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Una relación demasiado duradera (Su mejor amiga)

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Aquella aventura que tuve con Coral marcó mucho mi vida. Ya no sentía lo mismo por Lola y un algo me bullía por dentro.Había sido capaz de ponerle los cuernos a la que debería ser la mujer de mi vida. Esta pareja empezaba a ser invadida por la monotonía, los besos no eran tan sinceros, no habían caricias y el sexo, puro desquite. Hasta entonces yo era muy sensitivo con Lola, me gustaba hacer que llegara a dos o tres orgasmos por relación, ahora con que llegáramos una vez los dos íbamos listos. Esto Lola lo notaba y cada vez era más arisca conmigo, me dejaba unas temporadillas castigado sin sexo y discutíamos por cualquier tontería. Aquello era un infierno y ninguno de los dos se atrevía a dar el paso de acabar con todo por pena a que el otro sufriera.

A todo esto nuestra pareja de amigos, Antonio y Ana, se tomaron un paréntesis en su relación que intuíamos definitiva aunque con el tiempo se volvieron a juntar. Lola como buena amiga de Ana permitía que esta nos acompañara en nuestras salidas, viajes y todo lo que hacíamos juntos, total, nosotros ya éramos una pareja asentada y monótona. Yo aceptaba aquella situación, pues Ana me caía genial, era una chica muy guapa, guardaba un gran parecido con Salma Hayek, tan morena y sensual como la actriz pero mas delgada y estilizada. Era la típica chica que abordaban todos los tíos cuando salíamos de fiesta. Aunque ella seguía enamorada de Antonio y de momento no quería ningún rollo pasajero, pero se sentía halagada y le hacía sentirse mejor. Ana y Lola se conocieron en el Instituto y cursaron juntas la carrera de Filología Inglesa, eran como hermanas estaban muy unidas y en aquellos momentos yo era como un amigo más de las dos.

En esa época fue cuando alquilé un estudio en el centro, Lola no quiso venir conmigo pues sus padres no aprobaban del todo nuestra relación y no quería complicarse. Eso si, los fines de semana con la excusa de que se iba a estudiar a casa de Ana, que también vivía alquilada, se venia a mi casa. En alguna ocasión cuando salíamos de fiesta, Ana se quedaba a dormir en el sillón de casa y nosotros en la cama de matrimonio. Me gustaba imaginar que cuando me follaba a Lola, Ana nos escuchaba, eso me ponía a cien y exageraba mis gemidos.Lola me recriminaba aquel acto, ya que le parecía una desconsideración, pero a mi me encantaba pensar que mientras Ana se masturbaba en aquel sillón de piel de mi estudio. Alguna mañana cuando me quedaba solo, marchaba hacia el sillón y olfateaba cada cm2 en busca de la esencia de Ana, efectivamente Ana se masturbó en alguna ocasión. Aquel detalle hizo que yo me sintiera muy atraído por mi amiga, cada vez mas. Cada vez que estábamos los tres, yo procuraba el roce con Ana, abrazarla contra mi pecho, besarla cada vez que nos veíamos y descuidadamente rozar la comisura de sus labios, presentar mi tarjeta de posible amante.

Fue entonces cuado Lola marchó a Estados Unidos a perfeccionar su inglés, lo haría durante un año y apenas nos veríamos en navidades. No fue una decisión traumática, Lola ansiaba aquel año de estudios fuera de España, no solo porque le era necesario, sino también porque según ella la distancia podría ayudar a enseñarnos a echarnos de menos. Yo sinceramente también lo creía y esperaba que funcionase. Ante mi se vislumbraba otra vida sin Lola pero con ella a la vez, por un lado tendría tiempo de dedicarme a mi trabajo, a mis hobbis, a mis amigos....y por otro guardar mis sentimientos hacia Lola y respetarla, lo segundo sería mas difícil.

