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Casado Con Raquel (7 de 9)

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En la mesa de la cocina teníamos dos asientos laterales corridos y una silla en el vértice. Normalmente, Raquel y yo disfrutabamos las mañanas del fin de semana disfrutando de la compañía mutua, leyendo el periódico, haciendo crucigramas y robandonos besos. Es lo que marcaba el tono para el resto del día.

Raquel se sentó en la silla del vértice mientras que Javi y yo nos sentamos en los bancos de cada lado. Alzó sus manos en señal de querer bendecir la mesa y dió gracias a Dios por nuestros alimentos y por traer a Javi a nuestras vidas. Sus ojos brillaban de gozo. Hay imágenes que se quedan grabadas en la memoria; en aquel momento, Raquel estaba más bella que en ningún otro.

Comimos con toda tranquilidad. Raquel sintió poco a poco que Javi se iba quedando fuera así que sacó el tema de su visión de las mujeres como superiores a los hombres en todas las facetas, salvo las de la fuerza física. En consencuencia, los hombres estaban obligados a adorarlas.

- Te trataré como a una reina... -Bromeó Javi.

Raquel lo miró fijamente.

- No lo entiendes... Es algo más que sentirse una reina en la cama... Es sentirse como una reina a toda hora. Mi marido no sólo mi mima cuando hacemos el amor, sino que el noventa y nueve por ciento del tiempo pone mis necesidades por encima de las suyas.

Javi masticó pausadamente dando tiempo a ordenar sus pensamientos y al tragar dijo:

- A ver si lo entiendo... ¿Estás buscando un esclavo?... ¿Un negro al que puedas ordenar como te venga en gana?

Se le notaba y habló agitado. Raquel le respondió manteniendo la calma en su voz.

- No un esclavo... Si estás siempre pensando en mis necesidades no tendré nunca necesidad de ordenarte nada. Con el tiempo, te anticiparás a mis necesidades. Y cuando no lo hagas, simplemente te lo pediré y me complacerás.

- ¿Quieres que sea tu perrito faldero negro?

- No lo entiendes, esto no tiene nada que ver con la raza... Tiene que ver con aceptar la verdad. Si yo fuera negra y tu blanco te pediría exactamente lo mismo... Mira a lo largo de la Historia. Las mujeres tuvieron que poner a los hombres en un pedestal; eramos el sexo débil. Con cada adelanto técnico las mujeres estamos más a la par que los hombres. Aún nos falta vuestro podería físico, pero eso con la evolución cambiará. Si no me crees, hazte las grandes preguntas: ¿Cuándo han empezado las mujeres una guerra? ¿Cuántas mujeres abusan de sus maridos? ¿Ves a mujeres que abandonen a sus hijos?... Tanto en la ciencia como en las matemáticas las mujeres van poniendose al día paulatinamente. Tienen la capacidad intelectual para dejarlos atrás.

- No me lo trago... He visto un montón de mujeres malas.

- Sí, ¿pero quién las hizo así?... Hombres que abusaron de ellas, que traicionaron su confianza, que las abandonaron y las dejaron a enfrentarse solas con todas las responsabilidades... Mira a tu propia comunidad, son las mujeres las que la mantienen unida.

Javi agachó la cabeza, concentró su mirada en el plato y continuó comiendo. Comprendí su gesto. Que te canten las verdades a la cara duele. Es cierto que habían mujeres malvadas, pero eran minoría; y si fueramos levantando capas sucesivas en casi todos los casos encontraríamos las acciones del hombre en el núcleo.

En una sociedad primitiva el hombre tiene que estar al mando. Desde la caza a la guerra, pasando por la salvaguarda del hogar, todas sus tareas se basan en su fuerza física. Pero los avances tecnológicos también hicieron al hombre más perezoso al tener más tiempo libre para unas aficiones que no les dejaban tiempo para la familia. Y era más fácil para ellos matar y deshacerse de sus enemigos pulsando un botón.

El concepto que le trataba de explicar a Javi era un paso para contrarrestar lo que Raquel veía como la predilección masculina por el desmadre, seguida del caos y la destrucción. Los hombres eran como niños; construían grandes cosas, se enorgullecían de ellas, pero con perverso júbilo las destruirían en un minuto.

