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Ya soy el puto del equipo (XII)

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Noche de luna llena en El Romeral.

Don Fermín me había dicho muchas veces desde pequeño que yo tengo una casa muy grande dentro de un gran terreno que llega a la cumbre de una pequeña montaña en las estribaciones de la Cordillera. Desde que murieron mis padres él la usaba con su familia a fin de conservar el paraje, la poda, la tala de árboles, el cuidado de la casa y todos estos menesteres. Cuando yo tuve uso de razón considerable para saber lo que era una propiedad tan grande, le dije que la siguiera usando él. Pero yo no había ido nunca a verla. Como me lo decía dos o tres veces al año, una de esas fue cuando se acabaron los exámenes, los míos concluyeron en torno al 12 de junio, otros los tenían hasta más tarde. Esa vez que me lo preguntó acabados los exámenes, le dije lo de siempre, úsela usted como siempre, pero me gustaría ir a verla.

Don Fermín, como siempre tan dispuesto, se llevó a su mujer y nos recogió a mí y a Abelardo en su Land Rover para ver la finca, como él decía, y ver las condiciones de la casa. Al llegar, a la entrada de la finca había un letrero que decía «El Romeral» en letra cursiva. Me dijo don Fermín que esa era la letra a mano de mi padre. Lo fotografié, claro. Resultó ser un lugar magnífico que venía a costearse con la tala de árboles y nuevas plantaciones. Había una casa enorme en dos pisos, con unas 20 habitaciones más o menos pequeñas y cuatro grandes. Según me contaba don Fermín, mis padres solían ir con tres o cuatro matrimonios y a veces con sus hijos, había espacio para todos. El comedor era inmenso, podían caber en las dos mesas largas unos 30 ó 35 personas tranquilamente y unas grandes cocinas.

Don Fermín seguía la costumbre de mis padres. Contrataba unas personas, como tres mujeres y un hombre para que cuidarán todo el verano la casa e hicieran su limpieza. Luego, a lo largo del año subía unas dos veces y con el mismo equipo hacían una limpieza general. Un señor se encargaba de la piscina. ¡Ah, la piscina! Era grande y estaba rodeada por una gran valla y muy alta en ladrillos, para que nadie entrara a fin de no tener responsabilidad en los posibles ahogamientos. Se llenaba cuando llegaba en verano don Fermín y al marcharse la vaciaban.

Me quedé admirado. Don Fermín me decía que yo ya debía ir por allí. Le dije que no podía ir de vacaciones a dos casas, una en la playa que me gustaba mucho y esta en el monte, además de mis estancias en Venice (California, USA) y algún viaje que hacía al pueblo de mi taita, pero que igual este año sí podría venir tres o cuatro días. Vi la cara de alegría de don Fermín y le dije que ya hablaría con él para contratar el equipo, pero que luego tenía que venirse su familia y sus invitados como siempre. De momento me manifestó su acuerdo.

En un lugar aparte hablamos solos Abelardo y yo sobre la conveniencia de hacer una celebración del campeonato con los chicos del equipo. Como había habitaciones para todos le dije que podríamos venir en autobús, cabían todos y tres mujeres cocinando y limpiando la casa. Nosotros no molestaríamos en el interior de la casa porque en la piscina había baños, solo entraríamos por el día a comer en el gran comedor desde la piscina y luego cada uno se tumba donde quiere. En la noche nos podrían dejar preparada la cena y nosotros nos lo arreglaríamos.

La casa no tenía wifi, pero no costaba nada contratar un wifi rural, también serviría para don Fermín y para otras ocasiones. Los chicos hoy tenemos costumbre de no aburrirnos, antes de que llegue el aburrimiento con el móvil hacemos mil milagros y se nos pasa el tiempo rápido. Esto fue algo que tuve que realizar al día siguiente y se lo comuniqué a don Fermín que se encargó de ello. Un día quizá tendré que regalarle la casa a don Fermín, aunque él dice siempre que es muy grande para ellos.

