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Juan, súbeme la temperatura pero baja el termostato.

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Había acabado mi sesión de pesas, tampoco muchas porque me he vuelto un vago de siete suelas cuando pedí a Luis que me dejase pasar a la sauna a relajarme unos minutos, Luis era la persona que controlaba el acceso a la piscina y la sauna y nos habíamos liado el verano pesado en una noche de San Juan que mi culo aún recordaba con mucho deleite, a pesar de no habernos vuelto a liar entre nosotros había cierta cordialidad y quizás fuese porque yo conocía muy bien a su novia y siempre fui muy discreto con todo lo que aquella noche hicimos que nos llevábamos tan bien. El caso es que me dejó pasar y me avisó que estaba ocupada cosa que tampoco me importaba demasiado, no estaba pensando en sexo en ese momento precisamente a pesar de ver el pecho desnudo de Luis y ese bóxer rojo que dejaba entrever cierta polla de apreciables dimensiones y que tanta lujuria había degustado un tiempo atrás.

Aunque estoy de un perezoso terrible para hacer deporte, me conservo bien, no tengo tableta pero mi abdomen está firme, mi pecho está bien torneado y mis piernas y culo siempre fueron fuente de inspiración de algunas chicas y muchos chicos, lástima por ellas que no sabían que a mi me gustaba más recibir que dar y que me gustaba más el pescado que la carne, jeje.

Pasé a la sala de la sauna masculina y me dispuse a desvestirme y coger mi toalla para atármela sobre la cintura, me quité las lentillas y comprobé la temperatura, 80 grados, y bien cargada de humedad, la temperatura era muy alta pero no pensaba estar demasiado tiempo y pasé.

Cerré la puerta tras mi entrada y saludé al chico que estaba dentro.

―Hola.

―Hola, respondió él.

―¿Te importa si pongo un poco de agua?

―No, al contrario, pensaba hacerlo yo mismo ahora.

Mientras conversaba con él no me daba cuenta que estaba desnudo sobre la toalla blanca que nos daban para la sauna y que estaba de un bueno que rompía; eché agua con cuidado de no quemarme con el vapor y me senté en las baldas inferiores de modo que mi vista quedaba al nivel de su sexo desnudo.

Cuando se vive en un pueblo pequeño hay que tener mucho cuidado con que se hace, con quien se enrolla uno o a quien se la come en una noche loca y cerré los ojos para no perderme entre ese sexo depiladito que me hubiera encantado metérmelo en la boca casi en ese mismo instante.

Había conseguido pasar mis primeros cinco minutos sufriendo ese calor infernal sin pensar en ese adonis de unos 30años, 70 kilos de peso y 1.80, rubio californiano morenito, ays Dios que me corro sólo pensando en él, estaba relajándome cuando pensaba salir a darme una ducha fría y refrescarme cuando abrí los ojos y le vi como se acariciaba su pene con fuerza arriba y abajo pero no en un movimiento de masturbación, no, era como para darle vidilla pero sin que quisiera o pareciese que quisiera que sle empinara, no estaba erecto y tampoco era descomunal a primera vista, la sola imagen de ver esas manos sobándose hicieron que tuviese una erección completamente descontrolada y muerto de vergüenza salí hacia la ducha de agua fría; con los años he descubierto que una polla de enormes dimensiones es muy visual pero generlamente los que poseen esos miembros están tan pagados de si mismos que suelen ser amantes nefastos.

Pulsé el botón del agua fría y dejé que me empapase no solo mi polla cada vez más inflamada, pues mi mente estaba cada vez más caliente y a pesar de conseguir que mi polla se relajase mi cabeza daba vueltas de cómo no dar a entender que deseaba esa polla dentro de mi, una buena disciplina y pensar en el feo de mi serie de televisión favorita me hicieron relajarme, bueno eso y los casi cinco minutos que me tiré debajo del agua fría.

Volví a pasar a la sauna dispuesto a darme la segunda y última sesión.

―Ya estoy de vuelta.

No dijo nada mi bello acompañante que respiraba casi jadeando, por fortuna ya no se tocaba esa preciosa pero el muy cabrón se había masturbado pues una mancha blanca descansaba sobre su abdomen liso.

Joder y yo debajo de la ducha, me hice el loco y le dejé que se incorporase, una sonrisa picarona se le dibujaba en la cara y se fue a la ducha.

