No sabía a donde mirar, estaba turbada por la vergüenza, no se podía creer lo que sucedía, sentía como si ya le doliera su pequeño y respingón trasero, aquello no podía estar sucediendo, no le podía estar pasándole a ella, no podía ser real, como podía estar metida en una situación así… Su estómago no parecía que lo tuviera, era como si pesara más de lo habitual, así como una sensación de sentir un vacío enorme, era como si no hubiera comido nada en días. Nunca se había sentido tan vacía interiormente, sentía como si algo revoloteara en su interior, era una sensación muy extraña pero a la vez agradable, se encontraba como si estuviera en el lugar no hecho para ella, como si allí no debiera encontrarse, igual que si se metiera en una clase por equivocación, y que todo el mundo la observaba como un bicho raro y en esperar que en cualquier momento la fueran a regañar por su error. Levantaba despacio la mirada, como si temiera ser descubierta observando algo que no estuviera bien que lo viera.
A apenas dos metros de distancia estaba su jefa Laura de pie, vestida con aquella vestimenta igual que la de ella, la chaquetilla amarilla a juego con la falda tableada, blusa blanca, calcetines hasta debajo de la rodilla blancos, y con la falda levantada por detrás dejando su trasero al descubierto y remetida en su cintura para que esta no se le bajase, no parecía que fuera una mujer de treinta y seis años, más bien parecía una adolescente a punto de recibir una soberana azotaina, podía observar desde su posición la parte lateral de las bragas y parte de la pernera derecha con su borde ribeteado por un fino encaje de puntilla. Veía a Laura, su jefa. Con el rostro congestionado por la escena, ante sus ojos, allá sentado ante ella estaba el Tutor de Laura y en adelante el suyo propio, el Sr. López. Sarah no podía asimilar en su mente lo que escuchaba, solamente oía voces de su tutor, pero no lo que decían, pero si sabía que estaban regañando a su jefa. Sobre algo que debía haber ocultado, pero los pensamientos en su mente, y aquellos nervios que no la dejaban concentrarse en nada, la mantenían como si no debiera estar ahí. Solamente veía a su jefa Laura con su rostro congestionado, y veía como le brillaban los ojos, como si estuviera al borde derramar sus lágrimas. Observaba como Laura se acariciaba el trasero lenta y suavemente, podía sentir la mirada de su jefa clavada en ella, la sentía tan interiormente que le dolía ser observada. Se sentía como si ella fuera la culpable de que Laura estuviera en aquella delicada situación. Cuando de pronto, vio como Laura era sujetada de la muñeca derecha por el Sr. López, a su vez, la sujetaba igualmente con su gran mano derecha y con estupor vio como Laura era arrojada como un resorte sobre los muslos de su Tutor, vio como literalmente quedo boca abajo sobre las rodillas, y como acto seguido la mano izquierda del Tutor tanteaba el brazo derecho e iba descendiendo hasta su muñeca, sujetada, le levanto el brazo derecho doblándolo suavemente sobre su propia espalda y bien sujeta, pudo ver como la mano derecha la levantaba en alto, y como rauda descendía para impactar en el trasero de Laura, revestido de aquellas bragas de algodón de frutas variadas, de distintos colores. Una y otra vez vio como aquella mano repetía una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, impactando en zonas diferentes del trasero de Laura, aunque aquella gran mano prácticamente cubría el trasero, y pronto un color rojo trazaba en aquella nalga una circular redondez rojo, para ir pasando a un rojo más intenso que Sarah vislumbraba en la parte del exterior de la nalga derecha, ya que desde su posición no podía ver más, la nalga que estaba a plena vista y en frente de Sarah. La mano derecha del Sr. López se detuvo en ese momento, Sarah aterrada por lo que veían sus ojos, pudo observar como aquella mano se introducía