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Cruissing en el restaurante

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Si hablamos de atractivos, el tío ese lo era de verdad, sí, era un verdadero y perfecto hombre atractivo como no hay otro puto jodido que lo sea, de verdad, era de un atractivo mágico y el tío estaba bien hecho. Vamos, además de guapo y me estaba mirando, no con disimulo, no, estaba tan obviamente cruzándome los ojos mientras almorzaba en mi restaurante favorito, The Cupcakery Café, que ya no pude apartar mis ojos de él.

Había estado delante de mí mirando la cartela con los diferentes menús para saber lo que podría comer. Yo ya sabía de tantas veces, pero me gustó su trasero incluso dentro de aquellos Levis y me puse un poco detrás como si me interesara mucho la cartela, se dio la vuelta para mirarme varias veces y no dejaba de sonreírme cada vez que lo hacía.

Tenía unos ojos azules impresionantes y penetrantes, una sonrisa fantástica con unos dientes hermosos, rectos y blancos, sin mencionar su grueso y sexy cabello negro brillante y perfectamente arreglado.

Me di cuenta de su profunda voz masculina, muy masculina, cuando le dictaba su orden al chico guapísimo de porte campesino, blancón, que trabaja allí. Ordenó dos sándwiches de carne de vaca al toast, una ensalada y una gran taza de agua humeante para mezclar el café.

Eran las 10:00 de la mañana y el tío se había ordenado un puto desayuno como para aguantar jodiendo a media ciudad. Éramos los dos únicos clientes en ese momento en Cupcakery. Yo no sé a quién tendré que agradecer semejante fortuna y quise obedecer la intuición; por consiguiente, me senté en la mesa que estaba orientada directamente casi junto a la que él ocupaba y me senté de frente a él. Él no paraba de mirarme y sonreía cuando yo levantaba los ojos para mirarlo.

Preparé mi móvil con la cámara a punto, el obturador silenciado, para sacar una foto de él en cualquier momento y de su entrepierna cuando se pusiera de pie. Su altura hacía que esa parte sobresaliera la mesa. Se levantó rápidamente y se volvió hacia mí con una descarada sonrisa y luego se fue al baño de hombres para que yo no pudiera obtener una buena imagen. Se había dado cuenta de todo y se sabía con su paquete empujando su Levis. Esperé 30 segundos y de inmediato me levanté, hice lo que él, dejé el importe en la mesa y lo seguí al baño de hombres con mi móvil preparado tal como estaba para tomar una foto sexy de él en el baño de hombres.

¡Pucha!, no me tomó mucho tiempo averiguar «dónde estaba la carne de res», como suele decirse en ciertos buenos ambientes, porque cuando entré al baño de hombres, él estaba de pie un poco separado del urinario, lo suficientemente apartado de la tacita urinaria como para poder ver fácilmente desde la rendija de la puerta que su grueso pene blanco estaba circuncidado. El pene estaba fuera asomando por la bragueta de su Levis y eso que no estaba orinando, obvio por la distancia. Estaba no solo circuncidado, sino con toda su pelambre, de modo que esa polla suya blanca, circuncidada y sin afeitar parecía estar muy rellena y erguida en dirección vertical, inclinada hacia la ventana elevada del baño, como si esperara; sí, como si esperara que yo entrara en el baño de hombres y lo atrapara sexualmente excitado para darme su relleno de crema.

Por eso pude tomar la foto mientras entraba, pero había que tener cierta seguridad, aunque ya no me quedaban dudas. Rápidamente fui derecho al urinario que había a su derecha junto a la pared y saqué mi enorme y suave pene con notables pelotas afeitadas. En ese momento él estaba machacando su peludo, blanco, circuncidado y grueso pollón, con enormes pelotas peludas, y había conseguido ponérselo completamente erguido, de modo que ya ahora se lo machacaba verticalmente, mientras le colgaba su escroto con las dos bolas dándose forma visible ¡menudos piñuelos, joder! Solo de verlo mi gran polla blanca se erigió a tope en pocos segundos, y comencé a acariciar mi verga, grande, ansiosa y erecta para darle gusto.

