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La prima terminó preñada
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Tiempo de lectura: 10 minutos

La venganza dicen que es un plato que se come frío, yo y mi padrino lo comimos caliente. Mientras el primo dormía la mona cogimos a la esposa, súper caliente, estaba en sus días fértiles, se dejó llenar de semen de ambos, ahora está embarazada, nunca sabremos quién fue el que la preñó.

Con el primo Javier y mi padrino habíamos conformado una sociedad que funcionó bien hasta que, éste comete el pecado de levantarse a la pareja joven del padrino, no le bastó con eso sino que también descubrió irregularidades en la administración. Los hechos llevaron a que no solo se deshaga la sociedad comercial, sino afectado gravemente el vínculo familiar.

Esta situación nos distanció mal por varios años, hasta que la fiesta en honor de los abuelos para festejarle sus bodas de oro, nos convocó en la casona familiar.

No podíamos faltarle a los abuelos, tampoco Xavier, que para la ocasión venía luciéndose con la pulposa y Irma, que algunos llamaban “la dulce” en obvia analogía con la película, lo cierto que este engreído y arrogante había conseguido ganarse a esta mujer, prima a la que siempre le tuve tantas ganas, pero por doblarla en edad nunca me animé, y ahora este cabrón consiguió comerse al dulce caramelito.

Conforme a la manera exagerada de actuar del arrogante primo, su pareja era parte del brillo personal. Irma se había venido “producida” para la ocasión, luciendo llamativo vestido rojo, sin sostén y un escote de esos que mirarla implica el riesgo de sufrir vértigo buscando las sugerentes formas de sus pechos, subida en brillantes zapatos rojos de tacón súper alto. Se había convertido en el objetivo de los lobos asistentes.

La reunión transcurría a distancia pero sin problemas, hasta que luego de varios brindis, el padrino Daniel tuvo la idea de acercarse a la mesa del primo con la intención de acercar las distancias, hablaron y bebieron buena parte de la noche, ya casi al finalizar, se dieron por allanados los problemas.

Xavier nos propuso terminar la reunión familiar con un brindis en su casa y dar por terminadas las diferencias. Como estaba algo pasado de copas, Irma tomó las llaves para conducir el auto, ayudé a subirlo y me fui con ellos, el padrino se nos uniría algo más tarde.

Cuando llegamos, Xavier estaba tan ebrio que necesitó que lo llevara dentro de la casa, la esposa del otro lado, lo dejé despatarrado en el sofá, tan pronto apoyó la cabeza quedó profundamente dormido. La esposa, inclinada sobre él para sacarle los zapatos ofrecía el imperdible espectáculo de sus tetas bailando dentro de los trozos de tela que hacían de vestido.

Me sorprendió perdido en el abismo de sus mamas, sonríe por el halago de glorificar su belleza, la bebida fue justificativo, pedir que preparara un café, la excusa. – Me prepararías un café para que no me suceda lo mismo que a… tu marido, mientras esperamos al padrino?

La botella del Chivas invita a servir dos vasos, buscar los cubos de hielo me ponen frente al magnífico trasero de Irene, moviéndose mientras prepara la infusión. Desde atrás, rozando sus nalgas le acerco su vaso, el improvisado chin chin me llevó a caminar por la cornisa de la tentación.

Brindis y confidencia van de la mano, de recordar el “afaire” con la pareja del padrino, a confesar que esa noche que era el momento propicio para fecundarla, estaba al tope de sus días fértiles, se había “producido” para él, pero… lo “pescó” en flagrante manoseo de una de sus primas. – Ahora todo se fue al carajo… De la ternura de la ofrenda al encono, sin escalas.

En ese mismo instante surgió el aprovechamiento integral de las circunstancias. Se dice que “la venganza es un plato que se come frío”, ambos buscamos lo mismo, ella por la infidelidad, yo aprovecharme de vengar al padrino y disfrutar la calentura con este tremendo hembrón, la posibilidad de embarazarla sería la frutilla del postre.

– Cuerno por cuerno… -esboza una sonrisa mientras menea las caderas. – Ja! Estaría… no?

