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La venganza de los Godinez

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Desde que entró a trabajar Mishelle se hizo gran amiga de Ángel, a quien conocía de su colonia, pero con quien nunca había cruzado palabra, y Mateo, él era al parecer el más viejo en la oficina, estaba ahí desde los 18.

Mateo siempre trataba de coquetear con Mishelle, aunque sabía que se topaba con pared. Simplemente no eran su tipo, de mediana estatura y peinado engomado. Siempre con sus camisas perfectas y lentes.

Así que bromeaban con ella.

—¿Ahora si me das una mamadita? —le decía Mateo cada que la veía llegar a su cubículo.

—¿Vas a querer o se los echo al perro? —decía sonriendo Ángel.

—Ni perro tienes pendejo, y tu síguetela jalando, mañana te doy mis calzones para que te masturbes.

Para todos era extraño ver esa amistad tan dispar, Mishelle era amante del rock, incluso los obligó a dejar su música pop y grupera y sustituirla por Guns and rose y los Rolling Stones. Delgada pero de rostro hermoso, usaba lentes y eso le daba un toque de inocencia. Desde el primer día ambos amigos estaban hipnotizados con el meneo de su pequeño pero hermoso culo y siempre se acercaban a su cubículo para mirar por su escote, no era muy alta, pero lo suficiente para no pasar desapercibida en ningún lugar. Y sentía un poco de lástima por ellos dos. Ambos en diferente época le declararon su amor. Y habían sufrido el rechazo, además de conocer a todos y cada uno de sus novios.

—Te gusta puro pendejo —le recriminaban cada que alguno le rompía el corazón y tenían que salir al paso para levantar su autoestima.

—ya mejor anda con nosotros.

—No porque se va a enojar la secretaria ¿ya le hablaste Ángel?

—Eso no tiene nada que ver.

—Vamos al cine —siempre Mateo mitigaba los momentos incómodos. Incluso cuando los tres estaban muy ebrios, él se encargaba de cuidarlos y llevarlos a su casa. O de llevarlos a su departamento, era el único que ya no vivía en casa de sus padres.

—Pinche película fea!

—Es que tú ves puras pendejadas en internet, por eso ya no te espantan las de terror —le reclamos Mishelle a Mateo.

—Me gusto más que las de autos, todos pendejos sin hacer gestos —replicó Ángel.

—Cálmate, esos gueyes son mis novios, están bien sabrosos —cuando hablaba así, ella se mordía los labios.

—Ya te estás imaginando, así que se las chupas no cabrona.

—Hasta dejarlos secos cabron, han de tener unos pitones.

—Como el mío!

—O el mío, éntrale.

—Hasta me cortan la inspiración con sus miserias. ¿Vamos por una cheves o les pegan?

—Vamos

—Vamos a mi no me pega nadie.

—Ni quien los quiera par de losers! —ella aprovechaba cada ocasión para insultarlos, aunque era de cariño y así era su relación.

Aunque intentaron varias veces ir a bailar, ellos tenían dos pies izquierdos. Y preferían los lugares a donde los llevaba ella. Rock y cerveza, alguna vez fueron a un table dance y ella fue quien consiguió el número de varias bailarinas. Así que preferían cantar las pocas canciones que conocían y bebían cerveza como locos.

—¿esa si es de los Guns no?

—Es Metallica baboso!

—Ese guey conoce puras de puto —rieron y Ángel se defendió.

—¿Pero si tú? Pura de sombrerudos.

—Si pero no mames que Katy perra!

—Bueno ya! Esta de Queen me gusta un chingo!

—Es Zeppelin chinga!

Cuando dieron las 3:00 a.m. cerraron el lugar y fueron a comerse unos hot dogs, como siempre. Aunque ahora estaban muy borrachos. Mateo ya había pedido un taxi para ir a su departamento mientras hablaban como idiotas.

—¡ho mamá mía mamá mai!

—mamamesta por favor ja ja ja —siempre la cagas.

—Ya llegó el taxi, vámonos!

En cuanto llegaron, cada quien agarro un sillón. Y Mateo fue por más cervezas a la cocina.

—¡Ya danos una mamada!

