Nuevos relatos publicados: 6

Cuando llega el final

  • 15
  • 6.408
  • 8,43 (7 Val.)
  • 0

Sentía su lengua en mi cuello, y solo podía pensar en cuanto había echado de menos estos momentos. Había sido duro, después de la ruptura, lo que menos quería era que pensase que quería volver. Tenía mis razones para haber roto, y eso no había cambiado. Pero en ese momento no pensaba en mis principios, me dejaba llevar.

Es extraño como llegamos a esta situación: Acababa de leer un naufrago que me había escrito, y le mande un mail, de hay pasamos a tomarnos algo, y a la situación presente. ¿Porqué la acompañe a casa? Sabía lo que iba a pasar. Nos empezamos a mirar, y ella sabe que soy incapaz de resistirme a esa mirada. Nuestra ropa empezaba a adornar el suelo, y nos entregamos a la pasión. Lamía sus pechos como si fuese la primera vez, con cuidado, disfrutando cada centímetro. Sus manos empezaron a bajar por mi pecho, hasta que encontraron lo que estaban buscando.

Nuestra excitación era máxima, y entonces mi conciencia me devolvió a la realidad.

-No, no. Para, no podemos hacer esto. Sabes perfectamente que ya no siento nada por ti, y si hacemos esto te haría daño.

- No digas que ya no me quieres, no se porque te sigues engañando, tu cuerpo no reaccionaba como si se equivocase- Dijo ella, sabiendo que ese argumento no me convencería.

- Tengo que irme.

Y antes de que pudiera replicar nada, había cerrado la puerta de su casa.

Es una cosa extraña. Me gusto toda mi vida, y de repente, cuando por fin la conseguí, me di cuenta de que no tenia nada que ver con lo que yo quería. Vale, quizás lo hice mal desde el principio, pero desde mi punto de vista fue mejor dejarlo antes de que nos hiciéramos daño de verdad.

Y en el fondo, me arrepiento de no haberlo hecho antes. Maldita mi conciencia que me impidió ponerle los cuernos con Eva cuando tuve oportunidad, y ahora era tarde incluso para eso.

Acababa de volver del viaje de fin de curso, y habían pasado demasiadas cosas. Ahora solo pensaba en volver a reunirme con el grupo y, por última vez pasarlo a lo grande.

Todos estaban pensando en irse, podían trabajar en verano en el extranjero. Yo por mi parte me habían quedado demasiadas asignaturas como para irme, quería acabar la carrera, por lo que tenia que emplearme a fondo, por lo tanto ese viaje iba a ser el ultimo en que habría fiestas con ellos del verano. En realidad fui solo para un día, ahora me alegro de que me convencieran para quedarme más días, de echo entiendo que fuese el quien me lo propusiera …

El primer día fue bien, una gran fiesta, un concierto, y como siempre acabe enrollándome con Lucía. Nuestra historia era compleja de por si, desde la primera vez que nos enrollamos habíamos pasado diferentes etapas, pero en general, a los dos nos gustaba tener una relación de amistad, en la que sabíamos cuando podíamos follar, sin estropearlo. Volvíamos a casa a las 9 de la mañana, siempre nos pasaba lo mismo, e íbamos a dormir los dos en casa de Sonia, ya que sus padres no estaban. Se fueron a la cama, y al rato oí mi puerta abriéndose. Es increíble como incluso cuando estas cansado, un momento de excitación puede despejarte.  

Se metió en mi cama, y nos empezamos a besar como locos. Nuestras lenguas conocían cada centímetro de nuestros cuerpos, y aún así los exploraban con total curiosidad. Mis manos sabían el camino hacia sus redondos pechos, que acariciaba y lamía como si fueran el manjar mas preciado. Teníamos que tener cuidado de no despertar a nadie, pues poca gente sabia de nuestra aventurilla, y queríamos que siguiera así. Nos gustaba, era como nuestro pequeño secreto, daba mucho mas morbo a la situación. Ella bajo lentamente hasta llegar a hacerme la mejor mamada de mi vida, no se si por la situación de tener a una de las tías mas buenas de mi grupo en la habitación de al lado, o por que los dos nos imaginábamos lo que estaban haciendo en ese momento David y Elena …

En fin, estábamos los dos demasiado excitados como para prestar atención a lo que pasaba alrededor, solo al día siguiente jugando al “yo nunca he …” descubriríamos lo que había pasado en la habitación de al lado. Sonia y Diego, antiguos amantes habían oído nuestra actividad, y sin poder evitarlo volvieron a caer.

