Me llamo Lucia, me gustaría contarles algunas situaciones que ocurrieron hace unos años, ahora tengo 22. Siempre he sido una chica muy alegre, sociable, muy segura, mi padre se encargó de enseñarme a enfrentar la vida, a dar mi opinión con argumentos y respeto, a sentir felicidad por lo que uno es por dentro, y no por lo que uno posee o como luzca, a valorar las cosas simples de la vida, como también mi madre que me dio su amor, su cariño, autoestima, orientación y muchos consejitos como mujer.
Para empezar mi padre era un tipo guero dordo chaparro y muy dócil pero él tiene buen puesto en el gobierno así que económicamente estamos bien, casi nunca lo veo ya que siempre está ocupado en su trabajo y casi nunca está en la casa mi madre sin embargo es ama de casa y se encarga de mi hermana y de mi, mi hermana Esther es muy tímida y es 2 años menor que yo y vamos juntas a la misma escuela.
Yo soy algo pequeña de estatura, todas en la familia salimos de piel clara de ojos azules por herencia de mi madre, mis pechos diría que son grandes como de 95, pero mi mayor orgullo y lo que provoca la mirada de muchos hombres son mis nalgas, la última vez que las medí eran 120 cm de nalgas. Ya se imaginaran toda la clase de piropos que escucho día a día. Les voy a contar una historia que marco mi vida para siempre.
Sucedió a mis 18 años en el último año del colegio con 18 años aún no había tenido alguna experiencia, uno que otro beso con amigos de mi villa, empezaba molestarme ya que mis compañeras comentaban sus experiencias con los chicos que agarraban, como se besaban, como se tocaban, que posiciones lo hacían, dando mucho detalle a cosas que yo no había experimentado y que solo imaginaba, aparte que hormonalmente me sentía alterada, sin razón aumentaba mi temperatura corporal, mis pechos se agitaban y endurecían, lo que me causaba un dolor punzante, andaba muy sensible físicamente y emocionalmente, me sentía quemar por dentro, solo escuchar a mis compañeras, me hacía imaginar en situaciones similares, produciéndome sensaciones extrañas y nuevas.
Ante tales situaciones mi pupi se humedecía tímidamente ante la mínima provocación, me arqueaba de solo sentir esos escalofríos. Necesita desahogarme y liberar toda esa energía dentro de mí, pero no me gustaba tocarme, lo encontraba aburrido. Con el pasar de los días más aumentaba mi deseo, aunque intentará no pensar, mi cuerpo me traicionaba pidiendo alguna atención, era una bomba de tiempo, tenía que encontrar una solución.
Cuando salíamos con papa la molestaban y le decían algunos comentarios subidos uff, como que estaba bien buena, o que pedazo de trasero señora, pagaría todo el dinero del mundo puta, donde papa solo se reía y se hacía el loquito para luego decirle cosas al oído, ella solo reía y caminaba con más ímpetu. Yo le increpaba porque no la defendía, el me respondió: una mujer con ese cuerpo y vestida así es difícil de no alabar no crees?, es imposible luchar contra lo inevitable, que la miren y le digan cosas, mientras no le falten el respeto tocándola… son solo palabras, uno les da el peso hija. Comprendí que tenía la razón, a mama le gustaba sentirse linda y admirada junto a su hombre vistiendo ropas provocativas, brillando como una estrella, le daba fuerza y energía, ella se sentía bien, aparte papa la entendía y parecía también disfrutar que admirasen a su mujer, muchas veces la tomaba fuerte de la cintura como diciendo es mía, o le daba unos buenos besos apasionados, era muy incómodo para mí, ver a tus padres así en pleno centro comercial, pero sabía que así era su forma de ser, sus gustos, era parte de su confidencialidad como pareja, yo mientras me hacía la loca.
En una ocasión al regresar de mi la escuela, escuche unos ruidos en la cocina, entre despacio y el viejo tenia a mi madre con sus pantalones de gimnasia en los tobillos y sus pantis rotos completamente para poder meterle la verga, así empinada ella en la mesa de la cocina le daba fuertes palmazos en las nalgas y le decía:-Que bonitas nalgotas amor!!! bien blancas y grandotas.
En una ocasión al regresar de mi la escuela Cuando entre a la casa, ansiosa por ducharme me asome por la ventana vi una la pelea de mi padre con el vecino le pregunte a mi madre con el objeto de distraer su atención Paso algo? -Le pregunte, simulando interés. Y me conto que estaba regando los arboles del jardín, ‘cuando tu padre sorprendió a ese viejo gordo con un par de hombres que recogen la basura mirándome y haciendo comentarios acerca de mi’ Respondió ella con un leve tono de repugnancia. Que pasa? Parece que también empezaste a odiar al vecino -Insinué mientras entraba al baño. -Sí, ese degenerado me tiene harta. Replico alejándose a la cocina.