—Cállate!

—Imagina que es una obra de caridad!

—Están bien pendejos!

Ángel fue el primero en quedarse dormido, Mateo le puso una cobija encima y se sentó junto a Mishelle.

—Por fin solos!

—Vete a la mierda, tráeme otra de estas que están bien buenas.

Mateo fue a la cocina por otro par de cervezas de importación y cuando regresó, ella estaba roncando. Mateo se acercó y rozó sus labios, ya en alguna ocasión había besado a su amiga mientras dormía. Aunque el corazón le latía como una locomotora.

—¿qué haces pendejo? —Ángel estaba sentado con la boca abierta y agarrando su cabeza incrédulo.

—Nada… yo… solo…

—¡me toca! —salió disparado de un brinco se colocó a su lado frotándose las manos.

Mientras Ángel ponía su boca sobre los ronquidos de Mishelle, Mateo frotaba una d sus tetas, podía sentir el pezón a través de su blusa, esos que en época de frío parecía que les apuntaban. Ángel lo miro y puso su mano sobre el otro pecho. Ella respingo y los dos se quedaron en silencio, aguantando la respiración. Solo se acomodó y volvió a roncar. Entonces Ángel bajo un poco su blusa, podían ver su brazier negro sosteniendo sus pechos.

—Nooo nooo —hablaban en secreto y a señas.

—Un poquitooo!

Un poquito fue bajar los tirantes de la blusa y hacer que sus pechos escaparan del brazier, hacían señas de oración. Y se mordían los dedos de las manos. Mateo fue el primero en pasar su legua sobre uno de los pezones. Ángel lo imitó, sus cabezas chocaban y sentían sus respiraciones agitadas, sin mencionar que el corazón se les salía de tan fuerte y rápido que les latía. Ambos mamaban ya sin importar nada y Mateo levantó su falda. Sentía el calor entre sus piernas, su mano avanzaba más y más. Pudo sentir el encaje de su tenga rozando con sus dedos cuando ella despertó.

—¡que chingados están haciendo pendejos!

Ambos brincaron como si hubiera visto un fantasma, cayeron de nalgas cobre la alfombra.

—¡perdoon!

—¡no es lo que…!

—¡¿no me estaban chupándolas chichis y bajando los calzones?! —dijo Mishelle aún con sus tetas ensalivadas fuera de su blusa.

—¡son unos pendejos, los odio pinches putos!

—Perdónanos… perdón fue…

—Lo sentimos… somos unos pendejos…

Mishelle salió corriendo al baño al borde del llanto, eran sus únicos amigos, ¿cómo podían hacerle eso? Ellos se miraban sin poder pronunciar una palabra. Cuando ella salió, ambos agacharon la cabeza, como niños esperando el regaño de una madre.

—Ok, son unos pendejos, ¿pero eso ya lo saben? —ambos asintieron sin poderla mirar a los ojos.— Es solo que no podría hacerlo con ustedes y verlos al día siguiente en la oficina. Aparte, están todos pendejos y se enamoran hasta de la señora del aseo.

—Tápate los ojos!

—¿qué? —estaba furiosa.

—Así no nos ves y no sientes feo, igual a nosotros nos va de la verga siempre.

—tómalo como caridad chinga!

—¡Va! —les dijo y ambos voltearon sorprendidos, y dijeron al mismo tiempo.

¡EN SERIO!

—¿Tú tienes un antifaz para dormir no Mateo?

—Si voy por el —salió corriendo y regreso con un antifaz negro que fácilmente le cubriría los ojos.

—Bueno —dijo mientras se lo colocaba— sólo se las voy a chupar, no se emocionen.

Se arrodilló y se colocó una liga en el pelo para que se sujetara.

—¡ya estamos listos!

—ya!

Aunque no podía ver el olor a verga era evidente, buscó a tientas ambos penes, no eran enormes como los de los actores porno, pero tampoco eran tan pequeños como ella pensaba. Y lo corroboro cuando metió el primero en su boca, era grueso. Y tenía una bola en la punta como champiñón.

—Gracias Dios mío, ahora creo en ti —el pendejo de Mateo siempre tenía comentarios idiotas, listos para escupir. Sacó esa verga de su boca y metió la otra, un poco flaca pero más larga.