Este era el último día que íbamos a estar juntos, pues Elena y Sara se iban de viaje. Esa tarde estábamos en casa de Sonia, ella y yo, cuando llamaron al timbre. Era Alberto, que había quedado con nosotros para luego salir. Estábamos los dos solos en el sofá, ya que Sonia tenia sueño, y le llamo su novia, una de mis mejores amigas. Cuando colgó empezamos la misma broma de siempre:

-Te manda un beso, pero no se si dártelo -dijo él medio riendo.

-Pues si no me lo das se lo voy a decir - Ya que siempre acabamos con esa frase, pero la situación era distinta por alguna razón. En el viaje de fin de curso habíamos estado juntos mucho tiempo, incluso dormimos en la misma habitación, y ya entonces me había atraído. Lo que no sabía es que yo también le había atraído a él.

- Bueno, pues hoy como excepción te lo doy - y se acerco a mi, dándome un beso en la mejilla. En ese momento me giré, y nos quedamos mirando fijamente, acercando poco a poco nuestros labios.

La pasión se desató, y en el sofá, sabiendo que Sonia podía aparecer en cualquier momento no nos importo. Sentía sus manos en todas partes, al igual que cuanto mas descubría de su piel con las mías, más me excitaba. Íbamos a empezar a desabrocharnos los pantalones, cuando de repente sonó el portero. Mis manos estaban debajo de su pantalón, y las suyas buscando la forma mas rápida de quitarme el cinturón. Nos miramos, y supimos que había sido la señal, no podíamos hacer eso.

Era Elena, que después de pasar la mejor noche de su vida venia a dormir. No contó nada, aunque tampoco queríamos preguntar mucho, nuestras mentes estaban en otro sitio.

¿Qué había pasado?¿Porqué nos habíamos dejado llevar así? Esto no podía volver a pasar, pero aún así …

Esa noche volvimos a salir, pero el plan era no quedarnos hasta muy tarde, pues el vuelo de Elena y Lucía salía muy pronto, además, si volvíamos pronto, Lucía y yo nos podríamos despedir más íntimamente …

Hablando sobre las fiestas, Sonia me propuso quedarme otro día más, ya que después de hoy daba igual otro día más, pero su padre volvería, por lo que no me podrá quedar en su casa.

-Te puedes quedar en mi casa, estoy sólo - Dijo Alberto, dirigiéndose a mi por primera vez desde que nos enrollamos.

- Pues solucionado - Dijo Sonia, sin tener ni idea de que pasaba entre nosotros -, te quedas con el.

Mi cabeza daba mil vueltas. ¿Porqué me había ofrecido Alberto su casa?¿Aclararíamos lo que pasó, o esperaba algo más? No me dio tiempo a pensar mucho en eso, Alberto se levanto, y dijo que se tenía que ir, mañana trabajaba, y no quería llegar de resaca.

Al principio creí que nosotros también  nos íbamos, pues se hacia tarde, pero seguimos bebiendo, y al final fuimos a casa solo para recoger las maletas y llevar a Elena y Lucía a la estación de autobuses. Después de eso nos fuimos a descansar otra vez a casa de Sonia, esta vez sin acompañantes.

No dejaba de pensar en lo que había pasado, y que la próxima noche me iría a su casa a dormir, habiendo sido él el que lo propuso.

No le vi hasta por la tarde, cuando nos llamo para ver que íbamos a hacer esa noche. Quedamos en que pasaría a buscarme, llevaríamos las cosas a su casa, y después quedaríamos con Sonia y los demás.

Cuando sonó el timbre sentí una mezcla de nerviosismo y miedo, que no desaparecerían en toda la noche, claro que eso no lo sabía.

