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La historia de Ángel, solo era un muchacho (33)

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El cielo estaba despejado de nubes, al mediodía se podía pasear enfrentándose a la fuerza del viento que corría por las calles vaciándolas de gente.

Pablo me llevó hasta una calle que partía de la plaza mayor, también llamada del ayuntamiento, y penetramos en uno de los bares colocados estratégicamente, debajo de los soportales.

No sentamos en una mesa lateral cercana a la cristalera, podíamos escoger el lugar que prefiriéramos al estar el bar vacío, solamente un muchacho joven en la barra saludó sin hablar con un gesto de la cabeza mientras continuaba limpiando.

¡Qué quieres tomar? ¿Algo caliente? -Pablo se había quitado los guantes y los colocó sobre la mesa a mi lado.

-No me apetece nada, total no tendremos que esperar mucho tiempo.

-Déjame que yo elija. -sin mas le levanto y se acercó a barra, saludo al chico que estaba allí como si le conociera y luego le hizo el pedido.

Le estaban sirviendo las bebidas cuando se abrió la puerta del bar, y elevé la vista para mirar quien entraba. Un chorro de aire frío precedió a las dos personas que entraban. Primero miraron hacía la mesa donde yo estaba y luego se dirigieron a la barra, se reconocieron con Pablo y estallaron en exclamaciones de alegría abrazándose.

-¡Joder, cuanto has cambiado en este año! -Pablo de dirigía a uno de ellos volviendo a darle un abrazo y a revolverle pelo que el chico enseguida se peino devolviéndolo a su lugar. Con el otro fue más parco en el saludo.

Pidieron sus bebidas y los tres se encaminaron a la mesa donde yo esperaba, me puse de pie esperando las presentaciones que llegarían en breve.

-Angel, mira, estos son dos amigos nuestros, Germán y Carlos. -German era un chico más joven que yo, o así lo aparentaba, de rostro con escasa o nula barba, llevaba el cabello con un corte moderno y con algunas mechas de rubio dorado oscuro, resaltando en el suyo que era castaño, su rostro se me hacía familiar. Vestía unas mallas negras ajustadas a las piernas y una chaqueta larga, para protegerse del frío llevaba una una larga bufanda que ahora se había soltado y le colgaba del cuello, el calzado eran unas botas estilo militar bajas.

Carlos, era muy diferente a su amigo, un muchacho que vestía en línea clásica, bastante mas alto que el otro y ropa de calidad superior toda ella.

-Germán es hermano de Marcos. -puntualizó Pablo, y entonces supe el motivo de que me resultara familiar su cara, se parecía a su hermano aunque eran muy distintos.

-Él es Ángel, amigo de Álvaro y mío y que vive en su casa, pero eso seguro que ya lo sabéis. -nos estrechamos las manos y comenzaron a hablar, algunos temas se me escapaban, pero entendía que Carlos marcharía, igual que Pablo, el Domingo para reanudar sus estudios. Estaban en la misma universidad pero sus carreras eran distintas.

Tomé un sorbo de la bebida que me había pedido Pablo, un vermut blanco dulce.

-He escuchado que cuando finalices tus estudios y vuelvas empezaréis con grandes proyectos en las haciendas. -German se dirigía a Pablo interesado, pero creo que Carlos lo estaba más al escuchar atentamente cuando Germán comenzó a preguntar.

-Así será si don Ernesto esta de acuerdo, luego, si todo va bien, y el padre de Álvaro quiere iniciar el mismo proceso seguiremos allí con él. -tenía interesados a los dos muchachos y me dediqué a mirarlos, llegué a la conclusión, por su forma de mirarse, que algo tenían entre ellos.

-Espero que te acuerdes de mi cuando eso suceda, la gente del pueblo está esperando que algo nuevo suceda y que nos de trabajo. -a Pablo se le veía importante, más de lo que yo pensaba antes.

-Nos tenemos que marchar y espero que sigamos hablando, sobre esto y otras cosas, a mis padres les interesará lo que vayáis experimentado, ellos están en la misma disyuntiva que el resto de las haciendas de la zona. -Carlos se puso el primero de pie después de que hablara, y aunque habíamos intercambiado escasas palabras, pude notar un apretón de manos diferente, más cálido, cuando se despidieron.