La frase retórica lleva implícito el mensaje esperanzador de una noche de sexo, la adulación seduce y suaviza su carácter, de ser dos desconocidos un par de horas antes a compartir situaciones picantes.

– Se me ocurren los deseos más obscenos

– Epa!, cómo estamos hoy…

– Es que así vestida, rompes todos los esquemas.

– Y vos querés romper… bueno basta!, esto no está bien. Mi marido está…

– Sí, dormido y con el pecado de haberte corneado…

– Basta! Soy una mujer casada.

– Pero mucho más joven

– Para vos también soy igual de joven

– Pero yo no tengo pareja y tengo muchas ganas

– El señor está como un potro

– Y vos como potrilla salvaje.

– Basta! Soy una mujer casada y el…

– Y él… está bien dormido.

La plática se interrumpe en pleno intento de seducción, el padrino Daniel, avisa que venía algo demorado, que lo espere para volvernos juntos.

– Era el padrino, lo espero para volvernos juntos, como tu marido está tan dormido… Bueno Alicia, tomaré el café y me voy. Cuídate mucho.

Estaba jugando una carta brava, al filo del deseo y la provocación. Me acerqué más de lo prudente, pero el estado justifica todo y más, la tomé por la cintura para darle un beso, en la boca, por instinto reflejo me rechazó, tomada fuerte, la retengo. Sin saber cómo ni porqué respondió el beso, abriendo un poco mi boca y sacando mi lengua, segundos alucinantes, fuego y deseo. Volvió a la defensiva, intenta zafar.

– Suéltame, estoy casada. Qué te pasa, tarado!

Con mi mejor sonrisa, sabiendo que faltó un nada para tenerla entregada. – Perdona primita pero desde que te conocí moría por hacerlo, me parece que tampoco te soy indiferente. – Engreído como todos.

Estalló el enojo, que no me parecía tan real. – Estás loco y caliente, lo mejor será que te vayas de mi casa, puedo despertar a tu primo y verás lo que te pasa.

– Ja! No creo que despierte hasta mañana, tiene una “mamua” padre, se tomó hasta el agua de los floreros.

– Te crees que eso me impedirá echarte de mi casa?

Sin darle tiempo, tomé por la cintura y besarla, cuerpo a cuerpo, asida de las muñecas, arrinconada contra la heladera, se debate y resiste, domino por la fuerza, vocifera: – Déjame, por favor suéltame, me haces daño. Voy a gritar más fuerte!

Mientras grita y refunfuña, comencé a besarla, pasar la lengua por el cuello. La situación varía del despecho inicial a fiel esposa, terminar por ceder a la calentura del momento.

Dueño de la situación, el beso urgente y la respuesta húmeda movieron sus estructuras mentales y vencieron la resistencia física, el trago de whisky y la excitación hicieron el resto. Sus acalorados besos responden con un sí rotundo la propuesta tácita de poseerla, las lenguas retorcerse en besos de tornillo, mordidas en el labio inferior e intercambio de salivas, somos dos ardientes brasas para encender la hoguera sexual.

Se deja hacer, colgada de mi cuello, me deslicé bajo su falta, entre las nalgas, emerge la esposa calentona insaciable y vengativa, entregándose al ex socio. Estaba implícito el deseo de que la convierta esa noche en la más grande de las putas, desnudé hasta la cintura, emergen los voluptuosos pechos, su piel emana un mix de exquisito perfume y feromonas de mujer fértil.

Hundí mi nariz en el valle de sus pechos, lamiendo, sorbiendo pezones erectos, ella entierra suavemente las uñas en mi piel. Bajó su mano a mi entrepierna, toparse con el falo bien erecto, aprecia y elogia el grosor, frota por encima del pantalón. Deslicé su vestido hasta el suelo, los pechos lucen todo el esplendor de sus jóvenes veintiséis años, la calentura no entiende de sutilezas, con brusquedad me lancé sobre los indefensos pezones, chupando en ruidosa urgencia.

El acoso excita sus sentidos, la glotonería por sorber esos deliciosos pezones, alteran el ritmo de la respiración, entrecortada, succión de violenta.

– Qué flor de tetas tienes, sabrosas y enormes. Siempre me calentabas con solo mirarte, más de una noche me masturbé pensándolas.

