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Ya soy el puto del equipo (XV)

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La orgía en la casa de la playa.

Jamás he visto gente tan puntual. Abelardo les había dicho que no vinieran a las 9 sino a las 8 de la mañana porque habría desayuno para todos. El propio Abelardo organizó este desayuno con mi taita para podérselos presentar y que no pasaran solo por la puerta. Abelardo se había ganado del todo el corazón de mi taita y ella el corazón de mi chico. Todo eso me hacía feliz.

La verdad es que me había pasado muchos años solo en casa, acompañado de mi taita y ella preocupada porque no me buscaba amigos. De pronto el fútbol arregló mi vida, como ella dice, comenzó a ver un trasiego de amigos por casa. También ella se benefició de esto porque, de estar tan dedicada exclusivamente a mí, no tenía amigos con quieres charlar, ahora ya tenía su mejor amiga, la mamá de Abelardo. Además desde el día que estuvieron algunos padres en casa, ya se conocían y de vez en cuando se había encontrado con alguno y se saludaban, como el día que llegamos de la sierra, luego nos contaba que todo el mundo la saludaba como si fuera mi mamá. A ella le parecía maravilloso que yo ya tuviera amigos y también tener ella amiga y buenos conocidos.

Tras el desayuno, aunque ya habían saludado a mi taita antes cuando Abelardo les presentó «a la señora Rosita», quisieron despedirse de la señora Rosita. Cuando salía yo de casa, antes de cerrar la puerta me dijo mi taita:

— Cuando vengáis ya le diré a Abelardo lo suyo, mira que presentarme como «señora Rosita», como si no fuera suficiente presentarme como «Rosita».

— Estos chicos están acostumbrados a tratar a las mujeres importantes de la casa de «señora», son educados, —le expliqué.

— ¿Acaso yo soy importante en esta casa?, —preguntó.

— Eres mi taita, no tengo a nadie más, eres pues la mujer más importante de esta casa, y yo el chico guapo más importante de esta casa, porque tú me has criado.

— Ven que te dé un beso, guapo.

***** ***** *****

Salimos a la calle, ya estaban los dos taxis esperando. Me fijé en los taxistas. ¿Habrán visto cosas los taxistas en la gente que les sube a sus taxis? Pues en cuanto nos vieron salir, disimuladamente, ambos taxistas se sonrieron por nuestra traza y porte. Yo mismo también lo hice cuando los vi. Empecemos primero que nada con su porte externo que es lo que hizo sonreír a los taxistas.

Frasquito no solo es gay, es pasivo, amaneradamente afeminado con cinta indiscretamente roja a la cabeza, ¿una camiseta?, no, lo que llevaba era un «crop top» blanco con unas letras que decían: «I'M THEIR BITCH» y un short muy corto, por supuesto cortado a tijera y ligeramente deshilachado, el bolsillo trasero de la izquierda no existía mostrando media nalga. No se le salía su pene por la tanguita de encaje que no se veía. Sus zapatillas rojas con flores y su bolsita con dos margaritas bordadas. Fue el más escandaloso, por decirlo de alguna manera, pues hasta las uñas de las manos llevaba pintadas en negro.

Santi iba con un mono de jean, corto, con pechera y un tirante de tela vaquera que le iba de un extremo de la pechera a la parte contraria cruzando la espalda hasta llegar a la presilla del short donde había una hebilla para el asunto. Delante, en la pechera, un bolsillo para poner sus documentos y estaba escrito con tinta indeleble «SU NOVIO».

Martín llevaba un mameluco vintage, camisa y pantalón corto de una sola pieza abotonado exterior hasta la cintura y una cremallera invisible en la bragueta, su color era predominantemente azul en la parte superior y rojo en la inferior. En la parte del pecho llevaba una imagen similar a las de la película avatar, un paisaje con monstruos en las costillas y abdomen y flores en la delantera con dos manos azules de la figura como si quisieran acariciar el paquete. Fue el más original y bonito.

Canales llevaba una camiseta sin mangas con cuello en punta que llega hasta el final del esternón. Un jean muy desgastado hasta la pantorrilla. Llevaba sus documentos en en un bolsillo trasero. Calzaba botas rojas con media invisibles. Llevaba su pelo largo recogido en una coleta formando un topo a la altura de la coronilla. Canales y Martín iban cogidos de la mano, por si no se notaba.

