo esperé desnuda, y abrí la puerta sin esconderme, abrió los ojos y entró rápido, sacándose de inmediato el pepino, me senté en la cama y me lo puso para mamar. En cuanto lo hacía se fue quitándola ropa, y me puso de pie para explorarme la concha por dentro con sus dedos y polla. Yo solo pujaba y le decía algo como: si papacito, si… así… méteme tu palote, así… cógeme más méteme tu picha… si… Se vino, y todavía consiguió otra chinga arrodillada de a pollito asado. Creí que me iba a culear, pero no lo hizo, yo estaba dispuesta.

Fue muy bueno. Al día siguiente, al reanudar el vuelo, me llamó la atención las risitas mal contenidas de las azafatas al verme. ¿Por qué sería? No les pregunté.

(9,50)