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La historia de Ángel, solo era un muchacho (15)

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Ese día comenzaría mis prácticas en una academia de conducir, Pablo se lo había pedido a Eduardo antes de marchar y ya había concertado la hora con el responsable. Me recogerían después de las clases de Guido, y Damián me acompañaría para cuidarme.

Pensé en hablarle a Eduardo sobre lo que estaba observando en él, pero Pablo me había dicho que no tenía que preocuparme, que Eduardo lo tenía todo bajo control, intenté apartar mis obsesiones, que sin duda eso debían ser, y le demostré mi alegría colgándome de su cuello y besándole sin parar.

-Gracias Eduardo, me hace tanta ilusión. -me devolvió un beso pero en mis labios.

-Tranquilo que tengo más noticias para ti, la mala la dejaré para el final. -cogió de encima de su mesa un paquetito pequeño y me lo entregó.

-Mi amigo Millán no se olvida de ti. -me quedé en suspenso con el paquete, envuelto en papel dorado en mis manos.

-Abrelo, vamos a ver como se ha portado y lo satisfecho que le dejaste con tus servicios. -con manos temblorosas comencé a romper el envoltorio, ahora me encontraba con una pequeña cajita forrada en simil piel de color verde y arabescos de oro grabados. Era como un pequeño cofre y lo abrí.

No podía creer que aquello fuera mi regalo por atender a su amigo; por un polvo que habíamos disfrutado los dos, me regalaba unos bellísimos pendientes, una pequeña esmeralda verde rodeada de minúsculos brillantes, me quedé con la boca abierta y cogí uno de ellos en la mano.

-Pero Eduardo, yo no tengo agujereadas las orejas para ponérmelos. -recordé los de Oriol y como le embellecían los lóbulos. Eduardo reía al verme azorado.

-Eso no es lo importante, Ana se encargará de que te los puedas poner, ¿pero te gusta el regalo? -me preguntaba lo que era obvio, eran preciosos y los quería tener desde ya en mis orejas.

-Me encantan, son muy, pero que muy bonitos. -Eduardo seguía riendo y me abrazó besándome la boca.

-Y también muy caros, has dejado encandilado a Millán, pero tu lo mereces todo. Ahora viene lo peor. -me quedé en suspenso con la preciosa joya brillando en la mano.

-Pablo tardará unos días más en volver, su tía ha fallecido y permanecerá allí un tiempo hasta que terminen los funerales a los que Ana y yo iremos. -me iba a poner a llorar por la pena que Pablo estaría pasando, había perdido a su tía que le hizo las veces de madre, pero me aguanté mordiéndome el labio.

-¿Podéis llevarme con vosotros?, me gustaría estar allí. -me miró y creo que adivinó el dolor que sinceramente sentía.

-Iba a pedírtelo para no dejarte aquí solo y porque se que querrás ver a Pablo, también estarán allí David con Oriol y sus primos. -Eduardo me recibio en su brazos acariciándome la espalda, sentía tanta gratitud por aquel hombre al que no terminaba de entender, tan pronto me trataba como un amoroso padre, o como un amante al que se follaba, y que además entregaba a sus amigos para que me disfrutaran.

—————————————

Cuando entré en la sala de clase a la tarde, Guido había llegado y estaba esperándome, desvió la mirada de mi un momento, ¿avergonzado? No lo se, pero enseguida reaccionó.

-Ángel lo de ayer…, igual te pareció mal, en realidad no debimos estar en los vestuarios pero no lo pude evitar. -me miró confuso, azorado y con la cara roja. Sinceramente sentía una punzada de celos cuando recordaba aquel momento.

-No te preocupes, yo lo entiendo y además no tienes que darme explicaciones, hazte idea de que no vi nada. -sacó su mejor sonrisa y le vi más tranquilo.

-Gracias Ángel, de verdad estaba preocupado de que se lo contaras al señor y suspendiera mis clases, no quiero perder un alumno tan importante como tu, el trabajo no va muy bien y ya ves que tengo que dar otras clases además de las de la academia de baile.

-No te preocupes Guido, de mis labios no saldrá una palabra. -hasta ahora no me había fijado mucho en Guido pero tenía sus cosas buenas y agradables, unos ojos muy bonitos y un buen tipo aunque resultara estrafalario por la excesiva delgadez que le hacía ver más alto.

