Nuevos relatos publicados: 7

Muñequita

  • 18
  • 13.596
  • 9,83 (12 Val.)
  • 0

Cada vez que lo recuerdo me late la polla. Lo voy a contar porque la historia es real y vale la pena contarla.

Viernes 19 de julio de 2019.

A las diez de la mañana encendí el celular y vi que tenía un mensaje de whatsapp. Era de mi muñequita morena.

Simplemente decía: "Hola". Le respondí:

-Hola. Buenos días. ¿Cómo estás?

-Bien. ¿Y tú?

-Yo estoy en cama.

-Yo también.

Se me estremeció el cuerpo. Estaba en cama y me llamara. Solo se me ocurrió decirle:

-Manda una foto.

Me mandó una foto en la que solo se le veía parte de la cara ya que estaba de lado. Parecía la Bella Durmiente, recién despertada.

Le había dicho muchas veces que un día que tuviera ganas llamase por la mañana que mi esposa nunca estaba, y al fin me llamaba, pero cómo el día anterior habíamos discutido por una tontería. Fui despacito para no meter la pata. Le dije:

-¡Qué mala eres!

-¿Por qué?

-Esperaba una foto donde se viera algo.

Me mandó otra foto donde estaba en pijama. La vi sexy, pero me estaba haciendo rabiar.

-Eres mala, mala, mala. Sabes que te quiero ver desnuda en tu cama.

-¡¿Desnuda?!

-Sí, bonita.

-Si te mando una foto desnuda sería cómo la puta esa que te dije.

-Hay una diferencia cómo del día a la noche, princesa.

-¿Ah sí?

-Sí, yo a ti te quiero y tú por mí sientes cariño y las putas, bueno, son lo que son.

-Algo de razón tienes.

-¿Estás enfadada?

-No, si estuviera enfadada no te llamaba.

-Lo de la foto era para este fin de semana hacerme unas pajas pensando en ti. ¿Sigues en cama?

-No, estoy desayunando.

-Soy tonto de remate.

-No, no eres tonto.

-Sí que lo soy. Me había imaginado que iba a ver cómo te tocabas, soy tonto y además idiota.

Tardó un poquito en contestar, pero cuando lo hizo fue mediante el teléfono. Oí su voz, dulce, sensual.

-Imagina que estoy haciendo.

-Desayunando un zumo...

-Estoy en cama y me estoy tocando.

Eché la mano a la polla y me callé para no romper la magia del momento.

-Me acabo de apartar la braga y estoy mojadita.

Decidí hablar.

-Yo también me estoy tocando.

Sentía sus gemidos y de repente oí el inconfundible chapoteo de sus dedos dentro del coño.

-¡Clash, clash...!

-¿Sentiste el ruido?

Me puse cómo una moto. Al estar tan mojada pensé que nunca se había levantado de cama y que llevaba largo rato tocándose.

-Déjame verte, por favor.

Volví a sentir el ruido.

-¿Lo sientes?

Lo sentí otra vez.

-Sí, lo siento -le rogué-. Deja que te vea, por favor, muñequita, por favor.

Puso la cámara.

-¡Coooño! ¡¡Qué delicia!!

-¿Te gusta mi coñito?

-¡Puuuf! Ni te puedes imaginar cuanto, preciosa.

Estaba viendo sus dedos entrando y saliendo de su coñito. Chapoteando. Tenía vello. Luego acarició con dos dedos el glande del clítoris que estaba fuera del capuchón, un glande grande, de los que se pueden mamar. Luego metió dos dedos en el coño. Lo folló. Sentí el chapoteo de nuevo. Mi muñequita linda estaba cachondísima. Sacó los dos dedos del coñito, los separó y vi sus jugos blancos ir de un dedo a otro. Los llevó a la boca, los lamió, echó la lengua fuera y los vi sobre la lengua, cremosos, deliciosos. Le di una lamida a la pantalla del celular, pero es obvio que fue ella la que se los tragó. Mi polla quería reventar de lo dura que se me puso. Volvió a acariciar el clítoris, y me preguntó:

-¿Te gustó lo que hice?

¡Cómo no me iba a gustar! Estaba cómo en un sueño erótico en el que mi amada, una preciosidad, se masturbaba para mí. Le respondí:

-¡Me encantó, preciosa!

-¿Te gustaría comer mi coñito?

-Síií, princesita bella, sííí.

-¿Me quieres follar?

Mi polla ya estaba mojando mi mano de aguadilla, cuando le dije:

-Sííí.

-¿Quieres reventar mi coñito con tu polla?

-Sííí, pequeña, sííí.