por la cinturilla de encaje de las braguitas de Laura, y como estas eran bajadas de casi un tirón hasta sus rodillas, pero la parte izquierda había quedado trabada por el roce de la prenda con el cuerpo de su Tutor, ya que no pudo presenciar, como la mano sujetaba de nuevo la parte que quedaba próxima al cuerpo de su Tutor, y las bragas de ese costado fue bajado hábilmente a las rodillas de Laura, y retocando las bragas hasta quedar bien colocadas en sus rodillas, sobre todo el fondillo de estas, estaba bien visible, así como la humedad acumulada para su vergüenza, aunque dudaba que en esos instantes eso le pudiera importar muy poco, así mismo, como su intimidad quedaba expuesta o como unas gotas de fluidos en sus labios vaginales. Luego con parsimonia introdujo la mano derecha en el interior de su pierna y la fue subiendo lentamente, llegando a la entrepierna rozando aquellos sensuales labios íntimos de su pubis rasurado, sintiendo como sus dedos se embadurnaban de aquella humedad, sonriendo tenuemente, su mano se dirigió hacia el interior izquierdo de su americana, extrayendo del bolsillo interior un cepillo de madera, vio Sarah con estupor lo que sucedía a continuación. Aquel feo y horrible cepillo impactaba en la base de las nalgas desnudas de Laura, con rapidez, apenas Sarah podían sus ojos ver las veces el brazo se izaba y bajaba, así como que subió y bajo impactando en una y otra nalga de su jefa, veía aterrada como Laura se contoneaba sobre las rodillas de su Tutor, de un lado a otro, se agitaba todo su cuerpo alocadamente, las manos y las piernas se agitaban sin control como si quisiera librarse de aquel ruido seco y sordo que producía al impactar sobre la amoratada piel del culo de su jefa que no cesaba en cambiar de color a cada impacto de aquel cepillo. La piel la había visto pasar del rojo intenso, al rojo más oscuro, al amoratado. Aunque este último ya lo tenía al ser bajadas las bragas y antes de comenzar la azotaina en esos duros momentos para Laura. Debido a la azotaina que le fuera administrada de la mañana, con el mismo artilugio de disciplina.
Sarah, aterrada… apartaba la mirada, pero luego volvía a mirar de nuevo. Se sentía turbada, pero extrañamente sentía algo nuevo y muy extraño en ella. Lo notaba desde que había entrado al servicio en la oficina con Laura, las dos habían ido hacer pis. Y habían entrado al servicio juntas al mismo tiempo. Había visto como su jefa, se introducía las manos bajo la falda y como sus bragas descendían por debajo de sus rodillas a sus pantorrillas, extraía del fondillo de sus bragas una compresa totalmente húmeda, y no húmeda de tener el periodo o una fuga de orina, eran fluidos que emanaban de su sexo rasurado, ya que se lo pudo ver cuando con un tramo de papel higiénico en la mano izquierda, subió su falda para secar las gotas ultimas de orina, era la primera vez que Sarah veía un sexo depilado, que no fuera el suyo propio. Y eso había sucedido cuando se había cambiado de ropa, y depilado ella misma mientras su jefa esperaba fuera. Laura una vez hubo terminado, pudo observar las muecas de dolor que hacia al enderezar su cuerpo, para ponerse de pie, así como de nuevo aquellas muecas volvían aparecer en sus labios bucales al inclinarse para subirse las bragas, sobándose el culo sin ocultarse esta ocasión, comento… “no puedes imaginarte como me duele el culo, al enderezar el cuerpo, así como al inclinarme… uuuffff… siento como si tuviera un nido de avispas picoteando con sus aguijones…”. Sarah hizo lo propio, introducir sus manos entre la falda para bajarse las bragas y hacer pis, y fue cuando su jefa explico porque de su excitación, así como el porqué de aquella humedad, asintiendo que ella, Sarah debería de llevarlas húmedas, a lo cual esta, junto sus rodillas para intentar cubrir sus bragas, pero ya fue tarde, ya que Laura ya las había ojeado comprobando cierta humedad.
