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Priscila, esperando por ti

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Para Priscila era habitual el saludar a don James, el señor de la tiendita de la esquina. Ella siempre lo vio mayor, dado que desde que tiene uso de razón lo veía ahí, detrás del mostrador. Fue hasta hace unos meses que la situación se volvió incómoda. Priscila se desarrolló a muy temprana edad, aunque es chaparrita, sus caderas crecieron como las de su madre. Es a partir de que cambio su forma de vestir que su vecino, el tendero amigable, comenzó a mirarla de otra manera.

—Hola Priscilita, ¿qué te voy a dar?

—Buenos días señor, un refresco por favor.

—Toma, yo te lo invito.

—¡No como cree!

—Si si si, insisto. Es un honor para tan bonita nena!

—¿Perdón?

—¿Seguro ya tienes novio?

—No…

—Pues que bobos, tan rico bombón. Y con esos shorts te ves deliciosa.

Priscila salió casi corriendo, desconcertada, nunca había experimentado algo así. Pensó que ella tenía la culpa, ahora tenía terror de que la mandaran a la tienda. Y era algo inevitable.

Al siguiente día la mandaron por aceite y sintió que su cuerpo se estremecía, sentía que sus piernas le temblaban, al llegar al mostrador pensó que no le saldría la voz.

—Hola Priscila, quería disculparme.

—¿como...?

—Ayer me excedí, no quiero ser molesto. ¿Dime que te doy?

—Aceite…

—¿De oliva?

—Del normal!

—Aquí tienes, son 25

—Gracias

—De nada nena.

Salió un poco más tranquila pero a sus espaldas alcanzó a escuchar como entre dientes Don James decía.

“Que pedazo de nalgas tienes”

Ella sintió una punzada en el estómago, en realidad seguía mirándola con morbo. Aunque en diferentes ocasiones escucho a su madre platicarle a sus tías que era un tipo inofensivo, y al parecer le encantaba hacer comentarios inapropiados a todas las mujeres. Pero no pasaba de ahí. Así que lo tomó como una mala broma. Las mujeres de su familia estaban reunidas para los preparativos de su fiesta de cumpleaños, el número dieciocho.

Ella también estaba ilusionada, vendrían todos sus amigos, sus familiares y gente cercana. Sería una gran fiesta. Así que los comentarios de don James le parecían hasta divertidos.

—Me da pan don James

—Te voy a dar todo lo que quieras mamacita!

—Solo pan, gracias.

—De nada cosita rica!

“Ahí quiero morir Dios mío”

Por fin llegó el día, la despertaron con regalos. Fue a la escuela a recibir abrazos y más regalos. Por la noche la gente fue llegando a su casa. La música sonaba y algunas cervezas ya pasaban de mano en mano. También era la primera vez que Priscila tomaba en presencia de sus padres. Alguien la tomó de la cintura y le dio la vuelta para luego abrasarla.

—Feliz cumpleaños Priscilita!

—Don James!

Extrañamente nunca lo había visto así, siempre detrás del mostrador. El olor a perfume le gusto y sus manos gruesas acariciando su espalda la hicieron sentir cosquillas en el estómago. Pero más lo que él le susurró al oído.

—Ya tienes edad para que te dé una buena cogida.

—¿QUÉ?

—Felicidades, gracias por invitarme.

—Algún día tenías que salir de tu cueva —le dijo el papá de Priscila.

Resulta que Don James fue compañero de colegio de su padre, ambos están por cumplir cuarenta, también se enteró que él nunca se casó. Se dedicó a cuidar a sus padres y a atender el negocio. Priscila no paraba de míralo. Aunque estaba un poco pasado de peso, su espalda ancha y sus brazos con las venas saltadas le atraían. Desde siempre a tenido canas cerca de las orejas, y esa sonrisa amplia. Mucho más alto que su papá.

—Me acuerdo cuando la cargaba para que agarrara dulces y mírala, ya es toda una mujer.