Habían salido a la calle y Pablo retomó la conversación para aclararme ciertas dudas que él adivinó que pasaban por mi cabeza.

-Los padres de Carlos tienen una gran hacienda más al norte, es el hermano mayor de otros dos y sus padres esperaban que se ocupara de las labores de la hacienda, pero él escogió estudiar derecho. -continuó dándome explicaciones hasta darme cuenta de que Pablo tendría trabajos de sobra para hacer cuando terminara sus estudios.

Habían pasado las dos de la tarde cuando Álvaro nos localizó por teléfono y luego se reunió con nosotros.

-Listo chicos, ahora soy todo vuestro. -nos dio un beso a los dos, se le notaba alegre y dichoso, como si al haber cumplido con su deber le otorgara cierta poderosa gracia. Salimos del bar.

-Tengo reservada habitación en el Holly de Las Lomas, dejamos allí tu coche y nos vamos a comer. ¿De acuerdo? -Pablo conocía el lugar y le respondió que él nos esperaba allí, seguí a Álvaro hasta donde tenía aparcado su coche.

-Lamento haberos hecho esperar, espero que no os hayáis cansado. -me abrió la puerta para que ocupara mi lugar.

-No te preocupes, además así he podido conocer a dos amigos vuestros. -le refería el encuentro que habíamos tenido con Carlos y Germán.

-Esta noche conocerás a alguno más, tienes que ir haciéndote tus amistades. -a unos veinte kilómetros se encontraba el lugar en el que nos esperaba Pablo, se trataba de un edificio en ladrillo rojo, moderno de dos plantas con varias edificaciones conectadas en forma de media luna, con variados servicios de tiendas y entretenimiento. Un hermoso y cuidado jardín unía por sus senderos de losas las diferentes edificaciones.

-Vamos a recoger la llave, dejar el equipaje y salimos. -lo hicimos según las instrucciones de Álvaro. Llegar hasta el restaurante de montaña, cercano a una estación de esquí anunciada con grandes carteles, nos ocupo veinte minutos más, y mi estomago comenzaba a protestar por la hora tan tardía.

El menú había sido elegido con anticipación y nos preguntaron si deseábamos tomar algo antes de comer, como teníamos reservada la mesa, y preparada, pasamos directamente al comedor.

Me sentía muy dichoso con mis dos hombres, rivalizando por ser amables y cariñosos, apartando la silla para que me sentara y otros muchos detalles que me sonrojaban a menudo, al tratarme como si yo fuera el objeto más delicado y preciado del mundo, me atrevería a decir que como si fuera una doncella indefensa bajo la protección de dos varoniles y galantes caballeros.

Después de la comida, compuesta por ensaladas y carne de corzo estofada, el postre de helado de trufa y café, nos sentamos en la terraza cerrada por cristaleras y con calefacción, para admirar las altas y blancas cumbres, algunos vehículos subían o bajaban cargados con el equipamiento de esquí.

-¿Queréis que subamos para dar una vuelta hasta la estación? Tomamos algo allí arriba para pasar el tiempo antes de volver al Holly. Álvaro pidió la cuenta y la abonó con su tarjeta antes de volver a coger el automóvil para subir hasta el comienzo de las pistas de nieve.

Estuvimos paseando y, curiosamente, hacía allí menos frío que en el pueblo, seguramente el no parar de movernos lograba que estuviéramos sin notarlo en su justa medida. En la cafetería tomamos una infusión observando, desde los grandes ventanales, el movimiento incesante de los remolques hasta que lentamente el cielo se volvía de un rosa grisáceo anunciando la puesta del sol.

-¿Qué os parece si vamos para abajo? -Álvaro me tendió la mano para ayudarme a que me levantara y me dio el abrigo ayudándome a ponérmelo.

-Ahora hará más frío, tápate bien. -el público se iba retirando, algunos dormirían en los hoteles del lugar para volver a subir a las pistas al día siguiente, y otros volvían a sus hogares después de haber disfrutado el bonito día de invierno.