-Ian es tan insistente, tan, tan…, no volverá a suceder te lo prometo. -había nombrado a Ian y lo hacía de una forma que sugería la poderosa atracción que aquel muchacho le causaba, y no podía dudarlo, Ian estaba muy bueno y además lo sabia.

-Insistente y atrevido, parece que le gustamos todos, anda siempre con el rabo dispuesto para meterlo donde sea. -me atreví a responderle, la conversación era cómica y comenzamos a reír los dos por mi salida.

-La verdad es que Ian está muy rico y lo sabe hacer divino. -Guido aún se relamía, no dejábamos de reir, pero a la vez me estaba poniendo caliente al rememorar como el viril muchacho se la daba por el ano, y con que ganas y fuerza.

-A ti te tiene unas ganas locas de tenerte y buscará la forma de follarte. -Guido se puso rojo mirándome aturdido.

-¡Perdona!, no quería decir eso. -el hombre se había excedido y no sabía como arreglarlo.

-Lo se Guido, no te preocupes, hace todo lo posible para exhibirse y enseñarme lo que tiene entre las piernas. -no quería ir a más y al parecer él tampoco.

Dejamos nuestras bromas para cumplir las tareas de estudio, aunque me quedó claro que Ian se lo cogía cuando quería y tenía ganas, y que Guido no le negaría nunca el culo.

Tengo que reconocer que no es lo mismo llevar el coche por los caminos del parque, en la casa de Eduardo, que salir al tráfico de la calle y la carretera. Me desanimé cuando encontré las primeras dificultades a pesar de que el profesor dijera que lo hacía bien.

La comida del domingo la adelantamos sobre nuestro horario de costumbre, el funeral sería a la tarde y Eduardo quería llegar con tiempo para pasar antes por la hacienda del abuelo de Oriol y hablar con él.

Después de dos horas de viaje llegamos al destino. Era la primera vez que estaba allí, Damián conocía el lugar y entró directamente en el patio del enorme edificio principal. En el salón donde entramos estaban Erico y Rubén mirando una película en la televisión, Eduardo y Ana nos dejaron inmediatamente para reunirse con los abuelos y los padres de los muchachos.

Cuando la peli terminó me enseñaron parte de la casa, el piso de arriba donde tenían sus habitaciones, Oriol y David no habían llegado y no quise preguntar el motivo que los retrasaba.

No los vería hasta que llegamos al templo donde celebraban las exequias o funeral, nos colocamos a su lado, unos bancos más atrás del primero. El cortejo fúnebre no había llegado del tanatorio.

Comencé a temblar cuando metieron el féretro, pero no era precisamente por él, detrás venía un señor que parecía el mismo Pablo en mayor, supuse que era su tío, él venía a continuación acompañado de Álvaro a su lado, sentía unas ganas locas de escapar de allí, Erico se dio cuenta de mi nerviosismo y me cogió la mano.

Cuando terminó la ceremonia teníamos que pasar para presentar nuestras condolencias a Pablo y su tío, únicos familiares, aunque Álvaro estaba sentado en el primer banco a su lado.

Avancé muerto de miedo llevado por la mano de Erico que no me la soltaba. Pablo estaba terriblemente demacrado y parecía un cadáver, fue abrazando a todos y al llegar a mi sentí lo fuerte que me apretaba, no pude hablar por lo emocionado que estaba.

-Gracias por venir Ángel. -no hablamos una palabra más, pasé de Álvaro sin mirarle para dar la mano a su tío en un silencioso pésame. Suspiré aliviado creyendo que todo había pasado cuando sentí una mano que me cogía el brazo.

-¡Perdona! Yo te conozco de algo. -pensé que me desmayaba y me sujeté más fuerte de la mano de Erico. Me quedé mudo esperando sus siguientes palabras y no dejaba de mirarme lo mismo que yo a él.

-Disculpa, por un momento pensé que…

-Es Ángel, Pablo te lo quería presentar en la fiesta de Eduardo, ¿no lo recuerdas? -después de que Erico le aclarara las dudas me miró de nuevo detenidamente.