Apagó la cámara y me dejó con la miel en los labios y con mi polla latiendo y soltando aguadilla. Me volvió a hablar por teléfono.

-¿Sientes el chapoteo?

-Sííí, linda.

-¡Ay que rico! Estoy empapadita. No tardo en correrme. ¿Me la lamerás cuando me corra?

Me estaba poniendo malo, malito.

-Déjame verte otra vez, por favor, muñequita linda.

Volvió a poner la cámara. Follaba el coñito con dos dedos... Los volvió a chupar... Y yo, yo tuve que soltar la polla o me corría antes que mi muñequita. Ella también estaba buena de ir. Le dije:

-Chúpate una teta ya que no te la puedo chupar yo.

-¿Quieres qué me chupe una teta?

-Sí.

-Dime cosas sucias.

-Ahora mismo te comía el culo y te follaba el ojete con la punta de mi lengua mientras te tocabas.

-¿Ahorita me harías eso?

-Sííí, caramelito, sííí.

-¡Házmelo, anda, házmelo!

-Te lo estoy haciendo y te voy a meter la cabeza de la polla en el culo.

-¡Mete, cariño, mete! ¡¡Métela toda!!

Veía sus dedos acariciando su clítoris, entrando y saliendo de su coñito, mojaditos, y volviendo a acariciar el clítoris.

-¡Sí, ay, sí, ay, ay, ay, sí, ay, ay que me voy a correr! Pídeme que corra, anda, pídeme que me corra.

¡¡Joder!! Aquello era demasiado. Su sensual voz pidiéndome que le dijera que se corriera, sus dedos mojados, su coñito peludo. Le dije:

-¡Córrete, bonita, córrete!

Sus dedos volaron sobre el glande del clítoris, mientras decía:

-¡¡Aaaay, aaay, si, aaay sí, sí, sí!! Me corro, me corro. ¡¡¡Me cooorro!!!

Al correrse le dio la risa y entre gemidos y risas se corrió cómo una bendita. No sé si echó por fuera o no, ya que mi lengua lamió la pantalla del celular en el sitio en que estaba su coñito. Puse la cama perdida con el semen de mi corrida.

Al acabar de correrse vi su cara completa. ¡Estaba radiante! La vi más bella que nunca, más sexy, era una maravilla. Poco me duró aquella preciosa aparición ya que apagó la cámara y seguimos hablando por teléfono.

-¿Has visto cómo me temblaban las piernas, cariño?

-No vi nada. Mi lengua estaba pegada a la pantalla del celular.

-Jejejeje. ¿Te gustaría probar mis jugos?

-Me encantaría. ¿A qué saben?

-No sé, cómo a salado al principio y ácido al final, no sé. Lo que sé es que me corrí rico, rico, rico.

-¡Anda que yo!

-¿Te corriste rico?

-¡Riquísimo! ¿Haremos el amor algún día?

-¿Me preguntas si llegaremos a follar tú y yo algún día en algún sitio?

-Sí.

-Hay días en que me gustaría que eso ocurriera y días que no... Creo que me arrepentiría después de hacerlo.

-Después de correrte cuatro o cinco veces no creo que te arrepintieras.

Le extrañó.

-¡¿Cuatro o cinco veces?!

-Sí, la primera haciéndote lo que hiciste tu sola. La segunda comiéndote el coñito. La tercera, tú debajo. La cuarta subes tú, y la quinta, si te apeteciera, con sexo anal.

-Me apetecería. No sé qué me pasa contigo. Te quiero, te deseo, me excitas cuando hablamos...

-Pero...

-No hay peros.

-En fin... Me quedo con las ganas de tener una foto tuya en tu cama, apoyando tu cabecita en la almohada... Con tu cuerpo de diosa desnudo... Tendría un morbazo. El sitio donde tú y él... ¿Otro día?

-Otro día.

Hablamos de muchas cosas... En un momento dado, me preguntó:

-¿Tienes alguna fantasía que no me contaras?

-Sí, pero no sé si te gustará que te la diga.

-Sabes que me puedes decir lo que quieras.

-¿Me gustaría hacerlo contigo y con mi mujer?

Me iba a sorprender su respuesta.

-A mí también.

-¡¿De verdad?!

-Sí, me excita imaginarte follando con tu esposa.

A mí me jodía imaginarla follando solo con su novio, pero no se lo dije, no le dije que en mi imaginación más de una vez estuviera en la cama con los dos, haciendo un trío, no, no se lo dije. No era mía, era suya, era él quien dormía con ella. Le dije:

-Sería la hostia estar los tres juntos.

-¿Sabes una cosa?