Leoncio ceñía un mono corto muy ajustado, de mezclilla, marcando paquete, con peto y tirantes de la misma tela en marrón claro que se cruzaban en la espalda. No llevaba camiseta, la tenía dentro de una bandolera que se ajustaba al hombro. Zapatillas blancas con medias invisibles.

Mauricio llevaba short jean corto, camiseta de tirantes roja muy sesgada, que recogió de mi armario, una gorra que vio por casa y le gustó e iba descalzo, sus sayonaras estaban en la casa de la playa.

Abelardo, llevaba un pantalón corto rojo, una camiseta muy sesgada en verde, gorra amarilla y zapatillas blancas. Parecía el parchís.

Yo vestía un short muy corto jean, una camiseta gris con manchas verdes muy gastada y en una bolsa puse las zapatillas para salir como Mauricio descalzo.

Pusimos tres bolsos de cosas que había preparado mi taita en el maletero de los taxis. Emprendimos la marcha y en unos 25 minutos habíamos llegado, lo que hicimos fue descargar todo, bebidas y otros comestibles en la nevera, en una bolsa el que quiso puso su camiseta y sus documentos. Me la puse al hombro y salimos todos en bañador tipo speedos para desnudarnos al borde del mar y meternos al agua de inmediato.

El puto de Frasquito nadaba como un pez en el mar y un instante después nos estaba llamando pegado a la boya. Nos fuimos para allí y respiramos un poco, luego volvimos nadando. El mar estaba supremo, el agua ni caliente ni fría, muy templada y agradable al cuerpo, las olas de bajo nivel que en la boya solo parecía una piscina grande. Nos pusimos a tomar el sol y a dormitar, al parecer todos teníamos sueño.

Empezamos a contar cada uno nuestras peripecias. Santi había dormido en la casa de Frasquito y habían salido de allí hasta mi casa. Canales y Martín habían dormido en la casa de Canales. Leoncio fue el único que durmió solo, porque Abelardo, Mauricio y yo dormimos como perras en la enorme cama de mi habitación. Cuando Frasquito contó como le follaba Santi nos reíamos agarrándonos la barriga, porque era muy gracioso. Creo que exageró mucho, pero dijo que follaron toda la noche sin pegar ojo. Además lo contaba tratándose de femenino, se le notaba muy libre entre nosotros. Decía, por ejemplo:

— Santi se cansa pronto y dice esta es la última, no más, yo le decía: Imposible, esta perra no ha venido a dormir contigo para que me dejes abandonada, a mí me partes el culo o se me parte el corazón.

Frases como estas y de peor calibre nos hacía reír cada instante. Santi de vez en cuando movía la cabeza de un lado a otro diciendo que se trataba de invención, pero le incitábamos a contar y dijo otras como esta:

— Yo soy la puta de todos vosotros, si no me folláis todos no quedaré satisfecha y os odiare, porque con lo cerda que soy quiero el semen de los todos los asistentes a la vez en mi boca, ¡putona que es una!

Nada le dejó hablar a Santi. Cuando él quería contar algo, Frasquito le cortaba la palabra:

— No seas mentirosa, pareces una vieja de barriada pobre, —y seguía con su historia.

Por el contrario Canales y Martín eran escuetos, solo tenían interés de contar que se habían hecho novios declarados solo para los compañeros del equipo. Todavía no se habían declarado en casa, aunque Canales decía que en su casa se lo imaginaban, lo mismo decía Martín, pero que no sentía la necesidad de poner a discusión una realidad personal.

Abelardo se encargó de decir que nosotros dos adoramos a Mauricio y que lo hemos convertido en nuestro macho, que huele muy a macho y añadió que a mí me folló y me puse a gritar como una mujer de modo que Mauricio pensaba que por fin follaba a su novia.

— Que no, Mauri, que no, jamás follarás a tu novia como a nosotras —iba contando Frasquito—, porque nosotras somos dóciles, quieres que gritemos, gritamos, quieres que aguantemos en silencio, somos silenciosas. Nosotras somos dóciles. Cuando tengas hijos, dos o tres, porque sé que tú chancarás bien a tu novia, pero si vienes con nosotros y nos pides una mamadita o el culito te diremos, hala mono, métemela, guapo, sea a la hora que sea, a las mujeres les duele la cabeza enseguida y no tienen ganas, nosotras estamos disponibles de noche, de mañana, a medio día y en el autobús si nos necesitas.

