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Macho por fuera, zorra por dentro 9 (La ducha)

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De vuelta en mi pueblo de toda la vida, con mi novia y viviendo en casa de mi familia, el sexo se había vuelto algo complicado y difícil, y más aún si buscaba un buen rabo que meterme...

Tuve que jugar más de lo que me habría gustado con mi consolador, que escondía entre la ropa de debajo de mi cama...

En verano mis padres se marcharon de vacaciones y mi novia y yo estábamos a tope con el trabajo, cada uno con el suyo.

Aquel día necesitaba que alguien me trajera unas medicinas a casa, pues no me daba tiempo nada más que a comer y ducharme, antes de salir para otra jornada de trabajo, así que probé a llamar a mi mejor amigo, aquel con el que tenía mis mejores fantasías sexuales, Jesús, pero resultó estar ocupado... El siguiente en la lista, para ver si me podía hacer el favor de traerme las medicinas era Juan... Sí, Juan, la cosa estaba un poco tensa últimamente, por eso de que ya tenía "pareja" (una cosa complicada) y no quería seguir siendo mi follamigo, tan sólo mi amigo... Así que como era mi amigo al fin y al cabo, le pregunté si me podría hacer el favor... Parece que le pillé de buen humor, pues quedó en llevarme a casa las medicinas después de comer.

Estaba recogiendo los platos de la comida cuando Juan llamó al portero del piso, le abrí la puerta y le invité a pasar al salón. Tras un rato de charla, le ofrecí un refresco y le dije que tenía que pasar a la ducha o llegaría tarde al curro, hice un intento para ver si colaba: "si quieres te puedes duchar conmigo, hace mucho calor". Y la verdad es que lo hacía, de hecho, en la charla previa no paraba de quejarse de ello... No dijo nada, cosa que ya me esperaba, hacía mucho que no le convencía ni siquiera para que me dejara mamar su polla... Le pregunté si esperaría a que saliera de la ducha o si se iba a ir antes, a lo que contestó que no tenía nada que hacer y me esperaría.

Me dirigía a la ducha, caliente por su presencia, pero asumiendo que no iba a pasar nada, aquellos días de folladas a escondidas en los parques, o de jueguecitos con la playstation de por medio quedaban lejos... ¿O no?

Estaba en el baño quitándome la ropa con la puerta abierta, con lo que Juan me veía perfectamente desde el salón... Justo cuando me giré, ya comletamente desnudo para meterme en la ducha, Juan dijo algo desde el salón, levantándose: "¡eres un cabron!"

Desde la ducha vi como se dirigía hacia mí, mientras se iba desvistiendo por el pasillo... Ese pelo negro, de punta, aquelos pectorales y ese atisbo de abdominales, su barbita de 3 días y el resto del cuerpo bien depiladito, su cara de enfadado consigo mismo por lo que estaba a punto de hacer... Me puso a mil... Aún no podía creer lo que estaba pasando!! El hombre de hielo se estaba quitando la última prenda que cubría su hermoso cuerpo, su polla de unos 20 centímetros empezó a asomar ya erecta desde sus calzoncillos de diseño que cayeron al suelo...

Le abrí la puerta de la ducha, ya cubierto de jabón y empecé a acariciarle directamente la polla. "Eres un cabrón, me has puesto cachondo y ahora no puedo decir que no..." decía una y otra vez.

Era mío, todo mío. Durante unos minutos podría hacer con él todo lo que quisiera o podría hacer que me hiciera todo lo que quisiera y la cara se me iluminó cuando me hizo aquella pregunta: "¿me haces un beso negro?". Sabía que le encantaban los besos negros y sabía que estaría dispuesto a hacer lo que yo quisiera con tal de que lamiera su ano depiladito. "Estoy dispuesto a hacerte ese beso negro con una condición, después me follarás mi culo sin rechistar" le dije yo, temiendo que lo más que me dejara hacer fuera una mamada.