Fuimos Abelardo y yo a hablar con Mauricio, esperamos que saliera de uno de sus exámenes y le planteamos la posibilidad de hacer una excursión a una casa de la sierra con unas 24 habitaciones, gran comedor, gran cocina y una excelente piscina que se la detallamos, ya que Abelardo lo midió todo por pasos y delante de Mauricio iba mostrando la extensión de cada cosa que se mencionaba. La única dificultad que puso Mauricio es que algunos jugadores son de escasos recursos económicos. Le respondí que todo quedaba incluido en la asistencia, nos resultaría gratis, autobús de transporte, cocineras y comidas y bebidas. Era un premio por ganar en el campeonato. Se entusiasmó y allí mismo fue esperando a los jugadores de ese examen y se quedó en comunicar a todos para dos días después y plantearlo.

Allí mismo Mauricio nos comunicó que habían hablado del Rectorado con él para que se preparara a capitanear el equipo para acceder a la categoría superior.

— Pienso que tú tienes parte en esto, ni sé por qué. Sé que tendremos de entrenador un profesor de la Universidad, aún no sé quién es y que se está buscando un portero, —me miró con cara de pena.

— Mauricio, he renunciado a ser jugador, pero no a formar parte del equipo. No puedo asegurar que mi continuidad os beneficie, pero me veréis en todos los partidos y, si me dejáis entrar al vestuario, estaré allí para ver vuestros hermosos culos, ¡cabrones!

— Me estás poniendo, ¡joder!, hablas así tan libre…, —dijo Mauricio, acomodándose el paquete por encima del pantalón.

***** ***** *****

En el Rectorado se habían tomado muy en serio lo del equipo, sabiendo que iban a tener una donación para mantener dignamente los equipos y ayudar a algunos jugadores con menor capacidad económica. Se había puesto en manos del Decano de Derecho redactar el estatuto deportivo y la Sociedad anexa a la Universidad que debería velar por el deporte. Aprovecharían para que en la medida de lo posible la cantera de jugadores, entrenadores, preparadores y asistentes se formara en el interior de la Universidad, y otros detalles que había que tener en cuenta, como la ampliación del gimnasio y de las gradas de espectadores.

Habíamos pasado por cortesía al Rectorado un aviso de que el equipo estaba pensando hacer una excursión y unos días de descanso como premio por la victoria en el campeonato. En la nota había dos cosas importantes para el Rectorado, una era que todo estaba pagado y no se pedía ninguna ayuda económica a la Universidad y la otra que si consideraban necesario que fuera algún docente con los alumnos y dar ciertos criterios que estaban dispuestos a recibirlos. Supimos que el propio rector dijo: «Está bien lo que dicen, pero seríamos estúpidos si les pusiéramos vigilantes a unos adultos universitarios, solo les contestaremos con una felicitación deseándoles que disfruten su premio y que se cuiden unos a otros para que regresen felices y dispuestos a estudiar y a luchar en la vida como en el deporte». Y así fue.

Llegó el día de la salida. Todos estaban con sus mochilas saludándose, mientras esperaban el autobús. Llegó el bus, abrieron la bodega y depositaron todas sus mochilas. Fueron subiendo y cada uno se sentó junto a su mejor amigo. Abelardo y yo íbamos juntos y Marcos con Leoncio. En un momento del viaje, Mauricio quería hablar unos asuntos conmigo y Abelardo se levantó a ocupar el sitio de Mauricio. A Mauricio le habíamos nombrado capitán también de la expedición para que organizara y él pidió que yo fuese su adjunto o secretario. Cuando se sentó, me miró y me preguntó:

— ¿Ponemos alguna norma?

— ¿Como cual, por ejemplo?

— Que no ensucien las paredes…, que se vistan decentes…, que por las noches guarden silencio…,

— Pienso, Mauricio, que puedes poner una norma: que sean libres pasándoselo bien y sin molestar a los demás.

— ¿Solo?

— Somos mayores, habrá que sugerir sin ser norma que si quieren cantar en la noche pueden ir a la glorieta del jardín, hay luz y está separada de la casa; si pones más normas, no podrás decir nada como amigo.