Aquella extrañez, era debida a que en esos instantes sentía sus bragas completamente húmedas. Viendo como su jefa era castigada con aquella interminable azotaina sobre su trasero desnudo. Sarah se sentía muy angustiada, aquel vacío en el estómago había aumentado de manera fulgurante, algo le decía que en breve seria ella la que estaría en las rodillas del Sr. López, y eso la asustaba terriblemente. No sabía cómo mantener la serenidad, el miedo, el temor, la angustia, los nervios… Todo se acumulaba en ella, sus ojos casi en lágrimas. Sus manos actuaban por cuenta propia, una entre sus muslos sintiendo la humedad del fondillo de sus braguitas en las yemas de sus dedos índice y anular, y la derecha se sobaba el trasero por encima de sus bragas sentada casi de costado. No se podía creer que sintiera aquellas sensaciones, por un lado sentía un miedo atroz a ser ella la que iría después, así como lastima por su jefa, pero por otro lado, estaba sintiendo algo que no entendía y mucho menos no comprendía. Ya que lejos de sentir lastima por su jefa, por la terrible azotaina que estaba recibiendo, la cual continuaba debatiéndose alocadamente, mientras aquel feo y horrible cepillo, seguía una y otra vez impactando sobre el culo desnudo de Laura, que ya llevaba rato que lloraba desconsolada, veía como de sus labios y nariz, colgaban fluidos de mucosidad juntos con lágrimas que bañaban su rostro.
En esos momentos Sarah lejos de la perplejidad, su subconsciente había retrocedido en el tiempo, recordaba aquella vez que se encontraba en casa de su tía, sus primos y ella habían estado toda la tarde jugando escandalosamente, su tía les había llamado la atención varias veces, viendo como había castigado a su primos a ser encerrados en su habitación. Ella en cambio, creyéndose a salvo de castigo siguió con su mal comportamiento, lo cual, su tía estando ya cansada de su sobrina, no pudiendo con ella más. Acabo por llamar a su papa. Pasado una hora, Sarah aterrorizada vio aparecer a su padre con cara de pocos amigos. A los pocos minutos, Sarah viajaba con sus hermanas hacia casa en el asiento trasero del vehículo familiar, regañada por su papa… “desvergonzada!!! La vergüenza que me has hecho pasar, vas a ver cuando lleguemos a casa la que te voy a dar…” De camino se pararon en un centro comercial, estuvieron varias horas en el de compras. Estuvieron tomando refrescos, helados, y comido algo de merienda, todo ello entre bromas y buen humor. Ya en el vehículo de regreso a casa, todo era un ambiente muy animado. Sarah, hacia lo posible por portarse súper bien, incluso su papa bromeo con ella y sus hermanas, lo cual aprovecho para hacer bromas y juegos a su papa, para que no recordase lo sucedido en la casa de su tía con sus primos. Al llegar a casa, Sarah fue a su habitación para que nada hiciera recordar a su papa lo sucedido en la tarde.
Pensó que si hacia como si nada hubiera sucedido, su papa lo habría olvidado todo. Pero en breve vio que no había sido así, su papa, entro en su habitación muy enfadado, fue a por ella cogiéndola de la oreja, la condujo hasta la cama donde el tomo asiento. Enseguida se vio sobre las rodillas de su papa, con la corta faldita levantada y las braguitas rosas de un osito marrón bajadas a las rodillas, mientras era regañada por su papa severamente, este, inclino su cuerpo hacia adelante levemente al tiempo que con el pie derecho hacia un claro movimiento hacia adelante, dejando libre su zapatilla de suela de goma, acto seguido la agarro por el talón, y sin cesar de regañarla por el comportamiento en casa de su tía, la azotaina en el culito desnudo comenzó, recibiendo una muy severa azotaina que la dejo el culito más colorado que un tomate.
Con estos recuerdos de la infancia, Sarah pudo ver como la azotaina a Laura había finalizado, y ante esa perspectiva esos recuerdos de su infancia desaparecieron en el acto, viendo a Laura como seguía llorando sin cesar, permaneciendo unos minutos aun sobre el regazo de su Tutor. Ahora su angustia había crecido, le temblaban las piernas, su mirada estaba fijada en el suelo, no se atrevía a mirar a su jefa Laura, y mucho menos, mirar al Sr. López.