Lo decía tan afeminadamente y con un acento tan amanerado que nuestras risas eran imparables.

— Lo nuestro es una polla en el culo, cuanto más grande mejor, lo demás es para el entretiempo, — decía Frasquito.

Leoncio nos explicó que como no salió esa noche con nadie, con un par de pajas ya estaba durmiendo. Entonces Frasquito le dijo:

— Mira, nene, aquí tienes siete pollas y siete culos, tú elige lo que más te guste y vas alternando, esa abstinencia te la vamos a consolar.

Menudo panorama se presentaba, menos mal que a todos nos gustaba el sol y la arena, el agua del mar y el sexo por igual, pero Frasquito era imparable.

Salimos a comer con la rutina predeterminada, al salir de la nudista, slip de baño puesto y al restaurante, sentarnos en la terraza en un lugar con dos mesas para aposentarnos los 8. Comimos bien y Abelardo ya habló con el dueño para que estuviera todo preparado para los cuatro días siguientes, a fin de no acabar tan tarde, pues ese día ya no regresamos a la playa sino que fuimos por el paseo marítimo a casa. Pusimos un par de películas y todos nos dormimos sobre los sofás.

Cuando despertamos uno tras otro lo primero que hicimos fue ir al baño, mear, pues habíamos consumido bastante cerveza en la comida. Luego Mauricio nos invitó a todos a pasar a las zonas externas donde había piscina y duchas y que nos laváramos incluso el recto. Como habíamos puesto unas cuantas perillas para hacernos edemas de agua tibia tal como salía en esas ducha nos limpiamos unos a otros para que nos sirviera para calentar el apetito sexual y una vez contagiados del ardor erótico y secos nos volviéramos a la sala, donde habíamos preparado los cuatro sofás en los habíamos dormitado, eran dos que habitualmente estaban allí y dos de otra salita al final de las habitaciones. Habíamos sacamos la mayor y más gruesa de las alfombras que estaban en el trastero para echarla al suelo. En la pared del fondo había una estrecha mesa larga para floreros y los habíamos quitado con el fin de poner bebidas y condones. Mauricio que se había encargado del asunto de los condones, los dejó a la vista, lo mismo que los tubos de lubricante KY, que de inmediato colocó en la mesa junto a unos vasos y unas botellas de agua.

Abelardo nos apremió para ir a la sala, mientras yo recogía unas botellas de ginebra, whisky y vodka para meterlas en la mesa estrecha. Cuando llegué ya estaban esparcidos, sentados muy cómodamente sobre los sofás, ya se habían desprendido de las toallas y estaban muy ocupados mutuamente tocándose los cuerpos uno del otro. Esa visión me los hizo muy atractivos para mí y todo lo que tenía que hacer era acercarme a uno de ellos para que todo comenzara. Lo hice con Mauricio que lo veía solitario y me dejé quitar mi toalla por él para luego darnos un beso. Al oído le dije

— Este es para Alicia, trátame como si fuera ella y hazme lo que quisieras hacerle, así te vas preparando.

Me sonrió y metió más lengua en mi boca. Me encantó el rubio que tenía el pelo todavía más largo que cuando estuvimos en la sierra. Con su beso y su abrazo apretando mis nalgas me percaté aún más de su gran constitución y su polla que tenía al menos casi 23 cm. de largo.

— ¿Cuánto de largo exactamente?, —le pregunté.

— 22,86 cm. —me sopló al oído.

Nos miramos, sonreímos y él me demostró que estaba dispuesto a todo, levantó sus cejas, como para preguntarme si yo estaba dispuesto.

— Lo que más deseo es que me folles total, sin más miramientos que el cariño que le tienes a tu chica, —le dije suave y sin rubor.

Me dio de nuevo un fuerte abrazo y me susurró al oído:

— Tienes el tipo de cuerpo que realmente me va; es lo que más me gusta de ti, lo suave y débil que te siento y te digo que por mi parte cualquier cosa que quieras hacerme o que yo te haga, me parece bien.

Lo miré, lo besé y me dije a mí mismo «¡qué afortunado soy de tenerlo y que me desee!» Mientras tanto, Abelardo me miraba con ojos entre la picardía y los celos.

Nos juntamos con el resto de los muchachos en la alfombra y decidí hacer un 69 con Mauricio, nos colocamos en esa posición. Comenzó Mauricio a chuparme de inmediato mientras me yo acariciaba y jugaba por unos momentos su gran polla. Finalmente, me miró y dijo:

— Chúpame, hombre, ¡que quiero correrme!

