Nuevos relatos publicados: 18

La historia de Ángel, solo era un muchacho (13)

  • 20
  • 7.046
  • 9,33 (3 Val.)
  • 4

David avanzó por el pasillo llevándome cogido en sus brazos, yo le abrazaba el cuello para hacérselo más fácil. Como íbamos mojados dejaba la marca de sus pasos en el suelo y las gotas que caían de nuestros cuerpos mojados, escuchaba a los que venían detrás de nosotros y rogué para que no resbalaran sobre el suelo húmedo.

Me sujeté bien a su cuello y recosté la cabeza en su pecho. David era muy fuerte y lo demostraba el espectacular cuerpo que tenía. Llegó a la puerta y para dejarse una mano libre me colocó las piernas abrazándole la cintura, crucé los pies en la baja espalda y él me sostenía con una mano bajo mi culo.

Llegamos ante la cama y alguno de los que entraron después encendió la luz. Con la mano que tenía libre descorrió las ropas de cama tirándolas por el suelo y me depositó sobre el colchón, seguía abrazando su cintura con mis piernas y él cayó arrodillado entre ellas.

Sentía la dureza de su verga entre mis nalgas apretada contra el ano, pero se deslizó evitando el contacto. Su cara estaba a treinta centímetros de la mía, lo justo para enfocar mi mirado en la suya. Los azules ojos de David parecían un cielo claro al mediodía, se aproximo hasta que la punta de nuestras narices se tocaron y me habló soplando en mis labios.

-Estas precioso, quiero tomarte, entrar en tu cuerpo. -como respuesta abracé más fuerte su cuello para que su boca se juntara con la mía.

Su lengua jugaba explorando entre mis dientes y se la mordí un poco fuerte haciéndole que gimiera. Notaba a nuestro lado el cuerpo de otras personas pero yo estaba centrado en David, en sentir su lengua moviéndose en mi boca, acariciando mi lengua.

Me sentía emocionado, y no solo por estar debajo de un hombre pleno de virilidad y hombría, también sentía la emoción de haber sido elegido por el supremo macho. En la piscina había una docena de apetecibles jóvenes deseosos, ellas y ellos, de que David les prestara atención, y allí estaba su marido Oriol, el más bello efebo que yo había visto, y su amante Alberto, pero el macho alfa me había escogido a mi entre todos ellos para hacerme el amor y germinarme el vientre.

-Besas muy rico pequeño. -dejó de besarme la boca para bajar a mi pechos y empezar a lamerme las tetillas y a morderlas.

Cerré los ojos para embriagarme de las sensaciones que David me transmitía chupándome las tetitas, y a veces tenía que apretarle la nuca para aplastarle la cara en mi pecho, cuando era imposible resistir aquel placer y quería que se detuviera. Me besaba el ombligo metiendo la lengua, y de repente me sujetó las piernas por los muslos y me las elevó pasándolas por encima de mi cabeza, dejando mis hombros y la nuca como único apoyo sobre la cama, bajó la cabeza metiéndola en mis nalgas y su lengua lamió el ojete de mi culo.

-¡Ahhhhh! -dejé salir un profundo suspiro gozando la lamida que me daba en el ano y abrí los ojos. Oriol tenía la cara muy cerca de la mía observando mis reacciones, estaba arrodillado a cuatro patas y por encima de sus hombros estaba la cara de Alberto que le montaba la espalda mirándome también.

Oriol bajó más la cabeza y supe que iba a ser besado por sus preciosos labios, los unión a los míos y le cogí la cabeza para apretarle abriendo la boca, invitándole a que me diera su lengua.

Era increíble lo que me estaba pasando. David, el ser superior, me estaba comiendo el culo y su marido me besaba llenándome la boca con la lengua, y Alberto, el amante de los dos y macho segundo de Oriol le besaba la espalda y le comía el culito preparándolo para ser montado y penetrado su ano.

Increíble pero cierto, y un poco más lejos escuchaba el jadeo de otras voces gozando de las mamadas y folladas que se estaban dando. Resultaba un verdadero bacanal, una orgía desenfrenada donde el sexo, y sentir y dar placer, era lo primordial, y mi cuerpo un festín para aquellas bocas hambrientas.