―Hasta luego, fue toda su despedida.

―Hasta luego.

Yo sentí como se mojaba y trataba de ver como se mojaba y se acariciaba a través del pequeño cristal empañado de la puerta, detalle que a él no le pasó desapercibido y como buen castigador, no volvió a la sauna y me dejó con una calentura de campeonato.

Todo esto hizo que mi segunda sesión fuese más relajada y cuando terminé me fui directo hacia Luis para preguntarle.

―¿Conoces a ese chico que estaba conmigo en la sauna?

―Jaja, mira que eres “guarra”, te gustan todos.

―Anda no seas capullo y me seas celoso.

―Suele venir todos los martes y viernes más o menos a esta hora.

―¿Pero sabes si “entiende”?

―Por algunos detalles yo creo que si, pero no puedo jurarlo y por cierto se llama Juan.

―Pues el viernes vuelvo otra vez, jaja.

―Lo que te decía, eres una guarra.

―Venga no te enfades, nos vemos el viernes, se malo que estás más guapo.

Me marché a casa más contento que unas castañuelas pensando en el siguiente día.

La noche del jueves me la pasé depilándome la entrepierna y el ojete, eliminando el bello de  mis huevos con cuidado con la cera fría y haciéndome un peling casero de mi ojete para que luciese precioso en caso de que me enculase ese precioso Juan de la sauna, mmmm, Juan de la sauna, sonaba como el nombre de un noble de las novelas de caballerías.

Esa noche dormí muy intranquilo y casi no podía soportar el paso de los segundos de mi reloj pero llegó la hora pero no quería pasar por ansioso, antes de encaminarme al gym me hice un enema media hora antes de salir para estar limpito y no tener sorpresas pues es algo que he aprendido con los años que si tu amante ve salir su “sable” limpio se fija más en lo que hace. Me fui un ratito a la sala de musculación, hice un poco de elíptica y una sesión ultra corta de pesas y me fui a ver a Luis, la sola visión de su sonrisa me dio buena espina, como soy muy previsor metí entre los pliegues de la toalla un par de condones y un par de monodosis de lubricante, de haber sido un caracol seguro que me podrían seguir la pista de todo el aceite que estaba perdiendo por el camino.

―Hola canalla, ¿me das buenas noticias?

―Siii, pensaba torturarte diciendo que no había venido pero si está, pero toma, cuelga esto en la puerta de fuera, yo os cubro una hora. No me ha preguntado por ti pero creo que te buscaba.

―Pues no pienso hacerle esperar, gracias Luis, te debo una o dos o las que quieras.

El precioso de Luis me dio un cartel que ponía “Sauna en reparación”, joder, que tipo más cojonudo, que pena que tuviese novia, porque era legal y un encanto lo mirase como lo mirase.

Fui a la sala, me desnudé y me coloqué la toalla dejando mi pene casi al aire en el pliegue de la toalla, el muy caliente parecía tener vida propia y ya estaba “manifestando” su alegría por mi próximo encuentro, doble la ropa y disimulé entre la toalla y mis manos los condones y el lubricante y entré sin mirar la temperatura o la humedad.

―Hola, parece que volvemos a vernos

―Si, hola, hoy no la he puesto tan caliente para que no sudemos tanto.

Vale que yo estoy cegato perdido pero Juan vio los condones yo creo que antes de que entrase en la sauna y no me di ni cuenta, pero eso que llevaba ganado.

―Oye, ¿eso que llevas es para nosotros?

La pillada había sido de campeonato y decidí quemar todas mis naves.

―Pues si, el otro día me hubiese gustado haber sido yo el que te tocase y te habría hecho mas y seguro que te habría gusta también mucho más.

―¿Si, qué más me habrías hecho?

―Pues te la habría lamido como sólo un hombre sabe hacerlo.

―¿Y tu crees qué lo harías mejor que una mujer?

―Yo creo que el movimiento se demuestra andando, ¿no te parece?

Me abalancé sobre su boca y su cuerpo caliente y sudoroso, Juan era más alto que yo y más fuerte y agarró mis glúteos para alzarme poniéndome en puntillas para que nuestras pollas estuvieran casi a la misma altura en un arrebato masculino que me dejó a su merced, su lengua voraz me quemaba por dentro y sus dedos de clavaban en mi carne como clavos que me sujetaban a su precioso cuerpo.