Cuando me secaba me puse a pensar en lo que había provocado la pelea de mi padre con el vecino; pelea que supongo terminada ya que escuchaba a mi padre hablar con mi madre en la cocina. Por lo que pude escuchar, la recriminaba por las prendas que usaba, muy pequeñas por cierto, que dejaban al descubierto sus hermosas piernas, su cintura y su extraordinaria piel tostada. Antes de continuar debo decir que si hay una mujer a la que envidie por su belleza esa es mi madre; su nombre es Susana y es simplemente perfecta. Yo herede de ella todo lo que tengo; mis piernas largas y bien formadas; mi cintura de Barby; mi hermosa y sensual carita y mis bien formadas tetas, aunque debo decir que las de ella son de mucho mayor tamaño, lo que provoca un desorden de hombres a su alrededor cuando sale de casa. Por esto no me extraño que el vecino y esos dos basureros, que yo supongo son los mismos que me miran con cara de perros en celo cuando me los topo en la calle, hayan estado mirando a mi mami.
Al día siguiente, en la escuela, no me podía concentrar en nada y justo al principio del día me tocaba gimnasia. Me tocaba la clase con don esteban el profesor de física al final de los ejercicios pedí una ducha el me autorizo para ir a ducharme y cambiarme. Yo contenta le hice caso y me fui a los camarines. Luego de ducharme saliendo de las regaderas envuelta en mi toalla cuando me di cuenta que alguien estaba espiándome desde detrás de unos casilleros; lo note gracias a la figura que formaba su sombra en las rendijas de su escondite. Me puse nerviosa y me sentía sin saber que hacer, al cabo de unos minutos me calme y deduje que el voyerista debía ser el conserje de la escuela, al cual me había topado antes de entrar a los camarines.
El conserje era un hombre no muy viejo de unos 50 años; muy moreno de 1.80 de estatura conocido en la escuela como el cojo Juan ya que al parecer tenía una pierna más corta, lo que le provocaba una leve cojera al caminar. De pronto empecé a sentir esa sensación entre mis piernas al saberme espiada por un degenerado que seguramente ansiaba verme desnuda. Esta sensación me descontrolaba y hacia que olvidara todos mis temores; ya era consciente que me gustaban los hombres asquerosos que quisieran aprovecharse de mi y gracias a ellos había experimentado las sensaciones más placenteras de mi vida, por lo que decidí dejarme llevar por mis deseos y darle algo para que disfrutara ese maldito fisgón (disculpen el vocabulario, pero me excita insultarlos, me hace sentir ultrajada).
Con esta decisión me pare lenta y sensualmente mientras me quitaba la toalla. Luego me incline a buscar una crema en mi bolso parando mi trasero para que el fisgón lo observara a gusto mientras simulaba no encontrar lo que buscaba; al cabo de un rato deje de menear mi trasero y empecé a echarme crema en las tetas totalmente descubiertas; las apretaba y pellizcaba a gusto, lo que provoco que me excitara más todavía. Seguía aplicándome crema en el cuerpo, esta vez bajando por mi cintura, llegando a mis piernas y repasando de una manera muy coqueta mi trasero. Luego, producto del placer, olvide al desgraciado que me espiaba y me dedique exclusivamente a darme placer con mis caricias, haciéndome terminar con una mano en mi zorrita y la otra con un dedo metido en mi trasero. Volví a mirar los casilleros, pero la sombra ya no estaba.
Luego de vestirme me dirigía al patio, donde la señorita Vivian daba la segunda con la clase, y me senté a observar. Al paso de un rato vi como desde la ventana de la oficina del director, estaban este y el cojo Juan mirando detenidamente a la profesora que destacaba todas sus partes por sus transpiradas y apretadas prendas de gimnasia; en un principio no me extraño ya que la profe tiene un lindo físico esculpido por el ejercicio, creando unas fabulosas curvas entre sus piernas, trasero, cintura y pechos. Pero después me acorde de los rumores, que corrían por la escuela, de lo deseoso que estaba el director con ponerle las manos encima a la profe Vivian. Esto no me extraño cuando lo oí ya que es conocida la fama de caliente del director, incluso se rumoreaba que, pese a su mala apariencia de gordo asqueroso y los años que lleva encima, este viejo se habría cogido a varias profesoras que han pasado por la escuela. La razón, se contaba, su enorme y siempre duro miembro. Según observando la clase y la manera como admiraban a la profe estos dos morbosos cuando me percate que el cojo Juan me miraba más que a la profe lo que reafirmo mis sospechas de que él era el fisgón de hacia un rato.
Ese día por reunión de profesores nos dejaron salir más temprano de la escuela, olvide que lo habían anunciado la semana pasada así que fue toda una sorpresa para mi. Al bajarme del autobús me sentía muy excitada por haber estado pensando en mi experiencia del día anterior durante todo el viaje, solo querer llegar a mi casa a ducharme y acariciar mi cuerpo. Cuando abrí la puerta de mi casa me pareció que no había nadie y supuse que mi madre estaba en el supermercado o de compras. Me dirigí a mi pieza a dejar mi bolso cuando escuche que alguien estaba en la habitación de mis padres, más precisamente en la cama de mis padres, supondrán el sonido que me llamo la atención.