Al instante el sujeto se volvió hacia mí y se puso a agarrar mi enorme y dura polla venosa con su mano izquierda; ahí noté su anillo de bodas bien encajado en el dedo anular de su mano izquierda. Le dio a mi verga de casado y divorciado por altanero maricón unos cuantos golpes y luego se inclinó justo ahí, en los urinarios, y comenzó a chupar mi gran y palpitante verga blanca y venenosa.

Rápidamente me miró con sus increíbles ojos sexys, hermosos ojos azules, y me preguntó si me gustaría entrar al privado con él para hacer algo más.

Dije inmediatamente que sí, no estaba para pensarlo, ¡joder, por la puta de mi madre! ¿Qué había que pensar ya?

Cuando entramos en el privado, se arrodilló y me chupó mi pene en toda su blanca longitud, fabulosas mamadas, succionando sediento de jugo, golpeando fuerte hasta su garganta. A los pocos minutos de estar chupando mi verga como nunca me lo supo ni quiso hacerlo la que era mi puta mujer, le hice retroceder sobre sus pies y levantarse para no correrme aún. Me dejé caer sobre el piso de rodillas y le chupé sus peludas pelotas, su polla blanca de hombre casado y lamí su delicioso y enorme escroto de hombre casado y con las dos bolas extremadamente colgantes. ¡Lo que se perdió la parturienta de los cojones!

Luego le di la vuelta y empecé a comer su redondo, musculoso y peludo culo blanco de pelo negro y ensortijado, excepto el blanco camino que llega hasta su apretado, peludo y rosado agujero de mierda de mi hombre casado con otra puta.

Me comí su dulce culo de mierda haciéndole sentir como siempre un montón de frescura gracias a mi saliva pastosa y húmeda que yo empujaba dentro de su apretado agujero rosado para que llegara muy profundo, metiendo la punta de mi lengua hasta el fondo de su peludo agujero de mierda. Suspiraba diciendo: «nada que ver con el coño de mi ex puta, esto es considerablemente mejor», así gemía sin parar mientras le acariciaba su absolutamente positivo e increíblemente bello, además de fantásticamente perfecto escroto que alimentaría no muy tarde aquella perfecta, peluda, circuncidada y gruesa polla de ese hombre casado del que yo deseaba que me la metiera en breve dentro de mi recto, tras atravesar mi deseable culo.

Me puse de nuevo de pie y apreté mi enorme y fuerte escroto palpitante colgando de mi pene bien lubricado por la saliva y ensarté mi polla de una vez profundo, en el agujero rosa bien abierto del hombre guapo y casado, agujero como un coño totalmente violado a pelo, al natural y luego lo follé duro sin piedad alguna. Él gemía de dolor y placer a la vez.

Eyaculé mi enorme y espeso semen blanco y cremoso haciendo que preñara al hombre casado y que la semilla de esperma, en lo profundo de su tripa, le diese el mayor de los placeres cuando mi vigorosa polla chocaba con su delicada próstata.

Rápidamente, antes de que se desperdiciara lo que iba a venir,  lo hice girar de nuevo, chupé su duro y peludo pene, golpeando al gran escroto hasta que eyaculó su espeso semen blanco, cremoso y dulce, sepultando toda su semilla en sucesivas cargas de esperma en el interior de mi boca.

Sí; me tragué hasta la última gota sabrosa de su semen blanco, cremoso y dulce, haciendo que a partir de ese momento de verdad me amara y acabara con todos sus espermatozoides guardados en las bolas de su escroto. Me puse de espaldas a él, que me costó lo suyo por la estrechez del lugar y porque ambos teníamos nuestra ropa por los tobillos, me incliné para que me la metiera enseguida por lo ansioso que estaba de tragarme por el culo esa polla enorme, blanca y con capullo amoratado. La sentí en mi culo, la sentí que entraba, la noté dentro y tocó mi próstata, la gozaba, la disfrutaba y el macho casado perforaba mi culo insistentemente, cada vez más veloz, hasta que se vino dentro. Me enderecé, me contorneé el cuerpo para acercarme a su cara y nos besamos estando aún la polla del hombre casado, gran polla blanca… dentro de mí

Estuvimos en el baño de hombres follando por tanto tiempo que cuando finalmente salimos a terminar nuestro almuerzo, el empleado del restaurante, ese lindo culo apretado que vestía de niño pueblerino, ya había limpiado nuestras mesas porque, dijo él,  que creía que nos habíamos ido.

