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Viernes, 14 de junio de 2019
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Tiempo de lectura: 5 minutos

No sabía qué hacer este viernes. Como de costumbre me arreglé con un short, una camiseta y unas chanclas y me fui a mi playa favorita. Dejé el coche en el aparcamiento, cerca de la playa y, saqué mi pareo que siempre llevo alguno en el coche y me fui al mar. Me saqué mi ropa y lo primero echarme un rato al agua, nadar hasta la boya y regresar sin prisa para no cansarme demasiado. El mar estaba extraordinariamente bien, calmado, el agua no estaba ni tibia, sino muy buena para refrescarse y el sol comenzando a calentar. Me eché sobre el pareo y pretendía dormir, lo que era imposible porque el sueño no llegaba. Tengo que decir que siempre voy a la playa nudista, porque es más tranquila y porque me va la «life philosophy» del nudismo.

Se me acercó alguien, no hice caso y me llamó:

— ¡Jotapé!

— ¡Hola, Nacho! ¿Dónde estabas?

— Ahí mismo, te he visto entrar y no te conocía y me dije: «un tío bueno, por fin, ¡a por él!»

Me reía porque Nacho siempre dice cosas así.

— Te estaba mirando cómo nadabas y no he perdido ojo, pero no podía distinguir si eras tú. Me he dado cuenta cuando ya salías y te has acostado. Pensaba si venir o no a molestarte.

— Hombre, nos conocemos, ¿no?

Se fue a donde estaba, recogió sus cosas y se puso a mi lado. No tardó en hacer de las suyas que no es otra cosa que, dado que este Nacho es un «toca-pelotas», pues eso hacía, tocarme las pelotas para excitarme y hacerme meter las ganas en mis huevos. Lo miro y estaba super empalmado. Nos metimos en el agua para que se calmara, pero cuando ya estábamos en el punto en que el agua nos llegaba a los hombros, Nacho me abrazó y comenzaron nuestras pollas a tocarse una a la otra y le dije:

— ¿Tienes ganas de follar?

— Sí. ¿Por qué?

— Vámonos, alma mía; vamos detrás de esas dunas, allí es donde folla la gente, me das un aventón, luego me la chupas y regresamos como nuevos.

Salimos del agua y nos fuimos detrás de las dunas, nos besamos un rato por iniciativa mía para secarnos y tumbarnos sobre fina arena de la duna.

— Nacho, yo aguanto, sé que tú no, así que me follas primero tú a mí y luego me das gusto con una magistral mamada para que me corra.

Me puse en cuatro porque aún tenía algo de humedad, abrí mi culo con las manos y le dije:

— Anda, métela, gritaré, pero aquí nadie oye nada.

Sabía por otras veces que su polla pasa fácil por mi agujero, es larga pero muy delgada. Así que comenzó a meterla y le ayudé yo con un retroceso de culo.

— Folla, folla, ¡fóllame, cojones!

Inició su vaivén, a mí me entraba el gusto, pero sabía controlarme y pude hacerlo porque también sabía que Nacho se vendría de inmediato y así fue. Me llenó el culo de leche y le dije:

— Ahora me la chupas.

Me tumbé sobre la arena de espaldas y abrí mis piernas extendiéndolas. Se puso de rodillas y estuvo un rato largo dándome gusto. Mamaba sin mucha gracia, pero el placer es el mismo y me vine sin avisarle para echársela toda en su boca. Tragó leche y dijo:

— ¡Joder! Nunca había probado tu leche, está buena, más dulce que el agua de mar.

— Es la calidad, hombre, —dije cachondeándome de él.

Corriendo regresamos al mar para lavarnos, sobre todo yo que se me escapaba el semen de Nacho por mis piernas. Nadé, pues Nacho solo se baña, pero no sabe nadar, y volvimos a tumbarnos.

— Jotapé, ¿cuántas veces puedes aguantar una polla en tu culo?

— Por mí, sin parar.

— Es que me vuelve a apetecer…

— Vamos allá.

Eso hicimos por segunda vez y todavía me hizo otra invitación antes de irnos.

— ¿Vienes está noche?, —preguntó Nacho.

— ¿Dónde?

— Primero hay castillo de fuego y luego ese grupo de rock erótico.

— No sé, igual me acerco pero solo al musical, quizá hay menos gente.

— Si vas me avisas, igual hay plan.

Llevaba idea de no ir y no tuve necesidad de avisar, pero a medianoche escuché los truenos del castillo y decidí ir a curiosear el musical.

Llegué y había mucha gente. Demasiada para mi gusto. Poco a poco me hice un espacio para ponerme en primera fila. Al poco rato ya había una segunda fila de gente. Agradecí a mi voluntad haber llegado tan pronto porque así obtendría mi beneficio. Detrás de mí se colocó un chico fortachón que con el movimiento de la gente rozaba con mi cuerpo, sobre todo con mi trasero. El recinto se llenó de gente y todavía faltaban como unos 20 minutos para que comenzara el musical. Conforme llagaba gente, se notaban los empellones que iban dando, difícil mantenerse quieto.