Cogí mis cosas y nos fuimos a su coche. Ninguno de los dos hablábamos, solo cuando arrancó el coche empezamos a decir tonterías. Fue como decir que nada había pasado, que podíamos seguir hablando como antes, y esto me tranquilizó bastante, pero no hizo que el estomago dejase de dar vueltas, como si no si hubiese acabado …

Dejamos las cosas en su casa, cogimos algo para picar en el camino y nos fuimos. Al subir ya me di cuenta de lo estrecho que era el ascensor, pero fue al bajar cuando la estrechez realmente nos afectó, pues al haber estado hablando relajadamente durante todo el trayecto, ahora sin darnos cuenta nos juntamos demasiado, lo que llevo a que nos volviésemos a mirar directamente a los ojos, haciendo que nos besáramos de nuevo. Fue un beso muy breve, que hizo que volviésemos a estar sin hablar un buen rato, no más que algunas bobadas que ni siquiera entendíamos, pues no prestábamos atención

Los dos sabíamos lo que estaba pasando, y los dos queríamos que siguiera pasando, pero a los dos nos daba miedo, el tenia novia, ella era mi amiga, yo estaba liado con Lucia y aunque nada era oficial … en fin, era complicado.

La noche estuvo bien, beber, comer, pero sobre todo divertirse. En el grupo estaba Eva, la chica que me gustaba desde hacía bastante tiempo, la que también me hizo darme cuenta de que Esther, mi ex, no me gustaba. Hubo un momento en que nos alejamos del grupo y fuimos con los amigos de Alberto, que son mas parecidos a nosotros en cuanto a la fiesta. Ahora creo que en realidad nos fuimos porque él sabía que me había decidido esa noche a decirle a Eva lo que sentía, cosa que dada la situación le molestaría. Al final no pasó nada, pues cuando me podría haber hecho algo, ella decidió irse, aunque tampoco me importó, pues no creo que hubiera hecho nada delante de Alberto.

Nos dieron las 6 de la mañana, y sabiendo que yo tenía que coger el autobús a las 10.30 el día siguiente Alberto propuso que nos fuéramos a casa. Al despedirnos Sonia dijo que también se iba, y como vivía en nuestra misma dirección la acompañamos hasta su casa. Seguimos hablando como si nada, de que tal nos lo habíamos pasado, de las bobadas que habíamos hecho, en general, temas que distrajeran  nuestras mentes. Finalmente llegamos a su casa (el camino se me hizo eterno), y al entrar al ascensor ya nada nos importo …

El me agarro del cuello, acercando nuestras cabezas, y dándome uno de los mejores besos que recuerdo, no se si porque fue bueno de verdad, o por lo que había costado que nos decidiéramos a hacer algo, ya que lo anterior fue inconsciente. Estuvimos besándonos y metiéndonos mano hasta llegar a su casa.

- Espero que no esté mi hermana - Dijo Alberto, recordando que le dijo que a lo mejor venía.

- Yo también lo espero - Dije yo con todo pudor perdido, acariciándole la espalda.

Entramos, y en cuanto comprobamos que no estaba le empuje contra la pared, y empezamos a enrollarnos otra vez. Parecíamos hambrientos, pues no parábamos de chupar cada centímetro de piel que estaba a la vista, y cuando no quedo ninguno sin recorrer, empezamos a descubrir más. Le empecé a quitar la camiseta a la vez que me deshacía de mis zapatillas, dejando al descubierto ese pecho que tantas veces había querido tocar durante las vacaciones. Él hizo lo mismo, me quitó la camiseta, y me aparto, contemplándome con una mirada que no hizo más que  excitarme. Abrí la puerta de su habitación, y le tiré en la cama. Empecé a desabrocharle el pantalón lentamente, quería que recordase cada gesto, cada lametazo, como mi lengua se deslizaba por sus piernas hasta llegar a los pies. Lamí cada dedo como hacía 3 meses que quería hacerlo, desde que le vi descalzo (yo, y mi pasión por los pies). Le iba a quitar los calzoncillos cuando se levanto, y se puso a mi espalda, quitándome lo que me quedaba de ropa mientras me lamía el cuello.