Juan me fue llevando sobre los asientos inferiores de la sauna de los dos que hay sin dejar de besarme y tocarme, su sudor me empapaba o ya era el mío, no lo sé, yo estaba medido perdido con ese magreo tan estimulante y salvaje.

Sus labios mordía los míos, sus manos acariciaban mi sexo depilado y aunque debo reconocer que no era tan guapo como yo lo recordaba o me había parecido la primera vez que lo vi me dejé llevar, eso me demostraba que me guiaba más por la polla que con el cerebro pero a la vejez viruelas que le dicen y ese polvo no se me iba a escapar.

El cuerpo de Juan no estaba depilado pero al ser rubio apenas se le notaba el poco vello y además era agradable al tacto, nunca me han gustado los osos, sus fuertes brazos me pusieron con mi espalda sobre los calientes tablones de la sauna y se echó sobre mi, lo enrosqué como una serpiente mientras empujaba buscando mi boca y su polla rozaba con la mía, la sangre brotaba en mi anterior y acariciaba su espalda y su glúteos cuando busqué su polla, 16 centímetros de preciosa polla palpitante, circuncidada y que buscaba un sitio en el que meterse para recibir placer y unos 4 centímetros de diámetro que me recordaba mi consolador favorito, no se como lo hicimos pero cuando quise darme cuenta metió una toalla en mi riñonada elevando mi culo y comenzó a lamer mis muslos, yo hambriento de polla como estaba llevé mis labios a la punta de su ardiente polla, en apenas unos segundos estábamos haciendo un 69 en el que yo era el sujeto pasivo, como me gusta esta palabra, me encanta recibir, me encanta que los machos e verdad me follen con pasión y yo respondo muy bien pues con la experiencia he aprendido a jugar con mi boca y mi culo para que ninguna polla sea capaz de olvidarme.

Juan parecía reacio a comerme la polla pero eso a mi no me importa y más cuando el jugaba con mi ojete haciéndome un beso negro que haría que de estar en una cama  se me metieran las sábanas por el culo de placer, sus lenguetazos calentaban mi ojete limpio y le gustaba pues eso se nota, me metía la lengua dentro y jugaba con el anillo exterior con su dura lengua, como Juan era más alto que yo nunca podría corresponderle pues yo solo llegaba a su polla, eso si, a toda ella en todo su esplendor y me prometí que iba a saber lo que era una buena mamada.

Mis manos buscaron y buscaron y la hallaron, erecta, firme, dura y me la acerqué a mi cálida y húmeda boca, mi caliente aliento alteró un poco a Juan, pero alterado para bien, pues aceptaba gustoso mi acercamiento “vocal” y eso que no era para cantar, jeje.

Comencé a lamerte el tronco de su erecta polla, muy despacio con mis labio húmedos, muy lentamente, sentía como le entraba la sangre dentro siguiendo toda su esplendorosa longitud, mientras generaba las saliva suficiente para acogerla dentro de mi boca, como tampoco soy manco, mis manos acariciaban sus huevos llenos de semen, un semen que iba a ser mío, unos huevos apunto de explotar que se movían arriba y abajo con mis caricias de lengua y labios.

Ese ojito de Polifemo me miraba esperando que mi lengua le diese la réplica y como soy muy obediente lo acaricié con la lengua caliente a modo de bufanda, recorriendo sus rincones y pliegues, mmm que rica me sabía, con la parte suave posterior de mi lengua me entretuve en la parte de su frenillo, esa parte tan sensible que le hacía botar de placer con cada lametón que le daba. Cuando decidí que mi boca estuba lo suficientemente húmeda rodee su capullo como si lo estuviese follando mi boca lentamente, mis labios se abrían lentamente para su deleite y vaya si disfrutaba el cabrón pues los suspiros podían oírse en kilómetros a la redonda, apretando pero sin hacerle daño y todo para que sintiese como mi boca se abría a su paso.

―Dios, que bien la chupas cabrón.

Pero yo no quise perder el tiempo en charlas estando rodeado de esos brazos y con esa polla en mi boca, además, ¿habéis probado a hablar con 16 centímetros de polla dentro de tu boca?