Rápidamente acepté y comencé un movimiento rápido hacia arriba y hacia abajo sobre su larga y rígida polla. Él gimió de satisfacción y comenzó a chuparme más y más fuerte. ¡Joder, me puso en los cielos del placer! Podría haber mantenido esta actividad durante un buen rato, pero de repente sus caderas comenzaron a bombear su polla cada vez más profundamente en mi garganta y supe que estaba listo para correrse. Como los dos estábamos usando condones, no pude probar su semen, pero pude sentir que llenaba la cabeza de su condón. Pronto me vino a mí el orgasmo y embarranqué una carga propia en el condón que él tenía en su boca y notó los golpes. Una vez concluido nosotros orgasmos, se enderezó sobre un codo y dijo:

— Gracias, Doro, ¡eso ha estado bueno!

— El tuyo ha sido también maravilloso —le iba diciendo y le pregunté:— ¿qué quieres hacer cuando estén nuestros huevos de nuevo llenos de esperma?, ¿puedo follarte o quieres follarme?

Mauricio dijo:

— ¿No te parece que sería mejor seguir una rutina que comprenda follar a todos y que todos te follen y luego añadimos las extras si hay tiempo? ¡Me encantaría mamar y ser mamado, follar a todos y ser follado por todos los machos que están por ahí.

Se levantó y se dirigió al baño para desechar su condón y lavarse. Era mi primera orgía formal, las otras eran cosas menores. Al parecer para Mauricio no era la primera y por eso daba órdenes a todo el mundo: «Vosotros, cambiad ya de pareja, que esto fluya» Y le hacíamos caso. Así que entendí que se trataba de sexo con uno, ir al baño, tirar el condón usado, lavarse, tomar otro condón y sentarse hasta que los huevos se llenen o juntarse con otro con el que no hayas estado. Parece que lo había dicho a todo el mundo y ya lo sabíamos.

Me levanté y me fui a tomar una copa de whisky, se me acercó Abelardo y le serví una a él, mientras me decía:

— ¿A quién quieres te te envíe?

— Quiero follar a Frasquito, —respondí.

Le di mi condón usado y lo tiró a un tacho bajo la mesa, diciéndome:

— Acaba el whisky y vete a lavarte.

Una vez lavado y desnudo fui a sentarme donde estaba mi toalla, el calor se encargó de secarme. Al poco rato, Frasquito vino y se sentó a mi lado, me dio un beso muy húmedo, se volvió de lado en el sofá, se deslizó un poco hacia abajo, separó sus piernas y me dio una visión clara de su polla que iba lentamente creciendo. Y le dije

— Vaya, Frasquito, tuviste una polla muy buena en tu culo, ¿eh? No es que sea terriblemente larga, pero es muy gorda, con un gran cipote en forma de cuña. Ahora debe tocarte a ti meterla a alguien ¿no te parece?

Me moví de la misma manera que había hecho él para que también pudiera verme mi hoyito y mi polla. Se acercó, tomó mi polla con ambas manos y comenzó a acariciarla. Para no quedarme atrás, hice lo mismo y ambos nos sonreímos mutuamente. En este momento, ya era bastante obvio que íbamos a ser los próximo compañeros en la orgía. Cuando los dos estábamos completamente erectos, se levantó, me ayudó a levantarme, me pasó el brazo por los hombros y me llevó a la alfombra.

Ya llevaba el condón en sus manos y me dijo:

— Si te parece bien, Doro, quiero follarte como un tonto porque sé que te gusta y quiero darte ese gusto, más tarde voy a querer que me busques para follarme, así que vete preparando un condón y póntelo.

Le dije que no tenía ningún problema con que me jodiera, pero que no necesitaría un condón para que él me follara, si ya lo tenía puesto.

— Nunca me pongo cuando me van a follar, —concluí.

Pero él replicó:

— ¡Qué equivocado estás en esta ocasión! Todos los compañeros con los que follo se corren cuando los estoy follando y a tu polla le pasará mi mismo, ¡con lo buena que está la maldita!

Tomó un condón, agarró mi polla rígida y lo deslizó sobre mi pene.

Una vez sobre la alfombra me pregunta:

— ¿Qué prefieres boca abajo boca arriba?

— Preferiría estar sobre mi espalda para poder verlo todo, —le dije.