Las mujeres eran lo contrario; criaban sus niños con el deseo de que lograran más altas metas. La única forma de enderezar los entuertos de la sociedad era que los hombres se sometieran voluntariamente a las mujeres.

Después del desayuno, y mientras estaba limpiando la mesa, Javi decidió que era el momento de hacer valer su opinión.

- Vamos arriba... Hablaremos allí.

Raquel lo miró por encima de su taza de café.

- Sólo quieres echar un polvo...

- Eso no es cierto... Tú y yo podemos ser reina y rey, y él nuestro esclavo.

- Dirás tu esclavo... Él es mi caballero.

Javi se rió.

- ¿Y contra quién te va a proteger?

- Contra cualquiera que me ponga en peligro.

- Lo destrozaría con dos golpes.

- Quizá... Pero tendrías que matarlo.

Javi se volvió hacia mí.

- ¿Es eso cierto?... ¿Eres un caballero?... ¿Me vas a dar una patada en el culo?

Me quedé mirandolo fijamente con ojos frios.

- Podría ser... Pero como Raquel ha dicho, daría mi vida por protegerla.

Debió de pensar que era un loco romántico. Me ignoró.

- Bueno vamos... Arriba... Tengo cosas que hacer hoy y quiero hacerlo una vez más.

- No gracias...

- ¿No me has oido?... Tu macho quiere follar.

- No me interesa.

- No tienes elección...

Miré a Raquel y me dijo:

- Sal al porche... Solventaré esto.

Javi se burló de mí al salir.

- Eso... Ella lo solucionará...

Sentí que me hervía la sangre, todo lo que tenía que hacer Raquel era llamarme.

- No puedo pelear contigo, Javi... ¿Es esto lo que quieres, follarme cuando te apetezca?... ¿Pensar sólamente en tí como un niño?

- No voy a ser el capullo de nadie.

- No un capullo, Javi... Un caballero.

- Vamos... Arriba.

- No... Javi, esto me duele... No pelearé contigo... Si quieres violarme, adelante...

- Maldita sea con que no pelearás conmigo... No será violación, me lo suplicarás.

Raquel no me llamó y no intervine. La llevó arriba y la echó en la cama. Raquel me lo contó después:

- Me echó en la cama y se quitó su albornoz... Tenía la polla tan grande. Le dije que estaba seca... Que si a pesar de ello quería seguir adelante había una botella de aceite corporal en la mesilla de noche. Se embadurnó toda la longitud de su polla y me penetró. Le pregunté si era ésto lo que quería, una puta a la que pudiera violar o una reina a la que pudiera adorar y que lo correspondería amandolo... Estaban tan enfadado, como loco porque estuviera tan tranquila... Me la metió y me propuse no sentir nada. Pensé en todas las mujeres que habían tenido que sufrir esto... Lo enfureció que tuviera la pasividad de una muñeca... Me dió la vuelta y me folló a cuatro patas, después se abalanzó sobre mí y me hizo sentir todo el peso de su cuerpo... "Vamos puta... Admite que te gusta... Si alguien va a estar aquí al mando voy a ser yo"... Pasaron varios minutos y finalmente terminó. Se corrió. Me quedé postrada allí sin mirarlo. Con posterioridad sintió culpa. Lo único que le dije fue: "Ves... Las mujeres somos superiores. Lo has podido comprobar". Se vistió y se fue.

Entré a la casa cuando Javi ya se había ido. Fui a nuestra habitación y me encontré a Raquel en la cama.

- Me ha violado...

- Lo sé... Lo siento, Raquel.

- Te necesito... Hazme sentir bien...

- ¿Qué necesitas que haga?

La estaba abrazando cuando me susurró:

- Cómeme, por favor... Hazme correr...

Lo hice. Durante los primeros minutos el único sabor era el semen de Javi y el aceite corporal pero cuando borré su rastro Raquel se abandonó a sentir el placer.

- Qué lengua tan buena tienes...

Nos duchamos juntos después.

Raquel insistió en que fueramos a misa aquella tarde. Se la notaba deprimida. Estaba tan triste como lo aparentaba. Tenía grandes esperanzas en Javi y él la había defraudado. Todo lo que había dicho queriendo algo diferente era sólo palabrería, no estaba preparado para dejar de ser una polla andante negra.