Me tenían en un total paroxismo de exaltación, arrebatado de deseo, de que el placer llegara a su culmen y descargar la tensión brutal a que me sometían sus dos bocas.

-Méteme la polla David, dame la verga, por favor, dámela ya. -no pude continuar hablando, la boca de Oriol se estrellaba contra la mía, impulsado por los empujones que Alberto le daba al cogérselo y meterle la verga bien profundo en el culo.

-¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahh! -gemía y suspiraba en mi boca gozando de la follada que su amante le daba delante de su marido.

-Sí Alberto, mi amor dame polla, dámela toda mi vida. -sentía envidia de Oriol, podía decir esas palabras que yo tenía prohibidas por Pablo.

Levantó la cabeza enderezando el cuerpo cuando Alberto le abrazó por el vientre montando su espalda, besándosela mientras seguía follándolo sin piedad, moviendo su cuerpecito aguantando el vendaval de la pasión de su amante que lo taladraba sin tregua.

David me bajó las piernas y se colocó entre ellas, su duro miembro temblaba buscando mi ano desesperado, cogí la dura verga caliente y envuelta en jugos, y la coloqué en la entrada de mi culo, mi macho comenzó a empujar hasta que entró la punta, y luego continuó sin detenerse hasta que llegó a mis manos la dura bolsa de sus huevos, estaban duros y parecían uno solo, bien apretaditos en la base de la polla.

-¡Ayyyy! Sí, sí, que verga más rica. -David empujaba con fuerza a pesar de tenérmela clavada entera, si hubiera sido un perro me habría metido la bola que formaban sus testículos en la base de la verga.

-¡Ayyy! David, que bien me follas, que gusto. -en ese momento la cabeza de Oriol caía al lado de la mía, chillando entrecortado y temblando al correrse gozando de su venida.

Pero Alberto aún no se había corrido y seguía dándole duro por el culo.

-Sí. sí, sí, córrete en mi culo Alberto. -Oriol estaba gozando como un loco siendo cogido por su amante que no terminaba de follarlo mientras el continuaba disfrutando con el culo lleno de leche y dura verga.

A David le excitaban las palabras de su esposo, y a cada suspiro o gemido suyo me daba la verga en el culo más fuerte. Ya no podía aguantar más y coloqué las manos sobre sus glúteos, se le ponían duros y contraían por la fuerza que hacía para penetrarme.

En esos momentos David era la perfecta máquina creada para follar y todos los músculos de su cuerpo se contraían para darme placer excitando mis sentidos.

El torrente de leche salía con fuerza de mis huevos, discurriendo rápidamente hasta la uretra de la polla cuando escuché los gemidos de Alberto vaciándose los cojones en el culo de Oriol, y en esa orquesta de celestiales lamentos y placenteros quejidos el semen comenzó a salir de mi polla.

David estaba besándome en ese momento y tuvo que notar la calidez de mi semen cuando se depositaba entre nuestros abdómenes, y al abrir la boca para coger aire me mordió el labio, y tembló empezando a derramarse dejándome marcado por su esperma de macho alfa.

Tembló unos segundos mientras se vaciaba y yo le acariciaba la espalda, enroscando mis piernas en sus muslos, apretándole contra mi para que no me sacara la verga y me dejara seguir disfrutando de ella, sintiendo sus estertores postreros y las últimas gotas de la leche divina fecundándome el vientre.

Siguió respirando muy fuerte con la cara enterrada en mi cuello, sudando copioso por el cuello, le besé enternecido al sentir, ahora tan niño, al invicto guerrero que me terminaba de romper el culo y subirme a la gloria.

-Te he embarazado pequeño, lo siento, no me he podido contener, tu culito apretaba tanto. -reía dichoso y satisfecho al escuchar a mi macho disculpándose.

-Ha sido precioso David, tu verga, tu, sois increíbles y quería que te corrieras dentro, que me dejaras tu simiente. -me besó lujurioso la boca y lentamente su verga se fue aflojando y dejando vacío mi culo.

