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Una relación demasiado duradera (4: El final)

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Sin duda, Lola y yo a pesar de darnos una tregua, nuestro amor era ya un simple cariño. No había complicidad, yo seguía ocultando mis aventuras con mi antigua compañera y su mejor amiga. Ella por su parte tampoco me quería contar lo que sentía por Sara, que más tarde comprobé que era algo más que un calentón. Aquellas fiestas de navidad iban pasando y Lola, que se instaló por esa época en mi piso, estaba más abierta al sexo, jugábamos con nuevas posturas, nuevas situaciones e incluso adquirimos algún juguetito. No es que yo piense que ese tipo de cosas no sean válidas para cualquier pareja que se quiere, pero para nosotros ya no era el amor nuestro nexo, más bien el sexo. En nuestras salidas Lola dejaba atrás su estilo puramente femenino, para vestir de una manera más bien machorra. Su lenguaje era más directo y sangrante, sus miradas hacia mi ya no contenían tanto cariño como antaño. Yo había decidido darnos una oportunidad y de alguna manera me gustaba que fuésemos liberales, de hecho me ponía muy cachondo imaginar a Lola con otras mujeres y también hombres.

Como ya conté en mi anterior relato, su hermana Afri se convirtió en nuestra más asidua compañera de salidas nocturnas. Afri parecía ser como el guardián que los padres de Lola habían enviado para que no se saliera del camino. De hecho hacía algo más de un año, cuando Lola y yo nos despedíamos en el portal de su casa no pudimos reprimir nuestras ansias de follar. Nos metimos debajo del hueco de la escalera y Lola empezó a comerme la polla, yo estaba extasiado, aquella situación me ponía muy cachondo. Yo miraba a mi lado izquierdo y podía ver por el portal del edificio,como la gente pasaba y ellos no podían ver lo que sucedía dentro, ya que el cristal de la puerta se oscurecía para el exterior. Allí estaba yo expectante mirando a la gente que pasaba y a la vez vigilante de que algún vecino pudiera entrar y sorprendernos A todo esto pasó un grupo de chicas muy jóvenes y escandalosas, estaban hablando en el exterior de la portería. En ese momento cerré los ojos e imaginé que aquellas chiquitas pudieran estar observando como mi chica se alimentaba del jugo de mi picha. No me percaté de que una de aquellas chicas era Afri, que tras despedirse de sus amigas entró en el portal y nos pilló en plena mamada. Joder, aquella chica que tenía 18 o 19 por entonces, se quedó un instante parada y mirando como torpemente yo me subía los pantalones, agachó la cabeza y se apresuró a subir por las escaleras. Aquello fue traumático para Lola, se sentía avergonzada y además en días posteriores, que fue durante mesese, Afri chantajeaba a su hermana con contarle a sus padres lo sucedido a cambio de beneficios de todo tipo.

Volviendo al momento que se centra el relato, Afri nos seguía a todos lados, Lola estaba diferente como ya he dicho y aquello no le importaba, de hecho bromeaba diciendo que cuando ella volviera a América, Afri se quedaría para vigilar mis incursiones nocturnas. Ahora no se si era broma o no, el caso es que cuando mi rubia compañera se marchó de España, Afri se convirtió en mi pegadiza cuñadita. Lola le dejó las llaves de mi piso, claro está con mi consentimiento, con la intención de que algunas tardes fuese a estudiar a mi estudio. A mi no me importaba, yo llegaba a casa normalmente tarde, en mi trabajo de ese momento sabias cuando entrabas pero no cuando salías. Afri también se convirtió en mi pequeña chica de la limpieza, muchas veces cuando llegaba, la casa estaba reluciente, mi ropa limpia y planchada. Yo le pedía que por favor no lo hiciera, que no tenía por qué y ella me decía que era una manera de pagar el favor de dejarla estudiar allí, que era el sitio idóneo. En fin, las tareas de casa nunca fueron mi fuerte.

Con Lola seguía hablando una o dos veces por semana, se mostraba muy segura de sí misma, ya no era una chica asustada por encontrarse fuera de España, de hecho estaba encantada y rondaba por su cabeza el permanecer allí durante algún tiempo más de lo esperado. Yo me hacía el tonto, pero sabía que su alegría tenía un nombre de mujer, Sara. Aquella situación me tenía confuso, ahora el ponerle cuernos a Lola no me atormentaba y además la bisexualidad de mi chica me hacía desearla más, pero el caso es que me ponía cachondo.Además algo de aquello hacía que tanto Lola como yo nos sintiéramos más unidos que nunca.