No habían pasado desapercibidas, por mi, las miradas que nos observaban curiosas, imaginando no se que historias sobre los tres chicos, dos ellos, hermosos y varoniles hombres pendientes de un casi imberbe chiquillo. Me sentía tan orgulloso, tan a gusto a su lado sin nada que hacer, o que reclamara su atención que no fuéramos nosotros mismos.

Subimos a la habitación después de recoger nuestras bolsas en recepción, Álvaro había reservado una sola habitación, pero espectacularmente bella y agradable, con dos grandes camas de matrimonio unidas, los inmensos ventanales daban al jardín central, ahora iluminado, así como a la piscina sin servicio pero con el agua limpia y transparente.

Después de observarlo todo me giré hacía Álvaro que esperaba nuestra aprobación con una enorme sonrisa.

Corrí hacia él para abrazarle y él me estrechó en sus brazos.

-¡Es grandioso, gracias! -Pablo nos abrazaba a los dos sin hablar, solo dejaba que sus labios me besaran la cabeza pasando una mano por el cuello de Álvaro para acercarlo a nosotros. Sabía que todo eso era por él y se emocionaba sin poder expresarlo.

-Aún no habéis visto el baño, y tenemos piscina interior aunque no creo que dispongamos tiempo para utilizarla. -lentamente la emoción de Pablo se calmaba y sus brazos fueron perdiendo fuerza soltándonos.

-Si alguno quiere una ducha rápida antes de bajar a cenar ahora es el momento. -miré a Álvaro un poco desconcertado, no tenía ganas de volver a comer, solamente de estar al lado de los dos, desnudos en esas inmensas y mullidas camas, después de una agradable ducha de a tres.

-No tengo hambre, vamos a reventar Álvaro, es mejor que no salgamos. -me tiré sobre las camas y los dos se me quedaron mirando. Pablo me sujetó la mano y me levantó.

-Eso vendrá después, tu no tienes hambre, como siempre, pero piensa en los demás, ¿cómo voy a mantener en plena potencia y forma mi cuerpo? -Álvaro sonrió dejando escapar una suave risa.

-Tranquilo, se trata de una cena ligera, y de los excesos nos podremos librar en el baile, la noche es larga gatito. -volvieron a encerrarme entre sus brazos, ahora eran los dos cogiéndome por el talle, uno por delante y el otro a mi espalda.

Al fin bajamos sin habernos duchado, solo ojeamos el inmenso baño y nos lavamos la boca, nos perfumamos, o los perfumé, peinándolos entre juegos. Alvaro nos guiaba y pasamos a un comedor enorme con dos docenas de comensales, un camarero nos precedió, a una señal de Álvaro, hasta la puerta de un lateral del gran salón.

Era una puerta doble que abrió mostrando la mas absoluta oscuridad del interior, de repente se encendieron las luces del local y retrocedí ante la vista que se mostraba y los gritos de la gente allí presente.

-¡¡¡Sorpresa!!! -y realmente lo era, para mi y para Pablo que miraba con la boca abierta, no así Álvaro que abría la boca en una ancha sonrisa de su boca.

Reconocí a varios de los presentes que saltaban abordando al pobre Pablo entre abrazos y gritos, y los aplausos añadidos de algunos de los comensales del salón que terminábamos de atravesar.

Sería una treintena de personas entre las que se encontraban Eliseo y Marcos, también Carlos y Germán con los que estuvimos a la mañana y que hacían muecas reconociendo que sabían lo que estaba preparado para la noche.

Entre ellos también estaban seis hermosas chicas, una de ellas espectacular, que abrazaban al homenajeado Pablo, besándole con efusión que me parecía exagerada, sobre todo cuando la hermosa joven se cogió del cuello de Pablo, atrapando los labios con los suyos en un beso sin fin que no veía procedente, y me arrimé a Álvaro buscando refugio de no sabía qué.

Todos le querían abrazar con alegres palmadas en la espalda, la muchacha que hacía unos momentos besaba efusivamente a Pablo se acercó donde nos encontrábamos.

-¿No me vas a saludar? -la chica le hablaba a Álvaro con coquetería incontenida.