Pensé en irme a dar una vuelta al parque para dejar a mis padres en paz, para que mi papa no perdiera el permiso que seguramente había conseguido en el trabajo para poder estar a esa hora en casa. Cuando salí al jardín me quede pasmada al darme cuenta que el auto de mi padre no estaba. Mire para dentro mientras miles de ideas me daban vueltas en la cabeza; obviamente la que mejor opción era la de pensar que mi papi había prestado el auto o que lo tenía en el taller, pero no negare que ni yo creía en eso, razón por la cual decidí asegurarme de que los que estuvieran en la pieza fueran mi padre y mi madre o por lo menos ninguno de los dos. Entre otra vez a la casa, esta vez sigilosamente y con el mayor de los cuidados, ya que si eran mis padres no los quería molestar.
De esta manera llegue a la puerta de su habitación que, para mi suerte, solo estaba junta. Recordó que junto a la puerta había un ropero que por la parte interior de sus puertas tenia espejos, y por los agujeros que tenía estas siempre se abrían solas, por lo que pensé que sería muy fácil ver lo que pasaba en la cama sin que me vieran. Abrí de la manera más cauta que pude la puerta, dejando solo el espacio justo para poder ver la cama.
Lo pensé unos segundos, entiéndanme, estaba asustada y no sabía con lo que me iba a encontrar. Me arme de valor y me asome; no sé cómo explicar lo que sentí en ese momento, cualquier cosa que les diga quedara corta, simplemente quede paralizada y horrorizada. Estaba mi madre tirada boca abajo sobre la cama con unas pantys rojas hasta el muslo, que yo nunca le había visto, las cuales eran sujetadas por un porta ligas del mismo color, tenía un cojín en el estómago lo que hacía que su trasero se parara de una manera descomunal hacia el techo, ella tenía agarradas las cobijas con las manos y pude notar como mordía el otro cojín de la cama mientras, pese a sus ojos cerrados, sus lágrimas recorrían sus mejillas. Sobre ella, la figura de un hombre obeso, arremetía con fuerza contra el cuerpo de mi pobre madre, se notaba el tamaño exagerado de ese miembro, que, yo suponga por la posición, entraba y salía del trasero de mama; reconocí que aquel maldito que empalaba a mi madre era el vecino que el día anterior estaba discutiendo con mi padre!!.
-Eso maldita puta, quiero que te duela el culo!, Quiero abrirte como nadie lo ha hecho!
El gordo le gritaba mientras ella empezaba a gemir con una mezcla de placer y dolor. De pronto mi madre empezó a gritar descontroladamente, lo que agitaba y excitaba aún más a ese maldito.
-Aaaahhh!… aaayyy… deja mi culo, por favor me duele -Rogaba mi madre-
-Te lo chupare pero déjame maldito, ya no aguanto más.
-A quien crees que engañas?, Se muy bien que te está gustando, si me pides que te suelte es para calentarme y que te de más duro -Respondía el viejo mientras le pegaba fuertes palmadas en las nalgas, dejándolas rojas por tantos golpes.
Me sentía indecisa y asustada no sabía que hacer; por una parte ella rogando que la dejaran, y por otra meneaba sus caderas respondiendo a los fuertes embistes de ese maldito. No sabía si intervenir o no, no sabía si mi madre era obligada o no.
-Ya sabes cómo me gusta terminar -dijo el gordo saliendo del interior de mi madre y quedando de pie detrás de ella.
Sorprendida por el tamaño de ese miembro y por la situación en la que estaba mi madre, siendo cogida por un hombre gordo, feo y más viejo que ella; me excite observando como ella tomo sus perfectas y grandes tetas, se arrodillo frente a su violador, y con ellas atrapo el enorme pico del maldito, dejando fuera solo la húmeda cabeza de ese miembro la cual no tardo en capturar con sus labios.
Comenzó a hacerle una paja con sus tetas sin dejar de emitir gemidos de excitación, como esperando el merecido premio de la tarde. En un momento la gran excitación de mi madre fue evidente, estaba siendo víctima de un gran orgasmo; de lo que el maldito se percató diciéndole
-comételo todo perra -mientras agarraba fuertemente la cabeza de mama, obligándola a tragar todo lo que salía de su miembro.
Cuando todo acabo mi madre quedo tirada sobre la cama dejando que el viejo del vecino masajeara a gusto sus tetas. No aguante más, la excitación y rabia que sentía me impulsaron a salir huyendo de mi casa. Sentada en el parque no me podía explicar cómo una mujer tan hermosa como mi madre se dejara sodomizar por el asqueroso enemigo de su marido, sería un poco más entendible si ese hombre fuera atractivo pero era un monstruo.
Quizás esa extraña preferencia por los hombres asquerosos que sueñan con poseerte a toda costa, sea algo heredado de mi madre, idea que pronto olvide al recordar a mi padre que era lo que se podría llamarse un hombre atractivo. Confundida aun por lo que había sucedido, decidí no decirle a mi mama lo que había visto y callarme no quería que mis padres se divorciaran y preferí quedarme callada.
Ya era la hora en que yo llego normalmente del colegio así que me fui a casa. Cuando llegue, mi madre estaba haciendo aseo en su dormitorio seguramente para limpiar cualquier residuo de lo que podría haber dejado lo acontecido en aquella habitación.