Una tarde terminé pronto en mi despacho y marché a casa con la intención de ir a correr un ratillo y luego quedar con alguno de mis amigos solteros para irnos a tomarnos unas copas, era el mes de mayo y en mi ciudad ya hacía calorcito y apetecía salir. Cuando abrí la puerta de mi estudio escuché un revoloteo en mi habitación, como alguien a quien había sorprendido haciendo algo que no debiera. Por supuesto se trataba de Afri, no podía ser otra persona. - ¿Afri, eres tu? Hoy he salido mas temprano. Grité dando tiempo a que me contestara. – Si , Alex....estaba....doblando ropa....No sabía que había estado haciendo pero le di tiempo para salir. Al poco salió Afri con mi albornoz puesto, y extraño pero no tenía aspecto de haber estado duchándose.

-Perdona, con este calor me he dado una ducha ¿te importa? Dijo Afri sujetando el albornoz por la solapa.

-No, claro que no, estás en tu casa.

-Bien, me visto y me voy ¿ok?.

-Como quieras, no tengas prisa. Dije mientras la examinaba de arriba abajo incrédulo.

A los 5 minutos salió Afri de mi habitación ya vestida, me dio un besito y se marchó cargando un montón de libros. Era extraño, aquel día no había limpiado nada. Me dirigí a mi habitación y encontré la cama algo más revuelta de lo que yo la había dejado por la mañana, entré en el cuarto de baño y no había signos de que nadie se hubiera duchado. Obviamente mi cuñada me había mentido. Pero...¿que estaba haciendo cuando la sorprendí? mi habitación no era muy grande, así que empecé a rebuscar por los cajones, el armario...debajo de la cama...Eureka! El consolador que habíamos comprado Lola y yo se encontraba fuera de su sitio habitual, que irónicamente teníamos guardado en un botiquín de primeros auxilios. Vaya, vaya con la niña, pensé mientras sujetaba aquel consolador. No pude dejar de saciar mis ansias por oler aquel cilindro metálico con forma de pseudo pene del que Lola se había encaprichado las navidades anteriores. Ummm, aunque al metal no se le adhirieron ninguno de sus jugos ni olores, sabía que ahora el juguetito era el amante de África. Enseguida dejé el consolador donde Afri lo había dejado, me vino a la cabeza una idea macabra. Corrí a mi armario a desempolvar mi vieja cámara de video que mi padre me había regalado en mi graduación, apenas la había usado y ahora le encontré un uso que me excitaba solo pensarlo. La puse en una caja de libros a la que oportunamente hice un agujero para que el objetivo pudiera captar las imágenes del exterior de la caja y la orienté hacia la cama de mi dormitorio. Uf solo imaginar que pudiese captar a Afri allí masturbándose me ponía muy caliente y excitado. Al día siguiente la programé para que empezara a grabar a las 17 horas, que era cuando llegaba normalmente mi cuñada y por delante habían 4 horas para grabar.Cuando llegué aquella noche, Afri ya no estaba, pero supe de su presencia por lo ordenado que estaba todo, no como el día anterior. Enchufé la cámara al televisor y comencé a visualizar lo que había grabado mi morbosa herramienta. Comencé a pasar rápidamente las imágenes y enseguida apareció Afri, se arrodilló en el suelo, miró debajo de la cama y sacó aliviada el consolador, se dirigió al cuarto de baño y salió.Corrí al botiquín y comprobé que lo había dejado allí, tal y como Lola lo dejó la última vez que lo usamos. Estaba claro que no haría uso de él aquella tarde, seguramente por precaución a que yo la pudiera sorprender. Seguí visionando las imágenes a cámara rápida, durante una hora y media aproximadamente no sucedió nada, hasta que apareció de nuevo Afri con un cesto de ropa que cuidadosamente colocó en su sitio. Aunque no vi nada de especial, mientras veía estas ultimas imágenes ahora a velocidad normal, me excité y comencé a masturbarme, había algo en las braguitas de Afri que la incomodaban y no paraba de sacárselas de la hendidura de su culo, lo cual no haría si supiera que alguien la estaba espiando. Aquello me volvía loco, me corrí enseguida y aquello parecía la erupción de un volcán que llevaba tiempo durmiendo. Durante los días siguientes seguí espiando a mi cuñadita, durante tres días deseaba llegar por las tardes y visualizar lo acontecido en aquellas tardes solitarias de Afri. No pasó nada anormal, pero solo el hecho de espiar a aquella chica me animaba a masturbarme. Al cuarto día, ya un poco escéptico de que ocurriera algo me puse a comprobar lo que se había grabado, y no tardó en suceder. Afri se adentró en el cuarto de baño y en un par de minutos salió completamente desnuda y empuñando la polla de acero que tanto ansiaba. Se arrodilló ante la cama y comenzó a chupar aquel inerte falo mientras acariciaba su entrepierna. Afri tenía un cuerpo espectacular, era una disciplinada practicante de aeróbic y su cuerpo era muy fibroso, marcando todos y cada uno de sus músculos, desde los hombros, pasando por las abdominales, el culo se mostraba duro y marcado y sus piernas muy estilizadas.Sus pechos eran chicos y al igual que su hermana el color de sus pezones era rosado pero en ella pequeñitos. Por el contrario, Afri tenía una gran mata de vello en su entre pierna, esta chica no solía depilárselo muy a menudo, deduje.