Ante esta propuesta solo pudo decir que sí, así que le giré mientras mojaba su delicioso cuerpo con la alcachofa de la ducha bajando por su espalda hasta su culito respingón. Apliqué jabón sobre mis dedos y fui dilatandoselo poco a poco. Juan gemía de placer y me rogaba que se lo lamiera... Empecé lamiendo lo que más me apetecía lamerle desde hacía mucho tiempo: su polla dura bajo el agua de la ducha. Siempre que estaba cachondo le salía un poquito de líquido preseminal delicioso que invitaba a seguir chupando y convertía aquellas mamadas en una adicción incorregible... Aclaré con el agua el jabón que había dejado en su culito ya algo dilatado, para pasar poco a poco mi lengua por él una y otra vez. Su piel se erizaba y sus gemidos eran cada vez más fuertes. Me fijé en que se estaba masturbando y paré de inmediato, pues sabía que estaba a punto de correrse y con la líbido baja seguro que su actitud cambiaría y me quedaría sin mi ansiado polvo. Me incorporé pidiendo que cumpliera su parte del trato. Aunque algo reacio se untó sus dedos con jabón y empezó a frotar mi culo mientras yo hacía lo propio con su poya para que entrara sin oposición. Poco después me sentí completamente dilatado para que me penetrara sin problema, así que me puse de espaldas a él, ofreciéndole mi culito abierto. No tardó en meterme la punta de su polla, ya se me había olvidado lo grande que era, le costó un poquito entrar y me dolía, pero el deso podía más... pensé en que me la estaba metiendo a pelo y una sonrisa se dibujó en mi cara... No sabía si él, con la excitación se había olvidado del preservativo o si realmente también quería follarme sin nada de por medio... Había confianza y la mejor sensación que he tenido nunca en un polvo fue cuando se me corrió dentro con el preservativo roto, así que quería repetirlo y esta vez sin preservativo roto de por medio!!

Juan empezó a embestirme agarrándome por mi cintura con una mano y con la otra jugando con mis huevos y mi polla.

Estaba cumpliendo una fantasía que rondaba mi mente hacía mucho tiempo. Su polla entraba ya sin oposición una y otra vez en mi culo, sentía sus huevos chocando contra los míos. Con las embestidas me tenía ya apretado casi del todo contra la pared de la ducha. Para no querer follarme en tanto tiempo, parecía que tenía bastantes ganas...

Empezó a masturbar mi polla, cogiéndola con las dos manos a la vez, yo con las mías intentaba acariciar su culo y presionarlo contra mí, la quería toda completamente dentro de mi culo, en ese momento habría hecho cualquier guarrería, porque nunca en mi vida había estado tan tremendamente cachondo. Noté que la velocidad del polvo aumentaba y preveía la corrida de Juan cercana, tan sólo de pensarlo mi polla parecía que iba a estallar entre las dos manos de mi amigo que gemía de placer embistiéndome ya bestialmente. De repente noté aquella sensación de la otra vez... Juan se había corrido en mi culito, su polla entraba cálida y suave, cada vez más despacio y saber que tenía su lefa dentro de mí me hizo estallar en mil chorros, con su polla aun dentro, salpicando toda la pared de la ducha...

Seguimos enganchados por un par de minutos bajo el agua templada de la ducha hasta que Juan me la sacó de repente enfadado: "¡cabrón!, nos hemos olvidado del condón, te has aprovechado de que se me ha olvidado ¿verdad?". Sin decir nada me agaché y lamí los restos de semen que quedaban en su abdomen y su polla, aún algo tiesa. Se quedó mudo y sorprendido por mi reacción, salió de la ducha sin decir nada, se vistió y tras despedirse de mí deseándome buena suerte para el curro de ese día, oí como cerraba la puerta del piso cuando se fue.

Quedé extasiado, sonriente y bañado en semen, el jugoso semen de mi querido follamigo que había vuelto a caer en mis redes... Quizá aún había esperanzas de volver a follar con él.

Mientras limpiaba su lefa de mi culo, dejó de parecerme tan duro y tajante con su decisión de no follar más conmigo...

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