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Mi sobrina quiere garche

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Poco tiempo antes mi primo me llama para saber de alguien que pueda tomar a su joven hija, recién recibida, tiene una tecnicatura en liquidación de impuestos, en busca de su primer trabajo. Si bien las cosas no están para tirar manteca al techo (gastos excesivos) en razón del vínculo familiar sentí la obligación de hacerle un lugar en el presupuesto y tomarla como asistente.

No la había vuelto a ver desde cuando tenía trencitas y cursaba la primaria, ahora es una voluptuosa mujer, recién entrada en la mayoría de edad y dispuesta a hacer sus primeros intentos en la actividad laboral. El primer día vino acompañada por el padre.

- Primo te la “entrego en mano”, búscale un lugar donde pueda aprender y usar sus conocimientos de economía. Sé bien que la tratarás como “tu sobrina”

- Claro, obviamente será de ese modo, la voy tener bien cerca de mí.

De este modo fue la presentación de Rosa, que a modo de broma simpática dijo:

- Bueno aquí estamos, bien cerca y en manos del tío.

La forma simpática de presentarse me impacto de un modo especial, no podría precisar de qué modo, pero esa frase “en manos del tío” con la pausa necesaria para destacarla.

Como a la sema de estar trabajando, ese viernes cuando nos despedimos, con un beso en la mejilla como a las demás chicas, volví a sentir ese “algo” tan especial, que durante el trayecto se quedó enroscada en mis pensamientos, llevándolo casi a la transgresión, tan así que hasta quedó enredada en algunas imágenes lascivas que rondaron en mi cabeza todo ese fin de semana.

El lunes siguiente venía con toda la propensión por encontrármela, tenía sus formas como tatuadas en la memoria, sus caderas eran un destello en la noche del deseo y esos pechos, tan redondos, tan grandotes una invitación a perder el sentido de la prudencia.

Nunca me había pasado de fijarme en alguna de las empleadas, tenía tatuada en la memoria la premisa de que “donde se trabaja no se…”, el deseo la borró de mi memoria, solo me preocupaba crear un problema familiar por querer “darle” a la sobrina, era poco menos que un sacrilegio.

La moral sube por la escalera, la pasión por el ascensor, pensando a destajo cómo acércame a ella sin crear problemas. Un par de días después, una empleada necesitó una información que guardamos en un cuarto adjunto, es pequeño y desde mi escritorio podía verla inclinada buscando en la parte inferior de la estantería, me quedé absorto viéndola. Este hecho motivó que esa misma tarde le pidiera a Rosa que me buscara una información, que por casualidad estaba bien abajo, está de más explicar el efecto de verla como la tela del jean se estiraba y tensaba cuando se agachó para buscarla, mis ganas de apropiarme de esas carnes casi me hacen perder la noción de dónde estábamos.

Esa visión se había instalado en mis retinas y abultado el miembro de solo pensar que debía volver a repetir la escena. Aguanté cuanto pude, pero ese viernes cuando la vi enfundad en unas calzas que la apretaban como un guante, no pude contenerme, aproveché el horario de almuerzo, cuando queda todo desierto, para pedirle como favor antes de salir que me buscara no sé qué documento, “casualmente” bien abajo…

Demoraba porque jamás encontraría lo que no existía, eso me dio tiempo a levantarme y colocarme tras de ella, bien cerca, sin tocarla. Debió haberlo notado mi presencia por que se levantó para saludarme. Estando enfrentados no pude controlar el impulso de abrazarla, sin soltarla, sin darle tiempo a reaccionar la besé en la boca, sin permitirle zafar de mi abrazo, se resistió sin poner mucha energía en separar su boca, esa dubitación me permitió comérsela sin dejarla respirar, mi lengua hurgó dentro de su boca.

Respondió al beso, con su lengua bien activa, me chupaba la mía como si fuera una verga, sostenida entre mis brazos, apagué la luz, la fui llevando al fondo del archivo, la estampé contra el escritorio, le bajé la calza, metí mi mano entre sus piernas, el pulgar entro en la vulva y los dedos accionando sobre el clítoris, jugando a ponerla en órbita.

Sin darle tiempo a reaccionar me coloqué entre sus piernas, ella echó la cola hacia atrás y separó algo las piernas para poder comerle la conchita, su cuerpo temblaba por la calentura y el zarandeo de la lamida.