—Te voy a cobrar el dentista, siempre quería ir, sabía que le regalarías lo que quisiera.

Priscila estaba apenada, no recordaba nada de eso. Luego, todos comenzaron a bailar. Ella se divirtió con sus amigos y nunca supo en que momento se fue el tendero. Pero al día siguiente, convencida de que era inofensivo fue a la tienda con esos shorts diminutos. Un regalo para ese viejo, pensó ella.

Cuando don James la vio entrar, tiro lo que traía en la mano, y abrió los ojos lo más que pudo.

—Dios mío bendito

—Hola don James

Ella se agacho ante el estante de papas fritas y el short parecía que reventaría en cualquier momento, James estaba con la boca abierta y mudo ante aquel delicioso paisaje.

—¿Cuánto le debo?

—¿Cuánto te debo yo a ti mamacita hermosa?

—Ya en serio.

—¿Me dejarías tocarte las nalgas?

—¡Don James!

—Olvídalo, no me debes nada niña!

Salió sonriendo y esperando el comentario del tendero. Pero no hubo tal. Al día siguiente repitió la dosis, era tarde y James ya estaba por cerrar.

—Antes de que cierre deme unos cigarros para mi papá

—Ese vicio lo va a matar.

—¿usted no tiene vicios?

—Sí, tu culito es mi vicio!

—No sea grosero!

—Mira como me pones ingrata!

Le tomó la mano la puso sobre su pantalón, un gran bulto se sentía endurecido. Aunque quiso apartar su mano, James la recorrió sobre su miembro varias veces. Luego la soltó y le dio la vuelta. Pasó la cajetilla de cigarrillos en medio de sus nalgas, como si fuera una tarjeta de crédito y luego se los dio.

—Ahora llévale los cigarros, seguro te está esperando.

—¿Cuánto le debo…?

—Ya me cobraré no te preocupes.

Priscila camino un poco excitada, le gustaba la manera brusca de aquel señor hacia ella. Sus pezones estaban duros, y la sensación de esa verga en su mano seguía en su mente.

Volvió al siguiente día con unos jeans ajustados, su culo Como de costumbre lucia espectacular, sin embargo don James ni siquiera la volteó a ver, le despacho, no le recibió el dinero y cuando salió, tampoco le dijo nada. Priscila estaba desconcertada. ¿Qué mierda con ese viejo? Era verdad lo que decían de él, al menos tendría golosinas gratis de por vida. Así pasó una semana entera, se puso minifaldas, shorts, leggings de cuando iba a secundaria. Obviamente le apretaban muchísimo. Y nada. Hasta el domingo en que súbitamente volteó a verla y le dijo sonriendo.

—Hoy podrías darme un adelanto de lo que debes!

—¿Y qué cosa quiere si ya ni me mira?

—¿puedes o no?

—¿qué cosa quiere? Dígame!

—Pues… aprovechando que traes falda, solo ven y recárgate acá en el refrigerador de las paletas.

El refrigerador estaba dentro, desde afuera no se veía. A Priscila le dio un poco de miedo, sin embargo entró y se paró junto al refrigerador.

—De panza, y abre las piernas.

—¿qué me va a hacer...?

Don James la volteó y la recargó sobre el refrigerador, podía ver las paletas cubiertas de chocolate que tanto le gustaban, al mismo tiempo sentía como su falda se levantaba. Y el tendero hacía a un lado su calzón. Cuando sintió los dedos frotando su panochita ella separó un poco más las piernas, no era su primera vez, pero si era la primera vez que alguien se tomaba su tiempo. Siempre buscaban penetrarla lo antes posible.

—Mira que ricos jugos tienes muchacha!

—…

Esto era nuevo para ella, mientras la frotaba, hundía un par de dedos en su sexo. No sabía que podía disfrutar tanto. Un pequeño orgasmo la sacudió y sintió que sus piernas se doblaban.