-Dime.

-Tengo ganas de tocarme otra vez.

-Para mi es muy pronto. Yo sin viagra...

-Es igual, me la puedes frotar.

Se calló, y cuando volvió a hablar fue para gemir y decir:

-Estoy cachonda.

-Lo sé, tienes un polvazo, muñequita.

-No, no es eso. Estoy mojada y cachonda.

-¡¿Te vas a masturbar otra vez?!

-Ya lo estoy haciendo.

-Tardarás más que la primera vez. A lo mejor me da tiempo...

-No, a mí la segunda corrida me viene muy rápido.

-Déjame ver cómo te tocas, bomboncito.

Encendió de nuevo la cámara y vi otra vez sus dedos follando su coñito, los volvió a sacar y le volvieron a salir llenos de jugos. Volvió a saborear sus jugos cremosos...Yo me tocaba y se me fue levantando... Después de un tiempo ya estaba perra, perra, perra... Me volvió a decir:

-Pídeme que me corra.

Hacía tiempo que quería ver su cara en éxtasis. Le dije:

-Quiero ver tu cara al correrte.

La cámara enfocó su cara justo debajo de sus ojos. Veía su sensual boca.

-Pídemelo, pídeme que me corra.

-Córrete, muñequita linda.

Ya estaba a punto.

-¡Ay que rico, ay que, ay que me corro! ¡¡Me cooorro!!

De su boca salían deliciosos gemidos y risas, de nuevo se volvió a reír... Pude ver un par de segundos sus ojos con las pupilas desaparecidas bajo los párpados y la polla se me puso dura.

Pero ya no había tiempo para más. Vi de nuevo su carita angelical después de disfrutar del orgasmo y me confirmó lo que ya estaba cansado de saber, estaba coladito por ella.

A las cuatro de la tarde, después de hablar y jugar, (en medio hicimos de comer) nos despedimos otra vez por mensaje, tal y cómo habíamos empezado. Le escribí:

-Un beso, vida mía.

-Vida mía. ¡Que tierno eres! Un beso, bobito.

Sábado 20 de julio de 2019

Era la una de la mañana. Subí a mi habitación y me desnudé. En pelotas cerré la puerta. Abrí la ventana y después de retirar la colcha y la sábana y de ponerla a los pies y sintiendo cómo cantaban los grillos y las cigarras, me eché sobre la cama, cerré los ojos, cogí la polla e imaginé que mi esposa había alquilado una de las habitaciones de nuestra casa para los turistas y mi muñequita era la inquilina. Mi esposa estaba en el patio y nosotros en el salón. Mi muñequita, me preguntó:

-¿Cuándo le vas a preguntar a tu esposa si quiere hacer un trío, José?

-Es que a mi esposa no le gustan las mujeres.

-Ni a mí. ¿Pero no querías hacer realidad esa fantasía?

No nos habíamos dado cuenta de que la ventana del salón estaba entre abierta. Mi esposa había oído lo que habláramos. Al llegar al salón, le dijo a mi muñequita:

-Mañana coges tus cosas y buscas otro alojamiento. Y tú y yo vamos a hablar muy seriamente, calamidad.

-Veras, mujer, no es culpa suya. Le puse yo el trato y me contestó que si quería catarla tenías que participar. Le da morbo ver como te follo.

-¿Y tú por follar con una jovencita me venderías?

-No, te follaría delante de ella.

-Y después la follarías a ella, claro.

¡Qué coño! Era mi paja. Era mi fantasía y la polla ya la tenía casi empalmada, pues hacía más de media hora que me tomara una viagra. Le respondí:

-Sí.

-Pues mejor te será que tomes una viagra, si quieres poder con las dos.

Ya aceleré la fantasía. Mi muñequita estaba desnuda a mi lado izquierdo, con sus tetas grandes, de areolas marrones y gordos pezones, mi esposa estaba al otro lado con sus tetas pequeñas, sus areolas rosadas y sus pequeños pezones. Las dos tenían vello negro en sus coñitos. Me besaba una, luego la otra, las dos juntas, y cuando lo hacían juntas sus lenguas se rozaban, se miraban pero no se besaban... Se turnaron para masturbar la polla y para acariciar mis pelotas. Intuía que se estaba rifando un beso entre ellas y mi muñequita tenía casi todas las papeletas para llevarlo, pero mi imaginación voló hacia otro lado. Les pregunté.

-¿Por qué no hacéis un 69?

Mi esposa hizo cómo que no me oyera. Le preguntó a mi muñequita:

-¿Lo montas tú o lo monto yo?

-Móntalo tú primero.

