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Yiyo (Segunda parte)

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Por aquel entonces, tenía una amiga con la que me llevaba muy bien, Sara. Realmente una amiga a toda prueba y con la que hablábamos de todo y nos contábamos todo. Una amiga para todo, sin enamoramiento, pero si para brindarnos ‘sexo higiénico’. O sea, estaba necesitada ella, necesitado yo o ambos, simplemente nos recluíamos y disfrutábamos descargando tensiones. Como compartir una cerveza o un vino. Sexo sin compromisos pero no por eso desapasionado.

Por supuesto le conté lo que había tenido con Yiyo y me preguntó qué tal. Obviamente le dije que lo había disfrutado y que sería hipócrita si dijera lo contrario. Le comenté que había sido el primer hombre para el chico… como también mi primera experiencia homosexual. Le di variados detalles, como el no haber accedido a mamar la verga de Yiyo. Y de cómo el pobre se quedó con las ganas.

-Y te encontrarías de nuevo con el chico? Acaso se la terminarías mamando?

-No, Sara… ya bastó. Estuvo bueno como experiencia, pero no es lo que más me atrae. Tampoco quiero crearle expectativas en cuanto a que pudiera yo liarme con él. Ya sabes…

-Claro, te entiendo. ¿Sabes? No seré tan boba como para decirte que nunca vi a dos chicos cogiendo. En videos, por supuesto. Pero “en vivo y directo” nunca… Creo me gustaría. Me da morbo! Ji ji!

-¿Qué?... No estarás hablando en serio…

-Y por qué no?

-Bueno… eres mi mejor amiga, te conozco, pero siempre me sorprendes con algo!

-Nos cogemos a tu amigo?

-Sara!!! ¿Qué dices?

-Bueno, bueno… no te enojes. Tampoco seas tan pacato. Ya lo has hecho con él… solo que… nada

-No, no… está bien. Te escucho. Como siempre te escucho…

-Y bueno, eso… que tal vez disfrutaríamos de algo distinto. Discretamente para los tres…

-Lo pensaré. No solo tengo que animarme yo. También cuenta Yiyo. Lo que pasó entre nosotros quedó como pasado. Fue un acuerdo casi tácito de que cada uno siguiera con su vida…

-Okey… creo fue una mala idea. Disculpa…

-Sara… te pedí tiempo para pensarlo y tratarlo… nada más… Anda, trae otra cerveza. Ya sabes donde están.

Después no nos vimos por varios días pero, a decir verdad, lo planteado por Sara me quedó dando vueltas en la cabeza.

Cierta tarde, estando en el trabajo, nos encontramos con Yiyo revisando algunas cuestiones laborales.

-Cómo has estado? -me preguntó.

-Bien -le respondí…

-No pareces demasiado categórico!

-Yiyo… digo bien y es bien…

-Disculpa, no quise ser molesto!

-No… para nada. Solo que es así de simple. Bien…

-Oka, oka… pasa que nos cruzamos poco últimamente y me interesó saber.

-Te agradezco. Sé que eres sincero. Estuve reuniéndome bastante con mi amiga Sara. Con ella siempre hay charla y alguna cerveza para compartir! Ja!

-Sí, seguramente!

-Algún día podríamos reunirnos los tres… dije casi sin pensarlo…

-¿Te parece? ¿Crees que Sara aceptará?

“Si supieras!!!” -pensé- Sí, sí, claro. No creo que tenga inconvenientes. Es una muy buena amiga…

-Y confidente, supongo. ¿Te puedo preguntar si sabe…?

-Eh… si Yiyo. Lo sabe y se lo confié porque sé que puedo hacerlo.

-Entiendo… Bueno, tal vez después de todo no sería mala idea reunirnos a charlar. Estando ella evitaría que yo intente violarte… jajaja!

-Jaaa! Sí, claro…

En cuanto tuve ocasión de telefonear, hable con Sara para comentarle de que la reunión era posible. La noté entusiasmada, hasta tal punto que casi me apuró para que organizara la reunión de una vez.