— ¿Y si uno se quiere bañar desnudo?, —me lo han preguntado, de verdad…

— Pues se baña desnudo, ¿acaso no nos vemos todas las semanas desnudos?

— Lo digo por las mujeres de la cocina…

— Ellas no aparecerán por la piscina para nada, ni por error.

— Lo que habrá que avisar es que se limpia la casa de 10:00 a 12:00, que nadie moleste a las mujeres, pero no como norma, sino como recomendación para que sean educados, luego que haga cada uno lo que guste y vista como quiera o que vaya desnudo.

Se asomó del asiento de delante Marcos para sugerir:

— Debemos poner ese horario de limpieza y el de las comidas para que a esas horas nadie vaya desnudo por la casa. Pero a mí me parece bien que sobre todo en la piscina podamos estar desnudos para despreocuparnos de bañadores y tomar sol integralmente.

— Toma nota, Mauricio, es una buena sugerencia, —dije.

— Ya no te molesta más, Doro, —e hizo ademán de marcharse.

— Quédate ahí y dime cómo ves la situación del equipo para el año próximo.

— A mí me parece fenomenal, ahora que ya conocemos quién va a ser el entrenador, estoy más contento y seguro.

— ¿Conoces a don Rubén Sánchez?, —pregunté.

— Sí, hombre, es Rube, delantero de la Sociedad Minera; estudiaba medicina mientras era futbolista, entregado, generoso, amable, simpático y exigente, —respondió Mauricio.

— ¿Sabes quién va a entrenar a sub18?, —le pregunto.

— Creo que sí pero no lo sé cierto, ¿es Abelardo?

— En efecto, justo se lo propusieron anteayer cuando iba a renunciar al equipo por lo que le pasó…, —le dije en voz baja mientras se giraba Marcos desde el asiento de delante.

— No hables tan despacio, que ya lo sabe todo el mundo, solo necesitamos saber si ha aceptado para follarlo, que bien lo merece…, —dijo Marcos.

Soltamos una rosa tan potente, Mauricio, Leoncio y yo, que todo el autobús se volvió a ver que pasaba. Entonces se levantó Marcos y se fue a la cabecera del autobús, le pidió al chofer el micro y dijo:

— Atención todo el mundo —esperó que todos se callaran— ya sabemos que el entrenador del equipo va a ser don Rubén Sánchez, es decir Rube, que ha aceptado; también sé que Mauricio le ha invitado a venir con nosotros, pero no ha querido molestarnos, sabemos que aconsejado por alguien importante de la U. Lo que no sabemos es quien va a ser el míster del sub18, queremos preguntarle a Abelardo si ha aceptado o se hace el remolón.

Abelardo desde detrás hacía señales con la mano para no contestar, pero Marcos insistió:

— Venga, venga, no seas maricón —risotada general— y acércate aquí y responde.

Se levantó, pasó por el pasillo y los que estaban sentados junto al pasillo le daban cachetadas a su trasero. Cuando llegó le dio una cachetada a Marcos en su pescuezo y dijo:

— Todo esto ha sido gracias a vosotros. Sí, he aceptado de buen grado, sé que es una gran responsabilidad, he hablado con Rube y me ha dicho que me va a dar unas sesiones técnicas. Los tres entrenadores nos vamos a poner de acuerdo para trabajar en orden a una cantera y asegurar un largo futuro lleno de éxitos. Espero que podamos. Yo quisiera que todos nos sintiéramos responsables, entre nosotros está el sustituto de Doro, todavía no sabéis quien es, le pido que se presente y mientras viene, os puedo decir, que Doro y yo no dejaremos de ser del equipo, pero con tareas burocráticas.

