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Clueless: en la onda, las amigas de Cher (Capítulo segundo)

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A las cuatro en punto de la mañana Cher se despertó con una única idea en su mente; no estaba segura de si debía revelar su juego a sus victimas o si sería más placentero mantenerlas en la más completa oscuridad.

Decidió que por una temporada ella continuaría moviendo las marionetas desde las sombras. Aquel domingo Cher, Dion y Tai fueron al partido de fútbol. El fútbol se había convertido en el deporte de moda; molaba eso de ver a veinte tios jovenes en calzoncillos corriendo detrás de una pelota. Cher se sintió satisfecha cuando vio a Sindey, vestida con un horrendo vestido negro de un par de temporadas atrás y ojeras. Cher se sorprendió cuando vio a William junto a Sidney.

Cher estaba sentada cerca de ellos y les saludó. El partido estuvo muy bien. Cuando solo quedaban veinte minutos para el final del partido William se marchó del estadio y Sidney bajó a los vestuarios. Un gorila de seguridad no le permitió entrar hasta que Cher le hizo cambiar de opinión con su poder. El segurata no solo la dejo entrar sino que también entró él. Una vez dentro se abalanzó sobre Sidney y la desnudo. Ella no mostró oposición, de hecho, parecía disfrutar mientras el la ataba de pies y manos sobre la camilla con la piernas completamente abiertas.

Le acarició el coño con total impunidad, ella únicamente llevaba puesto su liguero negro; el agente se masturbó y se corrió en las braguitas de Sidney, braguitas que utilizó como improvisada mordaza. También le vendó los ojos con su horrendo vestido negro.

Tan pronto como el arbitro dio el pitido final los jugadores entraron en el vestuario y vieron a Sidney espatarrada para su placer; se pusieron como motos únicamente con verla.

Cher, segura de si misma, jugó con la mente de los chicos.

"Vaya un regalo" dijo el capitán comiéndose con los ojos a Sidney. Todos los jugadores se desnudaron y uno a uno se la fueron follando.

Algunos le follaron el coño mientras otros la mantenían elevada y le daban por el culo. Había dieciseis jugadores y los dieciseis disfrutaron, de una u otra manera, a su atado y amordazado regalo.

Sidney intentó oponerse en un principio pero mientras los chicos la iban violando ella sin saber muy bien como empezó a disfrutar con su violación. Su coño estaba chorreante con sus jugos y el semen de ellos; bueno, una gran cantidad de dicho semen estaba corriendole muslos abajo ya que su vagina era incapaz de absorber una gota más. Estaba llena de semillas de vida.

Cuando los jugadores se cansaron del folleteo se masturbaron al unisono y consiguieron correrse sobre sus pechos y cuerpo. Continuaron jugando con su presente, ahora desatado pero privado de su voluntad desde que Cher estaba al mando.

Los chicos la arrojaron a la ducha y allí el portero deslizó una pastilla de jabón en su coño; sus gruñidos fueron tan sonoros que los otros jugadores se sumaron a la fiesta. Algunos de los futbolistas conocían a Sidney pero aquello no les importaba lo más mínimo. Cher estaba contenta.

Cuando Sidney abandonó el vestuario estaba tan dolorida y humillada que no se dio cuenta de que no llevaba bragas, un perfecto recuerdo para los jugadores.

Sidney se dio cuenta cuando se sentó en el taxi y su maltratado conejito sintió el tacto de cuero del asiento. También había olvidado que no llevaba dinero (ni en metálico ni en tarjetas) con lo que pagó la carrerita con una mamada ya que su coño era incapaz de aceptar más visitante.

Una vez en casa Sidney se sintió proxima al suicidio pero Cher le insufló moral con su poder. Se encerró en la habitación y se pasó toda la tarde llorando y mojandose su dolorida entrepierna con agua helada.