Aquella noche en casa Raquel me pidió que le diera un masaje. No le daba masajes con frecuencia, pero cuando se presentaba la ocasión los disfrutaba mucho. Puse toallas en la cama y usé el aceite corporal, disfrutando de su aroma y sabor. Cuando masajeé sus nalgas Raquel se abrió de piernas.

- Méteme el dedo... Qué bien, qué gusto...

Follé su culo con mi dedo como le gustaba.

- Ahora tu lengua... Así... Métela bien dentro... Hazmelo de nuevo con el dedo... Ahora con otro... Oh, sí... Ahora tu lengua... Puedo sentir tu lengua muy dentro... Estoy distendida... Ahhh, ya basta... Con tres dedos ahora...

Lubriqué mis dedos y empecé a penetrarla con tres dedos.

- Quiero tu lengua... Métemela toda... Hasta el fondo...

La follé con mi lengua y mis dedos alternativamente según Raquel me lo iba pidiendo mientras ella se masturbaba. Finalmente me pidió que limpiara su culo con mi lengua y nos duchamos juntos.

Aquella noche en la cama le pregunté si se encontraba bien y me dijo que así era. Bebimos una botella de vino acostados juntos. No hicimos el amor, sólo hablamos. Fue entonces cuando Raquel me contó los detalles de la violación. Le pregunté por qué no me había llamado y me respondió:

- Tenía que demostrarle quién era más fuerte.

La entendí. Javi podría haberla violado, pero no la había doblegado. Lo único que había conseguido era reafirmar sus convicciones.

Nos levantamos temprando a la mañana siguiente y durante el desayuno Raquel me hizo saber lo dolorida que estaba.

- Me duele tanto en ambos sitios...

Me sentí fatal, pero Raquel me aseguró que no tenía por qué sentirme así. Me cogió la mano.

- Quería que fuese así. Sabía que me dolería después, pero me gustó disfrutar... Además, me ayuda a olvidar donde de verdad estoy dolorida.

- ¿Te hizo daño?

Raquel me miró a punto de llorar.

- Sí...

- Lo mato...

- No, no entiendes... Me duele allí, pero es aquí donde lo siento... -Me respondió Raquel con la mano en el corazón- Me ha roto el corazón.

- Lo siento de veras...

Raquel estaba sumida en una catastrofe emocional. Ambos llamamos al trabajo diciendo que estabamos enfermos y no podíamos ir. Pasé el día consolandola y, entre ataques de llanto, Raquel me suplicó que no me enfadara con ella.

- Me encapriché de Javi... Mucho... Pensé que era él... Me imaginaba a los tres disfrutando de una maravillosa vida... Todo era una pura fantasía.

- No te desanimes, Raquel... Quizá no era lo que tenía que ser.

Raquel se sonó la nariz, la tenía colorada e irritada; sus ojos estaba enrrojecidos e hinchados.

- Tienes razón... Se terminó... Nadie más, sólo tu y yo.

Sus palabras resonaron en mis oidos con tanta determinación como tristeza. Raquel era una soñadora.

- Supongo que no podrás ni aguantarme... Debes pensar que estoy loca.

- Nada de eso, Raquel... Estaba pensando lo mismo. Lo que espero es poder satisfacer tus necesidades.

Raquel me abrazó.

- No te preocupes... Me satisfaces de tantas maneras.

- Lo sé... Pero ambos sabemos que tú necesitas más.

- Estaré bien... Ya se nos ocurrirá algo... Ahora sólo quiero que me abraces, como solías hacerlo.

No hicimos el amor durante dos semanas. Por la noche, cuando Raquel volvía del trabajo, cenabamos, yo recogía la cocina y después nos acurrucabamos en el sofá viendo la televisión, compartiendo una copa o sencillamente abrazandonos.

Raquel no se mostraba muy habladora durante aquellos días y me preocupé por ella, temiendo que la violación hubiera sido más traumática de lo que había admitido. También me dí cuenta que consultaba si había mensajes en el contestador automático en cuanto entraba a casa. Raquel tenía tantas ganas de concederle a Javi el beneficio de la duda que lo que había ocurrido era una aberración.

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