Por un lado, se sentía avergonzada de haber de alguna manera disfrutado con la visión de aquella azotaina tan severa. Sus ojos estaban bañados en lágrimas, pues de sobra sabía que había llegado su hora.
Vio con espanto como era ayudada Laura por su Tutor, apenas podía dar un paso, por eso con la ayuda del Sr. López, Laura fue conducida a un rincón. Arrastraba los pies para no tener que levantarlos, Sarah pensó, que debía de ser por el intenso dolor de su trasero, pues era una visión del mismo lamentable. Tenía las nalgas muy rojas, sobre todo la zona exterior, ya que el centro de las mismas mostraba un color muy oscuro, con la piel blanquecina algo que Sarah no se llegó a explicar el porqué. Una vez que fue dejada en el rincón, el tutor se encargó de levantarle las manos colocándoselas en la cabeza. Laura seguía llorando.
Aterrada Sarah, vio como el Sr. López volvía sobre sus pasos, se secaba con un pañuelo el sudor de su frente. Asustada, veía la mirada del Tutor en Disciplina fijada en ella. Sarah, temblaba ante esa mirada, no pudo seguir mirándole, así que miro al suelo y espero lo que debía suceder. Que no tardo nada en saberlo, pues vio sentarse al Tutor en la silla, a él, no lo llego a ver sentarse, pero si veía sus rodillas así como sus pies.
(Sr. López): Sarah! Ven y acércate aquí!
Escucho aquella voz mencionar su nombre. En su cerebro aquella frase seguía repitiéndose una y otra vez. Sarah estaba paralizada, no podía moverse de su asiento.
(Sr. López): Sarah! Ven y acércate aquí! No me hagas tener que repetírtelo de nuevo, pequeña!
Levanto la mirada viendo como le indicaba palmeándose el muslo que fuera hacia el, pero ella seguía petrificada era incapaz de mover ni un solo musculo.
(Sr. López): Si debo ir a buscarte, Sarah! Te va a ir mucho peor!!!
Como podía irle peor pensó para sí, Sarah! Pretendían mondarle el culo, como podía irle peor que eso. Había posibilidad de ser peor…?
(Sr. López): Bien, bien… Tú te lo has buscado niña! Ahora en vez de una buena azotaina sobre mis rodillas con la mano. Te has ganado el cepillo!!! Vas a venir? O voy a buscarte?
Si, había algo peor…
Había visto como le había ido a Laura con el cepillo, debía de doler y mucho. Ahora ya era tarde, que podía ocurrir… Así que decidió que ahora si no podía ser posible irle peor… pero cuando vio que el Tutor se levantaba, se puso ella en pie acercándose muy lentamente, pero no pudo acabar de acercarse, pues el Tutor de Disciplina la sujeto de la mano izquierda, lo siguiente que sintió Sarah. Estaba echada sobre las rodillas boca abajo, y con la mano derecha inmovilizada doblada en su espalda. Y sentía la presión de su mano derecha sobre su trasero, por encima de su falda tableada amarilla, sentía como trazaba círculos en su trasero. Era una sensación agradable en cierta manera, le gustaba esa sensación de ser sobada de esa manera, sobre todo con el grado de excitación que sentía, pues notaba sus braguitas más húmedas y más mojadas que nunca las había tenido en ese estado.
(Sr. López): Bien pequeña Sarah! Hubiera sido preferible que hubieras obedecido antes! Pero bueno… vamos a ver. Es necesario ser muy irresponsable para ser tan negligente, en la vida encontraras alguien que te aprecie tanto como Laura. Hasta el punto que ha decidido darte una lección ejemplar, por ese motivo estas aquí.