Una vez que Lola ya se había marchado, quise tener mi tiempo ocupado, decidí retomar mi vieja afición a la escalada que la tenía muy abandonada, acepté algunos trabajillos de diseño de interiores que hasta ahora no había podido atender ya que ocuparían mis fines de semana, comencé a salir de nuevo con mis viejos amigos y darme una juergecilla de vez en cuando. Todo iba genial, mi vida estaba llena solo a falta de Lola, mi compañera que desde Estados Unidos me llamaba una vez por semana para contarme como le iba y por lo que me contaba, estaba en una casa con dos chicas, una alemana y otra francesa, joder quien pudiera espiar las habitaciones de aquella casa. Aunque seguía mirando a las chicas, y tonteando de vez en cuando con alguna sin llegar a más, respetaba a Lola y me había hecho el propósito de que así siguiera. A Ana ya no la veía tanto y se me había pasado el calenton por ella, estaba muy buena si, pero no quería problemas, además era la mejor amiga de Lola y seguramente ella no querría nada conmigo jamás. Pues bien, un buen día, era viernes recibí una llamada al teléfono de casa mientras repasaba unos planos, era Ana.

-Hola Alex, que tal?, sonó su voz alegre y suave como era ella.

-Bien, me alegro de saber de ti, ¿cómo estas?. Le contesté un poco confuso pues Ana no tenía el teléfono de casa, seguramente se lo había dado Lola.

-Te llamo porque hoy es mi cumpleaños y quería invitarte para agradecerte todo lo que has hecho por mí, si no puedes...

-Si, si puedo, claro que si.Le interrumpí.

-Bien, pues en mi piso esta noche a las 11.Trae algo de bebida y vente cenado que nos vamos a correr una juerga. Dijo Ana con alegría al recibir mi afirmación.

Madre mía eran las 8 y ni siquiera la había comprado un regalo. Enseguida caí que justo debajo de casa había una librería, un libro sería genial para una persona que está sola. Bajé corriendo tras ponerme las deportivas y seleccioné "Los Pilares De la Tierra" de Ken Follet, no lo había leído pero sabía que Ken nunca falla, es genial. Me duché tranquilamente y por mi cabeza revoloteaba Ana que hacía tiempo con quien no fantaseaba, recordaba una ocasión que se vino con Lola y conmigo a la playa llevaba puesto un bikini verde que solo tapaba lo justito, aquella imagen me excitó y comencé a masturbarme viajando de nuevo a aquella playa. De repente sonó el teléfono que interrumpió mi práctica onanística, salí corriendo de la ducha, me sequé como pude y corrí al aparto, era Lola. El día antes me había llamado, así que me extrañó que me llamara ese dia también. Sabía que Ana me había invitado a su cumpleaños y me llamaba para pedirme que por favor asistiera porque estaba algo chunga. Yo le dije que iría sin pensarlo, que por su amiga lo que fuera. Lola se quedó mas tranquila y tras mandarme un beso se despidió. Aquello hizo que desistiera de seguir pajeandome, me vestí con mis vaqueros y una camiseta de los Rolling y marché hacia casa de Ana con una botella de J.B, que tenía en casa.

Cuando llegué, me abrió la puerta Rosa, una compañera de la universidad de Lola y Ana, una pija insoportable que falsamente me dio dos besos y se agenció la botella de wisky. El piso estaba lleno de estudiantes universitarios, que tiempos me hicieron recodar, los chicos a la caza de las chicas y las chicas ataviadas con sus mejores armas de seducción. Se respiraba sexo contenido en el ambiente, además de un agradable olor a marihuana. En la cocina estaba Ana rellenando las cubiteras para el botelleo, estaba muy linda. Llevaba un pantalón vaquero blanco y un top violeta que le sentaba genial su piel canela resplandecía en brillos mate, ahí mismo me la hubiera comido. Cuando se percató de mi presencia dejó lo que estaba haciendo y corrió a abrazarme, me besó en la mejilla y apretándome contra su pecho me dijo, - Gracias por venir, seguramente tendrías cosas mas importantes, espero que no sea por compromiso. –Que va, esta noche mi plan era retocar planos y ver alguna peli de la tele, es un placer. Y tanto que lo era. Le di su regalo, que pareció gustarle y comenzó a presentarme a la gente que allí había, éramos unos quince en total.