A medida que la multitud crecía, la gente comenzó a acercarse más y más al escenario. Cuando los de atrás empujaban, el chico fortachón que tenía detrás de mí presionaba su polla contra mi trasero. Mientras esto continuaba por unos minutos, sentí que su polla se ponía cada vez más difícil de esquivar, se notaba lo erecta y buena que estaba cada vez que presionaba contra mi culo. ¡Joder, me sentí bien! Él supo que me encantaba, así que siguió presionando más y más contra mí.

Su polla era gruesa y larga. Justo antes de la canción final, presionó fuerte y largo y gimió profundamente. Se encendieron las luces públicas y mi misterioso guardaespaldas caliente desapareció en la multitud de personas. Yo estaba molesto. Mientras caminaba de regreso hacia mi casa despacio y pensativo, noté la cantidad de gente que iba saliendo del recinto y se iban a la zona de aparcamiento donde había una larga fila de vehículos que intentaban salir de allí. Me quedé esperando un rato mirando que la gente que caminaba no dejaba avanzar a los coches y los conductores daban al claxon por gusto, porque nadie les hacía ni puto caso. Esa noche era muy calurosa y agradecí haberme puesto en short jean y una camiseta de tirantes con espalda de nadador, así que me paré en la acera para ver aquel espectáculo de la selva humana, me apoyé sobre la pared y me saqué del bolsillo un chicle para mascar. Los coches pitando, la gente levantando el dedo «que te den», el dedo medio hacia arriba con lo que yo me partía de risa y me rascaba los huevos para secarlos con el short, cuando de pronto sentí que alguien me presionaba el costado derecho.

Era mi chico fortachón que estaba cachondo. ¡Joder, la puta de su madre sí que sabía como hacer tíos guapos! ¡Qué guapo era! La farola de la esquina me lo dejaba ver: ojos azules, barba desaliñada, cara musculosa y bonita. No dijo nada, pero me hizo un gesto con la cabeza para que me acomodara en el asiento trasero de su coche que tenía justo en el trozo de calle por donde no pasaba nadie. Cuando entré, me empujó hacia abajo sobre el asiento, se puso encima de mí y me desabrochó el short, me lo sacó y por su grito de sorpresa supe que se había extrañado porque no llevaba interiores, lo que para mí es bastante normal y habitual. Se quitó sus pantalones hasta que salió su polla gorda y la empujó con fuerza en mi culo apretado. ¡Ooohh!, ¡qué fue placentero! Metió esa gran y gruesa polla hasta el interior de mi culo y se posesionó cómodamente dentro de mí. ¡Joder, me sentí genial e increíble! Me folló fuerte y rápido como un conejo. ¡Oh, mi culo estaba bien arado por el rejón de su polla y eso me encantaba!

Él no se quitó su bóxer que era de cuero y con hebillas, solo se abrió como una compuerta su parte delantera, así que estaba suavemente arañando mi lindo y firme trasero mientras se metía dentro de mí, produciéndome un doble placer, polla por dentro y botones y hebillas por mis nalgas y perineo. Comenzó a gemir y aullar y sudar más y más a medida que iba más y más profundo dentro de mí. ¡Joder, me golpeó mi punto g! Nunca me sentí tan bien en mi vida sabiendo que este chico fortachón y caliente estaba dentro de mí, jodiéndome con todas sus fuerzas. Soltó un último y largo gruñido y sentí que su semen caliente se disparaba dentro de mi culo. ¡Ooh, fue increíble! Se bajó de mí y me besó apasionadamente y me mordió el cuello, luego cerró la tapadera delantera de su bóxer y cerró la puerta del coche, dejándome dentro mientras me abrochaba mi jean. Cuando me levanté y salí del coche, cerré la puerta miré a donde iba y lo vi caminar hacia la entrada del aparcamiento, ya no había estruendo de coches. Solo había una chica esperando, se acercó a ella, a todas luces era su novia, la besó muy discretamente, la cogió por la cintura, sin saber que su novio solo hacía unos minutos que me había jodido la mierda de mi puta vida con una follada que ya le gustaría para ella misma.

Desde lejos me levantó el brazo, por detrás de la chica para que no se enterara, con señas que entendí como «hasta otra vez, te buscaré». Mi hormigueo en la entrada del culo, el dolor en el interior de mi culo y una marca del chupetón en la parte derecha de mi cuello eran todo lo que me quedaba para recordar mi noche de duro sexo con mi chico fortachón. ¡Ah!, y el concierto fue verdaderamente bueno. Qué noche de puta y jodida mierda que nunca olvidaré. ¡Que vivan los viernes de cojones! Llegué a casa con mi short embreado de mi propio semen y del que dejaba salir de mi culo, aun así, solo con recordar todo lo ocurrido, todavía me masturbé algunas veces antes de entrar en el sueño.

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