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El crucero

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Capítulo I

Decidimos estas vacaciones con mi esposa Adriana y mis hijos tomar un crucero por el caribe. A nuestra idea se acopló Silvia, la hermana de mi esposa.

Llegamos al crucero y nos instalamos.

Desde la primera noche tuve sexo con mi esposa, a pesar de comenzar las noches cansada, sin ganas, yo insistía y luego de tocarla y chuparla conseguía mi cometido. A la tarde del quinto día, mi esposa me comenta que su hermana estaba muy necesitada de sexo y que no le molestaría que yo pase la noche con ella, que sabía que me gustaba su hermana y como siempre andaba al palo y ella estaba cansada podía tener una noche mas tranquila.

Silvia tiene un cuerpo delgado, huesudo, buenas piernas un tanto delgadas, tetas pequeñas, un culo no muy redondo, pero bastante paradito, tiene piel oscura, ojos verdes y una gran boca carnosa.

Adriana, mi esposa tiene ojos azules, buenas tetas, piernas bien torneadas, de tez blanca, un culo bien parado y carnoso y una boca tambien grande y roja.

Las dos me tienen muy caliente y mi mayor fantasía es tenerlas juntas en la cama

Me sorprendió el comentario de mi esposa, pero trancé.

Entré en el cuarto de Silvia, estaba con ropa interior blanca, que resaltaba su piel tostada. Ni bien entré al cuarto y la vi, no pude disimular una erección que levantó mi boxer.

-Bueno, bueno. Adriana me dijo que siempre estas caliente, y veo que tenía razón.

Sin contestarle, la tomé de la cintura y le dí un beso en la boca, esa boca con la que tantas veces soñé.

Luego de eso, me dirigí directo a su concha, y luego de correrle la tanga hacia un costado se la comí por completo con mi boca. Ya estaba un poco mojada, pero con mis labios apretando su clítoris, se mojó aún mas.

Silvia lanzó un suspiro, me miró a los ojos y me dijo:

-Cogeme, por favor cogeme ya.

Saqué mi pija por el agujero del boxer y ahí no mas se la puse de un empujón.

-Ayyy, si, metémela, que pija dura tenes.

-Vos me la pones asi de dura, por la calentura que tengo con vos.

-Ayyyy, siiiii, dame, damela, damela.

-Estas toda transpiradita, como me calienta que estes mojada

-Vos me haces transpirar, como me calentas.

-Ayyyyy, siiiiiii, ya estoy, ya estoy dijo

-Siiiii, siiiii, yo tambien, no puedo mas dije

Y asi, acabamos juntos.

Nos quedamos un rato sintiendo nuestras respiraciones agitadas, me dio un beso en la boca y me dijo, anda a dormir con Adriana, yo ya tuve lo que necesitaba.

Me levanté, me fui a mi cuarto, Adriana ya estaba durmiendo.

Capítulo II

Al otro día llegue al desayuno un poco mas tarde que ellas dos. Cuando me vieron comenzaron a reirse.

-Que pasa, dije

-Nada, Silvia me estaba contando que la pasaron bien.

-Si, muy bien, agregó.

-Bueno, esta noche me toca a mi, dijo Adriana, ayer descansé bien, esta noche te voy a dar la colita.

Con este comentario, yo estaba al palo otra vez.

-La colita?, dice Silvia, no estarás hablando en serio!

-Si, dice Adriana, cada tanto me encanta que me coja por la cola.

-Pero eso duele mucho, insistió Silvia. Yo lo intenté en 2 oportunidades, y no pude avanzar porque me dolía terriblemente.

-Ah mi marido es un maestro haciéndote la cola, no te hace doler nada, te puedo asegurar que lo disfrutas una barbaridad.

-Es cierto, si uno realiza una buena lubricación y tiene paciencia para dilatar el ano, no debería doler.

-No les creo, dijo Silvia.

-Es cierto, dijo Adriana, mirá últimamente le estoy pidiendo que me dilate un poco menos, porque le encontré el gustito a que me duela un poco, me calienta mucho saber que me va a doler.

-Estas loca, dijo Siliva

A esta altura de la conversación mi huevos estaban por estallar de la leche.

-Bueno, Silvia, me ofrezco a demostrarte que el sexo anal no solo no duele, sino que vas a gozar como nunca.