No hubo más porque el tío de Pablo le sujetó del brazo para que le siguiera, los hombres de la funeraria llevaban el carro donde tenían el féretro por el pasillo central, con el sacerdote y sus acólitos precediéndoles, ellos se colocaron detrás y les siguieron, le vi como volvía la cabeza en un par de ocasiones buscándome sin conseguir localizarme entre el numeroso público que llenaba el templo.

Volvimos a la ciudad anocheciendo, al día siguiente tenían otras ceremonias y actos que atender, como dar tierra a la difunta, pero eran exclusivas para la familia.

La vida continuaba y nuestra cotidianidad seguía con las obligaciones que teníamos que atender cada uno. Álvaro me había reconocido, o al menos le resultaba conocido, quería pensar que me relacionaba con el Ángel al que carteaba por mail hasta que desapareció repentinamente de su vida.

Para el miércoles, los recuerdos del domingo parecían lejanos y solo pensaba en el momento de la vuelta de Pablo, había tomado la firme decisión de hablar con Álvaro, presentarme a él y referirle los motivos de mi desaparición. En persona le encontraba diferente a verle en fotografía, para mi disgusto mejor al natural, por supuesto, y sentía renacer y aumentar el amor que ya daba como perdido.

La realidad se imponía a mis sueños y mi trabajo como prostituto de lujo al servicio de Eduardo debía continuar. Esa tarde tenía una labor para con otra de sus “amistades”. En esta ocasión me lo pidió a la hora de la comida, tenía que prepararme y esperar en mi habitación hasta que él llegara con el invitado.

Me despedí de Guido y llegué a mi habitación preparándome para recibir a mi cliente. Llevaba una semana de abstinencia, y hasta sin premeditarlo, me sentía deseoso y con ganas de ser cogido por quien fuera.

Mi cuerpo reaccionaba haciéndome actuar como un lujurioso dominado por la lascivia del deseo carnal, cuando Eduardo me lo comunicó sentí como mi culo se contraía, y el tiempo que pasé en las clases con Guido deseaba que volviera a hablarme sobre Ian, la imagen de su verga no se apartaba de mi cabeza, y ahora pensaba en como sería el hombre al que Eduardo me entregaría.

No tuve que esperar demasiado y Eduardo abrió la puerta para dejar que un hombre penetrara en la habitación y él le siguió, la dejó abierta para que Tomás entrara con una bandeja de bebidas que dejó sobre mi mesa de estudio para desaparecer como había venido.

El señor era más joven que el de la otra vez, fornido pero no tan alto como Millán, tenía poco pelo, solamente a los costado de la cabeza y muy corto. con bigote y barba de perilla muy bien recortada.

-Aquí tienes al muchacho. -me indicó que me acercara, el hombre me observaba con descaro y sacó la lengua para lamerse los labios.

-Parece un dulce bocado. -habló mientras me revolvía el cabello y Eduardo me levantó la camisa dejando al aire mis nalgas desnudas.

-Mira esta ricura, si yo pudiera me lo cogería a todas horas. -Eduardo me besó en el cuello, al parecer tenía decido participar como actor secundario.

El señor se había quitado la chaqueta y comenzó a desabotonarse la camisa.

-Deja que te lo haga Ángel. -me acerqué al hombre y le solté el cinturón bajándole los pantalones, él me observaba con detenimiento hasta que me abrazó para besarme la boca, llevaba unos bóxers azules con rayas blancas, los llevaba muy ajustados marcándosele la polla y dejando ver la forma del gordo glande en la tela.

Debía de tener prisa, o estar impaciente, y no esperó a que le quitara la camisa, él mismo terminó de desnudarse, tenía un hermoso cuerpo marcado, más apetecible que el rostro.

-Te mantienes en buena forma Andrés. -Eduardo le cogió el bulto de la marcada verga envolviéndola en la tela haciéndola que se notara más.

El tal Andrés le retiro la mano y se bajó el bóxer, lucía una suculenta verga sin estar del todo dura y se arrascó los testículos estirándolos la piel.

-Comienza tu trabajo pequeño, mira lo que te está esperando. -se agarró la polla por la base y la blandía como si fuera un largo sable.

Tomé su verga con las dos manos, estaba caliente y suave y la sentía palpitar mientras se iba llenado de sangre haciendo que creciera más.

