Nuevos relatos publicados: 0

Enjaulada

  • 12
  • 6.815
  • 9,00 (6 Val.)
  • 2

La primera vez que entraste en el cuarto nada llamó más tu atención, ni la cruz, ni la gran cama con dosel que había, ni el potro, ni la gran cantidad de fustas colgadas de la pared, ni los cajones llenos de cantidad de juguetes…

Nada, no podías dejar de ver la jaula, te causaba mucha curiosidad, o tal vez morbo, tal vez la duda de qué se sentiría estar dentro, tal vez miedo de quedar ahí, tal vez las ganas de ser una perra enjaulada… tu entrepierna ya estaba mojada sin siquiera tocarte, tu mente ya estaba volando muy adelante, no señorita deje le explico para entrar en esa jaula primero debes ser mi perra, sentirte mía…

Hoy no te atreves a decir:

soy tu perra

Tal vez no sientes serlo aun...

Al final lo dices casi en un susurro… con tu cara roja de vergüenza.

Hemos pasado por muchas cosas ya.

Hoy no tengo que pedirlo,

Hoy tú lo dices con gusto…

Hoy tú sabes que eres mía…

Hoy te sabes mi perra…

Hoy vienes a mí sabiendo tu lugar, deseando entrar en esa jaula

Créeme que mi orgasmo no es mi mayor satisfacción… mi mayor satisfacción es tu placer, tu entrega, tu obediencia, tus gestos, tus gemidos…

Si, en definitiva mi mayor placer es tu satisfacción es saciar tus ganas hasta dejarte cansada, húmeda y sensible... hasta quedar exhaustos y libres de tus cadenas.

Hoy quiero dejarte dolorida, agotada, hoy el sacrificio será mucho… hoy voy a educarte de buena manera, quiero que disfrutes varios días con tu cuerpo dolorido por el placer, que con cada movimiento me recuerdes y a pesar del dolor sonrías.

Aún tengo en mi memoria ese vídeo que me mandaste en la semana… me ha sorprendido y lo he disfrutado, está fresco en mi recuerdo.

Una imagen en negro era lo único que miraba, después un primer plano de tu boca con esos labios rojos que me incitan, una fruta en ellos de forma sugerente, Rozando tu boca, tu mano dando un paseo a la fruta por tu rostro… tus labios abriendo para dejar entrar el plátano cubierto de chocolate, la forma en que lo mordías, en como lo lamías y como lo disfrutabas… al final tus dedos llenos de tu humedad, entrenado en tu boca para salir limpios.

Acompañado de esa precisa canción que me estabas dedicando, tu entrepierna debió quedar muy mojada dado corriste por tu juguete favorito para calmar tu fuego…

Hoy quedaras plena...

Hoy te he recibido con esa misma canción...

Me podrás tener... cuando tú quieras!

Me podrás comer... como prefieras!

Me podrás vestir... de niña mala!

Quita mi falda de colegiala. Podrás tatuar tu nombre en mi ombligo...

Mientras me mimas, mientras me filmas

me podrás robar la inocencia

y te haré perder la paciencia

Me podrás besar mientras me invitas

Me podrás llevar mientras me excitas

Me podrás asaltar por detrás... cuando tú quieras

Y lentamente mil cosas tiernas

Y lentamente abro mis piernas

me tendrás recargada en la pared de tu regadera

has lo que quieras lo que puedas

pero solo me tendrás.

pero solo me tendrás...

en tu imaginación

Soy tu nena

Tu mujerzuela

Soy tu pakuela

Soy tu muñeka

Soy tu muñeka

Soy tu muñeka

Soy tu muñeka

A dormir a dormir Papacito...

Soy tu conciencia

Tu inexistencia

aaah!

aaaaahh!!

Hoy te tendré… y no solo en mi imaginación

Hoy jugaremos mucho…

Hoy vienes con un corsé negro con medias a juego y botas altas con tacón, te ves elegante, te ves soberbia, pareces una diosa de placer… das una vuelta para que pueda apreciar tus piernas, tu espalda, tu trasero, miras mis ojos y ves mi lujuria en ellos.

—desnuda, hoy no dejes nada

Das una última vuelta y sueltas el corsé, subes una pierna en la silla y poco a poco bajas el cierre de la bota, la sacas y la empujas con el pie a un lado, quitas la media como una felina asechando a su presa, con calma, acabas y la lanzas en mi dirección… repites el proceso con la otra pierna y quedas desnuda para mí.