Mientras Ana seguía atendiendo a sus invitados yo fui integrándome en aquel grupo de universitarios, los chicos no paraban de hablar que si fulanita de tal estaba cañón, que si menganita de cual tenía unas tetas enormes...en fin conversaciones de tíos que nos divierten. Las chicas sin embargo me aburrían con que si tal asignatura era jodida, que si tal profesor era muy estricto, que juanito había sacado unas notazas....Yo seguía todas las conversaciones amablemente pero mis ojos seguían continuamente a Ana, se le veía contenta pero había algo que rondaba su cabeza que la tenía un poco a parte. Poco a poco la gente se fue marchando, algunos con una borrachera considerable y otros se disponían a seguir la marcha, pronto nos quedamos Rosa, la pija, Ana y yo. Ana se me acercó y me propuso que si quería que me marchara, que iban a recoger aquello un poco. Yo le dije que no tenía nada mejor que hacer, que las ayudaba. En ello nos pusimos los tres, tardamos media hora en dejar aquello adecentado y nos sentamos en el sillón. Yo me encendí uno de los porros que uno de los chicos me había prestado. Rosa me miró y me dijo: - Joder, no has tenido suficiente con el humo de toda la noche?, dijo reprochándome. –Perdona, lo apago ahora mismo, le dije con mirada amenazadora.Aquella tía me ponía de los nervios, era una malfollá. Enseguida Ana intervino en la discusión, - No, no fúmatelo tranquilo y me lo pasas, y tu Rosa que sea la última vez que gritas a un amigo en mi casa. Aquello molestó a Rosa, cogió su bolso de Saint Laurent y se marchó ofendida y golpeando fuertemente sus tacones por el suelo. Cuando sonó el portazo Ana y yo nos tronchamos de risa recostándonos en el sillón uno al lado del otro. Nos fumamos el cacharrillo sin hablar, Ana lo apagó en el cenicero se volvió a recostar y esta vez nuestras cabezas estaban mas juntas que nunca, me miró y añadió:

-Ayer vi a Antonio con una tipeja por la calle, ¿tu sabes algo?, me dijo con los ojos apunto de llorar.

-No se nada Ana, pero no te tortures hoy es tu día.Le dije secando una lagrima de su mejilla.

-Lo se, pero estoy furiosa y necesitaba contarlo a alguien y Lola está muy lejos.

Ana se soltó a llorar y a contarme todo lo que estaba pasando, que se sentía muy sola que no tenía cariño. Yo intenté consolarla por todos los medios, Ana bebía intentando animarse y yo la acompañaba. Hablamos de muchas cosas, nos sinceramos, aquella conversación nos unió mucho más de lo que estábamos. Eran ya las cinco de la mañana, cuando nuestra borrachera era destacable y entonces ella armándose de valor me preguntó:

-Alex, ¿tu te acostarías conmigo?.Se hizo un silencio incomodo

-Pero, como me preguntas eso....?

-Yo si lo haría. Me interrumpió – Ahora responde tu.Dijo seria y mirándome a la cara.

