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Augustus

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Transcurría el año 2001 intensamente por el cuerpo de Lucía. Estos instantes se constituyeron en momentos de goce , de búsqueda de placer, de su propio placer. Fue así que durante varios meses variados seres marcaron su consciente e inconsciente.

Precisamente transcurría el mes de agosto de ese año. Lucía solía pasar las noches solitarias en una sala de chat, compartiendo su tiempo con centenares de otras personas, que bien solas ,buscando espacios de coincidencia o huyendo de su realidad se sumergían en la virtualidad. Bromas, risas, juegos eran lo habitual en aquel lugar. Sebastían era uno de aquellos personajes cómicos que irrumpían a las 2 de la mañana. Se conectaba desde su trabajo, unos minutos y alegraba por cierto la noche.

Charlaron mucho en la sala general. El posee un gran sentido del humor y Lucía también que hacía que las risas sonaran en letras en la pantalla. La complicidad de aquellos seres que ya se conocía, salían juntos a comer hacía todo como un gran grupo de amigos. Un día la charla se complementó en privado y surgió la posibilidad de una charla telefónica. Lucía recibió la invitación con agrado. Anotó el número de teléfono de Sebastián , desconectó la PC de la red( épocas de conexión telefónica) y marcó la numeración con detenimiento. Sonó dos veces y una voz grabada anunciaba los internos con los cuales se podía comunicar. Se sorprendió, debido al lugar que estaba llamando. Marcó su interno y aguardó. Del otro lado emanó una voz muy masculina, formal y sumamente sensual.

- Hola. Soy Lucía.

- Hola Lucia. ¡Qué bueno que llamaste!

Durante ese día se conocieron más. El le preguntó si tenía compromisos a lo que ella le reseñó su situación en esos momentos. Estaba sola, luego de romper con una relación de muchos años con una pareja. Salía con gente pero sin ningún compromiso. El le dijo que era soltero. Unos días más tarde él mismo le dijo que en realidad tenía novia hacia 4 años y que se casaría en marzo próximo. Lucía se sorprendió un poco, no era que aquella situación fuera nueva, pero sabiendo que se iba a casar tan pronto le pareció un poco extraño. La voz de Sebastián era exquisita, aun cuando hablaba de su futura esposa la cual se notaba que provocaba un amor magnifico y profundo en el. Lucía se alegró. Le encanta ver a la gente feliz.

Esa noche de agosto montevideana charlaron insinuando la excitación que ambos presentían ene l otro y sentían e el cuerpo propio. Lucía perdía el sentido con la voz de Sebastián. Igual que lo hacia con Marcelo con quien mantenía contacto en esa época. Ambos hombres desde sus voces y posturas muy distintas mantenían muy excitada a Lucia, como si fueran el estimulo perfecto para su alma y su mente. A la distancia, sin verles el rostro, solo con sus voces la hacían elevarse y sumergirse en un mundo de placeres inconmensurable.

- A que no sabes que estoy haciendo- decía Sebastián

- Umm no se di..Dime

- Acariciándome por encima del pantalón. Solo un poco porque desgraciadamente no estoy solo aquí.

Estas palabras provocaban que Lucia se excitara. Que quisiera liberar sus gemidos como lo hacia con Marcelo, acariciándose, dejándose llevar por la voz de Sebastián y sus constantes provocaciones.

Sus dedos desobedecían las sensatas órdenes de Lucía y se adentraban en la ropa, buscando en el bosque el manantial de los dulces jugos. Sus dedos salían impregnados de un aroma excitante. Los pezones empujaban la ropa, presionaba, provocaban cierto dolor por el endurecimiento fruto de la enorme excitación. Su boca se abría sin par intentando capturar más aire que exhalaría su boca como gemidos que inundarían la habitación a oscuras. Entre gemidos y gemidos palabras sin sentido, el deseo de estar con el donde estuviera y la irrupción de miles de hormiguitas que caminaban por su espalda perdiéndose por su suave cabello dejándola inerme , satisfecha y con la voz de Sebastián susurrando caricias y besos desde el hotel donde tantas otras personas se perdían en los territorios del placer ajenos al frío y aún durmiente Montevideo.

Mayo, 2005

 

Uruguayita_mimosa

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