— Esa es mi posición favorita también, — me dijo, mientras procedió a agarrarme de las piernas y metérselas sobre los hombros luego primero aplicaba KY a su condón y después a mi culo y mi agujero hacia dentro.

Cuando su dedo pulgar golpeó mi próstata, ¡pensé que vendría en ese momento el calambrazo! Se rió, me recordó que los compañeros con los que folla siempre se corren todos antes que me metan dos dedos gordos en el culo para soltarme luego su gorda polla, y si no les advierte se quedan con las ganas de follarlo. La verdad es que no era muy larga su polla, pero sí era muy gorda. Solo verla ya me extrañó cómo es que la naturaleza tiene gustos tan raros.

Cuando pensó que estaba lo suficientemente preparado, lentamente sacó sus dedos, colocó su cipote en forma de cuña sobre mi culo excitante y comenzó a presionar. Me empujé contra él y, antes de lo que menos esperábamos, su gran cipote y unos 5 cm. de su tranca estaban firmemente dentro de mí. Me dolió mucho al principio y no pude evitar mostrarlo en mi cara. Me observó de cerca y cuando ya comenzaba a relajarme, otra vez me cogió por sorpresa para meterme otros 5 cm. más de polla en mi culo. De nuevo esperó hasta que le guiñé el ojo indicándole que aceptaba que continuase. Me miró fijo dudando, metí el dedo para ver la polla que faltaba entrar y me reí, aun dolorido, porque solo faltaban unos 3 centímetros. Así que le dije en voz alta:

— ¡Ándale, maricón!, ¿tienes miedo?

Se rió antes de que me clavara el resto de su polla en el culo y comenzara a actuar de forma lenta pero constante. Esa pequeña penetración me hizo rabiar y raspaba las paredes de mi entrada. Y es que a él se la hacía más gorda de la cabeza a la base de modo progresivo. Cuando por fin se hizo evidente que yo ya lo estaba disfrutando más y más, él aumentó el ritmo de modo que entraba y salía completamente —yo lo veía—; estaba fuera su cipote y lo metía, entonces sentía sus huevos chocar en mi culo, así bombeaba contra mi culo tan rápido como podía. Se retiraba por completo, unas veces accidentalmente pero otras claramente deliberadas, y luego lo introducía sin pausa. ¡Me encantó! y grité:

— ¡Bueno, joder, bueno! Sigue, dale, sigue, adentro, ¡ah, ah!

Después de una larga follada mientras yo decía: «adentro, sigue, dale, sigue», me percaté de que ya estaba cerca de correrse. Comenzó a respirar más fuerte y todo su cuerpo comenzó a temblar. Inmediatamente antes de correrse, me miró, sonrió y retiró su polla hasta que metió su gran cipote en forma de cuña, que llegó justo al lado de mi próstata. Hasta ese momento me había encantado su jodida tan técnica, pero cuando comenzó a usar su cipote para masajear incesantemente mi próstata, ¡pensé que me volvería loco! Comenzó a sacudirme descontroladamente mientras él solo sonreía, diciendo:

— ¡Ya te dije que todos mis compañeros de esta puta mierda de jodida se corren antes de que termine con ellos!

¡Joder!, ¡el maricón estaba en lo cierto! ¡Disparé más de lo que creo que había disparado nunca antes en el condón! Tan pronto como comencé a eyacular, él volvió a sus repetidos y duros golpes y pronto eyaculó su esperma en su condón.

Cuando los dos estábamos completamente exhaustos, él salió de mí, se puso de pie, extendió su mano para ayudarme a levantarme y comenzó a caminar hacia Canales. Lo seguí y él entró en un baño y yo en otro. Mientras cerraba la puerta, me miró y dijo:

— ¡Mierda, Doro! Nos vemos dentro de un rato, pero al revés, no dudes que soy la maricona del grupo, je je je, se fue riendo a buscar una presa.

Cuando salí del baño, volví a la sala de la orgía con mi polla ya floja colgando de mí como un badajo de campana, me apoyé en la pared y observé a los otros tipos que se encontraban en un estado de recuperación similar: Frasquito toqueteando a Canales, Mauricio besándose con Abelardo, Leoncio aún estaba follando con Santi y daba gusto verlos cómo estaban de sudados, ninguno de los dos estaba aún a punto de correrse. A solo unos metros de mí noté a Martín con una pequeña toalla alrededor de su cintura, lo cual era totalmente inadecuado, porque cuando tenía su polla en reposo su cipote y unos 3 cm más de polla asomaban por debajo de la toalla. Supuse que Martín me estaba buscando, porque se había follado a Mauricio. Martín era un tipo corpulento, con músculos muy desarrollados, y una cara robusta y hermosa. Me acerqué a él y parece que nos encontramos queriendo:

— ¿Qué puedo hacer por ti, Doro?, —me miraba sonriendo.