Cuando mi esposa subió encima de mí vi que tenía el interior de los muslos mojados. Parecía que había rejuvenecido. Se metió la polla en el coñito y comenzó a follarme a su aire. Mi muñequita, de cara a mi esposa, me puso el coño encharcado en la boca. En la posición en que estaba no sé si se miraban, si se tocaban las tetas, o si simplemente me follaban con sus coñitos la polla una y la boca otra. Lo que sé es que pasado un tiempo le metí dos dedos en el coñito a mi muñequita, los saqué llenos de jugos blanquecinos y se los llevé a la boca, mi muñequita los chupó y mi mujer viendo cómo los chupaba se corrió como una loba, diciendo:

-¡¡Que cooorrida!!

Debió ser por ver su cara de placer y por oír sus gemidos, que mi muñequita, acelerando los movimientos de culo, me llenó la boca de jugos, diciendo:

-¡Qué rico, que rico, que rico! ¡¡Qué riiiico!!

Al sentir cómo se estremecían y cómo gemían al correrse, me corrí yo dentro de mi esposa.

Acabaron casi al mismo tiempo. Mi muñequita le dijo algo al oído a mi esposa. Al momento supe que le había dicho. Mi esposa sacó la polla del coño y me lo puso en la boca. Se lo comí mientras mi leche y sus jugos salían de él. Mi esposa hizo algo que nunca había hecho antes, aparte de la sensual guarrada que estaba haciendo, moverse buscando otro orgasmo. Mi muñequita me montó y comenzó a follarme cómo si el mundo se fuese a acabar. A toda hostia. Ya me lo había dicho, el segundo orgasmo lo alcanzaba en muy poco tiempo... Antes lo alcanzó mi mujer, que se corrió en mi boca jadeando cómo una perra. Acabaron sus jadeos y mi muñequita, agarrando a mi esposa por las tetas, se corrió bañando mi polla de jugos. Mi polla reaccionó llenando su coñito de leche. Otra vez le habló a mi esposa al oído. Cuando mi esposa quitó su coño de mi boca, mi muñequita puso el suyo, me di sus jugos y mi leche y no paró hasta volverse a correr.

La polla no se bajaba ni a tiros, y eso qe me había corrido cómo un león haciendo la paja. Limpié la leche de la sábana con un pañuelo, y me seguí masturbando. Mi esposa se tomó un respiro. Panza arriba nos miraba. Le dije a mi muñequita:

-Tócate y dame a chupar tus jugos.

-Mámame las tetas primero.

Magreé y comí sus maravillosas tetas y besé su boca. Ella se masturbó y no tardó en llegar el chapoteo de sus dedos en los jugos de su coñito. Nos enseñó los dedos pringados de jugos cremosos. Los metió en la boca, lamió y echó la lengua fuera, la besé y le chupé la lengua. Volvió a masturbarse... Cuando sacó los dedos pringados de jugos cremosos, se los puso en los labios a mi esposa. Creí que le iba hacer la cobra, pero mi esposa abrió la boca y le dejó los dedos limpios de jugos. Me puse a mil de nuevo. Le dije a mi muñequita:

-Quiero comerte el culo, y follártelo con la punta de mi lengua.

Se puso a cuatro patas y le comí y follé el culo con la lengua. Al rato, mi esposa, decidió participar. Me cogió la polla, la chupó y jugó con ella en el ojete de mi muñequita. La paró en la entrada y se la metí. Ella me dijo:

-Suaaave, suaaave... ¡Hasta los huevos! Quiero sentir tus huevos rebotar en mi culo cuando lo folles.

Poco la follé, ya que mi muñequita, que no parara de tocarse. Se corrió cómo una loca al tiempo que se derrumbaba sobre la cama. Tuvo un orgasmo anal que la dejo sin habla de lo potente que fue. Me volví a correr, esta vez dentro de su culo.

Estaba fantaseando y cómo era mi paja y podía imaginar lo que me saliera de las pelotas, cambié de escenario y me fui a su habitación.

No me monté historias ni leche. Me vi en su habitación, ella estaba desnuda, sensual. Ahora me la imagine como casi siempre estaba, con el coñito depilado.

Su novio y yo estábamos en pelota picada. Fuimos a su lado y le acariciamos las areolas y los pezones de sus maravillosas tetas con la punta de nuestras pollas, después se las pusimos en la boca, cogió las dos, las meneó y las mamó... Luego, su novio la besó y le comió las tetas. Yo fui a los pies de la cama, me arrodillé y le comí el coño. Al lamer su clítoris veía cómo sus jugos cremosos salían de su vagina... Se los lamía y volvía a lamer el clítoris de abajo arriba. Mi muñequita comenzó a gemir. Me dijo su novio.

