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Servicio técnico

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El miércoles me desperté muy tarde. No me podía levantar de la cama porque estaba muy pero muy cansada. Hice un esfuerzo, me incorporé e intenté sentarme. En ese momento sentí que me empezaba a bajar un hilo de leche de la vagina por la pierna. Ah, que placer, estaba tibio y pegajoso. Allí me acordé todo. ¡Que noche hermosa que habíamos pasado!

Si bien, esta no es la historia principal, ni el motivo del relato, la pasaré a narrar porque no tiene desperdicio y por otro lado, porque ocurrió el mismo día.

Esa noche anterior habíamos salido a divertirnos con Claudio. El me pidió que por favor me pusiera una pollera con tajo para esta ocasión. Entonces decidí vestirme formal con una camisa de seda blanca transparente y una pollera de falda larga con un tajo muy alto que seguramente facilitaría todo tipo de maniobras. Claudio me paso a buscar por casa y me dijo que primero iríamos al cine. La idea me encantó. Nunca supe, ni me importó que película íbamos a ver. Solo sé que ni bien se apagaron las luces de la sala, nos empezamos a besar y acariciar muy efusivamente. Con la comodidad de la pollera, Claudio comenzó a acariciarme y franelearme la piernas de una forma muy sensual. Me mojé al toque. Me corrió la bombacha de costado y empezó a pasarme la yema de los dedos muy suavemente por los pelitos. Empecé a sentir electricidad, cosquilleo y como que se me dormía toda esa zona. Los dedos de Claudio entraban y salían a voluntad y sin obstáculos hasta que logré un orgasmo en su mano. Fue espectacular porque a pesar de que había mucha gente en la sala, nadie se dio cuenta. En reciprocidad, lleve mi mano a su bulto, que ya estaba parado y lo empecé a acariciar. Acto seguido, desabroché su cinturón y baje el cierre del pantalón, pero mirando alrededor, note que había mucha gente y que esto seria peligroso. Ambos estábamos tan excitados, que a pesar que la película no había terminado, decidimos retirarnos.

Llegamos a la playa de estacionamiento, subimos al auto y Claudio se me vino al humo, tirándose encima mío. La pollera seguía ayudando, la abrió por el tajo y me empezó a refregar su miembro por mi húmeda concha mientras me comía a besos. En eso escuchamos unos golpecitos en el vidrio del auto. Era el cuidador, que con mala cara nos pedía que por favor nos fuéramos de allí.

Ya cansados por no poder consumar el acto y estando muy excitados, rumbeamos para un hotel alojamiento. En el camino, no me pude contener y le empecé a chupar la pija mientras él manejaba, pero como inmediatamente llegamos al hotel, preferimos cortar y entrar. Claudio estaba que volaba, ni bien pisamos la habitación, me arrancó toda la ropa, menos la pollera. El tipo me quería coger con la pollera puesta, y eso hizo. Nos matamos mal. Estuvimos las 2 horas del turno, dándole y dándole. Hubo un primer polvo muy largo y uno para la despedida, yo en cambio acabe 5 veces. No vale la pena que detalle mucho, puesto que fue una sesión normal de sexo con mucho amor.

Nos bañamos placidamente y fuimos en búsqueda que algún restaurante porque estábamos muertos de hambre. Encontramos uno muy bonito a pocas cuadras de allí. Elegimos una linda mesa con asientos tipo tren, enfrentados y ordenamos la comida. En la espera, nos empezamos a besar y acariciar muy enamorados. El clima que estábamos viviendo era fantástico. Estábamos en los primeros meses de noviazgo y nos disfrutábamos mutuamente. Sentíamos mucha paz y amor. Claudio me miraba todo el tiempo con mucho fuego y pasión en sus ojos. Yo por mi parte me sentía como una adolescente enamorada.

Mientras comíamos, sentimos como el aire a nuestro alrededor se había enrarecido con un toque afrodisíaco. Ese amor y esa pasión se fueron convirtiendo de a poco en deseo sexual y no podíamos evitar tocarnos. Necesitábamos nuevamente sentirnos uno al otro. Me acordé que tenía en la cartera una muestra de Viagra que me había regalado una amiga para alguna noche de lujuria. La saqué y se la puse a Claudio en la boca, quien la tragó sin decir nada.

¿Cómo continuó la cosa? Terminamos volviendo al mismo Hotel Etcétera, donde ya habíamos estado. Nos quedamos menos de las 2 horas, porque ya era un poco tarde. Esta vez no hubo tanto amor, más bien lo contrario. Claudio me maltrataba de lo lindo, cosa que me excitaba mucho. Hubo tirones de pelo fuertes, cachetazos y yo me defendía arañando. Esa pija maravillosa, estuvo parada todo el turno como un hierro carnoso. A Claudio le costó bastante poder acabar. Para mi eso fue un placer, puesto que acabe otras cinco veces y después tenia como meta, hacerlo acabar a él. Me subí encima de él y sin dejarlo mover, lo empecé a coger mal. Subía y bajaba desesperadamente. De tanto en tanto, se la sacaba y él puteaba como el mejor. De golpe, me la volví a meter y la enterré hasta los huevos. Después de juntar tanta calentura, Claudio derramó dentro de mí toda su leche, muchísima leche, más de lo normal. Casi me desmayo del placer. Así como estábamos, nos cambiamos y nos fuimos, porque él tenía que trabajar muy temprano.