Silvia se quedó callada, como no creyendo lo que le decía.

-Dale, animate, dijo Adriana, si querés yo estoy presente en el momento para darte mas confianza.

-Asi, puede ser que acepte, dijo Silvia, finalmente, pero dejamelo pensar un poco mas.

Yo no podía creer la conversación, finalmente las tendría a las dos juntas en la cama.

Luego del almuerzo, Silvia confirmó que estaba interesada en probar esa misma noche el sexo anal.

-Bueno, dije yo, entonces acompáñenme al sex-shop del barco para comprar lubricante.

Y ahí fuimos los tres.

Entramos y mientras yo compraba el lubricante Adriana y Silvia recorrieron el local. Vi como Silvia se quedó como hipnotizada delante de un traje de cuero negro, con un pene postizo que se ataba a la cintura y entre las piernas. El pene era realmente enorme, de latex negro, muy largo y muy grueso.

-No es como para debutar con eso en el culo, no?, le dije a Silvia

Ella sonrió y me dijo, que lo que estaba pensando es que le encantaría tener aunque sea por un día un pene como ese.

-Y bueno, alquilate el traje, le dije

-Noooo, me dijo sonrojada.

El paseo por el sex-shop me puso a mil. Me di cuenta que estaban con ganas que llegase la noche, entonces pensé que era el momento de exigir algo mas.

Adriana, ya sabía que mi sueño era que compartamos la cama con otra mujer, pero ella nunca había accedido.

-Bueno, tengo algo que decirles, comencé. Si quieren que hoy practiquemos sexo anal, yo les voy a pedir que se den unos besitos y unas chupaditas entre ustedes.

-Estas loco, dijo Adriana de inmediato

-Bueno, entonces me voy a dormir al cuarto de los chicos.

-No seas hijo de puta, dijo Adriana, ya quedamos con Silvia que la ibas a coger por detrás.

-Si, pero yo quiero eso a cambio

Silvia la miró a Adriana, y le dijo:

-Dale, Adriana, no es mucho lo que pide, nos damos unos besos y unas chupaditas y lo dejamos contento.

-Bueno, esta bien, pero sos un aprovechador, dijo Adriana

Capítulo III

Llegó Silvia a nuestro cuarto y les pedí que se besaran en la boca. Que caliente me puso ver esas dos bocas carnosas fundidas en una. El contraste de la piel blanca de una y la otra tostada, también eran increíbles.

Le bajé la bombacha a Silvia, la puse de costado, yo me coloqué detrás para comenzar a lubricar su culito, le pedí a Adriana que se la chupara para calentarla. Parece que le gustó porque se metió toda la concha dentro de su boca. Silvia comenzó a gemir y Adriana no paraba de comérsela.

Le pasé gel por el agujerito, luego le metí un dedo, giraba el dedo en círculos para dilatarla, Silvia se retorcía de placer entre el masaje que yo le hacía y los lenguetazos que le pasaba Adriana.

Finalmente pude introducir 3 dedos bien lubricados en su culito, y ya estaba lista para ser penetrada.

Levanté su pierna derecha, coloqué la punta de mi pene en el agujero, y comencé a presionar suavemente.

Cuando la cabeza de mi pene estaba entrando, Silvia hizo una pequeña mueca de dolor, por lo tanto me retiré.

-Duele?, le dije

-Un poco, pero creo que lo puedo soportar, dijo en un suspiro

-No es necesario que aguantes, te voy a dilatar mas, conteste.

-No, por favor, metémela asi, que no aguanto mas.

-Adriana con su lengua me va a hacer acabar.

Consideré su pedido como una orden, levanté un poco mas su pierna derecha, apoyé la cabeza de mi pene en su culito, y de un solo golpe la ensarté.

-Ayyy, grito Silvia, Ayyy dios, esta toda adentro.

La agarré de las caderas y la apreté mas contra mi.

-Te duele?, le pregunté

-Si, me duele

-Te la saco?

-No dejala que ya se me pasa, puedo aguantar.

-Que culito calentito que tenés, me gusta metertela, dije

-Ayyy, dios mio, movete, cogeme, chupame Adriana, chupame

-Ayyy que caliente me ponen los dos, no puedo mas

-Ayyy, siiiiii, siiiii, ahhhhhh, ahhhh, gimió Silvia

-Ayyy, siiiii, ya estoy, Silvia, ya estoy, grite yo.