Un fuerte aplauso y la subida de Eleuterio Vallada, que ya había estado como posible portero. No fue una sorpresa, pero sí muy grata. Se presentó y luego vino a darme las gracias, de una manera poco habitual, porque, aprovechando que se había levantado Mauricio, se vino, se sentó y me besó, naturalmente le correspondí. Pero cuando yo esperaba que todo el mundo se riera, respondieron por el contrario en un fortísimo y extenso aplauso. Pensé que, gracias a las infortunadas experiencias recién vividas, habíamos superado la etapa del tabú y entrábamos en una etapa de normalización entre todos.

Ya no tardamos mucho tiempo en llegar. Eran las 12:30 cuando nos encontramos en el acceso principal a El Romeral. Estaba el vigilante, abrió las puertas para que pasara el autobús hasta llegar a la entrada de la casa.

Al bajar cada uno cogió su mochila, de inmediato se fue el autobús; entonces, frente a la puerta de casa, dije:

— Ya todos sabéis que esta casa dicen que es mía —todos se reían— pero ahora es nuestra, así que los que deseen habitación individual, sin necesidad de dar a nadie explicaciones de ninguna clase, que pasen allá —señalé con la mano— donde está Abelardo; los que deseen habitación doble, que pasen por donde Marcos; si algunos quieren habitación para tres o cuatro que me lo digan.

Como la mayoría venían en comandita como es costumbre, pensando que todas la habitaciones serían dobles, solo cinco escogieron habitaciones individuales, los demás dobles y tres quisieron una para ellos.

Marcos, Abelardo y yo estuvimos en la senior, la más grande, como era lógico y de esperar. Tuvimos de invitado continuamente a Leoncio que se dejaba a Fernando y a Manolo roncando en la habitación.

Los asistentes fueron: titulares del equipo:

Luis Ortega Rojas (Mundo), suplente, guardameta, pasaba a ser el portero con el dorsal 1, no había intervenido en ningún partido del campeonato, todos le llamaban Mundo. Estatura 1,80 m., normal, pelo castaño, hetero. Normalmente dotado.

Mauricio Peralta Santíveri, capitán, siempre juega de delantero, Dorsal 7. Llamado por todos Mauricio, hetero con novia formal, rubio, muy guapo. Acabados los partidos siempre se iba rápido para comer en la casa de su novia Alicia, ambas familias son amigas desde siempre. Cuando comenzó la crisis del equipo y obtuvo su responsabilidad añadida, era la novia quien le esperaba en coche para que llegara a casa presentable. Ambos son gayfriendly. Ella comprendió que había que sacar el equipo adelante y todos tenían que poner de su parte, por eso es una muchacha muy estimada entre los jugadores y muy respetada. El día de la victoria final, recibió un ramo de rosas rojas, sus flores preferidas de parte del equipo.

Leoncio Gómez Palomares, centrocampista, coordina bien el juego entre los compañeros y hace que la pelota adelante. Llamado por todos Leoncio. Dorsal 9, buen compañero, gay, muy amigo de Fernando Bataller y de Manolo Íñiguez, ambos heteros. Estos tres son los que pidieron habitación para tres.

Marcos Ortuño Oliveira, llamado habitualmente Marcos, bajo de estatura, 1.60 m., delgado, pelo rubio en todo el cuerpo y bien blanca, corte de de pelo ala delta, ojos color miel, normalmente dotado, buen culo y en general muy guapo, gay.

Eleuterio Vallada Piqueras, llamado en el equipo como en su casa, Eleuterio. Nadie sabe su orientación sexual, dicen que ni él mismo, le gusta todo y no hace ascos por nada. Buen compañero, callado, y muy amigo de todos sin excepción.

Jaime Navarro Gutiérrez, llamado Jaime por todos, corpulento, de lo que puede presumir lo presume y eso es su portentosa y enorme polla, va siempre con su pelo largo teñido y pixelado, es un perfecto guaperas, abiertamente gay.

Luis Calvero Cifuentes, llamado por todo el equipo y fuera de su familia Calvero. Es gay, y lo que le gusta es follar, además del fútbol, dice que follar, follar y follar son sus pasiones más importantes; es bronceado natural, de nariz recta, ojos verde pálidos, tiene mucho encanto para engatusar a cualquiera.