Sarah se vio en una situación que la hacía sentirse vulnerable, sintió como la mano del Tutor bajo por su trasero lentamente bajando por su muslo izquierdo hasta llegar la dobladillo de su falda, sintió como la mano se introducía bajo su falda y como está volvía a subir con parsimonia lentitud. Pronto sintió su trasero expuesto, así como la falda era posada sobre su espalda, como su mano izquierda fue levantada unos centímetros, los suficientes para pasar el dobladillo de su falda, de esta manera quedaba estirada y su mano volvió a ser posada sobre la falda, la cual cubría su espalda, hacia una bonita exposición de la falda tableada. Su trasero revestido con unas preciosas braguitas de algodón blancas, estampadas con unas bonitas flores de margaritas, con su capullo de polen amarillo y sus pétalos blancos hacia resaltar sus braguitas. La mano derecha se posó en su trasero por encima de la prenda íntima, la movía trazando círculos lentamente.
(Sr. López): Sarah!!! Te has ganado tu sola el ser castigada! Has aceptado por voluntad propia esta situación, la cual implica corregir una conducta desleal grave. Eres una desvergonzada! Como una joven guapa e inteligente puede resultar tan poco reflexiva consigo misma! Tu mala conducta es algo que no tiene capacidad de perdón posible!!! Una azotaina te va a hacer reflexionar tu comportamiento. Con tu edad ya deberías tener más temperamento, y tener responsabilidad en tu vida! No te verías en estos berenjenales y no pasarías por la vergüenza que estás pasando, aunque dado el estado de tus braguitas, dudo que tengas vergüenza alguna o algo similar… Eres una cochina, al tener tus bragas tan húmedas o mojadas como están!!! Es que no tienes la más mínima dignidad? Sinvergüenza!!! Como tienes la osadía de presentarte en este estado!!! No voy a prolongar esto más tiempo del necesario, te aseguro que te vas arrepentir de esta conducta impertinente!!!
Sarah, se resignó a su suerte. Aquellas últimas palabras reflejaban que el regaño había concluido, y no solamente lo reflejaban, sino que lo sintió en sus propias carnes. La azotaina dio inicio con unos azotes sonoros, la mano del Sr. López empezó a darle su merecida azotaina, los azotes en su trasero picaban, pero para Sarah fueron una sorpresa pues los sentía como iban haciéndole arder sus nalgas, pero no sentía el dolor que ella esperaba que debiera doler una azotaina. En cambio el ardor en su trasero la hacía sentirse más excitada, de su garganta empezaron a surgir gemidos de puro placer, sintió como los azotes poco a poco le calentaban más y más sus nalgas, pero ello no la hacía sentirse dolorida como hubiera imaginado. En cambio sintió unos ardores más intensos en su interior, sobre todo en su sexo la humedad aumentaba por momentos, cuando menos lo esperaba tuvo su primer orgasmo debido a su excitación con la azotaina en si misma. Su cuerpo se convulsiono sobre las rodillas de su Tutor de Disciplina, el cual, noto perfectamente su orgasmo.
Como buen spanker, sabía muy bien lo que hacía. Se estaba asegurando que la preciosa muchacha se aficionara a las azotainas, y así, tener una clienta asidua en el futuro. Por ese motivo le había aplicado una azotaina nada dolorosa, en cambio, si muy placentera. Ya había podido probar la muchacha las mieles de esta manera de disfrutar. Ahora había llegado el momento de dejar de jugar y darle su castigo como se había merecido.
En un momento dado, la mano de su Tutor comenzó a darle unos azotes mucho más sonoros, en breve los primeros “ayes” de dolor se empezaron a escuchar de manera clara. Fue el momento de meter la mano bajo su americana, y como hiciera con Laura, extrajo el cepillo. Los azotes con este instrumento claramente de castigo, comenzaron a ser rápidos y más fuertes, en breve Sarah empezó a sollozar. Ahora si, comenzó a sentir verdadero dolor en sus nalgas, los cepillazos eran tan rápidos que la muchacha no tuvo tiempo de nada, simplemente empezó a contonearse sobre el regazo, así como agitar sus piernas, primero de manera aleatoria, para poco después patalear con verdadero frenesí, sus manos no tardaron en intentar soltarse para cubrirse allá donde sentía aquel fuego tan intenso. Ya no sollozaba, ahora ya lloraba desconsolada. La azotaina ya no la hacía disfrutar como en su inicio. Ahora deseaba que aquel fuego tan intenso terminara, ya!