-Pues claro que si Irina, ya vi que no viniste a la fiesta de fin de año pero tu hermano me lo explicó. -la chica, lo mismo que hiciera con Pablo, repetía con Álvaro su prolongado beso, además de acariciarle delicadamente la mejilla con el dorso de la mano.

-Estás mejorando y cada año que pasa te vuelves más atractivo. -miré a Álvaro y vi como se sonrojaba. La muchacha continuaba mirándole, bajando la mano de la mejilla para pasársela por los labios.

Lucía una abundante dosis de maquillaje pero eso no ocultaba ni desmerecía la belleza de la chica que no era mayor que yo, seguramente algún año más joven.

De figura adolescente y feminidad desbordante, irradiaba un magnetismo que atraía las miradas de los presentes, me daba perfecta cuenta de que, de una u otra forma, los hombre la observaban comiéndosela con los ojos. Su cabello era de color bronce claro, y tenía unas preciosas esmeraldas claras como ojos, la piel sonrosada y de contextura sedosa se le apreciaba a pesar del exagerado maquillaje. Esbelta de cuerpo y de piernas, seno generoso, constituía un imán que atraería los ojos de cualquiera.

Estudiándola mientras continuaba mimosa abrazada a Álvaro, me sentía algo ridículo y rebajado ante su explosiva y exuberante belleza.

-Irina te voy a presentar a Ángel. -la muchacha me miraba llena de curiosidad.

-Me habían hablado de ti. -se me acercó y sin vergüenza me besó, pero no de la forma que lo hizo con Pablo o Álvaro, fue un beso superficial y suave, suficiente par darme cuenta del calor que infundían sus carnosos labios.

Álvaro me llevo para presentarme a otros invitados y saludé a Eliseo y a Marcos. Para la cena Irina se las ingenió para colocarle al lado de Pablo enfrente de donde nosotros nos sentábamos. Continuaba coqueteando con el chico y una de las manos oculta debajo de la mesa.

Me estaba cansando el descaro con que la chica trataba de llamar su atención, y llegué a imaginar que le tocaba por debajo de la mesa. Supongo que Álvaro se dio cuenta y no sería de extrañar ya que las manos me temblaban.

-Tranquilo, Irina no se lo comerá. -sentí como me apretaba la pierna a la vez que hablaba cercano para que nadie le oyera.

-Estoy tranquilo, ¿pero no ves como le provoca?, solo le falta abrirse de piernas delante de todos. -soltó una carcajada y algunos dejaron su conversación para mirarnos, yo le miraba enfadado.

-No gatito, Irina no es así, te gustará cuando la conozcas mejor. -la cena, verdaderamente, resultaba ligera para quien no quisiera comer, se componía de diversos platos de los que cada uno se servía lo que creía necesitar.

El resto de la cena transcurrió sin novedad, solamente que yo no perdía detalle de las risas, sin llegar a escuchar la conversación, del grupo donde Pablo e Irina se encontraban.

Algunas personas se despidieron después de la cena y ya era la madrugada.

-Ahora vamos a bailar. -era lo que menos me apetecía hacer, y menos si la chica nos acompañaba como así resultó.

-Estoy cansado Álvaro, quizá me vaya a la cama.

-¡Por favor!, solamente un rato, una hora, Pablo lo está pasando bien. -pensé que ahora se distanciarían y que Pablo se uniría a nosotros, Irina lo sacó a bailar y entonces Marcos me pidió que fuéramos a la pista, le seguí con la esperanza de poder observar las maniobras de la chica, estábamos cerca de ellos y Marcos se daba perfecta cuenta de que los miraba.

-Esta muy buena la chica, ¿verdad?

-Sí que es guapa, si te refieres a Irina.

-¿De cuál otra se iba a tratar? Se te notan los celos y no tienes que temer. A Iria no le importa Pablo, salvo los deseos sexuales que le despierte el semental, Es tu otro novio el que a Irina le interesa. -no podía creer lo que me decía Marcos, aunque analizando las miradas no sería difícil que la chica buscara poner celoso a Álvaro.