—Hola don James!

Era la voz inconfundible de su madre, el tendero le indicó que guardara silencio y le sostuvo la espalda para que no se levantara. Ella guardó silencio y apretó los puños esperando que su madre no la descubriera.

—Hola doña Laura, que milagro!

—Mi Priscila que no sé dónde se metió.

—Con los amigos, es la edad.

—Seguramente, me da un litro de leche por favor.

—Claro, son 20 por favor.

—Gracias, buen día…

—¡Magnífico… culo!

—¡DON JAMES!

—¡Ojalá y su hija se ponga igual de buena!

—Cállese, no diga esas cosas!

Su madre se alejó con una risa coqueta mientras su hija seguía con el culo al aire esperando al tendero. Sintió como sus calzones iban bajando por sus piernas, luego por sus tobillos hasta que tocaron el piso.

—La verdad estás más rica que ella hace años.

—menso…

—¡probemos!

—Haaa!

La cabeza de James se hundió entre las nalgas de Priscila y ella sintió la lengua recorriéndole la panocha. Con ambas manos separaba sus nalgas para meter más su cabeza.

—aaah ahhh!

La lengua de James ensalivaba por todos lados, sentía como pasaba por encima de su clítoris y de su ano, daba pequeños brincos cada que sucedía.

—Haaa que rico!

Escucharla gemir le daba pie a chupar con más énfasis, su lengua se abría paso y entraba en su sexo, sentía sus fluidos entrar en su boca, cuando se ocupó de su cola, continuó metiendo sus dedos en el sexo de Priscila.

—Sii papi! Si dale dale!

—Pequeña perra!

Ella sentía que otro orgasmo se acercaba, sus piernas aflojaron, se fue de panza completamente, mientras veía la conexión del refrigerador y basura inalcanzable acumulada. Aceleraba su respiración, apretaba los labios y se dejaba ir en el placer.

—Aaaaah! Siii! Que rico! Siii!

—¿Te gusta mi nena?

—Me encanta! Cógeme! Cógeme ya!

—Hoy no, será después.

Le acomodo la ropa luego le puso su mano en la boca para que chupara sus propios fluidos, ella paso su lengua por cada dedo y quiso agarrarle la verga. Pero el sonriente la detuvo.

—Ahora ve y dale un beso a tus padres. Ya después seguimos.

—Pero…

—¡Llévale sus cigarros a tu papá!

—...

Aunque en sus piernas seguían escurriendo sus fluidos, iba un poco enojada. Cualquiera de sus amigos la hubiera penetrado sin pensarlo. ¿Que se creía ese viejo? Aun así cuando entró a su casa, por puro morbo beso a su mamá en la mejilla y a su papá en la frente. Luego se fue riendo a su habitación.

—Toma pa’ tus cigarros!

—¿Pero no te di dinero?

—Que mañana le mandes al James.

—Don James, respeta niña —le dijo su mamá desde la cocina.

Aunque regresaba cada día, volvió a pasar una semana para que el tendero le prestara atención. A pesar de que ella sacaba los atuendos más pegados de su guardarropa.

—Hola Priscila, que vas a hacer mañana.

—¡Vaya!—le dijo casi en forma de reclamo.

—¿Tienes planes de sábado en la noche?

—¿Me va a llevar a bailar?

—No, pero si te portas bien algo te daré.

—Voy a salir con mi novio.

—Bueno, si se cancela lo de tu novio, cierro a las diez. Llega un poco antes, y por favor ponte falda. Me gusta cómo se te mueve el culo al andar.

Tenía fiestas, el cumpleaños de su amiga. Una boda a la que fueron sus papás y una ida al antro con ex novio. Pero ella, puso pretextos. A sus padres y a su ex novio le dijo que iría con su amiga, y a su amiga que pasaría la noche con su ex, se reconciliaría. A las 9:45 salió con un vestido corto. Se puso las zapatillas que usaba en fiestas y se maquilló muy bien. Entró a la tienda y el en total silencio la paso hasta el refrigerador. Cerró y puso candados. Luego apago la luz y así la condujo hasta su casa. Pasaron por una pequeña puerta hasta llegar a la sala.

