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Venganzas

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Aún me acuerdo que ese día, allí en la cama, de mañana y fumando el cigarrillo pensaba en el encargo que había recibido esa mañana. Confuso y excitado en cierta manera la noche anterior había salido y no me fue difícil simpatizar, por decir algo, con el afeminado bobalicón con pintas de mamarracha charlatana; su tono melindroso y apocado me daban nauseas, pero era uno de los culos jóvenes que tenía pendientes.

Tras una no muy extensa charla cargante empezó a interesarme ese pelo teñido de rubio, cara limpia y enjuto de complexión. Acompañaba su verborrea con ademanes exagerados y movía su pequeño culo como una campana. No tarde en levantármelo del local y al poco rato ya nos comíamos la boca en la calle mientras nos dirigíamos a mi buhardilla tres calles más abajo. Obvia decir que una vez allí me lo cepillé con ganas. Empezamos con un 69, era manejable y frágil, no podía abarcar mi miembro, en cambio yo al suyo lo engullía sin problemas. Estando a cuatro patas parecía una pequeña gacela y pude observar que su culo tenía un buen conducto, por lo que basto con comerle el culo y algo de vaselina. Lo empotré con ganas, en cada bombeo sus nalgas parecían latir. Vacié dentro, el por su parte lefó con ganas.

Volviendo a mis pensamientos, esa misma mañana pensé en el encargo que me habían dado. Era una cuestión de principios para la comunidad Gay ya que el personaje que me habían asignado para dar un escarmiento no había escatimado en desprecios e incluso en temas financieros. De casta le venía al galgo, su padre, que estaba agonizando en el hospital ya lo había inculcado ese odio déspota. La verdad es que le tenía ganas, siempre con su porte autoritario, paseando la soberbia. Recuerdo que cuando solía cruzarme con él en alguna calle me miraba y escupía en el suelo. Elegante, deportista en su madurez parecía mucho más joven.

Mi paso por el reformatorio 20 años atrás me había enseñado a defenderme, sabía esperar el momento oportuno y aprovechar. Siempre he sido fortachón y mi estatura alta ha merecido respeto. Demasiadas emociones me solicitaban en ese momento y ya estaba planteándome el encuentro y posterior represalia. El azar quiso que el fallecimiento del padre del personaje dejara paso a la alteración de los acontecimientos. Tras el trámite de la sepultura y haber hecho los posteriores tramites del dinero del progenitor estaba iniciando su éxodo hacía otro continente.

La maquinaria ya estaba en marcha, me había dado tiempo de organizar un grupo. Desde el otro coche me informaron de la llegada inminente del coche del susodicho personaje en cuestión. Era en las afueras, al término de la localidad y al principio de la autopista. Coloqué el coche en medio de la vieja carretera y vi como venía de frente y tuvo que frenar, nos cruzamos las miradas hasta el fondo de nuestros ojos; intentó dar marcha atrás, era tarde, el grupo estaba tras él. Salió precipitado del coche con aire desafiante. Al ser cogido por los compañeros opuso fuerte resistencia, se movía como un león enjaulado. Con cierta dificultad fue introducido en el otro coche.

El engranaje iba funcionando, nos dirigimos a la vieja nave. Llegué primero, el otro coche con el personaje venía y tras el dejaba una polvareda de humo. Abrí las puertas de la nave, el ambiente era frio, con ese aire industrial abandonado de las viejas fábricas. Entraron y lo sacaron con dificultades, sequía dando pelea, era impresionante el poderío físico que demostraba.

— ¡Hijos de puta, mariconazos! ¡Dejadme ya! — exclamó dando manotazos a diestro y siniestro.

Entonces los otros clamaron venganza y una vez estuvo retenido por cuatro compañeros propuse que fuera pasado por la centrifugadora. Fue atado a una rueda giratoria solapada a la pared, era una parte de la vieja maquinaria. Una vez amarrado giré de la rueda, la cual empezó a voltear, así de esta manera unos 5 minutos. Fue bajado y andaba desorientado como un borracho, no lograba focalizar con la mirada. Fue despojado de toda su ropa quedando en pelota picada. Lo colocamos en un butacón, con las piernas atadas en los reposabrazos y atadas sus manos. A la vista quedaban sus testículos colgantes con polla flácida. Una vez recuperado su mirada era de perro rabioso, incluso me retaba con ella.

— Vas a darnos todos tus poderes notariales sobre los inmuebles que robaste mediante argucias legales — exclame.

— Me pertenece por efecto legal, no sé cómo tiene el coraje de mandarme un esbirro como tú y esa manada de maricones — respondió exaltado.

Me gustaba ese tono de incomodidad, no le gustaba ser exhibido de esa manera, su cara estaba roja de ira aunque mantenía seguridad aparente. A una seña mía apareció un carrito de ruedas chirriantes, encima se encontraba una enorme batería con dos pinzas. La cara de él fue todo un poema, se tensó y abrió los ojos como platos.

— ¡No! ¡No pretende… ra… as…! — dijo aterrorizado y balbuceando.

— Dices donde están los poderes notariales y san se acabó — dije al mismo tiempo que juntaba las dos pinzas y echaban grandes chispas.

— Mi padre que ni habéis respetado el día de su muerte las guardaba en el Banco, no puedo hacer nada — exclamo.