Me dije mí mismo: «¡Ajá! ¡Definitivamente Martín está dispuesto a hacerme la vida agradable!»

Me animé y le dije:

— ¡Puedes!

— ¿Qué?

— Sé que te has follado con esa polla tuya a Mauricio que tampoco la tiene pequeña y ahora esperas que yo te la meta.

— Así es, sin duda.

— ¿No sería posible que me la metieras tú primero, antes de que se cierre mi culo?, —pregunté.

— No, Dorito querido, aquí seguimos las reglas, te ha tocado la suerte loca, follar al de la polla más larga y gorda, pero te aseguro que mi culo te va a gustar más que mi polla. Ya verás cuán flotable es mi antro; prueba que no te arrepentirás. ¡Te gustará probarlo!, —fue la respuesta inapelable de Martín.

Agarró mi polla y procedió a masajearla hasta lograr una erección completa, mientras que la suya creció rápidamente y pronto salió de su cuerpo. Se quitó su pequeña toalla, consiguió dos condones, uno de los cuales lo deslizó por mi polla y sin perder tiempo cubrió su polla con el otro.

Lo seguí casi hasta la mitad de la sala donde encontramos un espacio sobre la alfombra lo suficientemente grande para los dos. Se puso de espaldas, se llevó las piernas al pecho y me entregó un tubo de KY. Cubrí mi condón con él y le apliqué una gran porción en el culo, en el agujero y en el tobogán de entrada. Mientras trabajaba mis dedos en su culo, me sonrió y dijo:

— Tengo bastante experiencia en ser follado y me puedes embestir con tu polla en mi trasero sin ningún tipo de preliminares. Contesté:

— Si así es como lo quieres, amigo Martín, ¿quién soy yo para discutirlo?

Apunté mi polla en su amo y la hundí entera en todo su culo. Martín gruñó como nunca lo había hecho, hasta Canales levantó la vista asustado, pero Martín parecía poder asumirlo sin problemas, así que comencé mi rutina habitual de bombeo, saludando con la cabeza a Canales que jamás hubiera podido arrancar un grito así de su amado Martín. A pesar de haber implicado que había sido follado duro y con frecuencia, ¡encontré su culo extremadamente apretado! Sentí como si pequeños músculos dentro de su follado agujero estuvieran agarrando mi polla y masajeando mientras lo bombeaba. Si realmente estaba disfrutando ser follado o si esto era solo parte de su trabajo, nunca lo supe; ¡Pero sí sabía que lo estaba disfrutando tremendamente! Me contuve tanto como pude, pero al final sentí que volqué mi eyaculación de semen en el condón. Me pareció que a mayor dificultad, mejor era la carga que mis testículos me ofrecían.

Cuando terminé, saqué mi polla, me levanté y le ofrecí mi mano para ayudarlo a levantarse. Caminamos hacia el baño juntos, pero esta vez él entró en el mismo que yo, me quitó el condón y procedió a lavar mi polla con suavidad pero a la perfección. Cuando hizo eso y se limpió, me tomó entre sus brazos musculosos y me dio un profundo beso penetrante. Luego me dio una palmadita en el culo, se dio la vuelta y salió sin decir una palabra.

Hasta ese momento me había chupado uno, otro me había follado y había follado a un tercero; a tres tíos diferentes había complacido y me habían satisfecho. Esta se estaba convirtiendo en una de las tardes-noches más activas sexualmente que jamás había experimentado y comencé a preguntarme cuántas veces podría correrme en una tarde-noche. Cualquiera que fuera el número, ¡ciertamente iba a ser un récord para mí! Sin embargo, por el momento estaba totalmente agotado y me faltaban por lo menos cuatro, así que fui a la cocina a sacar algo para comer, pues como lo estaba yo estarían también los demás. No me equivoqué. Se vinieron como moscas a la mierda, a comer y satisfacerse el estómago para recuperar fuerzas, tan extenuados que conversábamos en voz baja.

