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La historia de Ángel, solo era un muchacho (56/59)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Al principio se resistieron a que ocupara el lugar entre ellos, y se estableció una pugna de empujones, me zarandeaban llevándome del uno al otro entre alegres, bulliciosas y ruidosas risas, me sentía contagiado de su alegría y ganas de juegos.

Rubén me abrazó y se subió sobre mi, inclinó la cabeza y me miraba sin poder parar su risa interna que le brillaba en los ojos.

-Una boquita tan linda y tierna y que palabrotas usa, tendremos que limpiársela. -y poso los labios sobre los míos, iniciando un beso tierno pero exigente, pidiendo con la lengua que abriera la boca para meterla.

-Que putito eres hermano. -sentí como Erico se colocaba sobre su hermano, el peso de los dos me oprimía y sofocaba sin dejarme respirar, con la boca ocupada por la lengua de Rubén, hasta que dejó de besarme un momento.

-¡Ahhh! Malditos, ¿queréis ahogarme? -se bajaron de encima mío pero sin dejar de abrazarme, y ahora eran los dos disputándose mi boca y mi cara dándome besos.

-Estas usado Angel, aun hueles al semen de Ian, pero así sabes más sabroso. -Erico no me dejó responderle dándome un beso fiero con lengua hasta el fondo de mi boca.

Empecé a sentir como Rubén me tiraba del pantalón para quitármelo mientras el otro no dejaba de besarme, y metiendo la mano bajo la camisa me apretaba con fuerza una de mis tetitas.

-¡Ahhh! No tan fuerte. -pasó a acariciarlas con la yema de los dedos y a besarme de nuevo.

Ruben había conseguido quitarme los zapatos y pantalones.

-Mira como tiene los pantalones manchados de leche. -dejó escapar una risotada y Erico liberó mi boca para decirme.

-No le hagas caso, es un cochino. -giré la cabeza para mirarle, Rubén estaba lamiendo mis pantalones donde había una gran mancha.

-Ves lo cochino y vicioso que es, vamos a quitarnos la ropa, estaremos mejor. -se bajo de la cama y rápidamente la ropa fue despareciendo de su cuerpo mientras le contemplaba sin moverme.

No se lo que motivó mi imaginación, se notaba que Erico nos llevaba algunos años, y en se momento viéndole desnudo, me pareció que estaba ante el cuerpo de alguien conocido por mi, fue una visión repentina y muy rápida, pero sabía a quien me recordaba, a Pablo, eran muy semejantes aunque el otro fuera mayor, luego esa impresión desapareció cuando comenzó a aproximarse.

-¿Te ayudo a quitarte la ropa? Te has quedo trastornado, ¿será por mi? -entonces me di cuenta de que, como el decía, me había quedado estático, rápidamente me saque la camisa sin quitarle los botones, tiré del ligero suspensorio y recogí las piernas para quitarme los calcetines a la vez.

Estaban los dos a mi lado, de pie, a derecha e izquierda, mirándome, Erico acariciándose la verga, un duro y largo palo que no cabía en su mano, Rubén aún con mis pantalones sin apartarlos de la boca.

Me senté al borde de la cama mirando hacia Erico, y le sujeté de las caderas, apartando la mano que agarraba aquella polla babosa y con la parte del glande descubierto brillante por los jugos que le salían.

La contemplé unos instantes, la tenía tan dura que apuntaba hacia su cara dejando la bolsa de sus testículos colgando, y en lugar de cogerle la polla, como hubiera sido lo normal, le sujeté de la mano para llevarle a que se tumbara a mi lado.

Me arrodille a su costado y su hermano al otro lado, Erico se sujeto la verga por la base forzándola a que mirara al techo, era un rico pedazo de carne hinchado de venas, con el glande sin terminar de aparecer y lo que veía estaba brillando cada vez más, los líquidos que salían de la boquita del pene no cesaban de salir. Todo muy rico y deseable, mi boca segregaba saliva a montones imaginando su sabor.

-Deja el coño del pantalón marica, vas a desgastar la tela de tanto chupar. -Rubén le miró desolado y dejó el pantalón a un lado, se inclinó sobre la verga de su hermano, le retiró la mano y ocupo el lugar con la suya jugando a cimbrear el palo.