—¿A dónde me lleva?

—Al paraíso niña!

—¿Me va a mandar otra vez a casa toda cachonda?

—¿Ya se arrepintió?

—Estoy aquí.

Priscila sonrió y siguió avanzando, las manos de Don James le sujetaban la cintura, miraba el meneo de aquel culo hermoso, sentía el calor de aquel cuerpo joven en sus manos callosas, en cuanto cruzaron la puerta, levantó el vestido. Como si quisiera cerciorarse que ahí estaban aquellas nalgas deliciosas. Esas que había probado, con las que soñaba hace mucho.

—Súbete a ese sillón, en cuatro.

—¿Que me va…?

—Shhh! Ahí encima, levante el culo!

—¿Así?—dijo mientras se acomodaba.

Priscila se montó en aquel sillón y levantó el culo, arqueo la espalda, sabía que su culo se veía bien así. Sintió las manos ásperas sobando sus nalgas, abriéndolas, y pasando su palma por la panocha. El calor en su sexo era una sensación divina. Comenzaba a humedecerse.

—¿Me la vas a chupar?

—¡Hoy me la vas a chupar tu a mi!

Aunque no paraba de sobar y ya metía un par de dedos en su panochita, James tenía una mano en un bolso, de donde sacó unos dildos, Priscila no veía nada, estaba con los ojos cerrados recibiendo un par de dedos en su concha, esperando esa lengua que la enloqueció. Cuando sintió la textura rígida pegó un respingo. Un dildo grueso chocaba en su ano, ella sentía la vibración que emitía aquel artefacto. Poco a poco fue entrando, abriéndose paso entre aquellas nalgas de campeonato. Y ella respondía, los soplidos acelerados se convirtieron en pequeños gemido, para dar paso unos gritos.

—¡Me duele!

—Ok Ok!

Sacó aquel artefacto vibratorio, apuntó y escupió sobre el ano de Priscila.

—Haaa!

Luego escupió en la punta del vibrador y volvió a colocarlo en el ano de Priscila, la mezcla de saliva logró que resbalara más fácilmente, volvieron los gemidos.

—ahh, aaay!

—Eso putita, ya vamos comenzando esto!

Entre más entraba, más fuertes eran sus gemidos, pero el tendero no paró hasta que entró casi por completo. Luego volvió a escupirle, ahora en su panochita, solo para que sus dedos resbalaran y pudiera sentir en su interior como apretaba por estar ocupada en su cola. Pasado su lengua por el clítoris y ella brinco.

—Haaaay!

—Que rico sabe esto carajo!

—Mama bien rico cabrón!

Chupaba como si fuera un helado, sorbía, lograba sentir aquellos espasmo, acompañados de los gemidos de Priscila, cuando ella sentí que tendría su primer orgasmo, otra textura chocó ahora contra su panochita un vibrador del mismo tamaño estaba luchando por entrar en su sexo.

—Haaaa! Haaaa! ¿Qué haces?

—Llenando a mi puta de juguetes!

—¡Me duele!

—ya lo sé! Pero te va a gustar!

Cuando ambos juguetes entraron por completo y vibraban dentro de ella, James se acomodó, sentándose frente a ella, ya tenía abajo el pantalón, cuando Priscila abrió los ojos, una verga gruesa estaba frente a su cara, ella mordía sus labios, apretaba los puños y gemía mientras la vibración en su interior se intensificaba.

—Abra esa boca, que le toca chupar!

—Haaa! Haaaa!

Priscila apenas asomaba la lengua, seguía apretando los labios por el inmenso placer un tanto doloroso de los juguetes en sus orificios, lamia suavemente el tronco del miembro tímidamente.