Descansamos unos minutos y Oriol se tumbó entre David y yo, nosotros mirando al techo y él hacía abajo, besaba a su marido y giraba la cabeza para besarme a mi también. Alberto a mi izquierda no se movía y permanecía quieto hasta que se giró y sentí su verga en mi pierna.

Estaba tan cansado que los ojos se me cerraban, y creo que dormí un tiempo, me despertó el sentir que mi polla y huevos eran tocados, y al abrir los ojos Alberto se la estaba metiendo en la boca, sus aspiraciones y lamidas hicieron que pronto comenzara a crecer, y el deseo de más sexo me llegaba en oleadas, además Oriol chupaba la verga ya erecta y dura de David y eso me encendía el deseo.

Poco después Alberto me montaba lo mismo que hizo con Oriol, por atrás y lo hacía lentamente, penetrándome sin prisas, descansando para besarme el cuello y tirar de mi pelo para que girara la cabeza y poderme besar la boca.

Era una follada dulce y candenciosa, larga, llena de suspiros y jadeos, y descansos prolongados, estaba muy a gusto siendo follado de esa manera tan suave hasta que Alberto se contrajo, se encogió apretándose a mi culo y entrando hasta el fondo para volver a correrse y llenarme de semen, unos segundos después de vaciarse se separó de mi y creía que todo había acabo.

Otras manos me sujetaron las caderas sin dejar que cambiara de posición y otro macho me montaba, la verga entro en mi sin casi notarla, la leche de David y Alberto resbalaban de mi culo abierto y la polla resbalaba entrando y saliendo de mi trasero, el macho me sujetó de los hombros empujando muy fuerte.

-Estas riquísimo, estaba esperando mi turno. -era la voz de Erico, mi tercer verga de la noche me hacía suyo, y me entregaba colaborador, sabía que su polla necesitaba presión y ser bien acogida, y apreté el culo abrazándola para que me gozara y disfrutara como un macho merecía.

-¡Ayy! qué bien aprietas, tu culito me vuelve loco muñeco. -Oriol y David habían acabado por los jadeos ruidosos que pude oír, pero miraban como era follado por Erico. Oriol aún con la verga de su marido en su culo le retenía contra él abrazado a su cintura.

A la vez que me follaba, Erico pego el pecho a mi espalda para llegar a mi verga y empezó a masturbarme, ahora me follaba duro haciéndome sentir muy puto, volviendo a gozar de mi tercera cogida en la noche, y cuando eyaculé en su mano arqueé la espalda encabritándola dando fuertes alaridos, y apretando el ano como una hembra herida por la verga de su macho semental cuando se siente fertilizada en la cópula que la dan.

Había sito todo tan rico y placentero, pero tan cansado, que me dormí después de que Erico se retirara de mi culo.

Habían pasado horas y me despertaron las caricias que sentía en la cara, Oriol me miraba tumbado a mi lado de costado.

-Eres precioso chiquillo. -me fijé mejor en él, la coleta que tenía durante el día sujeta en la nuca haba desparecido, ahora el pelo le caía en capas cubriéndole la nuca y las orejas, en la frente se la habría en el centro y parecía una cortinilla. Yo pensaba lo mismo de él, era un chico increíble y aparentaba ser tan joven.

-Quiero que seamos amigos Ángel, me gustas. -acercó la cara hasta que nuestros alientos se fundieron y con extrema lentitud me dio un beso rozando los labios sobre los míos, pasándolos lentamente.

-Eres tan dulce, tan fresco, tan suave. -me besaba sin prisas, a veces solamente aspiraba el aire que yo expulsaba de mis pulmones y me lo devolvía envuelto en el suyo que quemaba como si tuviera calentura o fiebre.

Era un ritual de caricias labiales hasta que se elevó sobre un codo y me empujó para que me pusiera boca arriba, colocó su pequeña mano sobre mi polla y me la acariciaba sacándome el glande de la piel.