Cher la dejó en paz un par de días, el tiempo suficiente para que los rumores empezaron a circular. La reputación de Sidney cayó por los suelos y la gente empezaba a susurrar acerca de su actuación en el vestuario, y como suele ocurrir en estos casos, exageraban lo acaecido. A Sidney eso no le importaba, tenía suficientes problemas por ella misma. Su forma de vstir había cambiado dramaticamente; su minifalda se convirtió en la más corta del instituto, su maquillaje el más depravado y siempre vestía en cuero negro. Afortunadamente, pensó, no le había pasado nada raro durante los últimos dos días aunque era incapaz de olvidar el terrible partido.

Aquel miércoles concluyo el castigo de Mary Joe y Cher decidió nuevos planes para ella.

Mary Joe era una racista recalcitrante. La única persona de color a la que dirigía la palabra era Dion, y no precisamente con simpatía.

Cher quería que eso cambiase pero no sabía exactamente cómo.

Tenía que conseguir que Mary Joe cambiase de opinión sobre las gente de color pero creyendo que aquel cambio era enteramente suyo. Sucedió durante un recreo. Mary Joe entró en el baño y Emmanuel y Charlote, una pareja amiga de Dion (negros) pasaron al lado de la puerta.

Se dieron un beso húmedo antes de entrar en el baño. Mary Joe estaba poniéndose pintalabios cuando vio a la parejita acaramelada. Emmanuel se dio cuenta de que no estaban solos (y era el aseo de las mujeres) y le dijo a Mary Joe:

-Por favor, no le digas nada de esto a nadie.

La respuesta de Mary Joe fue arrodillarse, desabrochar la cremallera de Emmanuel y agarrar su polla negra y dura con sus manos. Empezó a lamer el capullo y lentamente se metió la polla en la boca, hasta la garganta.

Charlotte, en un primer momento demasiado sorprendida para reaccionar, ordenó a Mary Joe que parara. Cuando Emmanuel se la sacó estaba más larga que nunca. Inesperadamente Charlotte se subió la falda, se bajó las bragas y acercó su afeitada entrepierna negra a la cara de Mary Joe.

Mary Joe empezó a lamer el coño de Charlotte y en escasos segundos su lengua estaba hundida dentro de aquel coño mojado mientras continuaba jugando con aquel pollón negro. Emmanuel le ordenó que se echase en el suelo, para lo que Mary Joe tuvo que parar su comida de coño de color.

Una vez en el suelo Charlotte se sentó a horcajadas sobre la cara de Mary Joe que reinició su faena.

Ella sintió aquel pedazo de carne de color en su coño cuando Emmanuel hundió "hasta la bola" su polla en aquel agujero. Ella intentó gruñir pero el coño que tenía en la boca frenó el gemido.

Sus jugos empezaron a fluir, lo mismo que los de Charlotte.

Emmanuel parecía un semental con un motor en su interior entrando y saliendo a toda pastilla de aquel hinchado coño.

Charlote se corrió, unos segundos más tarde también lo hizo Mary Joe y Emmanuel continuaba follandose a aquella blanca.

Mary Joe volvió a correrse y Charlotte empezó a lamerle los durísimos pezones. Cuando Emmanuel se dio cuenta de que iba a correrse retiró la polla y se corrió en la boca de su novia (bueno, algunas gotas acabaron sobre los pechos de Mary Joe). Chorro tras chorro de su semen inundaron la boca de Charlotte quien hizo un esfuerzo para no tragar ni una gota.

Cuando aquello por fin termino Charlotte, con la boca llena de semen, besó a Mary Joe y le pasó las semillas de su novio. Mary Joe se las tragó todas sin rechistar. Unas pocas gotas permanecieron en su barbilla y en las comisuras de sus labios pero ella ni se enteró. Se arreglaron y volvieron a clase.

Cuando tres de ellos entraron en clase el resto de la clase se sorprendió de la apariencia de Mary Joe. Su sorpresa se incrementó cuando se cercioraron de que el semen en su barbilla era de Emmanuel. Sidney que estaba sentada a su lado se lo comentó y le dijo que se limpiara. Mary Joe se sonrojó y Cher, quien no estaba lejos, esbozó una sonrisa.