Me acerco, veo que pasas un poco de saliva (creo que siempre te pones un poco nerviosa cuando me acerco a ti), me detengo en frente tuyo doy una vuelta alrededor, te observo me acerco lo suficiente para que sientas mi respiración en tu cuello y aprieto tus nalgas, las tomo en mis manos y me deleito en ellas… me pongo de nuevo frente a ti y con un fuerte tirón de pelo, jalo tu cabeza hasta dejar tu boca hacia arriba, te beso y me pierdo en tus labios, cuando estoy a punto de ceder ante ti, me separo.

—hincada

Te incas... y vienes hacia mí a gatas, besas mis pies, al llegar subes por mi pantalón hasta la altura de mi cintura, tu cara justo en mi entrepierna, besas mi falo por encima del pantalón, dejas tu cuello al descubierto y lo alzas para que te ponga el collar (sé que te moja esta parte, donde me entregas tu ser y te entregas). Pongo el suave cuero en tu piel, no dejas de hacer contacto con mis ojos (eso me gusta, lo sabes) mientras lo ajusto a tu cuello… hoy un poco más ajustado que de costumbre.

-abre la boca perra

Lo haces y dejo caer un fino hilo de saliva en ella, la pasas y escupo otro poco, lames la que no cayó en tu boca, vuelves al suelo con la vista baja y el trasero en alto.

Señorita —digo en voz algo dura— Sabes que mereces un castigo.

Tus ojos buscan los míos contrariados, tratando de entender la falta que has hecho y se cierran al darse cuenta del error. (a veces creo que es a propósito en realidad no sufres mis castigos… más bien los disfrutas, tu humedad luego de recibir alguno te delata).

—señorita hoy no te puedes correr.

Lo has entendido

—si

—si qué? Pregunto a la vez que mi mano se pinta en tu cara

—si, señor

Pongo la cadena en el collar y jalo fuerte de ella, un pequeño ruido de dolor sale de tu boca. Me detengo y la tensión se nota en tu cuerpo. Te quedas quieta con las extremidades tensas y la vista en el suelo, la fusta te da justo en medio de las nalgas… esta vez no hay ningún ruido, solo tu culo ardiendo, lo sobo un poco con mi mano, y, enseguida pinto la mano en tu nalga. Es un juego que te gusta, sentir como te acaricio y a la vez sentir como arde con cada una de las nalgadas, cuando esta rojo paro, jalo la cadena y seguimos caminando de vez en cuando te doy con la fusta para saciar mi morbo, ese que siento al ver cómo te cambia de color la piel, ese que siento cuando tu boca ahoga un gemido, ese que me causa el saberte con ganas de complacerme por mas locos que sean los juegos. Sacas mi lado más oscuro, y disfrutas de él, mejor dicho disfrutamos de él, porque sé que tú también conmigo sacas un lado que nadie más conoce.

Caminamos por la habitación por un rato, que parece quedar suspendido en el tiempo, me detengo junto a una pequeña mesa de noche… te dejo junto a ella así, como una perra encadenada pongo tu tazón en el suelo, se oye el ruido que hace el cierre de mi pantalón al bajar, saco mi pene, te lo ofrezco cerca de tu rostro… la suavidad de la cabeza siempre te ha gustado y doy algunas cachetadas con él por tu cara, antes de meterlo en tu boca, antes de que empiece a ponerse duro, empiezo a orinar en ella, lo saco y te orino el cuerpo orino también en tu tazón y llenó el pequeño recipiente al máximo, un poco cae en el suelo.

—apuesto que la caminata te dio sed!

¿Quieres beber un poco?

—si, señor, por favor déjeme tomar

Mientras me preparo un café, tú empiezas a lamer mi regalo.

Cuando me siento junto a la mesa frente a ti ya estas llena, pero aún queda mucho por beber, aparte lo que queda en el suelo.

Tomo el café con calma, observando, disfrutando el espectáculo. Viendo como tu lengua intenta llevar lo mas posible a la boca y acabar con tu tarea.

Sorbo a sorbo mi tasa va quedando sin café, al igual que el tazón sin orina. Cuando me siento satisfecho me levanto y camino hasta ti, tomo la cadena y nuevamente jalo fuerte de ella, te dirijo a la jaula, abro la puerta y en automático entras a ella quito la cadena del collar y cierro la puerta.

Te dejo ahí dentro de ella y salgo del cuarto dejándote encerrada.

Cuando vuelvo a entrar ya ha pasado casi una hora, tu sigues firme en cuatro patas aguantando hasta que te den la orden de ponerte en pie. En la forma en que te tiemblan las manos y pies sé que tu esfuerzo es mucho, abro la jaula y pongo la cadena para sacarte de ahí.

Te llevo al baño y te doy un baño, me tomo un tiempo para limpiarte.