Lleno el estómago y con una copa en una mano, me iba a sentar en el sofá para reposar mi polla húmeda ya de pre semen, miré alrededor y vi rápidamente a Leoncio que estaba observándome con ganas y me pareció un rostro más agradable que nunca. Es que esa tarde todos eran agradables. Me acerqué a él y le pregunté si ya me tocaba unirme con él. Me echó una ojeada rápido con su eterna sonrisa y me dijo:

— Claro, ¡me gustará la compañía!

Me senté y mientras le daba la copa de whisky, ambos nos contamos cómo nos había ido hasta el momento en la orgía. Resultó que él, como yo, había sido mamado, jodido, y ya había follado, total a tres y estaba listo, recuperado el cuerpo, ¡para comenzar de nuevo todo el procedimiento!

Sin necesidad de decírnoslo, ambos asumimos que éramos nuestra siguiente compañía sexual, ¡así que comenzamos a discutir quién de nosotros le haría qué al otro! Finalmente, decidimos ser muy científicos acerca de todo esto, así que tomó una pajilla de un recipiente que había sobre la mesa, la rompió en tercios desiguales, los metió en su puño cerrado para que solo se mostrara una cantidad igual de cada tercios y me dijo que tomara mi primera elección. Quien sacara la paja corta podría elegir lo que haríamos. Yo saqué la más larga, así que Leoncio ganó el sorteo, pero no me importó ni lo más mínimo. Estaba perfectamente dispuesto a tener relaciones sexuales con Leoncio y su pollaza, ¡no importa quién se montaba a quién!

Como los dos habíamos follado y eyaculado tres veces en un tiempo relativamente breve, nos costaría un tiempo volver a despertar nuestras pollas. Primero jugábamos con el whisky. Él bebía un sorbo lo maceraba en la boca y me lo derramaba en mi boca, luego yo sorbía del vaso y lo maceraba hasta casi tragarlo y lo derramaba como si fuera una fuente en la suya, así tres veces hasta concluir el contenido del vaso. El whisky parecía más dulce macerado por boca ajena. Luego, pasamos a conversar de cosas en general que podrían convenir a los dos en el sentido de que parecía que disfrutábamos de la compañía del otro.

Ambos comenzamos a tener erecciones, aunque cada uno de nosotros tenía que ayudar al otro un poco hacia el final. Leoncio tenía una gran polla y realmente disfruté ayudándole a conseguir la erección total desde una posición semi dura hasta una dura y completamente extendida También se demoró un buen rato intentando levantar mi polla, motivo por el que supongo que el sentimiento fue mutuo.

Con un fuerte abrazo nos tumbamos en la alfombra sin necesidad de buscar espacio porque los demás no habían elegido todavía, por eso nos revolcamos primero para tocarnos del todo uno al otro. Leoncio dijo que quería chuparme la polla y que lamentaba que tuviéramos que usar condones; me dijo que realmente le gustaría tragarse mi semen. Dije que me sentía de la misma manera, pero al menos en ese momento los dos nos pusimos los condones y rápidamente nos pusimos en una posición de 69 de plano, uno sobre otro.

Cada uno de nosotros comenzó a lamer y chupar las pelotas antes de comenzar a chupar de verdad la polla. ¡Joder, cómo estaba su boca de caliente! Hizo que mis pelotas se revolvieran para realizar un gran trabajo, tal como lo hice con él, y luego cada uno comenzamos con la polla del otro. Leoncio era obviamente un experto chupador de pollas y con frecuencia me tenía a punto de correrme, intercalaba espacios de quietud solo para aflojar un poco mi tensión, dejar que me calmara y luego comenzar de nuevo. Yo también quería hacer que durara, así que dupliqué su misma rutina. Ahora bien, lo que nos llevó a ambos al límite, fue cuando decidimos jodernos el culo del otro. Ninguno de los dos habíamos insertado un dedo durante más de uno o dos segundos antes de que alcanzáramos el clímax y disparásemos nuestra cuarta eyaculación de la tarde-noche en nuestros condones. Cada uno de nosotros continuó chupando la polla del otro hasta que quedamos totalmente lasos. Entonces, permitimos sin ganas liberar las pollas de nuestras bocas.