Tres o cuatro días después, finalmente volví a hablar con Yiyo y directamente le dije que nos haríamos unas pizzas en mi casa con Sara y que él estaba invitado. Aceptó y coordinamos para concretarlo el sábado por la noche.

El sábado desde temprano, Sara fue hasta mi casa y se encargó de preparar pizzas para la cena. Después nos dimos una buena ducha y quedamos listos esperando al amigo, que llegó ya entrada la noche portando una botella de buen vino. Él conocía a Sara pero nunca había tenido oportunidad de hablar con ella. Sin embargo mi amiga enseguida lo “envolvió” con su charla para hacerlo entrar en confianza. Cenamos con vino y ya la sobremesa fue en compañía de alguna cerveza. Rondó la idea de buscar una buena peli para ver, pero lo descartamos en beneficio de la charla.

Poco a poco, Sara se iba animando y mostrándose más cariñosa para conmigo. No por “marcar territorio” para con Yiyo; sino, por el contrario, ir acaso insinuando de que venía la noche.

-Parecen novios, dijo Yiyo riéndose.

-Mejor que eso, dijo Sara… amigotes y con derechos! Jajaja! Se acercó más y me dio un beso.

-Hermoso… pero tampoco se pongan a “contar dinero delante de los pobres”, replicó nuestro amigo…

-Jaja! Tonto! No me lo quedaré todo. Alguna “moneda” te dejaré caer…

El chico pareció quedársela mirando pero enseguida se largó a reír. Después de todo, él sabía que ella sabía. Y ella sabía por dónde quería ir.

-Anda, ven y dame un besito tú también!

-Yo? Yo no… sé si…

-Anda que estamos entre amigos… Se estiró para tomarle la mano y lo acercó a ella. Le tomó el rostro entre las manos y lo besó cálidamente… él respondió al beso.

-Besas muy bien, Yiyo!

-Te parece?

-No me parece… estoy segura! ¿Primera vez?

Él se sonrojó y asintió.

-Gracias por dejarme ser la primera, dijo Sara y volvió a besarlo. Yo permanecía mudo, sin intervenir y dejándola hacer.

-Hemos desatendido a Gerónimo… es imperdonable, dijo Sara guiñándome un ojo. Yiyo entendió el mensaje. Se acercaron y empezaron a besarme. Chocó mi lengua con las de ellos y chocaron sus lenguas. En mi cara, Sara metió su lengua entre los labios del amigo y él no retrocedió. Se besaron y me besaron varias y repetidas veces. El ambiente se iba poniendo a tono!

Sara se animó más. Mientras me besaba comenzó a rozarme la bragueta y zonas aledañas. Despacito y con cuidado me corrió el cierre y metió la mano para acariciarme…

-¿Voy muy rápido? Dijo sonriente.

-No sé… la que conduce eres tú!!! Jajaja!

-Yiyo… ¿puedes por un momento ayudarme?

Me desprendió botón y cinturón. Me levanté un poco del asiento para que, entre los dos me bajaran el pantalón hasta las rodillas.

-Yiyo, te voy a presentar a una amiga… aunqueee… bueno, tú la conoces.

Yiyo se hizo el enojado y simuló abofetearla. Pero ella le tomó otra vez el rostro para estamparle un enorme beso.

Se miraron como acordando dedicarse a jugar con mi verga y entonces intervine.

-Oigan chiquillos… Creo que vamos encaminados, que no hay vuelta atrás. Así que entonces los invito a pasar a mi habitación donde estaremos más cómodos… ¿Les indico o conocen el camino?

-Conocemos, dijeron a coro y nos fuimos. Una vez allí me arranqué la ropa para dejarme caer sobre mi cama.

-¿Y? ¿Se van a quedar mirando ahí los dos vestidos?