Sin dejar de mamarlas, metí mano debajo de la tanga, mis dedos gordos, abren camino dentro de la vagina, estremece, respiración entrecortada y gemidos. Agitada solo pude contener la excitación apretándose los pezones endurecidos a punto de estallar. Un último destello de razón se apagó en el fragor de su calentura. – Por favor Luis, esto no está bien. Soy casada y mi….

Volví a comerle la boca, silenciar su conciencia y activar el deseo entre suspiros y jadeos. Me separé por instante para deshacerme del pantalón, liberar la verga, saltó totalmente rígida, por instinto o pudor solo cubrió los pechos con las manos, aguarda órdenes, apoyé la mano en su hombro, entiende la señal de acercar su boca a la pija, aspira el aroma, necesité empujar su cabeza para vencer la pudorosa resistencia a mamar. – Luis no está bien esto…

Sostenida con la mano, empujé la pelvis para metérsela dentro de la boca. – Es todo tuyo, sé que lo deseas. Mama, mama! Al intento de hablar, volví a empujarla dentro.

Seguía hincada en el piso de la cocina, mamando, solo un par de metros la separan de donde el marido duerme el sueño de los cornudos inocentes. – Ahora me perteneces, sigue mamando…

Podía entender que en su lucha interna había triunfado la calentura, era momento de jugar una última carta del mazo para consumar la venganza.

– Si quieres seguir siendo la esposa fiel, solo dilo, me retiro?.

A la señal de intentar salirme, se abrazó a mis piernas, respuesta contundente. – No te vayas – Serás mi mujer por esta noche, sé que lo necesitas.

Sometida su voluntad dominado sus deseos, rescata el fluido pre seminal que asoma por el ojito del glande, abraza mis nalgas, compulsiva mamada, incondicional aceptación. – Te gusta putita?

Por toda respuesta, saca la verga de su boca y lame con fruición, vuelve a engullirla, disfruto el chasquido de la ruidosa mamada, incito a seguir haciéndolo, mientras aprieto y tironeo sus pezones. Sigue mamando como poseída por ansias de perversión salvaje, enredada en sus propios demonios, el sonido del celular no fue obstáculo para interrumpir el trabajo bucal, tampoco que responda. El padrino, avisa que está en la puerta.

– Suéltame, está en la puerta, le digo que se vaya. No te muevas, espérame. –obedece, asiente moviendo la cabeza.

Demoré solo un par de minutos, la encontré en la misma posición, hincada ante un dios ausente, creo que sentía más mi posible ausencia que la debida fidelidad marital. – Ya estoy, me extrañaste? – Sí, un poquito -sonríe

Tomé de los hombros, abrazada, volvimos a comernos la boca, entrega sin reservas, nada más cuenta, solo dejarse disfrutar por el ex socio de su marido. La tumbé sobre unos almohadones, separé sus piernas, haciendo a un la tanguita y comencé a lamerla la conchita. Los movimientos y gemidos ponían en peligro la continuidad, la levanté para irnos al dormitorio, usar el mismo lecho marital para consumar la infidelidad.

La excitación anestesia la culpa, el deseo prevalece sobre el pecado, nos enredamos en los besos más obscenos, rodamos sobre el lecho, lanzado sobre ardiente de su vagina, rosadita, depilada total, perfumada, supera todo lo imaginado. Ella gime su placer mientras me mato mamándola, somos como dos adolescentes en su primera vez, giramos, ella encima, la falta de experiencia y el cosquilleo del bigote en su vagina aportan el valor agregado a la figura del glorioso 69.

Groserías, palmadas y obscenidades dichas y aplicadas en el momento justo es un importantísimo afrodisíaco, lujurioso en extremo, capaz de incendiarlas de pasión. – Me gustas así bien puta!, bien perra!

Sin dejar el trabajo manual seguí azuzando la zona oscura de su espíritu, lamiendo con fruición.

– Quieres que te meta la poronga putita? – Sí, sí, ahhhh, por favor, la necesito, métemela, cógeme yaaa!

– Repítelo, repite. Quieres pija?? La pregunta va junto con un par de nalgadas. – Sí, quiero, quiero, soy tu puta, dame pija!!!