Los dedos de Juan se metían dentro de mi ano, amoldándose poco a poco mientras mi boca chupaba como si de la tetina de un biberón se tratase, movía mi cabeza a lo largo de toda su polla, dejándole que me follase pero le sujetaba sus cadera para evitar me me la clavase hasta la campanilla, no porque no pudiese que si podía, es que no quería atragantarme, para su deleite mi boca engullía su polla  centímetro a centímetro sin perder el contacto de su piel y mis labios, cuando mi barbilla tocó su pubis me paré y dejé que sintiese los interiores de mi garganta durante unos segundos, al tener la cabeza inclinada hacia atrás pude insertarme toda su polla sin problemas y Juan lo notó, salvaje y bruscamente quiso follarme la boca y le dejé unos instantes sintiendo como movía sus caderas violentamente pero no pude aguantar demasiado y tuve que pararle como pude, el seguía empujando olvidándose de mi y al ver que no podía, buscó entre los pliegues de mi toalla los condones y el lubricante.

―Ahora te vas a enterar, te la voy a meter hasta la empuñadura.

Yo me relamía, pues su polla dejaba asomar las primeras gotas de semen lo que me decía que se iba a correr muy prontito y que mi mamada le había puesto a tono.

Mientras limpiaba mi boca con mi antebrazo, como si de un paleto se tratara que se ha manchado con la bebida o la comida, Juan se enfundo el condón nerviosamente y abrió la monodosis de lubricante.

Llevó mis piernas a lo alto y vertió el lubricante en la entrada de mi ano, metiéndolo poco a poco con dos de sus dedos.

―Que culito más tragón tienes, ¿no te haré daño?

―Hazlo con cuidado, no seas bruto y seguro que no me haces daño.

―Tienes un culo delicioso, te lo voy a partir en dos, jeje.

Con mis piernas sobre sus hombros, puso la punta de su polla en la puerta de mi ano y empezó a meterla muy lentamente, la paciencia es placer y Juan estaba siendo muy paciente mientras me la metía, muy dulcemente pero sin parar entraba dentro de mi, yo ansioso me dejaba hacer y me dejaba penetrar por esa polla erecta y dura como una roca, mis manos acariciaban sus muslos suavemente atrayéndolo hacia mi, Juan abrió sus labios y busco mis boca sedienta de sus labios en un lujurioso y dulce beso hasta que sus muslos se juntaron con mis nalgas, se paró unos instantes, para que le sintiera dentro de mi, todo lo dentro que su hermoso pene podía llegar y soltando mis piernas se echó sobre mi peso sin soltarme de eso beso eterno y profundo que me estaba haciendo perder el sentido, nuestros sudorosos cuerpos enredados en un abrazo de lucha grecorromana se debatían en un combate de placer digno de una imagen de la vieja Grecia.

Yo gemía como una perra de placer y Juan arqueó un poco su abdomen para sacar un poco de su precioso pene de dentro de mi, pero eso era un espejismo, apenas salió de dentro de mi volvió a meterla hasta el fondo, las paredes de mi ano estaban repletas de es polla dura y me rozaba el interior de mi próstata, que gusto me estaba dando, el lubricante estaba haciendo muy bien su trabajo y nuestro sudor se sumó a la fiesta lubricando nuestros cuerpos, Juan se dejó atrapar por mis piernas que se ataron sobre su espalda mientras yo le acariciaba todo su cuerpo con mis manos y lamía sus labios y le suplicaba al oído que me follara.

Juan movía sus caderas con maestría, primero con movimientos lentos y profundos que llegaban hasta el centro de mi y después con movimientos rápidos y cortos que me excitaban aún más si cabe, mi culo ardía de placer, mi polla que rara vez se empalmaba cuando me penetraban estaba dura y se restregaba con el pubis de Juan.

―Como me gustas cabrón, me dijo mientras me oía gemir

―Sigue, no pares por favor.

―Voy a seguir hasta que atraviese la tabla del asiento.

―Uf como me gustas, bésame, quiero que me atravieses, fóllame así, así.

―Vamos a cambiar de postura guapo, y salió de mi para mis fastidio, apóyate con el tripa sobre el asiento para que te la meta por detrás.

Obedecí presto, poniéndole mi culo abierto para recibirle, como colocado a cuatro patas pero sin tener que sujetarme, esta postura me gustaba mucho menos porque le perdía la vista y no podía comerle esos labios tan sensuales.