Me dejo en casa a las 3 de la mañana y nos despedimos con un beso espectacular. A pesar que estaba muy cansada, preferí esperar que Claudio llegara a su casa, antes de irme a dormir, porque estaba segura que me iba a llamar.

Al llegar a su casa, me llamó por teléfono para decirme que había llegado bien y desearme las buenas noches. Me empezó a decir cosas muy lindas que al rato fueron subiendo de tono y se convirtieron en sensuales. Ambos empezamos a excitarnos. Me toque despacito y sentí que todavía tenia leche suya en mi interior. Eso me hizo explotar la cabeza y terminamos haciéndonos una paja telefónica de aquellas. Quedé exhausta…

Finalmente me desperté a las 3 de la tarde. Era mi día libre y lo único que tenia que hacer era esperar a un chico del servicio técnico, recomendado por mi hermano, que iba a venir a la tarde para ponerme a punto el notebook que tenia unos problemitas. Más tarde me iba a encontrar con mi amiga Karina para tomar algo y charlar.

Mi madre me ofreció servirme el almuerzo, pero realmente no tenía hambre. Le pedí que solo pusiera a hacer el café y unas tostadas. Como ya se me estaba haciendo tarde, decidí meterme en la ducha. El agua caliente me estaba relajando de la terrible noche de acción que había tenido. En eso entró mi madre para decirme que se tenía que ir al banco a pagar un impuesto y que enseguida volvía. También me recordó que ya se había terminado de hacer el café y las tostadas. Continué duchándome.

En el momento en que mi madre salía, justo llegó Walter, el conocido de mi hermano, a quien ella ya conocía. Ella lo hizo pasar y le mostró donde estaba la maquina. Le dijo que la revisara bien, que ella tenia que ir al banco y que regresaba enseguida.

Walter era un muchacho de unos 23 años, bien parecido, educado y muy tímido. Ya había reparado la maquina en otra oportunidad. Inmediatamente se puso a trabajar y encontró el problema en el arranque. Era un controlador, el cual actualizó desde un disquete. En pocos minutos, después de probarlo, el notebook estaba funcionando de maravillas. De buena onda, quiso ordenar un poco el desorganizado disco rígido. Hasta que su curiosidad, lo hizo entrar a un directorio donde no debía. Allí se encontró con un montón de fotos y videos privados de Claudio y Vanesa. Este muchacho se había quedado duro, mirando una serie de fotos donde ellos estaban desnudos, haciendo el amor en un jacuzzi.

Yo mientras tanto me seguía bañando, terminando de lavarme el cabello. Cuando terminé, me sequé rápidamente y envuelta en una toalla con todo el pelo mojado, fui para la cocina, porque estaba muerta por tomar un cafecito.

Cuando pase por al living, me asusté al encontrarlo de golpe. Walter estaba apreciando un video atentamente y se estaba tocando. Cuando percibió que yo lo estaba mirando, intentó cambiar la pantalla y se paró asustado. De atolondrado que fue, no solo no pudo detener el video, sino que tampoco volvió a meter su miembro dentro del pantalón.

Empecé a gritarle y estuve a punto de echarlo de casa, pero me excitó mucho ver que Walter se estaba calentando al verme a mí en la pantalla. Solo atinó a decir "Perdoname, pero en este video estas bárbara y me volví loco". Mientras tanto, el video seguía andando y me recalenté de verme allí.

"Callate degenerado", le dije. No pude con mi genio y maltratándolo, lo senté de golpe en la silla. Walter seguía con su miembro afuera y estaba pálido. Sin demora, le empecé a chupar la pija, que se le estaba bajando por el susto y los gritos. En 2 minutos de chupada, se le volvió a parar de nuevo. Haciéndome la furiosa, me saqué la toalla, me senté encima de él y le dije: "Ahora apurate hijo de puta, tenés 5 minutos para acabar." a lo que yo le llamo "un corto". Sentada sobre él, mirándome a mi misma en la pantalla, me empecé a calentar mucho. Walter obedeció como un perrito y a los cinco minutos después de estar serruchando a lo bestia, saco su pija de adentro y me acabó toda su leche caliente sobre mi panza. Fue un placer terrible, pero por más que hubiera querido, no pude acabar. Me pare furiosa y me volví a colocar la toalla.

Walter se paró, se acomodó su pantalón todo mojado y muy avergonzado me dijo que la maquina ya estaba arreglada y funcionaba bien. Me dijo que no me cobraba nada y pidiéndome disculpas, dio media vuelta y se fue.

Apagué el notebook y me fui a tomar el cafecito. Me quedé pensando seriamente, porque lo había hecho. No encontré respuesta alguna. Al rato, regresó mi Mamá, me cambie y me fui a encontrar con mi amiga. No habían pasado 24 horas de la excitante noche que había tenido con mi novio.

Vanessa y Claudio

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