Un nuevo destello de razón, me detuve por un instante antes de trasponer esa puerta a otra dimensión, la locura de hacerle el amor.

- Estamos locos haciendo esto, no está bien, pero mira estoy al palo por vos.

- Porfa no me dejes así, no estará bien pero necesito que calmes mi calentura.

- Tío, sigamos, me pones tan caliente que no me aguanto, olvídate de todo, la calentura me quema por dentro, cógeme, por favor, cógeme, haré todo lo que quieras! Soy tuya

Con el pantalón en los tobillos, bien tomada de las caderas se la mandé dentro, el exceso de humedad ya extrema calentura de la muchacha facilitan que su estrechez no fuera obstáculo al grosor del miembro, un discreto gemido avisó que le había entrado toda. Tumbada sobre el escritorio, comencé a bombearla, empujándome dentro de ella, agarrado de sus tetotas, se la mando con incontenible calentura.

El tiempo apremia, el deseo urge, reprime sus gemidos, mis jadeos se ahogan cuando muerdo en la nuca, donde nace el cabello para evitarle marcas, estrujando los pechos, apretando los pezones y nalgadas voy compensando la falta de excitación previa, me demoro para darle tiempo a elevar su libido. Soy de los tipos que priorizan el goce femenino, para no venirme tan pronto me salgo de su estuche. La levanto y coloco sobre el escritorio, sentada en el borde, levanté sus piernas, ella se toma de mis hombros al tiempo que me sumerjo entre sus piernas y comienzo a lamer la parte interior de los labios vaginales, los dedos inician la exploración de recóndito espacio del placer.

Lamiendo con desesperación, acosando al indefenso clítoris la voy llevando al cielo, sus manos aprietan mi cabeza contra su sexo, se muerde los labios para no delatarnos, agarrado de sus nalgas, ahogando mis sentidos en la humedad de su deseo, su calentura la descontrola, susurra las groserías jamás imaginadas, crispada por las emociones, tiembla, suda, entrelaza sus dedos en mis cabellos para poder apretarme más.

El orgasmo atrapó sus sentidos, jadeando el ahogo por esfuerzo, me llena la boca de jugos, siento latir sus labios en mi boca, ahogar los latidos internos en la aspereza de mi lengua.

- Tío, me acabé toda en tu boca, no te muevas, solo dame el aliento de tu boca en la mía, déjame sentirte pegado a mi conchita. Ufff, qué buen orgasmo. Mi dios, qué bueno…

Puesto de pie, un par de sacudidas al miembro y está presto para continuar dándole pija, no me faltaba tanto para llegar. En un rapto de lucidez de la pendeja dijo:

- Tío porfa, dentro no, acaba en mis gomas (tetas), quiero sentirte sobre ellas.

Me salí de Rosa, ella bajó del escritorio, en cuclillas se colocó delante mi masturbación, sacudiéndola con la urgencia de esos momentos, juntó los pechos con las manos, esperando el baño de leche. Disfruta la eyaculación, rociando sus pechos con mi semen, la esparce por su pecho, unta los pezones con la tibieza seminal.

Levanta las tetotas y lame el semen vertido sobre los endurecidos pezones. Luego me limpió el miembro hasta no dejar un solo rastro de la brutal acabada.

Acomodamos las ropas, dejamos el cuarto de archivo con el aroma de una formidable cogida, para cuando regresa el personal, no había rastros del pecado, tan solo el proceso interno de cada, ella seguramente excitada por la “travesura” con el señor maduro, yo tratando de digerir esta situación impropia. La relación laboral continuó sin hablar del tema, mis ganas seguían latiendo en mi sexualidad, pero sentía que la intimidad del abrazo y besos previos estaban haciendo estragos en mi conciencia y la pasión turbando la razón, esas dos condiciones son la me asustan.

De momento fue solo esa vez, supongo que ella está dispuesta, yo me tengo miedo, esta es una calentura distinta que me cuesta controlar.

Este relata fue realizado con el permiso de la “sobrina”, sentimos ganas de recrear ese momento de amor prohibido y del pecado sexual.

Lobo Feroz te espera en el bosque, para comerte mejor. [email protected]

Lobo Feroz

 

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