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Intercambio en Medellín

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Sucedió en Medellín. Nos hospedamos en un hotel de una calle numerada como 70. Habíamos escuchado que en Colombia eran frecuentes los bares y discotecas con ambiente swinger. No era el intercambio lo que nos interesaba sino que por lo que investigamos, era posible tener sexo ahí mismo en las instalaciones aún sin hacer intercambio. Decidimos ir.

Al llegar no había manera de distinguir el lugar excepto por el número claramente referido afuera del local. No digo que fuera fácil distinguir pero estar entre un supermercado y una escuela de idiomas no lo hacía tampoco tan difícil. Al entrar nos preguntaron por supuesto si era la primera vez. Una vez que contestamos nos dieron algunas explicaciones, cobraron y nos entregaron una llave con número de locker un par de sandalias de baño a cada uno, de nuestras respectivas tallas.

- En el locker están sus toallas señores y a la derecha los vestidores.

Ana me miró y yo entendí la duda así que pregunté. La respuesta fue típica de la amabilidad colombiana:

- Yo le recomendaría a los señores retirarse todas sus prendas y solo cubrirse con la toalla. Ustedes pueden desplazarse por todo el complejo desde los sillones a los cuartos privados, regaderas, sauna etc. Si es la primera vez tal vez les resulte fuera de plan hacer algún intercambio aunque la señora es particularmente atractiva y eso seguramente va a facilitar que se acerquen interesados. Además algunas parejas pueden ser muy convincentes cuando son experimentados.

No puedo negar que tuve un connato de erección cuando hizo aquella referencia a Ana que por cierto apenas llevaba una playera y un short de mezclilla.

Nos metimos al mismo vestidor. Siendo bastante estrechos fue divertido porque al tiempo de despojarnos de la ropa había contacto físico casi constante. Ana no jadeaba pero conociéndola como la conozco pude notar que estaba empezando a excitarse. Ya desnudos nos besamos un poco ahí mientras yo amasaba a su trasero.

- ¿Ya pensaste si vamos a intercambiar o hacer alguna otra cosa por el estilo? - me preguntó.

La respuesta ella la sabía pero no sé si lo repetimos en voz alta por asegurarnos, por diversión o por empezar a excitarnos:

- Si te gusta alguien, hombre o mujer y quieres llegar a algo yo te acompaño pero ya sabes que yo sólo cojo contigo amor.

- Yo sé y me gusta que lo digas pero tú no me pones límites y yo no quiero ponértelos a ti.

Guardamos las cosas en nuestros lockers y entramos al salón. Ordenamos un par de bebidas pero les dijimos que esperarán a vernos instalados. Queríamos recorrer el lugar. Había un salón bastante grande en planta baja con pista de baile y el tubo que no podía faltar. Una pequeña alberca. Un pequeño aparador dentro del cual había 3 regaderas separadas del salón por un cristal. Un pequeño cuarto con una cama cubierta de vinil. Sanitarios y a un lado un sauna que se adivinaba grande aunque la verdad, por el vapor era difícil apreciar el tamaño pero tenía las gradas habituales en 3 niveles. Subíamos a una segunda planta. Era más o menos la mitad del salón de abajo. Más sillones y mucho más juntos. La intención es obvia. De hecho los sillones son más amplios y hay otro privado, éste sin ventanas pero más amplio que el de abajo y más iluminado. Decidimos quedarnos arriba. Se veía más sensual el ambiente ahí. De hecho, nos sentamos en un sofá justo junto a la barandilla que permitía ver lo que pasaba abajo y en el sillón frente a nosotros había una pareja de jóvenes bastante atléticos. El estaba sentado ya sin su toalla al igual que su chica que estaba inclinada a su lado haciéndole un oral a él.

Ordenamos que nos subieran nuestros tragos y empezamos a conversar mientras estudiábamos a las parejas presentes. Además de los chicos atléticos mencionados antes a nuestra izquierda había un grupo grande. 3 parejas. Como varios de los que estábamos ahí arriba, estaban todos desnudos excepto una de las damas. La conversación era bastante animada y de cuando en cuando alguno del grupo, hombre o mujer, pasaba su mano por alguna parte del cuerpo de alguno de los vecinos. Por esa razón era difícil distinguir quienes eran pareja. Las mujeres eran de cuerpo promedio, ni gordas ni flacas. De los 3 hombres había uno más o menos en forma y los otros dos apenas ligeramente pasados de peso. Uno más que el otro.