Deseaba tocar aquel cuerpo y comprobar la dureza de sus músculos, pasé una mano por las tetillas descendiendo otra vez a la verga que ya estaba consistente y dura.

-Cómela nene, mi polla es ahora tuya, disfrutala. -miré a Eduardo que se había sentado en la silla de mi escritorio, se había bajado los pantalones y se acariciaba la larga verga que no terminaba de levantársele.

Me arrodillé ante aquel hombre y le sujeté la verga con una mano, ocultando la cara en la ingle poblaba de pelos, donde comenzaba a colgarle los testículos, olía deliciosamente, a sudor y un leve aroma a canela o polvos de talco.

Le besé esa parte y la polla comenzó a palpitar más deprisa, entonces me la metí en la boca y comencé a succionarla sintiendo el sabor del liquido que expulsaba, tenía un sabor delicioso, a macho, a sudor de hombre salado que lleva horas sin ducharse aunque limpio y que me encantaba, iba a gozar de una buena polla que necesitaba.

Andrés me cogió la cabeza con las manos, dejando unos centímetros de verga en mi boca para que se la acariciara con la lengua y la apretara con los labios.

Le chupaba con muchas ganas, ya no pensaba que era un desconocido, era un varonil cuerpo de macho el que tenía delante, con una verga que me encantaba y comencé a tragarla hasta la garganta, hasta que sus pelos púbicos acariciaron mis labios y mi nariz, el olor de esa parte se sentía muy rico.

Me soltó la cabeza y dejó que yo siguiera sujetándome a su duro culo.

-¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Ahhh! Como mamas la verga niño, hace tiempo que no me la chupaban así. -yo continuaba mamando, sintiéndome la boca llena de tan rica verga.

Me estaba gustando mucho y apretaba su culo trayéndolo hacia mi para que me penetrara más la boca, a la vez iba bajando las manos para acariciarle los muslos cubiertos de duros pelos.

Volvió a sujetarme la cabeza para entrar y salir con rapidez de mi boca, tenía que abrirla mucho y separar los labios para que me follara la garganta, a veces me daba unas grandes embestidas y paraba unos segundos con la verga metida muy profundo.

Me estaba cansando de tener la boca abierta de tal manera y logre que me soltara para sacarme la verga y empezar a lamerle los huevos, a chupárselos y meterlos uno a uno en la boca y jugar con ellos.

-Ummm. Ummm. -gemía sin parar cada vez que los sacaba cerrando los labios sobre ellos.

-Lo tienes bien entrenado, que putito rico tienes Eduardo. Ummm., sigue sigue chupa la verga otra vez. -y yo atendía sus órdenes, con mucho placer por mi parte, me gustaba como sabía y olía aquel macho

-¡Ahhhhhh! Qué chico tan puto, chupa para que fabrique la leche, te voy a llenar el culo mariconcito. -cada vez le sentía más excitado sin saber lo que decía.

-Te voy a inundar el culito, chupa, chupa más zorrito. -mamaba y lamía sin cesar, el tronco duro y venoso, desde la base a la cabeza y luego chupaba el glande lamiendo los jugos que le salían, se le ponía más roja y dura a cada segundo.

La disfrutaba y me volvía loco el sabor que desprendía, en su excitación volvió a sujetarme la cabeza y me metió la verga hasta el fondo, aunque me molestaba le dejé que me hiciera lo que quería para su placer de macho.

Andrés se movía como poseído, empujando las caderas con fuerza follándome la boca, y comenzó a gemir muy alto, gritando su satisfacción por la rica follada que se daba en mi boca.

Sus gritos me incendiaba el deseo, haciendo soportable la brutal cogida que me daba, me dolían las rodillas y me puse de pie, me sostuvo cuando vio que no podía mantenerme y entonces empezó a besarme lo que no había hecho al principio salvo un corto y furtivo beso.

También yo le besaba respondiendo a sus besos, le lamí el pecho y le mordí los pezones bajando hasta el duro abdomen, tenía que inclinarme para hacerlo y en esa posición me levantó la camiseta y metió la mano entre mis nalgas llegando a acariciarme el fruncido ano.