Pero ello estaba muy lejos de ser así, cuando sintió que la mano se introducía en la cinturilla de sus bragas. Dedujo que se las iba a bajar, y se movió de manera alocada intentando liberarse a toda costa para impedir que sus bragas fueran a parar a sus rodillas. Pero todo esfuerzo fue en vano, no logro impedir que sus bragas fueran bajadas, sino, que además logro que la azotaina cambiara a peor tal y como había sentenciado que le iría mucho peor. Y así, estaba sucediendo, la azotaina cada vez era más y más fuerte, luchaba por liberarse, pero todo forcejeo fue infructuoso. Sarah sintió que le abrasaba su trasero de una manera que era insoportable para ella, pataleaba de manera alocada sin tener el más mínimo control de sí misma. El dolor en el culo era terriblemente insoportable, ya lejos de lloriquear, lo que hacía el chillar y aullar a cada azote que impactaba en su culo, el cepillo dolía de manera que jamás hubiera podido imaginar. Hasta que sintió caer el último azote en su trasero, permaneció sobre el regazo hasta tranquilizarse algo, igual que viera que sucedía con Laura.
Una vez que el Sr. López vio que Sarah se había tranquilizado algo, la ayudo a incorporarse e igual que hiciera con Laura, la ayudo a caminar hacia el rincón del otro extremo del despacho, Sarah al andar sintió que el culo le dolía mucho más, por lo que opto por arrastrar los pies, de esa manera dolía, pero era más soportable, andaba con la mano derecha apoyada en el brazo del Tutor, y la mano izquierda la llevaba en el culo, aunque era tal las molestias al tocarse, que se puso la mano sobre él, sin apenas el moverla. Ya que intentar frotarse o sobarse, era como si en su mano portara un papel de lijar. Una vez en el rincón sus manos fueron puestas sobre la cabeza, y la falda que se había bajado, fue izada de nuevo dejando a la vista el trasero completamente colorado.
Las dos mujeres una a cada extremo no hacían más que llorar, Laura ya algo menos audible, lo contrario que Sarah que seguía llorando sin cesar un momento de respiro. Mientras en el centro de la sala, los dos hombres charlaban animadamente. Así, fueron pasando los minutos y a una hora después de que las dos chicas fueran castigadas, aun se podían ver lágrimas en sus mejillas, pero ya no lloraba ninguna. A ambas, el culo les dolía horrores. Sentían claros deseos de bajar sus manos y acariciarse el trasero. Pero ninguna de las dos se atrevía a hacerlo, al menos no de manera clara.
Al cabo de una hora de permanecer en el rincón, el Sr. López se levantó y fue hacia Laura. Con sumo cuidado le fue subiendo las bragas, al pasar por las nalgas lo hizo suavemente y se las ajusto a la cintura, Laura por fin pudo bajar sus manos las cuales estiraba, ya que se le habían quedado como adormiladas. La falda fue liberada y cayendo por su peso cubrió el trasero. Poco después eran las bragas de Sarah las que fueron subidas, aunque no pudo soportar el tacto de sus bragas en las nalgas, volviendo a ponerse a llorar. Al ser liberadas de seguir castigadas en los respectivos rincones, ambas caminaron hacia ellas mismas, hasta fundirse en un mutuo abrazo.
Poco después ambas eran autorizadas a ir al baño para asearse, así como arreglar su maquillaje, pues ambas tenían por las lágrimas el rímel corrido, manchando sus mejillas. Los dos hombres de pie, observaban la dificultad de ambas al caminar, y como sus manos sobaban sus traseros por encima de sus faldas, una deliciosa visión para sus ojos. Entraron al servicio, y ambas se pusieron ante el espejo, levantaron sus faldas, con gran dificultad bajaron sus bragas para poder vérselas…
(Laura): Auuuhgg… Uuufff como dueleee!!! Jo! Que rojo esta! El tuyo también está muy rojo Sarah!