Esta vez me levanté primero, ayudé a Leoncio a levantarse y ambos, cogidos de nuestras queridas nalgas por detrás de la cintura, nos dirigimos hacia los baños. Leoncio, sin prisa, entró conmigo en el baño y nos quitamos el condón y, sin decir una palabra, empezamos a lavar la polla. Cuando finalmente decidimos que la polla del otro estaba lo suficientemente limpia, ¡estábamos los dos empezando a tener otra erección! Nos abrazamos con fuerza mientras intercambiamos besos húmedos. Luego Leoncio me susurró al oído:

— Doro, esta ha sido mi primera vez en toda mi vida que he hecho una orgía, pero sé que las reglas son porque se desea que todos nos vayamos por separado y no nos veamos de nuevo. ¡Creo que es una regla estúpida! Realmente disfruté de volver a tener sexo contigo y me gustaría que estos días nos embarremos del todo.

Lo miré, sonreí y dije:

— ¡Leoncio, nada me complacería más! Creo que haberme corrido cuatro veces en una tarde está por encima de mis posibilidades, ya no sé qué podré hacer hasta mañana por la mañana. ¿Sabes qué? El tiempo es nuestro y esta orgía también, démonos cuantas veces podamos y mientras podamos y dejémonos de reglas.

Leoncio solo me sonrió, luego ambos nos fuimos y nos metimos en mi habitación. Santi que vio cómo nos íbamos, vino a reclamar que todavía no había follado conmigo y le dije:

— Acaba con quien te falte y en media hora te esperamos en mi habitación y nos follas a los dos.

Nos sonrió y dijo:

— No dejaré pasar un minuto más, así que daros prisa.

Nos fuimos hacia mi habitación. Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que eran las 4 de la mañana y que no era ya la tarde, de ahí el hambre que teníamos, estábamos casi dormidos de pie. Como ya estábamos desnudos y limpios, nos abrazamos, nos besamos brevemente y nos acostamos para dormir abrazados. Mi último pensamiento antes de dormirme fue si me tiraría a Canales por la mañana o si me follaría él mí, mientras Santi se follaría a Leoncio, tal vez, también a mí.

Nos despertó, Canales y Santi que venían de las manos a pedirnos que no podrían follarnos porque no daban de sí. Una vez despiertos, nos miramos Leoncio y yo y después de haber dormido algo decidimos follarlos a los dos. ¡Joder, de puta madre! Los huevos son inacabables, solo cuesta un poco más, pero ¡leche y leche y más leche!

Ya sabía yo que a partir de aquí hasta el desayuno iba a seguir la orgía. Menuda follada me esperaba de Abelardo. Así fue, cuando entró Abelardo a la habitación los mandó a todos a la mierda y sin más permiso, me agarró y me la metió. Claro que entró fácilmente sin meter dedos ni nada de nada, tenía el agujero del culo abierto de par en par. Ni noté que me la metió, solo que me folló como un burro y me llenó el culo de esperma. Le pregunté:

— ¿Nos follaremos tú y yo a la tarde?

— Tú y Leoncio estáis castigados por no seguir las reglas, a la tarde vamos a hacer cuatro Eiffel 69, vosotros en la base y la primera con Mauricio y conmigo y la segunda con Frasquito y Martín, vosotros dos no entráis en el sorteo, la otra Eiffel 69 la harán, también vosotros en la base, Canales y Santi y solo después haréis una vosotros con Canales y Santi en la base por haberse escapado hacia aquí. ¿Quién sabe quien tiene la culpa? ¡Ah, y ya veremos lo que trae mañana!

— ¿Por que me regañas, Abelardo, amor mío?, —dije con carita de niño mimoso y malo.

— Déjate de lloriqueos y ¡a la ducha, cochino!

Con un slip de baño verde muy diminuto me fui a desayunar. La polla se me marcaba lo necesario, pero también lo justo de fláccida que la tenía, suerte que el micro slip era muy poca cosa, no fueran a pensar que no era hombre.

Después del desayuno todos a la playa a dormir bajo el sol. Solo nos bañamos antes de ir a comer con hambre de mil demonios. Pero la tarde-noche fue fantástica y la fuga mereció el castigo, aunque preveo que tal castigo no será más que un premio. Mientras tanto siento que mis amigos me desean e inventan ocasiones para demostrármelo, entre ellos son magníficos Mauricio y Abelardo. Hoy ha venido al mar, Frasquito con las uñas de manos y pies pintadas y sus ojos muy oscuros, los labios encarnados y el rostro perfumado con polvos deliberadamente de mujer, de olor dulzón y empalagoso para mi gusto. Pero, como siempre, está encantador.

(10,00)