-Si no la follas tú la follo yo.

-No la vamos a follar. Tu novia desea correrse en mi boca.

-Quien quiere que se corra en tu boa eres tú. ¿Por algún motivo?

Lo había, pero no le podía decir que sentí pelusilla de él cuando ella me dijo que se corriera en su boca, no, no podía descubrirme, era un tipo al que él le hiciera un trato en un bar, un tipo que no conocía de nada a su novia, le dije:

-El motivo es que sé que le va a gustar.

Cómo mi muñequita no dijo nada (¡Que iba a decir si la fantasía era mía y estaba haciendo tiempo para no correrme tan pronto!) el lanzado se calló. Al ratito se venía en mi boca mientras le comía la boca a su novio, en ella se ahogaban sus gemidos de placer y en mi boca se derramó una deliciosa corrida que tragué con lujuria. El novio se puso tan cachondo que cuando mi princesita se acomodó bien en la cama, se colocó en la polla un preservativo y la folló. No follaba mal, debo reconocerlo, ya que al rato mi princesita se corrió y yo, que estaba de pie masturbándome, al ver su cara de placer, sentir como gemía, ver como clavaba las uñas en el culo de su novio, y cómo le devoraba la boca, me corrí con ella.

El novio, que no acabara, me dijo:

-Si quieres follarla tienes que ponerte un preservativo. No sea que me la dejes embarazada,

-Por el culo no quedará embarazada.

Le preguntó a mi muñequita.

-¿Quieres que te la meta en el culo?

Su respuesta se lo dejó claro.

-Una doble penetración no me vendría mal. Nunca me corrí así.

Ahora fui yo el que le comí las tetas y la besó. Cómo dije, era mi fantasía, le metí la polla entre las tetas y me hizo una cubana, tan deliciosa que me corrí de nuevo, esta vez en su cara. Después lamí mi semen de la cara y la besé mientras a su novio se le quedaba cara de tonto.

Seguía empalmado, mi muñequita, dándome la espalda, se echó encima de mi y la fue metiendo en el culo, al tenerla toda dentro, se echó todo a lo largo de mí y abrió sus piernas. Su coñito mojado quedo abierto cómo una flor, el novio, que tonto no era, y excitado estaba, se lo quiso comer con voracidad, pero lo detuvo.

-Despacito, cariño, despacito, lame el clítoris despacito, de abajo arriba y con la punta de la lengua.

Se lo lamió como le dijo. Yo imaginaba como su ano apretaba y soltaba mi polla al latir. Poco después, le dijo:

-Ahora mete y saca a lengua de mi vagina con mucha, mucha calma.

El novio era guiado.

-Sí, mete, saca, mete, ayyy, saca, mete, ayyy, saca... Los labios, lame los labios... Mete. ayyy, saca, mete, ayyy. El clítoris, haz círculos sobre él con la puntita de la lengua, ayyy...

Al rato, caliente cómo una leona en celo, le dijo:

-¡Ahora sí, ahora devora mi coñito!

No sé cómo se lo comió, pero en nada su ano apretó mi polla con fuerza, y después mi muñequita se vino, diciendo:

-¡¡¡Me corro otra vez!!!

Sintiendo las contracciones de su ano (las hacía con mi mano apretando y soltando) lo fui mojando de aguadilla. Mi muñequita se corrió en su boca. La sentí temblar y jadear encima de mi. Después, el novio, se la metió y la folló. Mi princesita, comenzó a gemir cómo una posesa... Follándome con su culo y recibiendo las embestidas dentro de su coñito de la polla de su novio, dijo:

-¡Ay que rico, cabrones, ay, que rico, cabrones, ay que rico! ¡¡Ay qué me vengo, ay qué me vengo, ay qué me vengo!! ¡¡¡Me cooorro!!!

Se corrió ella y me corrí yo dentro de su culo. Seguía empalmado, pero ya estaba cansado de darle a la manivela. Si tuviera una mujer que me follara echaría mucho tiempo más, pero lo dejé. Al rato, al no estimular la polla, se quedó a media asta y yo me quedé dormido. ¡Lástima no tener conmigo a las dos o a una de ellas! Pero una que no quería y la otra que no sabía si quería o si no quería, en todo caso amaba a las dos, pero en aquel momento, si te pillo a ti, mujer, que estás leyendo esto... ¡Te rompo el coño, te rompo el culo...! ¡¡Te follo y bebo de ti hasta dejarte sin una gota de jugo!!

Quique.

(9,83)