-¿Recuerdas Erico? A Oriol le gusta chuparte el glande y para mi quedaban los huevos, pero no me importaba, tus testículos son muy ricos.

-Pues, ¿a qué esperas mamón? Están impacientes por estar en tu boca caliente, comienza a chuparlos como te gusta. -sin más Rubén enterró la cara en aquel mar de pieles que cubrían sus bellos huevos. entendí que me reservaban el lugar de Oriol su primo, y que me tenía que ocupar de la cabecita y el tronco fibroso de aquel regio cetro de emperadores.

Formé corazón con los labios y acogí la punta escurriendo fluidos que enseguida degusté, empapé los labios y luego rechupé con la lengua para sacarle el sabor, me gustó, más que lo de otros hombres aunque siempre me encantaban los fluidos de macho escapando de sus excitadas vergas, señal de lo calientes que estaban.

Fui lamiendo la punta y chupando, exprimiéndolo para sacarle los jugos y dejé descubierto todo el capullo de un rojo brillante para abrazarlo con los labios y batir la lengua sobre la almohada de carne.

Erico se contraía, cuando yo aspiraba fuerte y cuando su hermano hacía chupones a sus huevos logrando que explotaran al salir de la boca.

-¡Ahhh! Boquitas lindas para mi pija, chupar preciosos, es todo para vosotros. -dejé de mirar lo mío para observar la boca de Rubén con los dos huevo dentro, y como los movía con la lengua en un cadencioso batir a la vez que se embadurnaba con saliva la mano para llegar al más íntimo rincón de Erico.

-Así mariconazo atiéndeme el culito, pero solo quiero la lengua. -abrió las piernas y las encogió dejando libre el camino para la ansiosa boca de su hermano que comenzó a lamer desde la bolsa escrotal hasta la entrada del ano.

Y yo volví a mi agradable quehacer, llenarme la boca con aquel manjar, Erico empujaba elevando las caderas deseoso de traspasar mi resistencia y llegar a la garganta.

Sus grueso gemidos me excitaban, ver su satisfacción me animaba a abrir mas la boca hasta que, al fin, tenía todo el vergón dentro de la boca ahogándome, sellada por los pelos de la base y allí aguante lo que pude deglutiendo para masajear la verga con mi garganta.

-Rico ¡Ahh! sois maestros muchachitos. -mamábamos entusiasmados, cada uno su parte, hasta que sentía unos labios haciéndome la competencia y que avanzaban lamiendo la polla hasta tropezar con mi boca. Nos besamos encerrando el capullo entre nuestros labios, y luego bajamos a la vez cogiendo media circunferencia cada uno de la polla hasta la base, y de nuevo otra vez.

Cada vez nos gustaba más, hasta que Rubén se cansó, para mi bien, se colocó detrás de mi dejando al alcance de Erico su culo y me abrió las nalgas. Su primera lamida hizo que cerrara con fuerza el ano y siguió escarbando buscando entrar en mi culito.

-Tu culo sabe a la leche de Ian, aún tienes su leche dentro. -Erico dejó escapar una exclamación.

-Serás puto, ¿y vas a comerte le leche que le dejó Ian? -pero Rubén no le atendía y luchaba por llegar más adentro de mi túnel, y metía los dedos para lograr sacar lo que guardaba en mi interior.

-Empuja Ángel, déjalos salir, están de morir. -me daba un poco de asco, pero me forcé a abrir el ojete y que algo escurriera aún de mi vientre ante la satisfacción de Ruben que lamía sin cesar, goloso y dando bufidos de gusto.

No sabía que hacer ya con la polla de Erico, ¿admirarla, comerla?, aunque ahora me retiraba la cabeza para no terminar corriéndose, la coloqué sobre mi mejilla, me llegaba, posando la barbilla en la base, más arriba de mi cabeza, una pija impresionante palpitante y gorda.

Disfrute un rato gimiendo de la maravillosa comida de culo que me estaban dando, a veces paraba cuando Erico le metía los dedos en el culo dilatándoselo y luego continuando saboreando todo lo que me iba robando pero dándome un gusto increíble.

De repente dejó de mamar y escuche una palmada que Erico le dio en el trasero con el consiguiente gritito amariconado de placer de su hermano.