Por supuesto que enseguida arrancaron a desnudarse, para venir a acostarse junto a mí. Uno a cada lado. No hubo demoras para que sus manos se adelantaran a acariciarme el miembro. Por supuesto, la primera en acercar su boca fue Sara. Me dio una lamida larga y sensual mientras me lanzaba una mirada llena de picardía. Tras ella fue la boca de Yiyo y entre ambos se disputaron mi verga, repartiendo lamidas y chupadas. Les acariciaba la cabeza como para tranquilizarlos, ya que por momentos hasta me hicieron doler. Se calmaron y el trabajo de los dos resultó más placentero. Mi palo estaba a mil y era hora de que lo introdujera en algún lugar.

-Sara… ¿estás dispuesta?... Yiyo… ¿puedes darle prioridad a la dama?

-Claro, dijo él… me encantaría que te la cogieras a lo perrito… eso no me lo quiero perder!

-Maldito vicioso, dijo Sara y soltó una carcajada… Pero bueno, te complaceré!

En cuatro patitas se acomodó en el centro de la cama. Se llevó una mano atrás y con dos dedos separó los labios vaginales.

-Yiyo, dije… a esa conchita le falta preparación. Amigo mío, siempre hay una primera vez para todo… y para ti, la primera chupada de concha es esta noche. Y si le robas un orgasmo, el premio para ti será mayor. No se lo hizo repetir. Se estacionó detrás de Sara y de una entró a lamer y chupar. Yo miraba y me tocaba. El culo de Yiyo, en pompa, estaba a centímetros de mi cara, por lo que no me quedó otra que empezar también a lamerlo. El sintió el contacto y lo acusó en el trato para con la conchita de Sara, que a su vez entró a gemir de placer por la andanada de lamidas. Desde atrás escuchaba el chasquido de lamidas y chupones. Sara aullaba de placer. Aparté a Yiyo y le hice señas de que estuviera atento. Me instalé detrás de Sarita, le apoyé la verga en la entrada, el introito vaginal, técnicamente hablando! Je… y se la mandé adentro. En nuestras relaciones nunca hubo violencia, pero reconozco que la traté con brusquedad.

-Aaaay… despacio que me la vas a romper…

-Disculpa cariño… no quise hacerte daño. Solo me dejé llevar por la calentura y la tentación de esa cosita tan tierna que tienes! Vamos despacito…

Suaves movimientos de entre y salga para que Yiyo no pierda detalle del juego, de la penetración que deseaba ver!

-Qué lindo es verlos coger! Los quiero!

Yiyo miró todo cuanto pudo y se le ocurrió. Cuando el mete y saca se le hizo monótono, atendió a que Sara se las ingeniaba para sobarse las tetas con una mano.

-Mmmm… Sabes Sara? Desde que mi mami me amamantaba no he vuelto a probar teta… Puedo?

-No te demores, amiguito, no te demores.

Él se acostó boca arriba y metió la cabeza entre la sábana y los pechos de ella. Desde mi posición mucho no veía, pero por los suspiros y gemidos de Sara, supe que sus tetas estaban siendo bien tratadas. Mi mano por debajo buscó el clítoris endurecido para masajearlo. Todas esas atenciones no podían tener otro resultado que no fuera su manifiesto u bullanguero orgasmo. Terminadas sus convulsiones se separó de mí, evitó a Yiyo y se dejó caer en la cama. Se revolcó un poco hasta quedar boca arriba. Su cara era todo placer y felicidad.

-Que bellos son… los amo… me han regalado un orgasmo memorable!

Nos tiramos los tres en la cama y en tanto nos reponíamos –Sara más que ninguno- nos tomamos una cerveza cada uno.

Rato después, ella volvió a la carga sobre mi verga. A chuparla y sobarla.

-¿Ves cómo te la preparo, Yiyo? Tu momento está llegando, bebe!

-Muero de ganas!!!

-Pues no te haremos esperar… ¿Verdad, Gero?

-Por supuesto!

Acostado boca abajo como estaba, Yiyo se fue arqueado y levantado la cola sensualmente. Sara lo acariciaba y yo me lo quería clavar ya!