-La tienes grande. -me hablaba pegado a la oreja y dejo salir una pequeña risa, sus labio sonreían maliciosamente antes de empezar a chuparme la tetilla que tenía más próxima. Me lamenté cuando sus pequeños dientes mordieron mi pezoncito y él volvió a reír, para reparar el dolor colocó los labios y besaba lo que antes mordía. Su mano no dejaba de acariciarme la verga y luego los testículos, David y Alberto estaban muy cercanos observando lo que Oriol me hacía.

Se deslizó y elevó una pierna pasándola por mi abdomen para subirse acto seguido encima mío. se quedó quieto con la oreja apoyada en mi pecho hasta parecer dormido, no sabía lo que pretendía hacer y solo esperaba la acción siguiente, se sentó en mi estómago y colocó las palmas de las manos sobre mis pectorales, justo cubriendo mis tetillas con ellas y se inclinó flexionando los brazos, y a la vez que sus piernas se apretaban a mis costados.

-¿Te apetece follarme, quieres? -le miré a los ojos creyendo que era una broma, pero Oriol sonreía de una manera extraña y llena de lujuria, se mordía el labio inferior hasta ponérselo blanco. Solo pude mover la cabeza asintiendo, quería, deseaba meter mi polla en aquel cuerpo tan frágil y delicado, tan divinamente hermoso.

Fue echando para atrás el culo y lo elevó sin dejar de apoyarse con las manos en mi pecho, una mano desconocida me cogió la verga y la colocó entre las nalgas de Oriol, se mordió con mas fuerza el labio y cerró los ojos, la mano extraña me sujetaba la polla bajo el ano del muchacho y empezó a dejarse caer.

No había abierto los ojos y solo giró con brusquedad el cuello unos grados para inclinar la cabeza y sentí que hacía fuerza por la presión de sus manos en mi pecho hasta que la cabeza de la polla le penetró el ano.

-¡Uff! Sí. -dejó escapar un bufido y se quedó con la boca abierta, realmente estaba gozando la penetración y dirigía con leves movimientos de su culo la dirección en que deseaba que le entrara la verga. Sus rodillas se iban doblando dejando bajar el cuerpo, enterrando mi polla en su culo hasta que, quien fuera que me agarraba la verga la dejo suelta, y en su lugar me sujetó la bolsa escrotal y la aplastó contra el culo de Oriol, como un aviso de que tenía mi polla metida en su cuerpo.

Abría y cerraba el anillo anal para hacerse al grosor de lo que tenía dentro. Sentía un cosquilleo delicioso cuando su ano se cerraba alrededor de mi polla y la apretaba.

Se tumbó de nuevo sobre mi dejando que la polla se saliera unos centímetros y pego su boca la mía.

-Qué verga más deliciosa Ángel, encaja perfecta en mi culo. ¿Te gusta como te chupo el nabo con mi ano? -el muchacho era un sádico, me preguntaba cuando sabía que me estaba volviendo loco con su parsimonia y lentitud extrema.

-Oriol estoy en el cielo, tu culito es delicioso. -era una de las pocas veces que mi verga estaba dentro de alguien y ahora era afortunado teniendo el premio mayor.

-¿Te gusto tanto como tu a mi Ángel?

-Me encantas Oriol, siento tan caliente mi verga dentro de ti, es todo tan rico y delicioso. -su risa hacía que el ano me apretara la polla y me mordió los labios.

-Quiero que vuelvas a follarme Ángel, tu verga es perfecta para mi culo, hecha a la medida de él. -volvió a poyarse con las manos en mi pecho y a penetrarse enteramente y a subir y bajar las rodillas sacando y metiéndose mi polla.

La mano curiosa volvió a cogerme los testículos y a acariciarme la verga, justo mientras salía y entraba en el ano de Oriol hacido que gimiéramos al unísono los dos.

Miré su polla con el glande fuera de la funda, de un rojo brillante y vivo, dura como un palo, el fuste blanco donde solo se apreciaba el azul de las venas, y el hilo de babita que le salía continuo del agujero muy rojo, buscaba que mi verga le rozara la próstata en las metidas, y había encontrado el ángulo perfecto que le hacía gemir agitado cada vez que se la metía.