Nos quedamos sin nuestros almuerzos, pero lo cierto es que tuvimos un almuerzo increíblemente caliente. Este guapo y sexy hombre macho casado fue un polvo increíblemente caliente y asombroso e inolvidable.

Intercambiamos nuestros números de móvil. Hemos estado varias veces en parques y hoteles desde entonces; cada encuentro ha sido mejor que el anterior. ¡Joder!, es un compañero fabuloso de puta madre tan increíble que deberíamos divorciarnos de nuestras esposas y casarnos el uno con el otro.

Cuantas veces pienso que si ambos disparáramos a nuestros espermatozoides en la misma taza y los mezcláramos bien revueltos, seguro que haríamos hermosos bebés. Valga la broma. Pero hemos follado siempre con esa misma intensidad, amor y placer.

El lindo chico que trabaja en mi restaurante preferido, The Cupcakery Café, me conoce muy bien, incluso por mi nombre, ya que acudo allí para el desayuno a diario y muchas veces para comer a mediodía. Él sabía que los dos estábamos follando en el baño de hombres porque me vio siguiéndolo en dirección al baño de hombres y ninguno de nosotros salió tras mucho tiempo.

Sé que vino varias veces a vernos follando a través de la rendija de la puerta entreabierta. Incluso le vi sacar su gran pene peludo, blanco y sin circuncidar, de la bragueta y acariciarlo, que para eso dejé la puerta semi abierta porque, además, me gusta que me vean. Su gran pene blanco, peludo, incircunciso tiene una enorme cabeza que parece un casco alemán y, además, sé que es muy sabroso. Sí, claro que lo sé, he tenido sexo caliente y completo con el delicioso y sexy muchacho campesino con una enorme polla que trabaja allí. No me resultó difícil llevármelo a la cama después de que me dejé ver follando con el tío bueno en el baño de hombres. Nunca sabes a quién podrías conocer y tener sexo gay cuando almuerzas en un restaurante de modo habitual, pero de seguro que te llevas al camarero. Eso hice yo, no una, sino varias veces, cada vez que mi mujer estaba en comisión de servicios fuera de la ciudad. Todavía hoy lo hacemos. Ah, aseguro que los niños están con sus abuelos.

Encuentro algunos de los más sanos, más calientes, más sexy, más guapos, más en forma, chicos bien constituidos que desayunan o comen en este tipo de restaurantes, buscan comida rápida, a base de pollo, ensaladas o carne de vaca. He tenido mucha suerte sexualmente en estos restaurantes.

Me he percatado que otro tipo de hombres menos agraciados,  más gordos, con mucho sobrepeso, feos y menos atractivos tienden a comer en otros restaurantes tipo americanos a base de hamburguesas, comida grasienta y poco saludable, artificialmente asquerosa y visualmente falsa. Si es que puede llamarse comida a este tipo de comida, algunos lo llaman comida basura. Pero hay algo importante, estos restaurantes masivos de comida basura no tienen los tipos guapos, bien dotados y con un excelente cuerpo como los que encuentro en mi restaurante. 

El tipo de restaurantes como al que acudo con frecuencia se convirtieron para mí en mis lugares favoritos para ir de cruising y conectar con chicos guapos, sexys, calientes, bien constituidos y con buena salud para el sexo, tanto los jóvenes como los mayores, sobre todo en la comida a mediodía.

Si quieres hacer cruising con éxito ven por acá y encontrarás chicos guapos, muy sexys; nada te cuesta probarlo. ¿Qué tienes que perder? Quizá tu virginidad o una fuerte descarga caliente de esperma. Pero alguna vez tiene que ocurrir esto. Al menos, tendrás un buen almuerzo, aunque tu pedido se lo lleve el muchacho que sirve las mesas. Entonces sabrás que ese muchacho está ansioso de que te lo lleves a tu casa y disfrutes tú con él como a él le gusta.

 

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