Ana y yo nos concentramos en observar a la pareja de atléticos. No es que fueran los de mejor ver pero aparte de tenerlos enfrente, parecían realmente disfrutar el ser observados. Mientras ella se concentraba en darle su mamada al hombre, él de vez en cuando habría los ojos los ojos y nos miraba a todos como pidiendo aplausos. A su vez ella también se detenía para mirar a su alrededor. Eran hasta un poco teatrales pero agradable verlos porque físicamente valían la pena. Nosotros seguimos bebiendo mientras que por obvias razones ambientales empezamos a fajar nosotros. Ana había dejado caer su toalla. Se recargó sobre mi pecho dándome la espalda, lo que aproveché para pasar mi mano derecha por su costado hasta llegar a su entrepierna. Ella agradeció el gesto separando un poco ambos muslos para dejarme masturbarla. Nuestra escena atrajo la atención de nuestro vecino de enfrente que empezó a admirar el cuerpo desnudo de Ana mientras se contorsionaba por efecto de mis dedos en su entrepierna. Lo divertido fue cuando finalmente Ana se vino y lo hizo tan espectacularmente que el vecino impresionado por el show de Ana se vino eyaculando en la cara de su novia.

Yo ya estaba muy excitado y Ana en medio de su orgasmo se incorporó y se sentó de frente sobre mí para seguir su orgasmo penetrada. Logré aguantarme de eyacular. Quería esperarme. La noche y el lugar estaban resultando muy interesantes. Terminamos nuestras copas y platicamos un rato. En un principio pensamos que por el espectáculo los vecinos de enfrente terminarían por acercarse pero confirmamos nuestra interpretación inicial porque así como el tipo disfrutó ver a Ana acabando, apenas nos vio a nosotros en paz continuó concentrado en estimular los pechos y la entrepierna de su pareja.

Ana quiso ir al baño y yo me quedé esta vez admirando el show de los vecinos. La mujer, después de que le eyaculara su chico en la cara, se había sentado de frente a él y lo dejaba besarle el pecho. La mujer se acostó a lo largo del sillón abriendo sus piernas hace su compañero que aprovechó para meter sus dedos en la vagina de ella, empezando a moverlos rítmicamente. La chica tenía un cuerpo espigado y firme. Sus piernas no eran la excepción. Empezó a moverse más fuerte y pensé que iba a venirse pero en vez de eso se dio la vuelta. Su compañero siguió el tratamiento pero fue rico mirar porque la chica tenía realmente un buen trasero.

Yo empecé a masturbarme excitado por la escena cuando caí en la cuenta de que Ana había tardado ya un poco para una mera ida al baño. No teníamos relojes pero según mis cálculos al menos tenía 15 minutos de haberse ido. Quienes han leído nuestras aventuras saben que mi duda no era por celos sino por deseo. Me fui a buscarla.

En el privado de arriba no estaba. En el privado de abajo había un trío de dos mujeres y un hombre. Una de las mujeres yacía boca arriba sobre la cama con la cabeza del hombre entre sus piernas. No podía verle la cara porque estaba oscuro y tenía a la otra mujer sentada sobre su cara. Estudié la escena un momento. Definitivamente no se movía tan rico como Ana ante los lengüetazos del hombre.

Confirmé en el baño que no estaba. Los baños estaban al final de un pasillo y a la mitad del camino de ese pasillo estaba el sauna. No es que pensara que estaba ahí en los baños sino que ya que entrara al sauna me iba a tomar mi tiempo identificar a la gente por el vapor.

Entre al vapor. 3 grupos al menos. 2 parejas y un trío. En ese último, dos hombres se hacían cargo de una mujer. Ella estaba sentada en el segundo nivel de las gradas con uno de los hombres acometiendo entre sus piernas mientras el otro sentado muy pegado a la derecha de ella se masturbaba mirando y besándola en la boca. Una pareja estaba cogiendo con la chica sentada de espaldas al masculino. Ya caminando dentro del sauna en la segunda pareja, justo junto al trío reconocí a Ana. Estaba inclinada con una rodilla flexionada sobre uno de los niveles de las gradas del sauna con su otra pierna extendida apoyándose en el suelo. Con sus piernas así tenía su trasero levantado hacia atrás y mi entrada coincidió exactamente con el movimiento de una figura masculina detrás de Ana. Con sus manos separaba las nalgas de ella y empezó a penetrarla sin detenerse por mi presencia.