José Jiménez García, llamado Jiménez, es un buen jugador, sabe organizar el juego y ceder unos servicios excelentes para gol, suele jugar de centrocampista adelantado. Es hetero, simpático, buen organizador de fiestas, moreno, pelo muy negro y brillante, ojos grandes y vivos, normalmente dotado.

Marcelo Sebastián Flores, llamado por todos Marcelo, estatura media, pelo negro, ni feo ni guapo, tipo normal, su pene en reposo mide 14 cm., tiende a alargarse mucho cuando le llega la erección, gay, el mejor culo del equipo, cintura estrecha, espalda triangular en uve, pasivo.

Fernando Bataller García, llamado por todos Fernando, normal, nada que señalar, sabe jugar bien y es buen compañero para organizar jugadas, hetero.

Antonio Martín Casado, llamado Toñete, pasó a ser titular gracias a su juego excelente; hetero y declarado gayfriendly.

Y los suplentes: Santiago Velasco Arias, llamado por todos Santi, guardameta, en el closet; Vicente Soto Benítez, llamado Soto, guardameta, hetero; Ricardo Cabrera Díez, llamado Ricardín, hetero; Francisco Aura Biosca, llamado Chesco, hetero; Manolo Íñiguez López, llamado Manolo, muy amigo de Leoncio y de Fernando, hetero y con una amiga muy especial, Laura, que acude a todos los partidos porque es muy aficionada al fútbol. El día de la victoria fue una de las chicas que recibió un ramo de flores. Siguen Francisco Oltra Poveda, llamado Frasquito, gay, salió del closet coincidiendo con el escándalo para sacar cara por los denostados; Luis Martínez Bravo, llamado entre los del equipo Bravo, hetero; Sebastián Primo Canales, llamado por todos Canales, en el closet, muy amigo de Martín Soler Soler, llamado por el equipo y su familia Martín, gay y pareja en privado de Canales, salen el closet durante esta excursión, ambos pidieron habitación doble. Javier Pastor Crespo, llamado Javi como es habitual por todo el mundo conocido, hetero.

No estuvo presente en la excursión Justo Buffon Lafonte que él mismo se había dado de baja del equipo, no obstante había sido invitado, pero no aceptó.

Los otros dos que fueron son Abelardo García Suárez, llamado Abelardo por todos, muy conocido por los lectores, y Doroteo Grandes Coloma, llamado Doro por los amigos del equipo y de estudios, es el protagonista de esta historia, es decir, yo mismo, que la estoy contando. No sé si lo soy, me miro al espejo y no me veo tan guapo, pero todo el mundo dice que soy guapo. Lo que voy a decir es que evidentemente soy gay, pero me gustan todos los hombres, incluso Mauricio, al que respeto y que lo mío me costó exigirle que tomara habitación individual, tiene muy buena chica como novia y no quisiera que la perdiera. Como me explicó que ambos eran, como yo, naturistas, no puse inconveniente cuando se desnudó en la piscina, hasta su polla me gustó, ya puede prepararse su novia con la tranca de Mauricio. Lo que le pasa a Mauricio es que nos mira muy bien a los gay, alguna vez he pensado si será bisexual, pero ¿quién me manda a mí meterme en los asuntos de los demás? Así que el tiempo hablará.

***** ***** *****

El día de la llegada fuimos todos a situarnos en nuestras habitaciones y luego directamente a la piscina. Todos muy formales, con short y camiseta del gusto de cada uno, acudieron a la piscina. Allí estaba preparado un aperitivo con bocaditos y bebidas frescas. Los más aviesos, nos quitamos la camiseta y el short y nos echamos a la piscina, entre ellos Marcos, Abelardo, Leoncio y yo. Los demás se zambulleron con su short, algunos se quitaron el short y quedaron con speedos y se echaron al agua, entre ellos Mauricio, que al vernos a los cuatro desnudos, se quitó el speedo y lo lanzó donde tenía su short. Nadie hizo el mayor comentario. El aperitivo que habían preparado en lugar de saciar abrió el apetito y los largos de piscina que hacían, 25 m. por carrera, agudizó las ganas de comer, de modo que al primer aviso, todos se pusieron short y camiseta y acudieron al comedor.