-Ya vale, ahora voy a follaros, a los dos. -nos colocó como quería y era previsible, uno al lado del otro, cabeza y pecho pegados en la cama y el culo elevado al aire, con las piernas bien abiertas, sometidos al afortunado macho semental que se iba a disfrutar sus dos putitos serviles y entregados.

-El culo bien alto y abierto con las manos. -los dos, como autómatas apoyamos el cuerpo solamente en nuestros pecho y llevamos las manos al trasero para abrirlo como nos pedía nuestro amo.

-Así me gustáis, obedientes. -andaba detrás de nosotros, le veía entre mis piernas, masajearse el cipote, acariciarlo, como si fuera posible ponerlo más potente y duro. Entonces encogí el cullo cerrándolo al sentir el primer latigazo de verga en mi ano, se la sujetaba por la base y la utilizaba como un látigo para castigarnos las nalgas pero cuando golpeaba en el ano era cuando dolía.

El dolor pasaba enseguida y luego sentía una gran calentura que hacía que mi ano se abriera sin querer, parecía que nuestros ayes de dolor le excitaban y procuraba que los golpes cayeran directo sobre nuestros hoyitos como castigo.

-Ya estáis preparados, ahora os toca aguantar la verga como valientes. -hablaba y se reía como para amedrentarnos, nos pasó las manos por el ano metiendo los dedos pulgares, una mano para cada puto, una verga para compartir, y pensaba que quería que me tocara a mi ser el primero, sentir de una vez mi culo lleno de aquella carne que parecía iba a estallar de un momento a otro, y tuve la suerte de mi parte, me sujetó de las caderas con la mano izquierda y con la derecha dispuso la verga perpendicular a mi ano.

Fue una presión violenta al principio, nunca había sido así, salvo la primera vez que Yasin me enterró su gran verga de caballo, negra y dura como piedra en el culo.

Fue solamente el entrar de la cabeza, luego todo aquel pedazo se deslizo arrastrando lo que hubiera dentro de mi recto hasta el fondo.

-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! -empecé a respirar agitado y apretaba los esfínteres del culo atrapando el garrote que sentía potente y duro en mi tripa. Sin soltarme la cadera para que no me apartara, Erico utilizó la otra mano para acariciarme la espalda, y después cogerme la polla y masturbarla.

-¡Ya está!, pequeño, tranquilo y no te muevas, la tienes toda dentro de ti. -no sabía lo que me pasaba, no era la verga más grande que me había comido, otras mayores habían sido dueñas de mi culo, pero por la situación, o el momento, me sentía todo empalado.

Estuvo unos momentos así sin moverse hasta que rápidamente mi cuerpo se adapto a su pene, él lo notó, como todo macho sabe cuando tiene dispuesta a su hembra y receptiva para recibirle la verga. sin sacarla me daba empellones muy gratos que me hacían suspirar.

-¿Esto te gusta verdad?

-Si, si, la siento en el fondo como aprieta. -y cuando más a gusto estaba la sacó hasta la cabeza y la volvió a meter sin consideración, y ahora no hubo dolor, pero volvió a sacarla del todo dejándome el culo vacío y boqueando asustado, con la frialdad que le llegaba del aire que le entraba.

Ahora le tocaba a Rubén y no le escuche quejarse, solo un hondo suspiro cuando imagine que se la metió de un tirón hasta el fondo, solamente su mano se aferró a la mía para aguantar el envite.

Le escuchaba ronronear de gusto, y los sonidos de la polla entrando y saliendo de su culo, yo miraba para el otro lado de la cama y esperaba, esperaba ansioso mi turno de recibir verga, intenté elevar la espalda y la cabeza y enseguida me puso su mano sobre ella empujándome contra la cama.

-No te muevas, aguanta que llegue tu turno.-.hablaba como un capitán de barco impartiendo órdenes a sus marineros, hasta que cuando creía que el culo se me cerraría volvió a cogerme de la cadera, y colocó la punta de la polla en mi ano que se abrió sin más, estaba esperando la visita y lo recibió lleno de alegría, la verga ahora entraba sin molestia, solamente el delicioso roce de la textura rugosa de las venas transitando por el conducto hasta llegar al fondo, volvió a quedarse quieto, a dar los empujones que tanto me gustaban y luego a follarme de verdad como un émbolo mecánico.

Seguirá…

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