Aquí hacemos paréntesis para insertar el relato de Ana de los 20 minutos que no vi:

Bajé a la planta baja y caminé rumbo a los baños. Cuando iba llegando un hombre iba saliendo de ahí. No creo que fuera planeado porque había algo de sorpresa en su cara. Me abordó:

-Señorita quiero decirle con el mayor respeto que es usted muy hermosa, no estamos habituados a su tipo de belleza por aquí.

- Gracias pero será más bien la cara de mexicana.

- Ah mexicana hasta por el acento, la vi con su acompañante y estuve a punto de acercarme, es usted irresistible señorita.

- ¿Y acercarse como para qué? - Le pregunté aun sabiendo la respuesta. - ¿Qué le detuvo?

- Pues en parte no querer interrumpir y en parte no saber la disposición de su compañero a que participe alguien más.

- Eso sería un gusto para él. A eso vinimos.

Esa noticia pareció animarlo y como estábamos justo en la puerta del sauna extendió su mano y me dijo:

- ¿Y qué le parece si entramos aquí al sauna y vemos qué tal?

Yo le sonreí. El hombre me pareció atractivo así que le hice el juego y le dije mirando de reojo para abajo: - Pues para ver qué tal, no necesitamos entrar ahí y además yo debo ir al baño y usted aún no me dice su nombre.

-Mi nombre es Wedel -me dijo apresurado- y el de usted y su acompañante?

- No somos esposos pero somos pareja desde hace años. Su nombre es Web y yo soy Ana. Es un gusto pero con su permiso voy al baño.

No dejó pasar un segundo cuando me dijo:

- Si la señorita no me lo toma con atrevimiento ¿me permitiría acompañarla al baño?

- Sólo voy a orinar Wedel, no creo que eso le sea atractivo - le respondí ya avanzando al baño.

Él me siguió.

- Pues le confieso que me sería muy atractivo si a usted no le molesta.

Entró al baño junto conmigo. Yo me metí a un cubículo y sin cerrar la puerta me senté pero sin quitarme la toalla y empecé a orinar. Wedel se quedó de pie mirándome. Pude notar que tenía una erección. Decidí continuar el juego porque me excitó su actitud. Separé mis piernas mirándole a los ojos y comencé a acariciar mis muslos por dentro mientras quitaba mi otra mano que me sostenía la toalla. Con esa maniobra se deslizó ligeramente la prenda y dejó asomarse mis pechos.

- ¿Qué pasó Wedel? ¿No íbamos a ver qué tal?

No lo pensó 2 veces y dejó caer su toalla y empezó a masturbarse.

Yo empecé a tocarme los labios con mis dedos y ya excitada empecé a jadear con la boca entreabierta. Él se acercó hasta quedar adentro del cubículo e hizo el gesto de cerrar la puerta pero no lo dejé.

- Déjale así para que nos encuentre fácil mi novio.

Empecé a masturbarlo y mientras lo hacía una mujer entró y no pareció llamarle la atención nuestra escena. Yo estaba más bien pensando que tal vez vendrías y tal vez no te animarías a entrar a buscarme y no me hallarías usando a este señor tan rico. En esos pensamientos estaba cuando me di cuenta que la mujer nos observaba o más bien a mí. El hecho de sentir que nos veía la mujer me puso más hot y me metí su verga en la boca. Él se agarró de las paredes del cubículo y empezó a gemir. Cuando lo escuché gemir puse mis dos manos en su trasero para mejorar los movimientos de su miembro en mi boca. No es muy joven pero me impresionó lo dura que tiene la verga. Se me antojó que me penetrara.

- ¿Traes condón? -le pregunté.

- Aquí no -me dijo- pero dejé una bandejita con varios en el sauna por si te animabas.

- Sí me animo -le dije- Vamos mientras viene mi novio.

Entramos al sauna y buscamos un espacio. Mientras caminábamos me quité la toalla. Me excitaba mucho estar ahí desnuda entre tanta gente y pensar en coger y verlos y que me vieran. La gente que ya estaba empezó a mirarnos sin dejar de hacer lo suyo. Él se portó delicado pero sin decir palabra me hizo recostarme boca arriba en el segundo nivel de gradas y sin dar aviso metió su cabeza entre mis piernas. Yo lo dejé hacer y sólo eché mi cabeza para atrás, en parte para ver si entrabas y en parte para ver al trío que estaba a un lado. Me chupaba genial la cuca. Me pasaba la lengua primero por encima, luego movía mi clítoris con su punta y si empezaba a moverme trataba de meter su lengua por mi vagina. Tantos cambios eran ricos, muy ricos, y más aún que era obvio que lo hacía para evitarme llegar al orgasmo. Llegó el punto y le pedí gimiendo:

- Ya cógeme por favor. Penétrame!