—Abre la boquita nena!

—Mmm haaa! Mmm! —ella quería abrir la boca, pero no soportaba la vibración dentro de su cuerpo.

La punta de su pene aún chocaba en sus dientes, sus labios se movían de un lado a otro al ritmo de aquella verga, el me volvía como un pincel dando trazos para entrar en su boca. Un gemido de Priscila al fin dejó entrar aquella verga por completo. El calor del aliento envolvía aquel miembro que endurecido entraba en su boca y sentía resbalar por su lengua. A ella le gustaba chupar, pero esto era diferente, este tipo la trataba como una puta, lo extraño era que lo estaba disfrutando muchísimo.

—Eso mámalo nenita, chúpalo todo putita!

—Haaaag haaag

La saliva formaba un poco de espuma que salía por la orilla de su boca, los juguetes en sus orificios vibraban más fuerte y sentía como un orgasmo escurría en sus piernas, sentía todo su cuerpo sin fuerzas y temblando.

—Ahora si vamos a probar ese chochito rico mamita! —por fin, pensó Priscila.

Sacó su verga de la boca de Priscila y ella jalo aire y se limpió la boca de tanta baba acumulada, Don James le aplastó la cabeza en el sillón y su hermoso culo quedó empinado con los juguetes aun vibrando, sacó el de su panochita y se escupió la verga, luego la punta tocó la entrada de su vagina, se tomó el tiempo de jalar sus brazos y luego le metió la verga con fuerza.

—Haaaaay!

—Llevó años esperando a que seas mayor para probar este culito mami!

—Haaaa! Haaaa!

—En cuanto te empezó a cambiar el cuerpo, creció tu culo, tus tetas… me obsesioné mami, te tenía que coger.

—Haaaa! Haaaa!

El pene de plástico en su culo seguía vibrando, pero estaba a la mitad, así que don James lo empujó hasta que se hundió por completo. Priscila mordía un cojín y apretaba los dientes.

—Haaaahaaahaaa!

—Eso putita, grita, eres mi perra ahora!

—Hay hay! Haaa!

—Que rico atravesar esas nalgotas!

Don James tiraba de sus brazos y el sonido de sus nalgas chocando contra el era impresionante, así como la imagen de aquel hermoso culo joven, nuevecito y delicioso frente a sus ojos. Para un tipo solitario como el esto era un regalo de Dios.

—¿vas a ser mi putita?

—Haaa! Siii! Haaa!

—Este culo es mío, y te voy a coger cuando se me dé la gana putita!

—Haaaa! Siii! Soooy tuuu haaaa!

Un tercer orgasmo llegó y Priscila parecía deshacerse, gemía sin control y sus piernas perdían fuerza.

—¡que rico que rico! Haaa!

—Mi putita, vamos aprobar esa colita!

Don James sacó el dildo del culo de Priscila, y uno nuevo, más grande y negro lo colocó en su panochita, resbaló sin ninguna dificultad, luego abrió sus nalgas con ambas manos y metió su verga. Un anal en su primera sesión con aquella niña no estaba mal.

—Me duele! Me duele! Haaay! Sáquela!

—Claro, ya la sacó mamita! —le dijo sonriendo, ni loco se saldría de aquella cola.

Embistió con más fuerza y Priscila se retorció, el disfrutaba del dolor que le causaba a cada empujón dentro de aquella colita. Priscila sentía como las lágrimas a causa del dolor que sentía escurrían por sus mejillas. Le dolía muchísimo, jamás sintió tanto dolor.

—Haaaay haaaay me duele mucho!

—De eso se trata hija de puta, de que no me olvides nunca!

—Haaaa! Haaaa!

—¿ya te habían usado el culo mi niña?

—Haaay nooo nunca haaay!

James soltó una gran carcajada, mientras aplaudía festejando.

—¡ESTOY ESTRENANDO ESTE CULITO! ¡GRACIAS DIOS JA JA JA!