Ninguno era amigo de siesta y todos tenían ganas de conocer, así que decidimos hacer reunión para contarnos cosas, emitir opiniones sobre cualquier cosa en la glorieta, una zona donde hay un cenador o marquesina, bastante ancho, circular, cercado y cubierto de plantas trepadoras, que a todos les pareció encantador. De la cocina mandaron unas neveras con bebidas frescas y el vigilante se encargó de traerlas. La idea de llevarles allí no era otra sino para que vieran que alrededor de la glorieta había una pequeña cancha de futbol 7, una pista de tenis y un frontón. Por supuesto que apenas verlo comenzaron a organizar actividades en los tres deportes para los días siguientes; se formaron tres equipos de futbol 7 y parejas de montón y tenis, además de individuales, esas actividades darían para ocupar mucho tiempo.

Abelardo se puso a explicar que no había ninguna norma de prohibición, solo una positiva: pasarlo bien y hacerlo pasar bien a los demás, procurando que las bromas no fueran pesadas ni humillantes y que si entre los presentes había nudistas que supieran que toda la zona del ancho jardín era zona nudista y textil a la vez, que cada uno fuera como le pareciera más cómodo para él. Luego, Mauricio dijo que en lugar de reunirse en las habitaciones para cantar, que mejor hacerlo en esta zona para dejar dormir a los que tengan sueño, pero las cosas habituales que se hacen en las camas de cada casa se podían hacer también aquí. Todos sonrieron porque sabía a qué se refería sin más explicaciones.

La tarde se fue haciendo cada vez más apacible y sin perder el calor, se estaba más a gusto, algunos fueron a ver los vestuarios para descubrir las raquetas y palas que había y llevar los balones que habían traído, aunque allí encontraron más. Otros se fueron a la piscina y los pocos que quedamos nos distribuimos las cosas a devolver a la cocina y de allí pasamos a la piscina.

Llegó la noche, después de la cena, se pusieron algunos a ver la televisión, había un 4k de 60’’ y los demás pasearon. Abelardo y yo nos fuimos al campo para hacer el amor, buscamos una zona con hierba y nos tumbamos con la idea de hacer directamente un 69, previos los besos de animación. Estábamos felices por cómo nos iba saliendo todo. Le pedí que me comiera el culo para su penetración y se dio la vuelta, se puso cara arriba, me monté sobre él besándole desde la cabeza hasta su pubis, pasando por las tetillas lamiendo con la punta de la lengua sus pezones, luego continué por la zona central mientras hacía, sin más remedio, lo mismo que yo, solo que yo avanzaba con mis manos y él me acariciaba los costados, hasta que puse mi cara sobre su polla, contemplándola de cerca y produciéndole ganas, tantas ganas que no tardó en lamerme el culo, desde la coxis hasta el escroto recorriendo por el ano y acariciando con su lengua mi zona más sensible, el perineo; se detenía en la zona junto al escroto que sabe que me hace temblar del placer que me produce, yo sé que a él le gusta que le toque las rodillas, los muslos, las ingles y sobre todo el glande. Si a él le gusta yo lo disfruto.

Tenía que parar mi actividad con su polla o se venía, pues ya estaba gimiendo y notaba que iniciaban los espasmos propios de la eyaculación. Sin dejar que se ablandara, disminuí la actividad y le dije:

— ¡Métemela!

Me había parecido que se lo dije como si se lo ordenara y repetí:

— Por fa, Abelardo, métemela, la deseo, hazme tuyo, por fa.

Le gustó más este modo de hablar. No hay nada mejor que conocer a cada quien, a Abelardo le pides un favor en lo que sea y lo obedece mejor que si se lo mandas. Me cogió los pies, los levantó y puso mi culo a la altura de su polla, amarré con mis piernas su cintura y me metió poco a poco su polla pero de una sola vez. Se quedó quieto y le dije:

— Sigue, sigue, y folla duro.