Acto seguido me incorporé y me di la vuelta para que me penetrara en 4 y fue el momento ese en el que entraste. Fue delicioso porque en ese instante empecé a sentir su verga resbalando despacito en mi vagina y me encanta como me miras en esos momentos.

Fin del relato de Ana

Cuando la vi ahí en 4 y penetrada por aquel desconocido me senté frente a ella y empezó a darme una buena mamada. Tomé su cabeza mientras miraba nuestra escena y veía a los otros grupos. El hombre se movía cada vez más rápido y fuerte sin soltar el trasero de Ana. Se notaba visiblemente excitado y no dejaba de mirar el cuerpo empinado de Ana que por la posición se notaba más grande su trasero contrastando contra su cintura. Cuando los movimientos del hombre fueron más intensos Ana me soltó la verga para concentrarse en moverse. Sus gemidos se escuchaban más fuertes cada vez. De pronto sentí una mano tocándome en mi costado desde mi derecha. La mujer del trío buscaba mi pene mientras se la estaba cogiendo un hombre delgado pero muy activo entre sus piernas. El otro hombre la seguía besando y masajeando sus pechos.

Ella no miraba pero seguramente se había percatado de mi presencia y empezó a masturbarme con su mano izquierda. No lo hacía mal y era muy rico que lo hiciera mientras yo podía mirar a Ana gozando. En algún momento Ana empezó a ponerse tensa y a gritar fuerte. Se estaba viniendo y era un orgasmo bastante intenso. El hombre empezó a también a venirse adentro de ella y toda la escena no hizo sino hacerme venir en la mano de la extraña que amablemente me estaba asistiendo. Cuando sintió su mano llena de mi semen caliente pude verla sonreír mientras el hombre que la penetrada seguía moviéndose. El hombre se dejó caer sentado detrás de Ana que no quiso dejar de aprovechar lo que restara de erección y se sentó en cuclillas sobre el hombre quien todavía tuvo el ánimo de ayudarla tomándola de las caderas para penetrarla de nuevo. Se inclinó sobre el pecho de Ana para ponerse a chupar los pezones alternadamente mientras ella seguía prolongando su orgasmo. Una vez pasado el trance más intenso Ana se quitó de encima del hombre y vino a sentarse sobre mí en la misma posición. Estuvimos besándonos un rato en la misma posición. Yo aún no me reponía de orgasmo previo pero Ana seguía frotando su entrepierna contra mi cuerpo.

-Tengo sed, ¿vamos a tomar algo? -me dijo.

Acepté y salimos del vapor. Ana me sorprendió omitiendo enredarse la toalla, caminando desnuda por el salón hasta llegar a nuestro lugar. Para esa hora la mayoría de la gente estaba teniendo sexo o al menos desnuda.

Ana estaba inquieta mirando todas esas escenas. Empezamos a besarnos y acariciarnos.

Me dijo:

- Quiero ir a un cuarto con cama y que me hagas un oral ahí.

Caminamos desnudos al privado más cercano de la planta baja. Había una pareja cogiendo sobre la cama mientras otra los observaba. Ana se recostó con sus pies fuera de la cama. Yo me puse de rodillas frente a ella y comencé a darle de lengüetazos entre las piernas. No teníamos mucho en ello cuando la mujer al lado comenzó a besar a Ana en la boca y a acariciarla. En un dos por tres estaban fajando ellas solas ante las miradas de todos los demás. En cuestión de minutos hicieron doble tijera y rápidamente se vinieron frotando su entrepierna. Fue delicioso porque nunca la había visto hacer eso.

Casi sin descansar Ana quiso regresar a nuestro lugar. Se notaba alegre y aún no era muy tarde a juzgar porque aún no comenzaba el show de medianoche. Esa noche sería una pareja dando espectáculo. La mujer era muy detectable porque a diferencia de la clientela que andaba desnuda o sólo con toalla, vestía un traje de tela blanca adherido al cuerpo como licra.

Mientras esperábamos nos trajeran unas cervezas admirábamos el entorno.

- Dijeron que el show era una pareja pero sólo veo a la chica -dijo Ana.