Acabamos los dos juntos.

-Como lo disfruté dijo Silvia, dolio un poco, pero porque yo quise, es que la chupada de Adriana, no me permitía aguantar mas.

Nos quedamos tirados en la cama un rato.

-Estuvo bueno, dijo Adriana, ahora quiero que me cojas por el orto bien cojida.

Estas palabras me pusieron al palo nuevamente

-Vení, ponete de costado que te voy a lubricar, dije

Comencé colocando gel en la puerta de su culito. Rápidamente pude meter un dedo, Adriana ya estaba mas acostumbrada a la dilatación.

-Basta, dijo Adriana, no me dilates mas, metémela ahora.

-Pero mi amor va a dolerte, dije

-No importa quiero que me rompas bien el culo, quiero que me lo dejes como una flor.

-Estas segura?

-Si, y si me quejo, no aflojes, metémelo con todo igual. Silvia, agarrame las manos bien fuerte, asi no me puedo zafar.

Estaba un tanto sorprendido por el pedido, pero a decir verdad me gustaba ver como sufrían las mujeres cuando les rompia el culo, así que puse manos a la obra.

Me posicioné en la entrada de su culo, le empujé la punta y luego hasta el final.

-Ayyyy, gritó Adriana, ayyy, me dueleeeee, ayyyy, me dueleeeee.

La agarré bien fuerte de las caderas para que no se zafe, Silvia le apretó las manos para inmovilizarla.

-Ayyyy, mi amor, por favor, sacalaaaa, sacalaaaaa

-Ni loco, le dije, te la voy a meter hasta la huevos, putaaaaaa

-Te voy a romper el orto bien roto, como buena yegua que sos.

-Ahhhh, ahhhh, nooooo, noooo, ahhhhh, gritaba Adriana

Silvia y yo nos miramos, la apreté fuerte contra mi, ella le sostenía las manos y poco a poco se fue relajando.

-Ahhhh, ahhhh, ya esta pasando, ya esta pasando, movete mi amor, cogeme, cogeme, comenzó a balbucear Adriana. Chupame Silvia, chupame

-Como me gusta que grites, mi amor, me calienta mucho que sufras putita.

Comence a bombearla de costado, con fuerza, y Silvia entre sus piernas chupándosela, hasta que no pudimos mas.

-Ahhh, ahhhhh, ahhhhh, siiiii, siiiiii, el orgasmo de Adriana.

-Ahhh, siiiiii, ya estoy, ya estoy, mi orgasmo.

Así nos quedamos los tres dormidos.

Capítulo IV

Las chicas desayunaron juntas, yo me levanté mas tarde. Estuvieron hablando toda la mañana y dando vueltas por el barco.

Durante el almuerzo comentaron lo bien que había estado, pero que había sido un poco violento.

Yo les aclaré que pudo haber sido mas suave, pero que ellas forzaron que fuera así.

Adriana me miró con picardía y me dijo:

-No te hagas el tonto, a vos te gustó vernos sufrir, tenes instinto sádico.

-Habría que ver que tal resulta si prueba de su propia medicina, agregó Silvia con una sonrisa.

Ambas rieron, pero yo no entendí el mensaje.

Cerca de la noche, Adriana me dijo que me preparara para repetir lo de anoche, que iba a ser un poco distinto, pero que lo ibamos a pasar genial.

A la noche, Adriana me pidió que me vendara los ojos, ya que pasaríamos en el cuarto de Silvia, y que había una gran sorpresa.

Así fue que entré al cuarto con los ojos vendados. Adriana me beso en la boca, mientras Silvia me chupaba el pene, estaba en éxtasis con esas maravillosas bocas atendiéndome.

Adriana me llevó hacia ella, se tiró en la cama y yo quedé sobre ella. En eso siento dos manos que llevan las mias hacia arriba y 2 esposas que se cierran sobre mis muñecas, Adriana sale de abajo mio, me toman de los tobillos y 2 esposas mas me atrapan.

Quede boca abajo atado de pies y manos, totalmente desnudo.

En eso escucho la vos de Silvia que dice:

-Ahora vas a probar de tu propia medicina.

Adriana me saca la venda de los ojos, y veo a Silvia con el traje negro de cuero, con el enorme pene atado de su cintura y piernas.