La acomodé en cuatro patas, nuevas palmadas ponen color de lujuria en sus nalgas – Putita, quieres pija?

Con la voz entrecortada por las nalgadas y la calentura dijo -Sí, siii, ya no me aguanto más, estoy bien perra! Continuamos con el juego de preguntar y pedir, matizado por sonoras nalgadas. La esposa honrada había perdido el decoro, estaba entregada a impúdica obscenidad de pedir que la penetre.

Acomodé la verga en la vulva, sostenida con la mano jugaba entre los labios vaginales, solo entrar y salir la gruesa cabezota, para de un golpe enterrarme en su conchita. La excesiva lubricación permitió atravesar sin grandes molestias, me permitió acentuar y profundizar la cogida, subiendo la intensidad y la exigencia, montado en sus caderas cual domador a su arisca potranca.

Volcado sobre su espalda, podía entrarle desde arriba, el sonido de los testículos chasqueando en los jugos vaginales ponían música de fondo.

El espejo del placard devuelve la imagen de la sumisa esposa en posición de perra sometida por el fornicador enardecido, galopando sobre su espalda. La esposa está subida al morbo de la humillación de ser sometida, siente mis dientes en la nuca, el aliento espeso y caliente, la saliva humectando la piel turban su pensamiento.

Cuando me apropié de sus tetas, los pezones aprisionados y estirados la llevan a navegar en la realidad virtual de una cogida atroz. Tuve que apretarla entre mis rodillas para sujetarla, cuando vio la imagen del padrino, en calzones se acercaba para tomarla de los pechos.

La retuve, enchufándome más, la presencia del padrino le hizo entender todo lo que habíamos arreglado cuando llegó a buscarme. El vaivén de la cojida no fue alterada por que Daniel tuviera sus pechos en sus manazas.

– Padrino, qué hace?

– Nada solo viendo cómo te coge el primo y tocando estas hermosas tetotas. Me gusta verte sometida, estoy esperando mi turno de montarte, que me entregues tus nalguitas putita.

– No, de ninguna manera.

– Calla y coge, no opinas, te vas a comer esta!!!

Se la puso delante de los ojos, vio que la tenía más larga y más gorda que la aguantaba. Estar a merced de dos machos que la dominan, incitan su rebeldía, pedir y exigir más acción y más pija.

Le costaba entender que un hombre de setenta años pudiera tener una poronga tan gorda y tan dura estuviera rozando sus labios. Ella ignora que cuando hablamos por teléfono le conté los planes, y dijo que vendría reforzado por la pastilla azul, el plus motivador de su erección.

Se acomodó debajo de ella, la tomó de la cara y tener que esforzarse por meterse semejante vara de carne turgente. – Chúpame putita, chúpame, se buenita, te vas a comer esta verga.

Los tres estamos envueltos en la vorágine de la lujuria, salvaje bombeo en su vagina, ella atragantada con tamaña verga. Sonidos guturales, ahogados por la carne del padrino son indicios que un orgasmo se está gestando en sus entrañas. Desocupó la boca para gritar – Qué bueno, qué rico, cójanme!!

El padrino apuró a metérsela en la boca para callar sus gritos, nada ni nadie puede interrumpir nuestro momento de gloria.

– Dame duro, Luis dame duro, quiero pija.

– Y yo qué?

– Sí también, soy tu puta.

El orgasmo estalló en su vientre, agita, estremece, jadea y gime sin control. Viviendo la gloria de su orgasmo percibe las palpitaciones de mi verga, preludio eyaculatorio. – Sácala, sácala, estoy súper fértil, me puedes embarazar…

Ja! Nada ni nadie me retira de su vagina, apreté y moví con más fuerza, empujándome en ella.

– Putita, quieta, aguanta, te voy a preñar. Eres mi puta y te voy a preñar.

– Siii, preña a tu puta, lléname con tu leche!!!

Mientras pedía su leche, sentí los primeros latidos, dilatando el orificio del glande para eyacular, sentía que me venía en cantidad superior a otras veces. El calor de la leche prolongó los estertores de su orgasmo. Quedé tendido sobre su espalda, con la verga quietecita obstruyendo las primeras escurrida de semen.