Y de repente me sentí tranquilo, como si me importara menos que fuera Álvaro en lugar de Pablo al que intentaba conquistar la bella y exquisita muchacha.

No estuvimos mucho tiempo y nos despedimos de los que estaban cercanos. Álvaro y yo comenzamos a avanzar hacia la salida mientras Pablo terminaba de decir adiós despidiendo a sus amigos.

Entramos en la habitación y Álvaro me tenía abrazado besándome el cabello.

-Has actuado muy mal Pablo, has podido llevar a nuestro nene al suicidio. -Álvaro sonreía con ironía, entonces Pablo se acercó a nosotros abrazándonos.

-No hace falta que disimules, Marcos me ha contado que la chica está loca por ti y no por Pablo. -Este me besaba la boca impidiéndome que hablara mientras Álvaro me mordía y lamía el cuello.

-En realidad creo que está loco por los dos, como cierto bebé que conocemos.

-¡Ohh Pablo! os estáis riendo de mi. -Álvaro comenzó a desabotonarme la camisa, y sin poderme contener empecé a tocar a Palo por encima de los pantalones notando lo excitado que estaba al sentir la dureza y tamaño de su hermosa verga.

Álvaro metió las manos por la cintura de mi pantalón retirándome la camisa, y luego hasta llegar al slip, abrí las piernas y metió las manos entre mis nalgas tocándome con suavidad el ano mientras me besaba locamente con Pablo.

Retiró las manos para empezar a pasarlas por mi pecho, acariciando mis tetillas y jugando con los pezoncitos que se me pusieron erectos. Se agachó y metió uno en su boca lamiéndolo.

-Me gustan tus tetitas. -Resultó un murmullo de sus labios sobre la piel que hizo que me estremeciera. Lo chupaba y a veces lo mordía retorciéndolo en sus labios.

Pablo lo imitó y comenzaron a darme placer, cada uno ocupándose de un pecho, saboreaban la piel haciendo ruido con la saliva y la lengua, me excitaban a alto nivel y mi polla estaba dura y goteando precum, a la vez mi culito se contraía cerrándose y abriéndose, sintiendo un fuerte calor en la entrada del culo y en el recto. Cada roce de sus labios y cada chupón que me daban me encendía. El calor infernal que abrasaba mi culo y surgía de mi ser, hacía que me estremeciera de placer.

También quería, desea tocar, y comer y notar aquellas dos pollas que ahora tenía para mi, pero no podía moverme, permanecía inmóvil por la excitación, disfrutando del momento en que me comían mis dos hombres, mis dos machos viriles y generosos en sus caricias.

Tenía a mis dos hombres entregados, cada uno ocupándose de morder un de mis pezones, palpándome las nalgas y, a veces con atrevimiento, enterrando las manos en la raja para llegar a la entrada del caliente agujero.

Pablo me apartó el slip hacia un lado, y me abrió las nalgas pasando el canto de la mano por toda la raya apretando en la entrada del ano hasta llegar con la punta de los dedos, se los ensalivó y comenzó a penetrarme el culito con ellos. Enterró un dedo hasta el fondo haciéndome gemir, y sentir el chorro de flujos que me salía a montones de la verga.

Resultaban deliciosos sus toques, eran cuatro manos palpando cada centímetro de piel y tan grande el placer que temblaba como si me estuviera corriendo.

En ese momento Álvaro se levantó.

-Es mejor que vayamos a la cama. Estaremos más cómodos. -seguimos de pie al borde la cama y me coloqué entre los dos mientras se desnudaban para volver a abrazarse a mi cuerpo. Pablo terminó de sacarme el pantalón y slip y ahora abrazados sentía la verga de Pablo en mi culo y la de Álvaro a la altura de mi pubis, durísimas las dos y húmedas.

Los dos se movían sensualmente rozándome con sus pollas, en un baile erótico lleno de sensualidad y sin brusquedades, con parsimonia, muy erótico todo.

Me arrodillé sobre la cama, con los dos chicos a mi frente, dispuesto y con la intención de comerme aquellas preciosas pollas erectas y duras, calientes y tiernas, mientras me comía una masturbaba la otra, las intercambiaba para saborear los diferentes sabores de las vergas que me volvían loco.