Comenzó su vaivén cada vez más rápido y me hacía gozar tanto que yo mismo escuchaba mis gritos de placer. Comenzó a gemir fuerte y ya notaba su polla en mi interior latiendo e iniciando los espasmos. Apretó de un empellón su pubis hacia mi culo como si quisiera que entrara lo que ya estaba dentro, pero su cuerpo le exigía ese ejercicio de meterse para comenzar a eyacular y noté sus chorros invadiendo mi ser interior. Se cayó de rodillas sobre la yerba y me dejó en el suelo, luego inclinó su cuerpo encima de mí en el mismo momento en que eyaculaba lo mejor de mi vida, le llené su pecho y su cara en recompensa de lo que me había dado y nos unimos en un fuerte abrazo y un beso largo con las lenguas saboreando nuestra boca. Estábamos quietos, muy quietos, como que seguro que nos íbamos a dormir sin darnos cuenta.

—Doro, Doro —escuchamos por detrás y abrimos bien el oído.

— Es Mauricio, —dijo Abelardo.

— ¡Mauricio, Mauricio, aquí!, —grité.

— ¿Por qué lo llamas?, —preguntó Abelardo.

— Porque es nuestro amigo y me busca, —respondí.

— ¡Aaah!, —respondió Abelardo con voz de niño bueno.

— Mauricio, ¡ah!, disculpa, me dijeron que estabais por aquí y pensé conversar con alguien, porque todo el mundo anda en la televisión.

— Ven, siéntate aquí que hay hierba, —le dije.

— Pero si molesto me voy, —dijo Mauricio.

— No, no, ¿por qué vas a molestar?, si el que me voy soy yo…, —dijo Abelardo.

— No, no te vayas —le dije a Abelardo, nos quedamos los tres a conversar.

Fue entonces cuando me di cuenta que todavía estaba la polla de Abelardo dentro de mí y le dije:

— ¡Pero…, saca esto, querido!

Mientras sacaba y nos acomodábamos para sentarnos, dijo Mauricio:

— Creo que os he molestado, no pensé que estabais…

— No molestas, Mauricio, no molestas…, —le dije.

— ¡Estabais follando!, ¿sí?, —exclamó Mauricio— entonces me apena haber interrumpido…

— No te apenes —dijo Abelardo— es cosa buena y si no, mírate cómo se te pone tu polla.

— Je, sí, es cierto, no me pasa nunca en la playa aunque esté Alicia conmigo, pero es la primera vez que veo a dos tíos follando y cómo se la has sacado…

— Más te hubiera gustado ver cómo me la metió el animal este…, —dije.

— Eh, eh, eh…, yo sé cómo te gusta…, —protestó Mauricio.

— ¡Joder, machos! vosotros sí sabéis disfrutarla… —se maravillaba Mauricio—, a mí Alicia me deja lo justo, pero me tengo que masturbar yo y echarlo todo fuera; así y todo me dice: «hasta que nos casemos, nada»; pues no falta todavía.

— ¿No te la chupa?, —dijo extrañado Abelardo.

— No le gusta, no, nunca me la ha chupado, una vez me la tocó y ya no más.

— ¿Quieres saber cómo es eso?, —dijo mañosamente Abelardo.

— Pero no le digas eso, si no quiere ¿por qué insinuarlo?, —protesté.

— Que le chupen a uno la polla no quiere decir que sea homosexual, tú, Doro, lo sabes bien, que hay muchos heteros que sus mujeres saber nada de mamar la polla y a ellos les gusta, —reflexionaba Abelardo.

— Eso lo dicen muchos, pero yo no he probado, igual me gusta igual no, pero no me gustaría que los demás lo supieran.

— Estas cosas no son para comentarlas, —le dije.

— ¿Qué tengo que hacer?, —preguntó Mauricio.

— ¿Tú?, nada, ponerte de pie o tumbarte, porque aquí no hay asiento, de pie nos ves, tumbado nos sientes mejor.