La mesera nos confirmó que sería show pero que a petición de los clientes usuales se haría un show con 2 strippers masculinos cogiendo a la mujer.

- Se supone que a los actores se les paga Par integrarse después del show si alguien los requiere aunque la verdad los hombres casi siempre se quedan por su cuenta. A veces hay personas espontáneas que participan o terminan siendo el centro del show. Por si se animan ustedes - dijo aquello más bien mirando a Ana que parecía buscar a los strippers entre la gente.

Finalmente aparecieron, ambos muy atléticos y de músculos marcados. Uno de ellos en tanga, blanco de gran estatura. El otro no tan alto, de raza negra, se pavoneaba desnudo con su miembro al aire por el salón.

Cuando los presentaron nombraron a la chica como Fabiola, al stripper mestizo como Andrés y al negro como Jairo.

El show consistió en baile sobre una mesa acolchonada redonda que tenía un tubo de baile al centro. De cuando en cuando la mujer era masajeada por ambos hombres pero la rutina se fue extendiendo con los 3 actores visitando a los clientes en sus lugares. La mujer rápidamente terminó completamente desnuda y en algún momento el stripper de la tanga dejó también al aire su miembro para cogerse a la chica. Visitaban todos a clientes del sexo opuesto para bailarles encima. No dejó de llamar mi atención que los manoseos eran más bien discretos. De pronto cuando Jairo se acercó a Ana ella no perdió el tiempo. Lo tomó por el miembro con ambas manos acariciando verga y testículos sin la menor inhibición. El hombre sonrió cruzando sus brazos sobre su cabeza para facilitarle a Ana las cosas y volteó sonriendo a los alrededores como para mostrar a todos lo que sólo Ana se había atrevido a hacerle. El stripper mostró rápidamente una gran erección y movía sus caderas en correspondencia mientras Ana convertía las caricias en franca masturbación. El ambiente empezó a calentarse en todo el local. La gente empezó a aplaudirles y a gritarles a ambos: Duro! Duro! Duro! Evidentemente pidiendo que el stripper se cogiera a Ana.

Ana me miró y acercándose a mi oreja me hizo la pregunta que tanto me excita:

- ¿Quieres que me lo coja? - casi a punto de meterse a la boca la verga de Jairo.

Cuando asentí con mi cabeza me respondió:

- Pues dile tú - con un tono de voz que ya la delataba excitada.

Me puse de pie y me acerqué al oído de su atendido:

- Cógetela como se te antoje - le dije.

Jairo me miró por un momento. Yo regresé a mi asiento en medio de aplausos mientras el negro hacía que Ana se diera vuelta para ponerse en 4 con su rostro frente a mí. Pude ver claramente en su expresión el momento en que empezaba ella a sentir la vergota del enorme hombre resbalando al penetrarla. No fue de sorprenderse que después de varios buenos orgasmos mi chica comenzó a venirse apenas unos segundos después de que el stripper comenzara a bombearla desde atrás. Mientras la gente aplaudía el hombre siguió acometiendo el trasero de Ana que gozaba de un bastante intenso y largo orgasmo. El alboroto seguía dando ánimos. Jairo tomó a Ana en sus brazos y se alejó con ella que se dejó llevar. Al principio pensé que la llevaría a la mesa del tubo pero mientras yo los seguía excitado, Jairo se dirigió a las regaderas. Una vez ahí abrió una de las duchas y ahí bajó el agua se dedicó a acariciar a Ana desde atrás mientras la gente se arremolinaba detrás del cristal. Yo entré y me coloqué al lado de ellos. Jairo hizo a Ana que se apoyara contra la pared justo debajo de la regadera y la penetró nuevamente desde atrás.

Afuera la gente miraba. Yo me estaba masturbando sin importar que nos vieran. Esta vez Ana aprovechó mi cercanía y se dio la vuelta para inclinarse a meterse mi verga en su boca. Nuevamente Ana comenzó venirse y sus rodillas parecieron doblarse lo que fue ágilmente evitado por Jairo que la sostuvo por las caderas sin dejar de acometer con sus empujones. La escena era demasiado caliente para contenerme y finalmente me vine directamente en la boca de Ana. La gente seguía aplaudiendo afuera seguramente poco habituados a tan activa participación en el show por parte de clientes.

Después de semejante espectáculo sobraron las ofertas y los acercamientos pero la verdad la noche ya había pasado de satisfactoria con lo que habíamos vivido hasta ese momento.

Ya vendrán otras visitas a Medellín...

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