Cuando se las chupaba los escuchaba gemir demostrando lo que mi boca, mis labios y legua les hacía gozar, cuando no podía más le pedí a Álvaro que se colocara arrodillado para seguírsela mamando mientras Pablo me enculaba por atrás.

Tenía las palmas de las manos sobre la cama, la verga de Álvaro en la boca y a Pablo que me lamía el ano sin descanso ni tregua, haciendo me me balanceara comiéndole la polla más y mas, deseando gemir y dejar que la satisfacción se reflejara en mis gemidos y gritos, pero la verga de Álvaro evitaba que lo hiciera.

Cuando Pablo empezó a penetrarme me detuve un momento de mamar, deseando gozar el momento en que el pene me atravesara y rompiera la barrera que mi ano le oponía para que me poseyera.

Gemí sin voz al notarle entrar en mi cuerpo, sin detenerse, con fuerza, con algo de dolor y mucho, mucho placer. Se sujetaba a mis caderas entrando profundamente en mi vientre, haciendo que por el empuje, cuando me barrenaba, la polla de Álvaro entrara entera, completamente en mi boca.

Los tres estábamos en un momento de pasional placer que manteníamos sin prisas, gozando el delicioso momento, yo era el que más disfrutaba sin duda aunque no pudiera hacerlo notar, con mis dos agujeros ocupados por las dulces y maravillas vergas de mis machos.

Pablo dejó de follarme un momento, sin retirarme la polla del cuerpo, luego si que me la sacó para arrodillarse en la cama, elevarme las piernas y comenzar a comerme el culo metiéndome la lengua. Me gustaba un montón y ahora si que empecé a gemir como mi me mataran.

Hacía ruido con la lengua y la boca, degustando el sabor acre de mi ano, metiendo la lengua hasta el fondo, haciendo tapón con los labios, se los lamía para volver a perforarme llevándome a la locura, hasta que mis dos hombres se cambiaron y volvimos a la antigua posición, ahora era el turno de que chupara la verga de Pablo mientras Álvaro jugaba con mi ano y comenzaba a penetrarme.

Era el placer absoluto, y resultaba imposible aguantar el tremendo garrote de carne de Pablo que me lo quería meter hasta el fondo ahogándome, jugaba con los testículos duros pesados, llenos del semen que fabricaba en ellos, así podía gemir como me apetecía, y gritar cuando las estocadas de mi amante llegaban a los más profundo de mi ser.

La follada de Álvaro se iba incrementando hasta el punto que pensé que se iba a correr, pero volvieron a cambiarse, otra vez la inmensa verga de Pablo me llenaba el culo y la de mi otro amante volvía a llenarme del placer de sentir el sabor de mi culo en ella. Pablo comenzó a moverse muy rápido follándome el culo, penetrando de forma brutal y desesperado, muy cerca de empezar a eyacularme la leche.

Sentía el momento, muy próximo que los tres llegaríamos al placer de la eyaculación casi al mismo tiempo, yo lo iba a lograr sin tocarme, solamente sintiendo el golpear del ariete de carne en el fondo de mi vientre y notando como sus vergas se endurecían, crecían desaforadamente, llenándome por detrás y por delante, los gemidos constantes y roncos y el jadear confuso se escuchaba llenando la habitación del hotel.

El primero fue Pablo aferrado con fuerza a mi cintura llevándome hacía él, el segundo fui yo al sentir los chorros de cálido semen que derramaba en mis entrañas y chillé lleno de lujuria eyaculando con fuerza sobre las piernas de Álvaro, y luego él que me enterró la verga en la garganta dejándose vaciar los testículos en mi boca.

Gritábamos los tres dejándonos arrastrar por el tremendo placer de tan brutal corrida. El orgasmo resulto monumental y terminamos como un grupo escultórico pleno de sensualidad. Mi cabeza oculta en la entrepierna de Álvaro, y Pablo posándose sobre mi espalda besándola con devoción con la verga aun palpitando terminándose de vaciarse en mi culo.

Seguirá…

(9,40)