Se agarró a mis pechos clavándome las uñas y encogió el cuerpo agarrotado sin poderse mover.

-Me corro Ángel, me viene ya. -comenzó a temblar y hacía que mi polla entrara y saliera un par de centímetros de su ano en repetidos golpes mientras la leche le salía disparada, una leche casi líquida como si fuera orina y que me salpicaba la cara.

Para mi era demasiado placer y sentía que me iba a correr.

-Yo también me corro Oriol. -intenté retraer el culo para sacarle la verga pero él se sentó sobre mi pene incrustándoselo y haciendo fuerza impidiéndolo.

-Dentro, déjamelo dentro. -me corrí con fuerza, ahora que tenía su permiso, elevando las caderas haciéndole sentir mi potencia varonil de macho al dejarle el semen en fondo de su cuerpo.

No se bajó de mi, permaneció con la verga dentro hasta que se me fue bajando y terminó escurriendo de su culo.

-Ha sido estupendo Ángel, ¿lo repetiremos?

-Cuando tu quieras, sí, me ha encantado. -y era cierto, me había gustado hacer de activo. creo que me quedé dormido inmediatamente abrazando su pecho y sintiendo su brazo sobre mi vientre.

——————————————

La luz iluminaba la habitación cuando conseguí abrir los ojos, estiré la mano buscando el cuerpo de Oriol, y al encontrarlo la coloqué sobre su pecho y lo acaricié. Aquel pecho tenía algo de vello, no era el de Oriol, levanté la cabeza y miré a Pablo que, acosado a mi lado, giraba la cabeza para mirarme.

-¿Pablo? -le sonreí dulcemente embargado aún por el sueño.

-Pensé que eras…, Oriol.

-Ya ves pequeño duende ninfómano que no. -Pablo me miraba envolviéndome en su cálida mirada.

-¿Me has perdonado Pablo?

-No tengo nada que perdonarte brujito.

-Lo de Álvaro…, no quería que me viera, sentí miedo. -Pablo se levantó sobre el codo y me miró curioso.

-No te entiendo, yo solo quería que te conociera, le había hablado de ti y me hacía ilusión que os encontrarais. No tienes que sentir miedo por Álvaro, es una persona especial y también excepcional.

-Tengo que ir al baño, estoy lleno de semen. -al confesarme como me sentía me puse rojo. Pablo soltó una risita cómplice.

-Si lleno por fuera y por dentro. Yo te llevo. -me envolvió en la sábana donde estaba tendido, ya sucia del semen que durante el sueño había ido dejando que saliera de mi culo y cogiéndome en brazos me llevó hasta el baño, me senté en el inodoro para dejar que saliera la carga que aún tenía dentro.

Miré las toallas tiradas por el suelo, mis visitantes nocturnos se habían limpiado dejando tirado por el suelo toallas y paños, además el baño olía fuertemente a semen, a sexo. Pablo había vuelto a la habitación y me dejó allí para que vaciara mi recto e intestino.

Regresé a la habitación, Pablo se había puesto una camisa y también tenía un slip inmaculadamente blanco cubriéndole. Me acerqué al ordenador y abrí mi cuenta de correo, busque el que contenía las fotografías de Álvaro y le dejé que mirase y leyera. Estaba apoyado en mis hombros mirando atentamente, sentí su respiración pesada y abrí el correo de las fotos que yo le había enviado y todo el historial de nuestros correos.

Creo que Pablo comprendió inmediatamente lo que aquello significaba pero comenzó a preguntar.

-¿Conocías a Álvaro?

-Sí pero solo por correo, por internet.

-Me habló de un muchacho con quien mantenía correspondencia electrónica y me aseguraba que se había enamorado de él, creía que eso era imposible.

-Pues es cierto y yo también comencé a quererle, a amarle, nunca tuvimos otro contacto diferente y ahora la suerte o infortunio nos junta.

-Por eso tengo miedo de que me vea, que sepa lo que soy, y cuando lo vi me escondí. -nos levantamos y nos fuimos a sentar en la revuelta cama.