Después de diez minutos la aversión de Mary Joe hacia la gente de color retornó con más fuerza si cabe y se sintió asquerosa y profundamente avergonzada. Cuando terminó la clase Dion le preguntó a Charlotte que había ocurrido y su amiga se lo contó con pelos y señales. Las dos rieron.

Por supuesto las noticias corrieron tan rápidas como el viento y la imagen de Mary Joe (que sin ser tan buena como la de Sidney era positiva) se hundió.

Ni Mary Joe ni Sidney jamas volverían a estar entre las chicas más popular del instituto. Aquella tarde Cher empezó a escribir un diario que mantenía oculto bajo llave.

Anne llegó a casa de Cher. Patrick no estaba pero eso a Anne no le importaba lo más mínimo. A Cher le encantaría disfrutar otra tarde como la anterior así que se puso manos a la obra en la mente de Anne.

Cher se dio cuenta de que algo había cambiado en la mente de su amiga; ella antes era poco menos que una mojigata y ahora parecía una cortesana.

Anne se desnudo y Cher le dio un vibrador que había encontrado dentro del desastrado cuarto de su hermanastro.

Sin pensarselo dos veces Anne se lo metió en el coño y cuando tenía las doce pulgadas en su interior lo conectó.

Ella gemía y jadeaba como una loca cuando Cher le mostró su propia entrepierna desnuda. Anne empezó a comerle el coño a Cher y en esos momentos parecía la más experta de las cortesanas sáficas en todo el mundo.

Cher estaba empapada y su coño goteaba como un grifo abierto. Cuando Cher alcanzó su tercer orgasmo (Anne había perdido la cuenta de cuántos había tenido ella) se metió en la habitación de su hermano y regreso con unas bolas chinas (la habitación de su hermano disponía de todo un arsenal de juguecitos). Cher empapó las bolas con los jugos de Anne y Cher insertó todas y cada una de las seis bolas, una a una y muy despacito en el hasta ayer virgen culo de Anne, quien por cierto estaba en el séptimo cielo.

Entonces Cher le ordenó a Anne que le lamiera el culo y la lengua de Anne se desplazó hambrienta hacia su destino. Anne acabó metiendole toda la lengua en el culo hasta saborear los intestinos de Cher (es un eufemismo). Realmente aquello era desagradable e incluso asqueroso pero Anne estaba tan mojada y cachonda sumida en su enésimo orgasmo que no se dio cuenta de nada.

Cuando Cher se convenció de que había tenido más que suficiente le ordenó a Anne que parase de jugar con la lengua. Cher desconectó el vibrador y lo retiró; igualmente y con un tirón seco en el hilo de las bolas chinas las quitó de golpe del culo de Anne. Ella gritó de dolor, de placer y es que no se esperaba aquel final tan sorpresivo. En el fondo tampoco estaba tan mal. Cher se arrodilló y empezó a lamer los hinchados labios vaginales de Anne, empapandose la barbilla y sorbiendo los jugos de Anne. Cher no había comido coño antes y aquella fue un experiencia excitante que alcanzó cimas de inolvidable cuando Anne se corrió una vez más; los flujos deslizándose hacia su boca.

-Cher, tu coño dorado me vuelve loca-dijo Anne despues que ambas se arreglasen.

-Me encanta que te guste; pero, ¿qué hay de mis pezones? Todavía no les has prestado atención-susurró Cher.

-No sabes cuánto lo siento; te prometo que lo hare la proxima vez.

-En otra ocasión, Anne.

-Ahora mismo me siento como una puta; no hay nada tan dulce como tú-dijo Anne.

-Pero, ¿qué hay de tu novio? ¿no te gusta él también?

-Si... pero... Eres la más adorable de las amigas que he tenido en mi vida. Prometo limpiarte el altar cada vez que me lo permitas. Seré tu esclava si eso te gusta.

Cher estaba satisfacha; ya hacía mucho rato que había parado de controlar la mente de Anne. Ahora la voluntad de Anne estaba incólume y ella la quería.

-Nos vemos mañana, Annie.

Después que Anne se marchase Cher corrió a encerrarse en su habitación con su recien estrenado diario.

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