-Gracias cuñado por la idea de alquilar el traje, me encanta tener este pito, y con él te voy a romper bien el culo.

-No, no sean boludas, como chiste está bien, ahora desátenme

-Ni locas, dijo Adriana, ahora voy a disfrutar verte rogar que Silvia te saque su pija del culo.

-Y cuanto mas pidas que te la saque, mas adentro te la voy a poner, cuñado.

No podía creer lo que estaba sucediendo, no sabía que hacer. En el fondo pensé que se trataba de una broma, y que pronto me iban a desatar.

Silvia se acercó a mi culo y comenzó a lubricarlo con gel, hasta donde pensaban llegar?

Luego de lubricado, metió un dedo hasta el fondo, me dolió un poco, pero también me gustó.

Cuando Silvia se disponía a poner el otro dedo, Adriana le dice:

-Basta, hermanita, con un solo dedo esta bien.

-Adriana, no me esta causando ninguna gracia lo que estas diciendo, dije

-Callate, sorete, no tenes derecho a hablar, contestó Adriana,

Y me aplicó un fuerte golpe con una especie de machete

-Adriana, pelotuda, eso duele, dije

-Si, cuñadito, pero mas te va a doler cuando te meta mi pija hasta la garganta, terció Silvia.

En eso veo que Silvia se para detrás mio y me dice:

-Ponete en 4 si no queres que te sigamos dando machetazos

Obedecí al instante, pensé que era mejor no cotrariarlas, entonces Silvia se colocó detrás de mi y apoyó la punta de su pene en el agujero. Comenzó a empujar, pero no conseguía avanzar.

-Me parece hermanita que vamos a tener que lubricarlo un poco mas, dijo Silvia

-Bueno, tengamos un poco de piedad de el, dijo Adriana.

Se acercó Adriana, y metió 2 dedos en mi ano totalmente lubricados, me gustó la sensación, pero intuí que luego vendría lo peor.

Se acercó luego Silvia por detrás y acercó nuevamente su pene a mi agujero, comenzó a presionar y pudo penetrar con éxito la cabeza.

Fue terrible el dolor que sentí cuando ingresó, cerré los ojos y me mordí la boca. En ese momento comprendí que seguirían adelante y que lo mejor era no resistir. Levanté un poco mis caderas e hice fuerza hacia fuera como si estuviera por ir de cuerpo, eso hizo que el pene de Silvia comenzara deslizarse dentro mio.

-Bien, putita, como aprendiste, bien, decía Silvia.

Al ver que se deslizaba con poca dificultad, me agarró de las caderas y me empujó hacia atráz.

-Ahhh, grité, ahhhh, dios mio, ahhhh

-Te duele, putita, dijo Adriana

-Sufrí, putita, sufrí, decía Silvia

-Por favor, Silvia, sacámela que me duele, es muy grande, por favor, sacámela

-Ayyyy, Como me aprieta el clítoris cuando te la ensarto, como me gusta empujarte, cuñado.

Me dí cuenta que mis súplicas no tenian sentido, entonces decidí que no quería darles el gusto que me vieran sufrir, por lo tanto las comencé a desafiar.

-Vení putaaaa, ponemela mas, ponemela bien adentro, que todavía no la siento.

En eso Silvia da la estocada final. Sentí como todo ese monstruo ingresaba por mi canal. La sentí hasta la garganta, pero decidí seguir con mi plan.

-ahhhh, si, putita, metemela toda, que me gusta, metemela que me vas a hacer acabar, dije

- Dámela, démela mas, hija de puta, dámela más

Estas palabras me calentaron a mi mismo, y comencé a sentir un enorme placer, mientras que el dolor se iba diluyendo.

-ahhhh, si, Silvia, me gusta tu pija, Adriana chupámela que voy a acabar.

En eso Adriana se mete bajo de mi y comienza a hacerme una mamada monumental, mientras veo que con una mano se toca la concha.

-ayyy siiii, ayyyy si que caliente que estoy, voy a acabar, no puedo mas, dice Silvia

-Siii, cogeme mas, cogeme mas, cogeme mas digo yo

Los tres acabamos juntos en un orgasmo increíble.

Luego que Silvia me sacara su enorme instrumento, vi que de la boca de Adriana chorreaba leche, y así casi extenuados nos dormimos hasta el día siguiente.

(8,50)