-Tu no eres culpable de lo que te pasa Ángel, él lo comprenderá y tienes que verle y explicarle lo que ha pasado, Álvaro es la persona que mejor puede ayudarte.

-¿Ayudarme? Me despreciará, todos no son como tú. -le miré implorándole para que no me obligara a encontrarme con él.

-¿Y tu que sabes?, dices que le conoces y creo que no es verdad. Te he dicho que es excepcional y lo mantengo.

-Álvaro tenía el derecho por parte de su tío don Manuel para convertirse en el líder general de la organización, renunció a ello para dedicarse a sus quehaceres de médico en un medio rural ayudando a la gente más pobre.

-Es un hombre increíble, heredará de su tío todo lo que posee, sus padres tienen una haciendo más grande que la del abuelo de Oriol y nada de eso le importa, no, no le conoces Ángel, no sabes quién y cómo es él.

Pablo me estaba dejando anonadado con sus revelaciones y la pasión que ponía para defenderlo, parecía que estuviera enamorado de él y sin pensarlo, imprudentemente se lo pregunté.

-¿Tu amas a Álvaro verdad? Le quieres, no lo puedes negar. -me miró intensamente.

-Eso no te incumbe y tampoco importa, pero él puede pedirle a don Manuel que no te entregue al miembro que te solicite, o mejor aún, que te ponga bajo la protección de Álvaro, Don Manuel no se negará, nunca lo hace si él se lo pide, le adora como hacemos todos. Sabes, a David le respetamos pero con Álvaro es diferente.

-Déjame pensarlo por favor, yo no estoy tan convencido como tu. -tenía que darle vueltas en mi cabeza, no dudaba de lo que decía, y pensaba que era cierto y le creía, pero ahora tenía otro dilema, ¿seguía amando a Álvaro?, de lo que si estaba seguro era de que le amaba a él, y todo era muy complicado, porque también pensaba que Pablo quería a Álvaro.

-¿Lo dejamos de momento hasta que lo medite? -me abrazó, entonces me di cuenta de que seguía desnudo.

-Conforme, vamos a mi habitación para ducharnos, allí no ha habido amantes nocturnos, el resto de las habitaciones están como la tuya.

-Anoche no te vi, quería tenerte a mi lado y no estabas.

-Estuve todo el tiempo, o casi todo, junto a ti. No vi que alguno te hiciera daño y lo pasaste muy bien, sobre todo con Oriol y David. -otra vez me ponía rojo, rojo, deseaba tenerlo a mi lado y a la vez me molestaba que viera como los demás me cogían el culo aunque supiera que era así.

Pasamos a su habitación, estaba ordenada y el baño limpio, se desnudó y entramos en la ducha.

-¿Qué le dijiste a Damian para que me dejara tranquilo? ¿Puedo saberlo? -pasé mis manos llenas de jabón por su fuerte cuerpo, me gustaba la rudeza que mostraba en sus marcados músculos de trabajador del campo, tan diferente al de David, Alberto, Erico y los demás.

-Nada, no le dije nada, fue Eduardo quien le llamó la atención. -me sorprendió y detuve mis manos en su abdomen.

-Explícate por favor.

-Eduardo sabía que pasaba algo contigo, cuando Damian te llevó cogido en brazos a su habitación se salió del espacio sin visión y entró un instante en el campo que registran las cámaras, quedó grabado y los de seguridad decidieron informar a Eduardo, lo demás fue sencillo, él no piensa que tu le has denunciado, los de seguridad le han enseñado la grabación. Así de sencillo se resolvió todo.

Ahora entendía que Damián no me hubiera dicho algo. Me había dejado fuera de sospecha y no tenía nada que reprocharme, no era la causa directa de que Eduardo le llamara al orden.

-Cuando nos llevó a Ana y a mi al salón de belleza me pareció extraño como procedía, hablaba con un hombre y… -le conté mis impresiones con lo que había pasado.

-No creo que tengas que preocuparte, Damián le debe mucho a Eduardo y a don Manuel, sería extraño que volviera a delinquir, ahora no saldría de la cárcel en muchos años.

Seguira…

 

(9,33)