Seguramente los gemidos no permitían a África seguir mamando aquel trozo de metal por lo que se sentó en la orilla de la cama, ahora estaba muy cerca de la cámara, milagro sería si no la descubría. Empezó a acariciar su vulva con el consolador suavemente, su cuerpo se encogía observándose. El acero abrió sus labios vaginales y Afri apoyó su mano izquierda en la cama, echando el tronco hacia atrás, masajeaba el clítoris con movimientos sutiles. Yo ya estaba con la pija fuera de mis pantalones, quería pensar que ella imaginaba que al final de aquel consolador era yo quien le daba placer. Poco a poco se le fue hinchando la vulva y el liquido lubricante de su vagina le ayudó a introducirse la picha que poco a poco se perdía en aquella selva de placer. Se recostó en la cama y empezó a mover el manubrio dentro de su coño cada vez más velozmente. La mano que tenía libre acariciaba sus erizados pechos, bajaba por el vientre y aparcaba en el ano que acariciaba con pequeños circulitos. Afri se retorcía en una danza de placer, sus gemidos eran silenciosos, sus ojos se perdían en la habitación. Yo sin dejar un segundo de mirar la pantalla del televisor me masturbaba siguiendo el ritmo de Afri, mi polla estaba tiesa y enrojecida, aquello me estaba descubriendo mi lado mas voyeur, sin duda me gustaba.

Afri gemía ahora insuflando aire que provenía de su vientre, unos minúsculos espasmos precedieron a un gemido apenas perceptible que anunció un estupendo orgasmo que la obligó a juntar sus rodillas apretando aun más el falo dentro de su vagina. Se ladeó y estrujó fuertemente la colcha de la cama reprimiendo una grito de placer. Después se relajaron sus piernas y sacó el consolador de su coño, acarició su vientre con el ahora lubricado cilindro, contorneó sus pechos y se lo llevó de nuevo a su boca limpiando los restos de su lubricación. Afri se levantó de la cama, la arreglo dejándola impecable y libre de sospechas y se adentró en el baño donde guardaría la herramienta y se daría una reconfortante ducha. Al rato salió de nuevo vestida con sus Levi´s y su camiseta de Adidas que le daban el aspecto de una chica que no había roto un plato en su vida. Yo seguía pajeandome con la imagen de mi habitación vacía, pero en mi cabeza fantaseaba con la mamada que le propinó Afri al consolador. Volví a correrme abundantemente llegando incluso a manchar aquel sillón castigado por tantos flujos y de distintos cuerpos. Si aquel sillón hablase, pensé sonriendo.