Mandé hacer una llamada, la confirmación de que nos había mentido se hizo evidente.

— Del banco nos han informado que hace muchos años que no pertenecían a tu padre.

— ¡Lo juro por dios! — volvió a exclamar.

Cogí las pinzas, la derecha del polo positivo en su testículo derecho y el polo negativo en el izquierdo. Era una visión casi surrealista, los cables que se unían a sus testículos colgantes parecían dos extensiones de él. Mandé apartarse y gire la rueda de la batería. La primera descarga hizo que su cuerpo quedara tensado, sus manos se extendieron al igual que los pies. Su mandíbula apretada y sus ojos estaban cerrados.

— ¿Te aclara esto las ideas? — pregunté.

— ¡No! ¡No! Por favor.

Giré una vez más la rueda de tensión a más intensidad. La brutalidad de la sacudida hizo que el cuerpo quedara arqueado en el aire y su cuerpo fuera un constante espasmo. Aguanté durante un rato la tensión de la batería. No aguantaba, se orinó, de su ano salió un chorro de mierda debido al esfuerzo. Pare. Me acerqué a su cara.

— Hueles a mierda, sabes. ¿Dónde están las actas? — pregunté.

Entre susurros y respiración entrecortada con voz farragosa explico el destino de las actas y como conseguirlas. Perdió el sentido.

Tras la información informe a quien correspondía y el resultado fue positivo. Me dieron barra libre a posterior escarmiento correctivo y dejar que se fuera.

Ya había pasado casi un día, me informaron que iba reaccionando y se encontraba entre cuatro paredes en un colchón. Fui a verlo. Su mirada parecía la de un perro asustado, aún estaba desnudo. No me aguantaba la mirada. Me crecí.

— Te has portado bien al final, quizás te faltaba sacarte un poco de mierda — dije.

— ¡Por favor! ¡Te lo ruego…! Dejadme ir, ya tenéis lo que queríais.

— Ya no eres tan gallardo como antes. Bien. Por tu comportamiento te dejaremos en libertad, no sin antes… — dije dejando en el aire las palabras para causar más amedrentamiento y temor al personaje y salí enseguida.

Esperaban mis órdenes, había mandado a llamar a otros 4, en total éramos 10. Ordene con rigor que al personaje se le aplicara una lavativa para posterior actuación. Les dije que sería follado vivo por todo conducto viable y todo el proceso sería en exhibición, es decir, con todo el grupo observando. Para su posterior puesta en libertad.

Se procedió según lo establecido, fue atado a una mesa con las piernas levantadas en su borde con dos puntales, como si fuera el sillón de una embarazada a punto de parir. Por orden de ejecuciones se le aplicó la lavativa mediante una manquera de agua. Su vientre se hincho y taponé su ano con mi dedo. Estaba a punto de estallar. Imploraba clemencia, gritaba mientras yo lo miraba a los ojos con aire de superioridad.

— Pide nabo y dejo que se vaya el agua que tienes dentro — dije con sarcasmo mirando a todos los presentes.

— ¡Dios! ¡dios! ¡por favor, eso no, he tenido bastante!

Dejé que pasaran otros pocos minutos y ya exclamo ¡quiero rabo! Quité el dedo y expulsó toda el agua acumulada, el chorro fue sorprendente. Su ano quedo dilatado. Dije a todos los presentes que empezaran a desnudarse como yo mismo lo estaba haciendo.

Por honores me tocaba estrenarlo, ya llevaba una erección bastante notable, solo tuve que ponerme a la altura de su conducto y empujar. No entró bien a la primera, pedí vaselina, lo unté y ya después le embestí sin compasión. Clave hasta la empuñadura, emitió un berrido atronador seguido de un latoso ¡compasión! ¡Compasión, por favor! Lo bombeé con ganas y vacié dentro. La función siguió toda la noche, uno tras otros lo encularon por turnos, también mamó pollas huevos y comió culos. Al amanecer fui a visitarlo antes de su puesta en libertad. Apestaba a lefa, sus cabellos eran una masa blanca. Le di su ropa y lo dejamos a su suerte.

Aunque acometer los trabajos también implica sus riesgos siendo el simple ejecutor, dos meses más tarde fui introducido en una furgoneta y llevado a una especie de rancho, nada más salir de la furgoneta ya me habían quitado la ropa y tuve que hacer un paseíllo delante de fornidos matones. Él se encontraba al fondo y su rostro hablaba solo VENGANZA.

Fui izado por una polea y puesto boca abajo durante horas, para después ser llevado a una cama de hierro conectada a la corriente. Sufrí descargas que me quemaban por dentro, me contorsionaba e intentaba no implorar delante de él. Sucumbí, también aullé y tiré mierda en abundancia, ante la mirada impasiva de él. Ya llevó 4 días, cada día soy sodomizado y obligado a tragar pollas, que si bien en un principio incluso mi pene estaba erecto ahora ya es puro conducto. Esta misma mañana cuando pensaba que todo había terminado ha venido otra tanda de sodomizadores sin darme ninguna tregua. No puedo abrir los ojos de semen que he recibido. No hace ni dos horas que han salido los 5 y cada uno ha orinado sobre mi a modo de despedida. Tengo entendido que mañana seré ajusticiado. Solo por cumplir con mis obligaciones.

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