—Haaa! Haaa!

Unas nalgadas sin piedad azotaban las nalgas de Priscila, mientras ella a gritaba más y más fuerte. Su culo ya no oponía resistencia y la verga del tendero entraba y salía a placer.

—Haaay hay haaay!

—Que putita tan deliciosa carajo!

—¡No tan fuerte!

—Puta! Puta! Miii puta!

Las nalgadas de Priscila estaban completamente enrojecidas, sentía el calor que le provocaba el ardor a causa de las nalgadas que le daba aquel señor, que parecía no tener piedad, con la mandíbula apretada soportaba las embestidas, pensaba que se desmayaría en cualquier momento. Pero sintio como el saco su verga y unos chorros calientes de semen le mojaban la espalda.

—Ahí tienes hija de puta, el premio mayor.

—Haaaaa!

Una sensación de alivio le devolvió el alma a Priscila, miro el reloj en la pared y vio que eran las 00:36 llevaba dos horas ahí a Merced del tendero que al parecer se acababa de ganar la lotería, pensó en tomar su ropa y salir ahí pero, sintió como su cuerpo se giraba. Se topó de frente con don James, sus piernas estaban sobre sus hombros.

—¿No pensarás que ya terminamos?

—Pensé que…

—Tu no estas para pensar, estas para que te de verga!

—Haaa! Pero…

Don James la interrumpió con un beso de legua, ella se quedó estupefacta, luego el chupo sus tetas como loco y el libido de Priscila volvió.

—haaaa! Haaa!

—Que ricas tetitas mi amor!

Las manos callosas jugaban con sus tetas, y la verga erecta entraba nuevamente en ella.

—huuuy que rico

—Ya se mamita, te encanta ser una puta!

Ahora fue ella quien buscó los labios de aquel señor y lamía su cuello, mientras él la penetraba y aprovechaba la posición para confesarle al oído todo lo que guardaba en sus adentros desde hacía años.

—Te deseó desde hace años, antes tu mamá estaba igual de sabrosa.

—Siii?

—Pero tú estás más nalgona, tengo fotos tuyas almacenadas en mi computadora. Te grababa las nalgas cada que entrabas mi tienda.

—Que cerdo ereees!

—Note cuando dejaste de usar esos calzones de algodón y comenzaste a usar tanga, y como eso hacía que tus shorts se metieran entre tus nalgas mientras caminabas.

—¿Te gusto más mi culito?

—Luego supe que lo habías echo con tu novio el escuincle pendejo ese, se veía en tu mirada.

—No se compara contigo haaa! Y ya no es mi haaa!

—Entonces espere pacientemente aquel cumplieras la mayoría edad, para hacerte mía.

—Soy tuya papito!

La verga de Don James seguía entrando y saliendo de ella, su sudor se mezclaba, ella disfrutaba saberse deseada, el tipo podría ser su pare y aun así le encantaba sentir su cuerpo contra el suyo.

—Imaginaba esas nalgas, redondas, ricas, tenerlas, mamarlas. Y esa boquita, sabía que le entraría toda mi verga.

—Que rica verga!

—Ven, quiero ver ese culote rebotando en mi verga.

La volteó para sentarla sobre él, ella metió su verga dentro pero él la detuvo.

—No no no, en tu cola mamita.

—¿Quieres mi culito de nuevo?

—Y mete este en tu panochita mi putita.

Le dio el enorme dildo negro y ella luchaba para meterlo mientras él ya se balanceaba para que sus nalgas comenzarán a rebotar sobre él.

—Haaay! Me duele un poco!

—Muévete que quiero ver esas nalgotas rebotando rico!