Hay estaba yo, desnudo, y enrollándome con el novio de mi amiga. No tenía ni idea de lo que pasaría después de esta noche, ahora solo podía pensar en el presente.

Me di la vuelta, para poder mirarle a los ojos, y le empecé a bajar los boxers, descubriendo un pene erecto de gran tamaño, que sin dudarlo me introdujo en la boca. Lamía con cuidado cada centímetro, saboreándolo pasaba mi lengua alrededor del capullo, para luego introducirme todo lo que podía, y seguir jugando con mi lengua. Él me levanto, y me llevó de nuevo a la cama, poniéndose en encima mía y empezando un 69. No podía concentrarme más en lamerle la polla, mi excitación era máxima, y me estaba dando la mejor mamada de mi vida (nada que ver con la de hace dos noches con Lucia). Volvía a lamerle la polla durante un rato, pero poco a poco empecé a ensalivarme los dedos e introducírselos. Cuando los sintió por primera vez para la mamada, me miró y me dijo:

- Con cuidado, es la primera vez-

Sabia que era su primera vez, pero que me lo confirmara me dio cierto subidón de confianza, pues yo era el primer tío de quien se había sentido atraído, o por lo menos el primero con el que había hecho algo. Yo tampoco tenía mucha experiencia, sabía desde hace mucho que era bisexual, pero a parte de algunos morreos, no había tenido muchas experiencias sexuales.

Seguí introduciéndole los dedos, primero uno, luego dos, y el empezó a gemir, calentándome mucho más. Lo hacía como había visto en algunas películas porno, esperando que estuviera disfrutando como nunca, en vez de tener dolor. Pero seguía gimiendo, lo que consideré buena señal.

Alberto estaba muy cachondo, se dio la vuelta y dijo:

- Ya no aguanto más, métemela, quiero sentir tu polla dentro de mi.

Esto, no hace falta decirlo me calentó todavía más. No importaba lo caliente que creyese estar, solo iba en aumento.

Se puso a cuatro patas, yo le empecé a introducir me polla lentamente, no quería que se acabara aquí porque le hacía daño. El no se quejaba, así se la conseguí introducir del todo, espere unos segundos y empecé a moverme, él parecía un poco dolorido, pero por sus gemidos parecía estar disfrutando. Seguía con el mete y saca, le agarré del cuello y lo eleve, empezando a chuparle el cuello mientras le seguía dando por culo.

- Para un poco, me empieza a doler - Dijo el pasado un tiempo.

- Entonces me toca a mi - Dije yo, queriendo tener una polla en mi culo por primera vez.

Me iba a poner a cuatro patas, cuando el me paro, me tumbo de espaldas, y levanto mis piernas. Me iba a dar por culo, pero mirándome a la cara. Empezó, como yo a introducirme sus dedos lubricados. Yo ya había jugado otras veces a introducirme dedos por el ano con mis parejas, por lo que aguanté bien esto, pero una polla no se como me dolería. Se puso de rodillas, y empezó a darme por culo. Al principio me dolía un poco, pero una vez que tuve toda la polla dentro, empecé a sentir placer. Él siguió bombeando y yo me moría de gusto. Se agacho y me dio un beso, beso que me resulto el más excitante de toda mi vida. Al cavo de un rato también me empezó a doler el culo, por lo que le pedí que parara. Nos besamos otro rato, nos agarramos nuestras pollas y nos empezamos a pajear, acabando cada uno en la mano del otro. Nos quedamos dormidos abrazados, sin querer que eso acabara nunca, pero sabiendo que el día siguiente yo me iría. Me desperté, y me fui a duchar, al rato se abrió la puerta del baño, y entró con migo en la ducha, dando lugar a otra sesión de mamadas, que acabó rápido, pues el bus salía en media hora. Nos vestimos, me llevó a la estación, y en el coche nos dimos el último beso hasta el día de hoy.

No sé que pasará el día que nos volvamos a ver, o si se lo contará a su novia, o si … en fin, muchas cosas pueden pasar, y espero que pasen.

(8,43)