El olor del cuero…

El ruido que hacen las cadenas…

El olor de tu sexo…

El sabor de el…

Todo en conjunto enciende mis deseos, todo eso junto con tu devoción y esa mirada que, bajan mis defensas.

Se por tus reacciones, que todo esto también ten encanta a ti. Saco mi camisa y de un movimiento bajo los pantalones junto con el bóxer…

Te dirijo en cuatro hasta la cama,

Al llegar a ella jalo del collar hasta ponerte en pie.

—pon tus manos detrás de tu espalda.

Lo haces al instante te tumbo sobre la cama, que placer es verte así, ver tu culo al aire y mirar tu raja expuesta, tus manos obedientes siguen en tu espalda, una de mis manos sujetan firme tus muñecas. Con la otra dirijo mi dureza a tu dispuesto sexo.

Juego un poco con tus labios y un pequeño gemido sale de tu boca al sentir lo caliente de mi cabeza sobre tu humedad…

Me hundo en ti sin piedad y el gemido es más fuerte esta vez, busco mi placer más que el tuyo y entro y salgo de ti a mi antojo.

Entro y salgo una y otra vez, bajo el ritmo y suelto tus manos

—estíralas sobre las sabanas

Salgo de ti y mi boca te da placer mi lengua sube y baja por tus labios hasta alcanzar el clítoris, lo tomo entre mis labios y presiono en el. Cuando siento temblar tus piernas me detengo, escucho un no, escapar de tu boca. Río para mi y escupo sobre tu ano, tomo algo de tu humedad con mis dedos y embarro con ella el lugar que acabo de escupir.

—señorita, confías en mí?

—si, señor

—hoy tengo la intención de cogerte el culo.

Digo esto mientras meto un dedo por ahí.

Te veo pasar saliva, nunca lo hemos hecho, aunque en muchas ocasiones te he metido algún dedo y te encanta tener la piedra mientras te penetro (en algunas ocasiones ha salido disparada por la fuerza del orgasmo).

—estas dispuesta a hacerlo?

—si, señor

—dime tu palabra de seguridad,

Dila.

—amarillo

—bien, si quieres que pare solo dila.

Pongo otro dedo dentro tuyo y los hago entrar y salir, cuando aceptas estar con tres dedos dentro hago el primer intento.

Pongo un poco de saliva en la cabeza y empujo, nada… no quiere entrar.

—relájate señorita respira profundo, si, así tranquila, solo es como si estuviera metiendo tu piedra.

Coloco un poco de gel en mi falo y mucho entre tus nalgas, pongo de nuevo mi dureza entre tus nalgas… mi mano lo dirige derecho a tu culo, firmemente lo pongo en la abertura, y, empujo mis manos toman tus caderas y jalo de ella, al segundo intento entro, solo la cabeza, veo como tus manos se aferran a la sabana, y, escucho como tu boca se queja, me quedo quieto y dejo que se acostumbre al grosor, tus manos se relajan y poco a poco lo meto hasta el fondo.

no haces nada...

no dices nada…

lo dejo ahí un poco mientras mis dedos masajean tus labios y mi boca besa tu espalda.

Poco a poco empiezo a moverme… lentamente voy tomando ritmo, mis dedos siguen jugando al ritmo de mis movimientos, lo que al principio fue dolor, se empieza a transformar en placer, me muevo sin salir de ti… pongo mi peso en tu espalda y con mis manos jalo de tus hombros hasta levantar tu torso de la cama, me muevo dentro tuyo y eso provoca un nuevo grito de placer, aunque intento controlarme, es difícil no reaccionar a tus ruidos, ocuparía ser de piedra para no excitarme escuchándote, mirándote, gozando de ti…

Ya casi terminas, tus manos me lo indican, tratan desesperadamente de aferrarse a algo. Y nuevamente me detengo, salgo completamente de ti, y me pongo enfrente tuyo, tus manos hacen el resto, suben y bajan hasta lograr que me derrame en ellas, y por un momento tu nombre sale de mi boca… te detienes asombrada que lo diga, nunca lo hago aquí nuestros nombres no importan, tu eres mi señorita, mi perra…

Sonríes un poco y sigues subiendo y bajando la mano hasta que ya no queda ni una gota.

—señorita, no te puedes correr hasta que yo te lo diga, ni aquí, ni en tu casa, entendiste.

—si señor.

—Bien, por hoy hemos terminado.

Me tumbo en la cama y vienes junto a mí, te acuestas en mi pecho, paso una mano por detrás de tu espalda y nos quedamos así, como la mayoría de las veces nos quedamos, Abrazados…

Aquí donde nuestros nombres no importan...

(9,00)