—Por fin puta madre!

Sabía que estaban disfrutando como nunca, así que decidió poner en práctica algo con lo que se había masturbado un día antes. Tomó ambas vergas y las metió al mismo tiempo en su boca.

—Hay no mames!

—Te rifas pinche mishellin!

Ella seguí chupando y sacaba a ratos para pasarle la lengua sobre sus vergas y por las bolas, estaba de Isidra a imaginarse que eran dos tipos mamados de las películas de acción y no sus amigos perdedores de la oficina. Una mano sobaba sus tetas y la verdad ya no le importaba, le encantaba el sabor a verga en su boca, y si, era una obra de beneficencia para ellos. Luego otro par de manos le levantaron la falda y le sobaba las nalgas. Ella estaba encorvada para que sus nalgadas se levantaran más, su tanga roja de encaje era el adorno perfecto para ese culo delicioso.

Ambos le metían mano sin reparo y ella movía sus nalgas, estaba disfrutando. Cuando las manos de sus amigos llegaron a su clítoris, ella por fin soltó un gemido excitante.

—haaaa! ¡Que rico! Sigan! No paren!

Mateo aprovechó que ella se entretuvo con Ángel para colocarse tras de ella, hizo de lado la tanga y metió su verga hasta el fondo.

—¡Quedamos que solo una mamada!

—¿la sacó?

—Noooo! Pero muévete cabron!

Mateo se agarró de sus nalgas y comenzó a meterla como loco, ella pujaba y mamaba con más fuerza la verga de Ángel que estaba con los ojos cerrados evitando venirse, también quería meter su verga en ella. Por suerte ella comenzó a gemir y dejó de mamarle la verga, pudo tomar un respiro y enojado le dijo a Mateo.

—Me toca!

—Vas, pero te apuras yo quiero seguir cogiendo…

—O sea! ¿Se van a poner a platicar?

Ángel se puso de rodillas y metió su verga, mientras Mateo se acomodaba frente a ella, el aliento le daba Justo en su verga y él le jalo la cabeza para que ella metiera su miembro en la boca.

—Haaaghaagaag!

—La vas a ahogar pendejo!

—No no, síguele me gusta que me traten así! —dijo Mishelle mientras se quitaba el antifaz.

—Ya viste pendejo!

Ángel le pegaba en las nalgas y la jalaba de la ropa, parecía una muñeca de trapo usada entre sus dos amigos. Estaban por explotar cuando ella, retorciéndose se logró librar de ambos.

—Están cabrones, pinches rugidos —la miraron extrañados mientras se sobaban la verga a su lado.

—Ven, siéntate aquí… órale —Mateo se acomodó en el sofá de una plaza y ella se subió sobre él, en cuanto se metió la verga en su sexo, el comenzó a moverse desesperado.

—Espérate, ven tú. No te quedes mirando. Acomódate y métemela!

—¿En el culo?

—Ni modo que en las orejas! Órale que se les acaba sus veinte cabrones.

Ángel se tuvo que torcer un poco, para poder atinar a su agujero, cuando sintió el borde levantó el vestido de Mishelle para poder ver cómo su verga entraba en el culo de su mejor amiga.

Sintieron como sus bolas chocaban sus bolas, pero igual sentían como compartían el interior de Mishelle, con los ojos cerrados ambos casi al mismo tiempo se vinieron dentro de ella.

—¡que ricoooo!

—Haaaa haaaa!

—Huuuuy que rico no mames haaaa!

Los tres llegaron al mismo tiempo al orgasmo, aunque seguían retorciéndose ya no había más, y sus escalofríos eran de un placer absoluto. Los beso aún con el sabor a sus vergas. Luego ella se fue al baño a lavarse, ellos chocaron sus puños en señal de triunfo.

—Me toca cama, ustedes se duermen en los sillones y no… no lo soñaron putos!

—La próxima nos dejas echártelos en la cara —Dijo Ángel.

—Siiii! Como en las porno —Agregó Mateo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡¿cuál próxima?! ¡Pendejos!

@MmamaceandoO

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