Ella obedeció, aunque ya no pudo meter el juguete en su vagina. Le ardía, miro el reloj y vio que ya había pasado una hora más, llegaba tres horas recibiendo la verga de aquel señor, su cuerpo estaba cansado. Pero comparado al sexo de minutos que había tenido con sus novios, esto era algo distinto, sabía que en realidad don James tenía razón, jamás olvidaría esto. Movió más sus caderas tratando de que el acabara, pero solo conseguía que el sujetara sus nalgas y las azotará más fuerte contra él. Y que la tomara del pelo para cogérsela con más fuerza. Se daba tiempo de apretar sus tetas y morder su espalda.

—Eres mi muñequita! Mi pequeña nalgona! Mi puta!

—Ajá siii!

Estaba por terminar, pero todavía tenía un fetiche que cumplir con Priscila. La bajo se colocó frente a ella.

—saca la lengua!

—¡¿qué?!

—desde niña, cada que venías a comprar algo me sacabas la lengua, te burlabas.

—y…?

—Voy a llenar esa lengüita de leche!

Priscila obedeció y saco la lengua, mirándolo fijamente. Mientras él se masturbaba provocando la eyaculación. Su leche entró en su boca, y escurría en su lengua.

—Eso es caarajo!

—Haaaaa!

En cuanto cayeron las últimas gotas, Don James le cerró la boca.

—Ahora trágatelos

—Glup! —¿que estoy haciendo? Se preguntaba mientras el semen resbalaba por su garganta.

Miro como ella los tragaba y el asco que le provocaba, cuando quiso ponerse de pie, sus piernas no respondieron. Estaba fatigada y no tenía fuerzas. Don James la tomó entre brazos y la llevó hasta una recámara, todas las paredes tenían fotos suyas. Debajo de sus faldas, en short frente al mostrador, incluso desnuda en su propio baño. El cansancio le ganó y sus ojos se cerraron. Cuando despertó, estaba de lado con don James penetrando su culo.

—¿ya despertó la princesa?

—¿qué hora es?

Aún tenía el sabor a semen en su boca, las nalgas le ardían muchísimo y el clítoris lo tenía evidentemente irritado. Aun así James seguía dándole verga en su culo, mientras ella apretaba las manos y los dientes con los ojos cerrados. Sintió como los chorros de semen inundaban el interior de su cola.

—Son las nueve, deberías ir a casa o se preocuparan.

—¡LAS NUEVE DE LA MAÑANA!

Se levantó, buscó su vestido, sus zapatillas y salió a prisa. Llegó a casa, pero al parecer todos habían bebido de más y dormían profundamente. El hilo de semen escurriendo en sus piernas le recordó que acababan de llenarle la colita de leche. Se bañó y se miró en el espejo, su culo estaba colorado, apenas toleraba el chorro de agua caliente en su clítoris, su cuello y espalda estaban repletos de chupetones. Las piernas apenas y tenían fuerza para mantenerse en pie. Durmió todo el día, hasta que su madre la llamo para que cenara algo.

Con un pants y suéter hasta el cuello salió, todos la miraron raro.

—¿y ahora tú estás loca? tremendo calor y tu tapada hasta la cabeza!

—Tengo frío mamá, ¿puedo cenar en mi cuarto?

—Hay niña, no tendrás calentura, ándale ve a tu cuarto pero come algo.

Se recostó y durmió sin parar hasta que su madre la despertó el lunes por la mañana.

—¿No piensas ir a la escuela niña?

—Ya voy mamá!

Cuando camino por la banqueta se cruzan con don James que barría su banqueta antes de abrir la tienda.

—Buenos días niña, corra que se le hace tarde!

—Viejo puerco!

—¿la veo en la tarde para mandarle sus cigarros a su papito!

—lo veo al rato viejo cabrón!

—Córrele hija o no llegas!

—¡SEÑORA, TAN GUAPA COMO SIEMPRE!

—¡hay don James cállese!

Sonrieron y supieron que su pacto estaba cerrado, ella sería su puta cada que él quisiera. Aunque Don James tenía ganas de coger con su madre desde que eran unos jovencitos. Tal vez intentaría con la mamá.

@MmamaceandoO

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