Todo su cuerpo olía de maravilla y le seguía lamiendo el abdomen y el pecho continuando inclinado, y él tratando de meterme los dedos por el culo, no le entraban hasta se los mojó en saliva y consiguió penetrarme logrando que gimiera de placer y dolor.

-Tienes el culito cerrado, me gusta romper los culitos de putitos jóvenes. -pasó el ligero dolor y manteniéndome inclinado me iba follando el culo con sus dedos.

No se en que momento me cogió en sus brazos y me llevó hasta la cama dejándome sobre ella bruscamente, Eduardo se sentó a mi lado.

-Ponte a cuatro patas, quiero ver como te la da por atrás. -Eduardo se estaba convirtiendo en voyeur que disfrutaba mirando como otros me tomaban. Me coloqué como me pedía y Andrés se puso de rodillas detrás de mi, me sujetó las nalgas y me las abrió metiéndose entre mis piernas.

-Mira que anito más apretadito y rico Eduardo, ¿no te lo quieres comer? -pero Andrés no quería que Eduardo me lo comiera, sacó saliva de la boca y la dejó caer haciendo diana en mi ano y seguido sentí antes su barba raspando mi hoyito con su boca pegada a mi ano.

Me lo comió unos minutos haciendo que gritara de gusto y que le pidiera que me abriera el culo con la lengua.

-No te lo voy a preparar demasido mariconcito, quiero sentirte prieto cuando te meta la verga. -soltó una risa diabólica y temía que me la metiera de inmediato causándome algún daño.

El sabor de mi culo debía de gustarle mucho porque continuaba lamiendo y metiendo la dura lengua con fuerza follándolo.

-¡Síííi! Come mi culo, que rico siento. -esto le calentó más y ahora intentaba morderme el ano arañando con los dientes superiores, pero no podía morderlo y se conformaba con pasarme la lengua apretando por toda la raja y el perineo, era un maestro come culos, al menos el mío lo devoraba con ganas.

-Méteme la lengua, cometé mi culo, dame más, que gusto, que gusto. -y no cesaba de gemir y suspirar, emitía débiles gemidos que aumentaban hasta que gritaba.

-¡Waaw! Tienes un rico culito puto, me excita comértelo y sentirlo jugoso en la boca. -disfrutaba de aquel hombre, de lo que me hacía y de lo que me hablaba, me estaban llevando a un punto sin retorno de excitación y deseo.

-¡Ayyyy! mi culito, que rico me lo come señor Andrés.

-Me gusta comer culitos apretados como el tuyo para luego romperlos con la polla. -se puso a reír y dejé de sentir su rica lengua y la boca absorbiendo mis jugos anales.

-Te voy a romper el culo putito, vas a sentir mi verga llegándote hasta la boca. -disfrutaba de su furia desbocada horadándome el ano y succionándome el culo.

-Prepárate puto, te voy a dar la verga que necesitas zorra. -no sabía si me calentaba más su boca y la lengua adorándome el culo, o la manera que me trataba tan bruta y grosera.

-Sí, dámela, la quiero entera en mi culo, rómpeme con tu polla, la quiero, la necesito. -quedé inclinado en la cama elevando el culo y con la cabeza y el pecho hundido en la cama, me aparté las nalgas dejándole que viera mi culo esperando verga, la suya que miraba y la veía muy grande y deseable escurriendo esencias.

-Si zorrita, ahí te va.

Andrés me sujetó con una mano la cadera y enchufó el glande en el hoyito de mi culo, y comenzó a dar golpes secos haciendo que tomara consciencia de la carne dura y caliente que en un momento me partiría el culo.

El culo se me abría a su paso y la punta de la verga me penetró haciendo que gimiera y cerrara el ano alrededor de la polla.

-No cierres el culo zorra, deja a tu macho que te tome como hembra. -me pegó una nalgada no muy fuerte y me forcé a favorecer la penetración para que mi culo se abriera y su verga se apoderara de mi recto.

Empujó con fuerza y me introdujo la mitad, sentía como mi ano se abría, resistiendo hasta ser vencido, por la fuerza de aquel macho dispuesto a entrar aunque mi ano se resistiera.

Y entre gemido y gemido la polla avanzó hasta ocupar el hueco entero haciéndose mi dueño, yo gemía entre el placer y el dolor, y él rugía satisfecho al ver como su hombría dominaba la última resistencia de mi cuerpo. Mi culo perdió la dulce batalla y se rindió a lo que el brutal, pero delicioso macho, quisiera.