En ese momento las palabras sobraban, la agarré y la besé. Ahí empezó una guerra donde parecía que el vencedor sería el que antes le quitara la ropa al otro. En su lucha, Ana desgarró mi camiseta de los Rolling que Lola me había regalado, yo forcejeaba con su pantalón para quitarlo de en medio. Nuestra excitación iba en aumento, quien ganara aquella lucha no se sabrá jamás, porque sin darnos cuenta allí estábamos Ana y yo follando en el sillón de su casa. Ana jadeaba como una loba, era de esas chicas que no pueden contener los gritos de placer, yo le acompañaba en mis jadeos rememorando aquellas veces que lo hacia con Lola mientras ella escuchaba en el salón de mi casa. – Dame más, dame por dios!! Gritaba y yo me excitaba aún más, nunca imaginé que Ana fuese tan ardiente, se notaba que le encantaba el sexo y yo movía mis caderas cada vez más fuerte. Levanté sus piernas y las deposité en mis hombros, quería metersela mientras contemplaba su cara de gusto. Ana cerraba los ojos y ponía gesto de dolor, un dolor tan dulce como solo el sexo sabe proporcionar. Ana empezó a gritar de gozo, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!MMMMMMMMMMMMM!!!!SIIIII, NO TE CORRAS TODAVÍA NOOOO!!!Gritaba como una perra.-AHORAAAA AHORAAAA!!!DAME TU LECHE!! Me apresuré a sacar mi polla de su coño, me la meneé rápidamente y me corrí en su vientre, cada chorro, cada gota de mi semen, hacían estremecer a Ana que jadeaba de placer. Dios que loba, la erección me duro varios minutos y aproveché para acariciar su clítoris con mi polla restregándole bien mi lefa por su negro coño.Ana se apretaba las tetas dándose placer, tenía todo el tiempo los ojos cerrados, quizá para no encontrarse con los míos. Sentí que quería mas y bajé hasta su coño para lamerlo, abrí sus labios vaginales y lamí mi semen rodeando el enorme clítoris que Ana tenía, ella se retorcía aún más de placer, apretaba sus tetas con más fuerza...se corrió otra vez mientras le introducía dos dedos en la vagina y con la otra mano me pajeaba, sentí que me iba a correr de nuevo y sin pensarlo puse mi polla a la altura de su cara y deposité en ella un gran chorro de leche...Al sentirla en su cara Ana volvió gritar de gusto. Pude observar también que su coño estaba empapado abundantemente, nunca antes había visto una mujer que se corriera tanto.

-A...Ana, ha sido la hostia. Le dije jadeando en el suelo junto al sillón.

-Si, Dios que gusto.

-Como va a terminar esto?. Le pregunté tímidamente.

Ana se levantó lentamente limpiando el semen de su cuerpo con sus braguitas y añadió

-Por mi, aquí no ha pasado nada, no te preocupes.

-Ya...pero no solo lo digo por eso, lo mío con Lola va muy mal y ya no me importa que se entere.

-Por favor no se lo digas, que haya sido conmigo le haría mucho daño y la perdería. Suplicó

-No se lo contaré, mis labios están sellados.

-Bueno, vosotros arreglarlo como sea, yo quiero a Antonio y lucharé por el, lo de esta noche ha sido muy bueno y es solo una experiencia más, espero que sepas entenderlo. Me dijo amarrándome los hombros.

Amanecía en mi ciudad y la mañana era fresquita y ahí andaba yo por las calles con mi camiseta de lo Rolling desgarrada y fumando un peta. Los barrenderos limpiaban las calles del centro retirando vasos de plástico y demás enseres de una noche de fiesta. Llegué a mi casa me enfundé ropa deportiva y salí a correr, necesitaba relajarme. En mi cabeza seguía Ana revoloteando, quien me iba a decir a mi que la mejor amiga de Lola era una autentica Loba en la cama y había sido mía. Los recuerdos de lo acontecido me tenían muy excitado así que cuando llegué a casa me masturbé en la ducha, ahora sin interrupciones y dormí como un bendito todo el día.

Ana no volvió a llamarme, unas semanas después arreglaron las cosas ella y Antonio. Volvían a ser la pareja envidiable que siempre habían sido. Ahora cuando nos veíamos, Ana se ponía nerviosa y se incomodaba ver como Antonio y yo hablábamos de cualquier cosa. Ella nunca sintió nada por mi. A mi aquello me hizo reflexionar, yo estaba con una chica y mis dos aventuras habían sido con mujeres que pasaban por un momento difícil en sus relaciones se desquitaron conmigo. No se si me habían utilizado, pero en ese sentido para mí había sido un placer. Lola no se enteró por su puesto de aquello, ella seguía en Estados Unidos y yo continué mi vida y ahora más decidido que nunca a seguir poniéndole los cuernos siempre que tuviese la oportunidad, estaba claro que no podía remediarlo.

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