Ya en cuatro patas, se giró para quedar ofrecido hacia mí. Sara tomo vaselina y lo fue embardunando para lubricarlo bien. Le acarició las nalgas y aventuró un dedo para masturbarle ligeramente el ano. Él se contoneó y yo me incorporé. Arrodillado a su popa restregué mi verga justo en la boca de su culo.

-Espera, dijo Sara, esto no me lo pierdo.

Con una mano separó una nalga y con la otra tomó mi falo para orientarlo al camino correcto. Jugó meneándomela para insinuarla en el hambriento ojete de nuestro amigo. Luego la dejó quieta, la sostuvo firme y me miró para invitarme a avanzar.

-Ahí vamos, Yiyo, le dijo… y yo empujé. El apretado anillo cedió y la punta de mi verga se abrió paso. Sara creo estaba más feliz que el chico. No se perdía detalle y ya usaba las dos manos para separar sus nalgas. Embestí y toda la verga fue Yiyo adentro.

-Esto es sublime… me encanta! Yiyo… ¿estás bien?

- Mmmm… siii! Cógeme fuerte, Gero!

No me lo hice repetir y vaya si lo cogí con fuerzas. Se la saqué y volví a meter dos o tres veces. Sobre todos para que Sara se extasiara viendo abrirse las carnes para devorar mi poronga. Lo gozaba como si ella también se lo estuviera montando!

-Sara… te recuerdo que hay otra primera vez para Yiyo. Creo que si se la chupas como tú sabes, nuestro amiguito estará doblemente satisfecho!

No se hizo de rogar. Se metió bajo el vientre del chico y se prendió a la “mamadera” como chico hambriento. Él casi bramaba de placer.

-Por favor… por favor… cógeme más fuerte… chúpamela… así, asiiii.

Entre el frenesí de mi cogida y la mamada de Sara, la eyaculación de Yiyo fue monumental, Sara la recibió toda en su boca.

Solo me faltaba a mi llegar al clímax.

-¿Sabes una cosa, Yiyo? A mí, Gero, nunca me la dio por la cola…! Así pues que decido esta será la noche también para solucionar esa faltante!

-Si él está de acuerdo, que así sea, respondió nuestro amigo.

-O sea que yo no cuento, no me preguntan…

-Cállate caradura… que buenas ganas me tendrás! ¿O no te gusta mi cola?

-Ya, ya… no preguntes tonterías y ponte… que Yiyo te guiará por el buen camino!

-Ay si, Sara. Yo te preparo y te guío… yo la manejo!

Enseguida Sara se puso en cuatro y Yiyo le fue embardunando bien el ano con vaselina, e introduciendo el dedo medio para dilatarla. Me miró, me hizo una seña y me acerqué a Sara por detrás. Yiyo me tomó el tallo para depositar también algo de lubricante, me la agarró luego más fuerte para orientarla al ano de Sara. El mismo separó las nalgas y empujé. Ella se sobresaltó un poco al sentirse invadida. Yiyo le dio un par de palmadas y ella se aflojó, cosa que aproveché para embestir lento pero sin pausa, hasta que mi verga desapareció en su caverna carnosa.

Yiyo no perdía detalle de la operación y mantenía las nalgas bien separadas para facilitarla.

-¿Te gusta, amiguita?

-Cómo nunca pensé me gustaría!!!

Oír eso no hizo más que aumentar mi calentura y la rapidez del vaivén.

-Así, así que me gusta. Cógeme fuerte… ábreme bien el ojete, maldito violador!!!

Sentía la sangre pulsar en las venas de mi verga. La esperma bullía en mis huevos y pugnaba por salir.

-Mmmm… que rico culo tienes, amiga… qué rico!

Tres veces llevé mi verga casi hasta afuera para volver a introducirla toda. La tercera fue la vencida. Me fui en una acabada interminable, llenándola de leche y quejidos. Ella también estalló en un orgasmo agónico, pues Yiyo la había estado masturbando frenéticamente en tanto yo la enculaba!

Fue lo más jugoso de una noche memorable e irrepetible…

Geronimo68

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