Se tumbó y de inmediato nos pusimos a besar la polla de Mauricio, yo me dediqué a mamar su polla para ponérsela muy, muy dura, me di cuenta entonces que estaba circuncidada, cosa que antes no me había percatado. Abelardo le iba comiendo el escroto y de vez en cuando lo veía que paseaba la lengua por debajo del escroto intentando llegar al culo, sobre todo cuando Mauricio ya estaba sintiendo el placer en esos lugares tan sensibles.

Miré a Abelardo para que mamara la polla, pero se puso con sus labios a recorrerla desde la base a la punta y como yo hacía lo mismo, nos pusimos a lamerla en la misma dirección, lo que nos producía placer también a nosotros porque nuestras lenguas y labios se tocaban y parecía que nos besábamos al tiempo que lamíamos la polla de Mauricio. Dejé la polla en boca de Abelardo y me puse a lamer y besar todo el pubis de Mauricio, metiendo la nariz dentro de toda aquella pelambrera rubia, respirando fuerte en torno a la base del pene.

Mauricio estaba gimiendo y moviendo su cuerpo, sobre todo daba pequeños empujones levantando sus nalgas sobre la hierba y como queriendo penetrar algo, la tenía a tope, se había puesto gruesa, roja y la punta blanca y amoratado el anillo. Me acerqué a su oído y le dije suave y mimosamente:

— ¿Quieres eyacular sobre tu cuerpo, en una boca o en mi culo?

Se le cortó la respiración por un momento, me miró, me sonrió y me dijo:

— Sí…

Todo estaba entendido prefería lo último y con mucho cuidado crucé una pierna por encima de su abdomen y me fui poco a poco sentando encima de la polla mientras él suspiraba, gemía, parloteaba inconfundiblemente, cerró los ojos, me aprehendió con sus manos las mías como quien teme caerse y me dejé caer encima de él.

— ¡Aaaah!, soltó largamente, como si hubiera notado la rozadura nerviosa de su polla con mis esfínteres.

Mientras, para que Mauricio pudiera observar algo, le pedí a Abelardo que se pusiera delante de mí, abrí la boca y metió su polla entre mis labios y se la fui mamando al tiempo que me cogía de él para tener la fuerza necesaria de subir y bajar sobre el pene de Mauricio ensartado en mi interior. Noté que me iba tocando la pared de la próstata y me fui calentando más, ya tenía mi erección a tope, solo faltaba un estímulo que llegó enseguida, me senté, me quedé quieto mamando la polla de Abelardo, mientras Mauricio hacía fuerza para elevarme y querer expulsar su semen del que entraron seis trallazos. Me sentí de inmediato tan lleno que solté mis cinco chorros a una velocidad tremenda, llenando la cara y el pecho del rubio de mi delicioso néctar. Segundos, solo unos segundos después, lanzó Abelardo su semen dentro de mi boca que ni pude contener porque estaba muy ocupado con mi culo lleno y viendo el aspecto sonriente de Mauricio disfrutando de ver mi cara mientras sorbía semen de Abelardo por la boca y parte que se me escapaba por los costados hasta caer sobre el propio Mauricio. Yo contemplaba la cara de Mauricio que era un verdadero espectáculo de placer.

Me tumbé sobre él cansado, uní mi cara a la suya, yo mirando al suelo y él al cielo que es donde le habíamos conducido. Con sus manos, Mauricio me cogió la cara, le dio media vuelta y juntó mis labios a los suyos. Se unió Abelardo a la fiesta y nos besamos los tres hasta que nos sentamos para reposar y meditar lo que había ocurrido.

Abelardo y yo guardamos silencio un rato largo, intentando explicarnos cada cosa ocurrida con Mauricio, hasta que este dijo:

— Jamás en mi vida he disfrutado tanto; si pudiera hacer esto con Alicia… Gracias, gracias, gracias a los dos, ahora sé que sois mis mejores amigos… Nadie, nadie me ha hecho gozar nunca como esta noche de luna llena.

(10,00)