Juan me embistió con fuerza, no tuvo misericordia de mi y agarrado de mis cadera me la metió hasta que nuestros huevos parecieron los de una misma persona y ni si quiera esperé, me follaba sin misericordia, con toda la energía que tenía ese joven cuerpo, el calor de la sauna ya ni lo notábamos y creo que éramos nosotros los que calentábamos aquella sala.

Mis piernas temblaban de placer, bueno, mis piernas, mi boca, mis brazos, todo yo era un flan que va a desmoronarse del placer que le están dando. Juan paró un poco el ritmo de sus embestidas para descansar sobre mi espalda y buscando mi cuello me besó suavemente, mordió con dulzura mi cuello y suspirando me dijo.

―Me voy a correr guapo, ¿dónde quieres que lo haga?

―Córrete en mi boca por favor, quiero que me la des toda.

―Que zorra eres, trágate toda.

Juan siguió moviéndose rítmicamente hasta que saliendo de mi y quitándose el condón muy hábilmente se colocó de pie frente a mi para que me girase y recibir todo su semen en mi boca, puesto de rodillas agarré su culo y metí su polla a punto de reventar en mi boca chupando con fruición, con avidez y esperando todo ese torrente de esperma en mi boca, no tardó demasiado, mis dedos jugueteaban con su pezones cuando le sentí llegar, en varias oleadas que llenaron mi boca de su esencia caliente y dulce, su semen se esparcía por dentro de mi boca y antes de tragármelo quise besarle para sellar ese instante de placer y Juan no me quito la boca, nuestras lenguas se mezclaron con su semen en otro apasionado beso hasta que me tragué toda esa leche caliente y limpiando mis labios de todo resto visible le miré a los ojos sonriendo, Juan debía sentirse un poco culpable por no haberme dado placer pero que equivocado estaba, me había follado con tanta dulzura y maestría que creo que tardaría mucho en olvidarme de sus manos, de su piel, de su polla, de su boca, uff, de todo, apenas nos movimos de ese abrazo con beso que acabábamos de dar, el agotado por todo el esfuerzo que había hecho para follarme como un semental y dulcemente le acariciaba la espalda y el cuello mientras descansaba mi cara sobre mi hombre sintiendo como recuperaba su respiración cada vez menos agitada.

Juan me sonrío y sin decirme nada, recogió el condón usado del suelo, la dosis de lubricante y dándome un beso en los labios se despidió hasta otro día dejándome dentro de la sauna todo sudoroso y agotado, mi culo no ardía como en otras ocasiones y me estaba pidiendo más, pero no porque su polla fuese pequeña que no era así, es que me había quedado con más ganas de él, quería que entrase dentro de mi piel, dentro de mi cuerpo y mi culo era su puerta de entrada.

Oí como encendía la ducha de agua fría y mientras el se metía dentro yo aproveché para masturbarme, apenas me toqué me corrí, hubiese preferido que me hubiese masturbado él pero ya habría ocasión en otro momento, esperé un poco para salir a que él se marchase y poco minutos después, recuperado el resuello, salí y me fui a ver a Luis después de darme una refrescante ducha y recoger mi ropa, precisamente me esperaba con una sonrisa cómplice y antes de que me dijese nada me dijo:

―Que bien lo has pasado, eres una perra en celo muy cabrona, jeje, que sepas que os he estado viendo un poco y no veas como me habéis puesto.

―¿No me digas que nos has espiado?

―Si, pero sólo un poquito porque no puedo faltar mucho rato y a mi no me has hecho eso que he visto que le hacías a él, me voya a poner "celosón".

―Pues me lo apunto guapo, porque la próxima vez que estemos tu y yo juntos te voy a chupar hasta el alma.

―Jaja, vale.

Nos dimos un beso mientras acariciaba mi paquete ya relajado sin que nos viese nadie y me despedí de Luis, ays, Luis, si supieras que incluso entonces te hubiese dejado que me rompieras el corazón de nuevo.

Una vez en casa, me fui a la ducha pero no para quitarme el sudor o el olor de Juan, quería recordar como me había follado y con mi consolador empecé a jugar para masturbarme compulsivamente recordando esa preciosa polla y ese cuerpo, lástima que el goma de menos juego que un cuerpo de carne y hueso de verdad, ya tendría tiempo de recompensar como se merecía a mi deseado Luis.

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