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Dos hermosas hermanas para todo el placer
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Como habrán visto en relatos anteriores Silvina y yo, Billy, somos muy abiertos sexualmente, nos gusta todo y a todo le damos.

Silvi tiene una hermana 4 años menos. Alta, rubia, delgada, un bombón de crema.

A mí me gustó siempre, desde que iba a la escuela secundaria y se lo comenté en varias oportunidades a Silvi.

Una noche que fuimos de visita a casa de mi suegra, cosa frecuente, Silvi y su madre veían TV en el comedor diario. Paola, la hermana salió y discretamente la seguí, fue al dormitorio de su madre y aproveché. La llevé de la mano a la cama materna y comencé a hablarle, Tenía un dije coligado de una cadena y le digo:

– Ese dije tendría que poder regalártelo yo y no el estúpido de tu novio. Yo ye aprecio, te deseo y te quiero más.

La conversación derivó hacia el "estúpido" y me terminó confesando que el acababa enseguida y la dejaba insatisfecha. Le di unas caricias y un par de besos y dejé la cosa ahí.

Cundo volvíamos a casa me pregunta Silvi:

—Que hiciste, hermoso degenerado?

—La calenté un poco a Paola pero nada más.

—Mañana te arreglo el asunto.

Así fue, a la noche siguiente Silvi propuso:

—Por qué no salimos y aprendes a conducir?

Salíamos, Paola al volante, yo de acompañante y Silvi en el asiento trasero.

Enseguida pasé mi brazo sobre la espalda y el hombro de mi futura presa. Silvi notó cuando su hermana comenzó con movimientos raros. Yo, después de prenderme de su teta izquierda puse mi otra mano sobre sus muslos. La cosa iba bien.

Silvi, con voz ya ronca propuso ir a nuestro departamento. Apenas llegamos, entre mi mujer y yo desnudamos a esa caliente joven.

Los besos, las caricias, las lamidas de conchita se sucedían. No demoré más, las acosté panza arriba y abriéndole las piernas le enterré mi palo duro y caliente hasta las bolas. Tardé en eyacular el tiempo que Paola tuvo dos espectaculares orgasmos.

Silvi, con práctica originó un 69 con su hermana. Silvi debajo y Paola sobre ella.

La boca de Silvi, abierta y receptiva bebía todos los fluidos que largaba su hermana. Jugos femeninos, semen, un poco de sudor, todo era bienvenido, hasta que Paola, largó un pequeño chorro de líquido. Silvi, extasiada, no solo que lo bebió sino que abrazó y apretó más a Paola. Esta, viendo la buena recepción de su caliente meada, siguió lanzando chorrito hirvientes en la boca de su hermana que bebió, gota a gota todo si líquido.

Yo bramaba de calentura, aprovechando la posición de las hermanas, abrí las hermosas nalgas de Paola y asentando mi glande en el agujerito de su culo, lo enterré sin piedad, lento pero firmemente. Noté en ese momento que mi hermosa cuñadita tenía un culito acostumbrado a recibir vergas importantes.

Termina nuestra sesión de sexo, nos vestimos y devolvimos a nuestra Paola, tan virginal como creía su madre que era.

Lástima que nunca se repitió ese placer incestuoso, por lo tanto, lleno de morbo.

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