Solo me salí cando la vergota del padrino ocupó el lugar desocupado, aún con semejante lubricación necesitó empujar fuerte para entrarle en la conchita. Se la puse en la boca para limpiar los restos de semen, sujeté de la cabeza para evitar que me la muerda cuando fue estremecida por la intrusión del padrino.

Daniel tenía otras intenciones, solo fue para lubricarla, cuando sintió la amenaza del vergón en su ano, apresuró a decir: – No, Nooo, padrino, Daniel, lo que sea, lo tengo virgen me lo vas a romper…

El padrino esbozó una gran sonrisa mientras decía: – Muchachita, tranqui, tranqui, no te voy a hacer doler. Solo quiero estrenar este culito virgen, tan tentador y lampiño.

Un par de besos y lamida, untó el grueso dedo con semen y se lo mandó dentro, luego un segundo provocó las primeros quejidos. – No, por ahí no, métala en la vagina, por la colita no, por favor!

– No te asustes, ninguna ha muerto por tragarse mi poronga. No te pongas tensa, relájate…

La relajación era un imposible, la gordota pija dilata el hoyo, abre espacio dentro del recto, la tomó del cabello, arquea la espalda y el hombre le manda la estocada final a fondo. Toda dentro.

Sentir ese gran pedazo de carne erecta le hace doler hasta el alma, la calentura turba la razón, locura y desenfreno no bastan para evitar y contener el dolor por la tremenda poronga que le abre el ano.

– Basta!, basta ya, no puedo más. Me duele mucho, me lo está rompiendo, sácala…

El espejo no miente, el padrino se compadece de sus lágrimas, detiene el bombeo, paran los sollozos. Comienza a moverse lento, despacio para darle un resuello, la mano derecha acariciando la conchita distrae, el escozor debió atenuarse porque comenzó a corresponder las embestidas.

– Así se hace, muévete guacha puta, te estoy haciendo el culo, la tengo hasta los testículos.

– Despacio te aguanto

– Te la estás tragando todita.

– Vamos viejo, aprovecha el viagra, viola a tu perra puta.

Desafiado, apretó la marcha, tomó fuerte de los cabellos y se lanzó con todo su cuerpo para hacerla gritar, atravesarla, romperle el culo. – Ahhhh, toma perra puta, siente a este viejo como te lo parte.

Se vino con todo, regando el orto con su leche.

Cuando llegamos a su casa y el Xavi se puso a dormir la mona, ya tenía definido el plan, antes del whisky había tomado una pastilla de viagra, siempre es bueno tener “reforzado” el autoestima, por eso podía estar a full con esta loba insaciable.

La faena del padrino me puso a mil, la erección estaba como al inicio, el tiempo apremia, volví a montarla, quise probar el agrandado culito. Solo un momento y volver a darle por la vagina, bombeando rápido y fuerte, agarrado de sus caderas. Nuevamente me gana de mano. – Guauuu, me vengo, me vengo otra vez. Llename, dame mi leche.

– Uffff, toma, toma tu leche, te voy a dejar bien preñada.

No sé cuántas veces se corrió, solo sentía que nuevamente le había llenado la conchita de semen, levanté sus piernas para detener el escurrimiento mientras el padrino le hace mamar la verga.

Toma la posta, saco el miembro y entra el suyo, Alicia me lo deja limpísimo, el padrino darle bomba y bomba. Luego de un intenso traqueteo se corre dentro de ella, la conchita desbordante de semen.

Los manchones de semen sobre la sábana atestiguan habernos cobrado viejas deudas, su mujer enlechada la forma de pago. Me limpié el sudor con su tanga, me la puse en el bolsillo como recibo de pago.

Varios meses después de los hechos relatados, me crucé con Alicia, lucía un embarazo de varios meses, su sonrisa insinuó una respuesta?

Esta es una historia de venganza compartida, no sé si el fin justifica los medios, pero al menos la culpa no fue solo mía. Este relato puede ser la catarsis de algo que solo podemos comentar con el lector, me gustaría conocer la opinión de una mujer que haya transitado situación parecida, estaré esperándote en [email protected].

Lobo Feroz

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