Eran las cuatro.
Tenía como cinco minutos frente al portón y no se atrevía a tocar, cuando se decidió no fue necesario, de golpe la puerta se abrió y frente a él se encontró con El Ronco, quien tomándolo de un brazo lo introdujo al taller y pegando un grito le avisó al Zurdo.
– El pendejito ya llegó
De una habitación salió El Ticuiz quien se dirigió a Axel y con una mirada burlona le dijo
– No sabes lo que te espera, pendejito
Y con mirada cínica lo recorrió de arriba abajo como evaluándolo e imaginándose el banquete que se iba a dar al día siguiente.
El Ronco y El Ticuiz, eran los mejores amigos de El Zurdo, muy parecidos a él en lo físico, ambos altos, fuertes, Ronco, un poco gordo, quizá por tanta cerveza, Ticuiz, tenía fama de ser un salvaje, porque venía de una región costera de Michoacán, y a él le gustaba presumirlo.
La espera bajo la mirada de los dos se le hizo larga, hasta que de pronto se escuchó una voz que dijo
– No me lo asusten cabrones
Al ver al Zurdo, perdió la respiración por un momento, la vista de su cuerpo se le hizo un sueño.
Y no era para menos.
El Zurdo, peinándose con calma iba vestido solo con un short azul, muy ajustado, de algodón, en el que se delineaba con claridad la verga que se iba a convertir en el examen más difícil de su vida.
Sobre su torso, donde se marcaban los músculos poderosamente, se notaban desafiantes las marcas de antiguas batallas, cicatrices que daban fe de sus triunfos, una espesa mata de vellos salía de cada axila, mientras su pecho y piernas lucían completamente lampiñas, pero le mejor de todo fue su sonrisa, una sonrisa luminosa que le dijo
– ¿Listo para los dados, pendejito?
– …Sí…
Al llegar a su altura, sonriendo y mientras le acariciaba el rostro con una mano, con la otra, tomó sus manos y las dirigió al bulto de su verga, Axel notó como de inmediato respondía y comenzaba a crecer, amenazando romper la delgada tela del short.
El Zurdo dirigió uno de sus dedos a la boca de Axel quien abrió los labios y comenzó a chuparlo con delicadeza, notó aún el sabor a jabón que impregnaba su mano, y notó como el dedo recorría su boca, deleitándose con la mamada que le dirigía Axel.
El Ticuiz y El Ronco, miraban la escena con evidente deseo, Axel en un momento pudo notar como se levantaban desafiantes las vergas de ambos, a pesar de sus pantalones y se veían grandes, para variar…
Tomándolo de una mano, El Zurdo lo invitó a una habitación, seguido de sus amigos, en la misma y sobre una mesa, había un juego de dados, que se notaba había sido usado muchas veces.
El Zurdo los tomó y jugó con ellos, los dirigió a su boca y despacio los sopló, después escogió uno y se lo entregó a Axel y le dijo
– Juégalo
Temblando de emoción y excitación Axel lo tomó y aventó sobre la mesa, el momento en que tardó en mostrar sus caras, pareció largo, los cuatro pares de ojos siguieron sus evoluciones, hasta que se detuvo:
– Cuatro – dijeron a coro todos
– Esas son las veces que vas a coger conmigo hoy, pendejito
Enseguida tomó los dos dados y se los entregó de nuevo:
– Tíralos
– Siete
– Esa va a ser tu tarea mañana, tres veces conmigo y dos con Ronco y Ticuiz, tu dices si te rajas, si quieres vete porque después no te voy a dejar salir, aunque quieras, pendejito
– ¿Te quedas?
– …Sí…
– Vénganse pues
Se dirigieron a una habitación en un segundo piso, Axel siguiendo al Zurdo por una estrecha escalera de caracol, la vista de sus poderosas piernas, la imagen hermosa de su espalda, sus pies enormes y bien cuidados sólo contribuyó a elevar el nerviosismo y excitación de Axel, quien se percató que eran seguidos por El Ronco y El Ticuiz.
Una vez en la habitación, Zurdo con calma comenzó a quitarle la ropa, Axel se sintió muy desvalido, al comparar su físico menudo con el imponente espectáculo de Zurdo y sus amigos, con calma fue despojado de todas sus prendas, hasta que desnudo Zurdo le invitó a subirse a la cama.
Axel estaba rojo de vergüenza, notaba como los tres lo veían con curiosidad, deseo y… ¿lujuria?, Zurdo le dijo
– Estás bonito pendejito, rico
Cuando Zurdo miró que Axel observaba a sus amigos con pena le dijo:
– No te agüites, con mis compas no hay pedo, no hay fijón y quitándose el short se acostó a un lado de Axel.
Axel no recordaba que la verga fuera tan grande y gruesa, sin embargo lo era, simplemente no podía despegar su vista
– Mámala
Con deseo dirigió sus manos y a partir de la base comenzó a acariciar la verga del Zurdo, poco a poco acercó sus labios y torpemente comenzó a recorrer con los mismos, en besos breves, el largo de la verga, que estaba impecablemente limpia, Zurdo se estremeció ante este contacto y con un poco de brusquedad jaló con sus manos la cadera de Axel y la acomodó de frente, comenzó a masajear y acariciar con delicadeza las nalgas de Axel, en movimientos suaves, después tomando vaselina con uno de sus dedos comenzó a recorrer entre las nalgas, hasta que se posó con delicadez en la entrada de su culo.
Axel se puso tenso, deteniéndose sin despegar sus labios, Zurdo lo notó y le ordenó
– No te detengas, tengo que prepararte y eso requiere tiempo
Axel dirigió sus labios a la cabeza de la verga e intentó cubrir con su boca el tamaño, con la lengua comenzó a dar lamidas al formidable instrumento, estremeciendo a Zurdo, quien por un momento pensó que no aguantaría tanto hasta abrir el culito de Axel con sus dedos.
Todo esto sucedía, mientras Ticuiz y Ronco, completamente desnudos, sentados y observado de frente a la escena, poco a poco, se masturbaban…