(Sarah): Aaayyy!!! Aayyy!!! Si que dueleee! El suyo está muy amoratado, “Ayyy” ese condenado cepillo!! Que daño, mierda!!
(Laura): Si, pequeña. Pero no es de ahora… “AAAYYYY!!!” es de esta mañana, cuando me ha castigado… Ha sido terrible!!! Esta mañana me dolió mucho! Pero esta ha sido mucho peor, joo como me duele el condenado!!! No voy a poder disimular este dolor al salir a la calle!
(Sarah): OOOHHH! Siii… va a resultar muy difícil disimular este dolor!!
(Laura): Ven acércate. Te pondré esta toalla mojada en culo, eso te refrescara algo.
(Sarah): Gracias señora Laura! Se lo agradezco… mucho. AUUUGG! Despacio por favor, duele!
(Laura): Que caliente que esta! Huuumm, como me duele el condenado! Te duele mucho pequeña? Te he escuchado llorar desconsoladamente, lamento que te hayas visto en esta situación, no creía que me afectase tanto oírte llorar! Se me ha caído el alma al suelo cuando he visto cómo te azotaba el culo! Pero eres una guarrilla! He escuchado como te has ido, cuando te daba la azotaina con la mano.
(Sarah): Sí. No puedo negar que cuando ha empezado era… “AAYYY” mi culo!!! Delicioso sentir esa azotaina. Me ha venido sin poder evitarlo… Qué vergüenza!!! Hablar de eso con usted señora!
(Laura): No te preocupes. No has sido la única, yo también me he corrido cuando ha empezado… pero luego uuuffff! Como dolía el culo, ha sido terrible!!! Ya está! Ya lo he secado, espera! Ya te subo las braguitas, yo!
(Sarah): Gracias! Señora póngase así, ahora le humedeceré el suyo, yo. Jooopeee! Como quema! El suyo también está muy caliente!!! Debe dolerle mucho! Verdad?
(Laura): Gracias pequeña! Oooohhh que bien, que fresquito! AAYYY despacio que duele mucho…
Ambas se refrescaron sus traseros la una a la otra, así como disimuladamente Laura magreo el culo con suavidad a Sarah, a su gusto. Y Sarah, no fue menos osada al palpar con su mano el culo de su jefa. Una vez refrescados sus traseros se lavaron la cara y retocaron su maquillaje. Unos minutos después salían del servicio, pero antes de abrir la puerta se sonrieron entre ellas, ambas estaban radiantes con sus culos bien doloridos y calientes. Poniéndose serias de nuevo abrieron la puerta encontrándose a los hombres fuera esperándolas.
Caminaron hacia el ascensor, por la hora que era ya. Cada cual se retiraría hacia su respectiva casa. Mientras bajaban, ellas dos se miraban entre sí, con una sonrisa en sus rostros, disimulando cuando veían que uno de los hombres giraba la cabeza hacia ellas. Llevaban en sus rostros un aura de felicidad que no podían evitar. Al detenerse el ascensor, allí aguardaba el señor Luis el conserje con sus abrigos. Ahora si le fue permitido a Laura cubrirse con él, mientras Sarah, no había traído más que su bolso. A Laura le fue devuelta su maleta, en la cual llevaba la ropa normal para cambiarse, la llevo para poder ir vestida normal a su oficina, pero al ser castigada por su osadía de la mañana, no le fue permitido el cambiarse. Igual que en ese momento tampoco se le permitió, pero si le fue permitido cubrirse con el abrigo. Al salir al exterior Laura subió al vehículo que había aparcado en la entrada, era Carlos su marido. El cual no dijo nada cuando vio con que, lentitud Laura se subió al vehículo.
Sarah y Frank, se despidieron del Sr. López para subir al taxi, en el cual el Sr. Luis se apresuró a abrirles la puerta trasera del taxi. Sarah también como hiciera Laura, se subió con mucha cautela sobre todo al apoyar el trasero en el asiento. Así acabo un ajetreado día para las chicas.
FIN