Una vez que me la encajó entera, y sentía los pelos aplastados en mi culo, y las duras pelotas golpeando en mis huevos, se detuvo un momento elevándome el pecho de la cama. Su verga latía caliente y pulsaba enfebrecida.

Notaba mi culo caliente y el recto lleno abrazándole la verga para que sintiera el calor que desprendía el interior de mi cuerpo.

Me sentía muy a gusto al ser dominado de esa forma, con mi hombre afincado en mi cintura y haciendo presión para que la verga no saliera.

Empezó a follarme lentamente, metía la verga y la sacaba casi entera volviendo a enterrarla con la misma lentitud, se detuvo un instante y se apoyó en mi espalda.

-Eduardo, ¿te importa grabarme como lo cojo?, quiero guardar este momento inolvidable. -entonces me di cuenta de que Eduardo se masturbaba la polla sentado a un costado de la cama, no le respondió, solamente se levantó y no pude ver lo que estaba haciendo.

Andrés siguió bombeando mi culo de la misma forma, sacando y metiéndome la verga totalmente pero muy lento, gozándome y disfrutando de follar mi cuerpo. Esa forma de cogerme me encantaba, me dejaba sentir como se deslizaba la polla por mi recto hasta llegar al final de mi tripita cerca del ombligo, la rugosidad de la piel y las abultadas venas de la dura manguera de carne.

Cambió el ritmo y lo hacía más rápido aumentando las sensaciones de placer que hacían que gimiera, Andrés sacaba murmullos y voces viriles y masculinas.

-¿Te gusta la verga? ¿Sí? Cierra el culo quiero sentirte maricón, pídeme que te de duro putito, pídelo. -ya tenía muchas ganas de sentir todo la fuerza de aquel macho penetrándome.

-Sí, dame polla, métela entera y cógeme rico, quiero que rompas mi culo con tu verga.

-¡Ahhh! Maricón me pones a cien. -nos excitábamos los dos con lo que decíamos y empezó a ametrallarme el culo a velocidad de crucero.

-Sí, sí, dame papi, dame rico por el culo. -nuestros gemidos y gritos eran cada vez más fuertes y los suyos retumbaban en la habitación como el sonido de sus cojones al estrellarse en mis nalgas.

-Más fuerte papi, más fuerte, jódeme el culo.

-Sí puto, toma verga para tu rico culito.

Aceleró el ritmo más y más y los movimientos se hicieron incontrolados y bruscos.

-Me voy puto, me corro, te voy a llenar de leche, toma, toma. -el hombre estaba gozando mucho y pegó el pecho a mi espalda pero seguir follándome con mucha fuerza e ímpetu.

-¡Qué rico me das la verga! También me viene, no pares papi, no pares, sigue, más fuerte. -pero no podía más y se apretó queriendo entrar más adentro.

-Sí, papi, si, dame tu leche. -comenzó a encogerse para forzar a que el semen le saliera y noté los chorros que me dejaba en el fondo.

-Toma, toma la leche bebe, toma la leche de tu macho. -lentamente se iba quedando quieto y entonces sentí la mano de Eduardo en mi verga, me acarició el glande y terminé por vaciarme los huevos, el pecho de Andrés saltaba sobre mi espalda con mis estremecimientos.

Descansó un minuto recostado en mi espalda para recuperar el aliento y seguido me desenchufó la verga del culo. Al sacarla un chorro de su rica leche salía de mi ano.

Después de cenar estaba un poco preocupado porque Eduardo no me decía nada sobre Andrés como hizo cuando Millán me cogió.

-¿He estado bien? -a diferencia de otras veces no me había colocado la cabeza sobre sus piernas. Dejó de mirar la pantalla y me abrazó llevándome a su lado.

-Eres una maravilla, Andrés se ha ido encantado con la grabación que le he hecho, has conseguido que se sienta un macho semental. -y soltó una carcajada apretándome la cabeza en su pecho.

-Decía que se la iba a enseñar a sus amigos para que darles envidia. -algo que yo no terminaba de comprender le hacía que siguiera riendo.

Seguirá…

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