No volví a grabar a África en sus intimidades, ya había tenido suficiente. Lo próximo que se me ocurrió fue sorprenderla mientras se masturbaba. Pero como lo haría, como sabría que día elegiría para tal fin. El caso es que dejé pasar una semana, me aseguré que ella iría aquella tarde, ya que no siempre acudía a su cita de estudio. Aquella tarde la pedí libre y esperé en un bar cercano la llegada de mi cuñada. Sobre las 17,30 horas subió al estudio, quería darle tiempo para que se preparara. Aquella tarde vestía un fresco vestido corto de color rojo, iba muy cómoda, pensé aquella sería el día indicado. A eso de las 17,50, tras pensar detenidamente lo que iba a hacer subí hacia mi casa. Sigilosamente abrí la puerta de entrada, y de igual manera la cerré tras adentrarme en mi hogar. Todo iba según lo previsto, Afri no estaba en el salón principal así que no había otra opción, estaba en mi habitación seguramente dándose placer como en aquella ocasión. De puntillas recorrí la sala y empuñe el pomo de la puerta. Abrí decididamente. Allí estaba Afri agarrando el consolador y rápidamente agarró la colcha para taparse su cuerpo desnudo y tapando su cara como si no quisiera ser reconocida. Me acerqué hacia ella y sin decir nada la destapé, ella me miraba avergonzada, tampoco decía nada. Solté de su mano el consolador y comencé a acariciar su vulva que ya estaba hinchada y enrojecida. Afri no puso resistencia, más aun, dejó escapar un gemido entrecortado. Podía percatarme de que su flujo ya había comenzado a emanar de su linda vagina. Introduje el falo metálico dentro de ella y ella se retorció de placer. Estaba ya muy caliente y no me fue difícil hacer que ella llegara al orgasmo que volvió a reprimir. Entonces yo me desnudé y me posé ante ella, agarró mi pija y empezó a chuparla, aun estaba flácida pero ella supo ponerla firme, sentía su respiración profunda y caliente golpeando mi vientre. Afri entonces se acostó completamente en la cama, abrió sus piernas y suplicó que la penetrara con la mirada. Así lo hice, su coño estaba tan húmedo que su prolífico vello se mostraba brillante y mojado. La penetré profundamente ayudado por su lubricación y ella expulsó un prolongado gemido. Mis penetraciones se fueron acomodando a su estrecho conducto vaginal, podía notar sus palpitaciones internas, Afri se estaba corriendo. Ahí no podía acabar, yo deseaba seguir follandome a mi cuñada y llevarla al cielo más placentero del mundo. No llevaba condón, asi que debía tener cuidado, solo faltaba dejar embarazada a Afri, sería un tremendo error. Asi que mi polla cada vez se hinchaba más y más dentro de ella, mi corrida estaba cerca. A ella le venían pequeños espasmos y notaba como si mi polla estuviera introducida en una tarrina de mantequilla, saqué rápidamente la polla y me abalancé cerca de su cara, me corrí acertando en su boca que mi cuñadita tenía entreabierta. Enseguida me moví de encima de Afri y ella tapando su boca con la mano corrió al baño, yo la seguí y descubrí como escupía mi leche en el lavabo, me miró y tímidamente y me pidió que la dejara sola. Escuché como se duchaba, y tras un largo rato salió del baño.Yo no sabía como actuar, que decirle, yo le había tendido una trampa y ella había picado el anzuelo. Ella miraba al suelo avergonzada y se despidió de mi. Yo no sabía que hacer, estaba claro que aquello era el fin de las visitas de mi cuñada.

Aquella noche llamé a Lola y puse fin a nuestro noviazgo, argumenté que le había vuelto a ser infiel y que no podíamos seguir engañándonos. Lola aceptó tristemente, aquel momento fue el fin de una relación demasiado duradera.

Lola prolongó su estancia en América dos años más, ahora vive en Madrid y es profesora de Filología Inglesa en la Complutense. No se mucho más de ella. A Africa la veo a menudo guardamos una buena relación, como si nada hubiese pasado aquella tarde en mi habitación y que jamás contaría a su hermana. Sigue estudiando Derecho en la universidad, aunque su verdadera vocación está en las clases de aeróbic que imparte en un gimnasio. Por mi parte, deciros que este es el final de esta saga de relatos titulados UNA RELACION DEMASIADO DURADERA, espero que no sea mi última historia que comparto con vosotr@s, esperando que halláis disfrutado tanto o más como yo relatando, me despido hasta la próxima.

P.D. Buscar parecidos con nombres, ciudades y acontecimientos con la realidad es inútil, ya que son en su mayoría producto de la ficción.

(9,50)