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Un Poco de Ayuda Humanitaria 1era parte ( Continuación )

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Pues por mí que lo echen de aquí y del país.   ¿Tú crees que no he visto como te mira cada puede el negro ese?     Irritado le preguntaba Ernesto a Hana un sábado por la noche, después de que los Méndez afligidos por el muchacho les pidieron que  los ayudaran para que no lo deportaran, luego de que la visitadora del departamento de inmigración les dijera que tal sería la sanción en caso de que tuvieran cualquier nuevo reporte de mala conducta o posibles actos delictivos en los que el muchacho estuviese involucrado.

¿En verdad que creen que van a solucionar con el negro ese?...   ¿Cómo vamos a ir tú o yo a pedirle al Señor Corcuera que le de empleo temporal en tu oficina o la mía?...   Ya bastante es que consiguiera que nadie de la compañía se entere de que estamos casados y trabajando en la empresa…     Externaba molesto Ernesto a su esposa sin poder comprender como era posible que dentro de aquella pequeña persona existiera tanta bondad como para pasar por alto la molestia que le producía el muchacho y abogara por él.

Bueno, no es la misma compañía, recuerda que son sólo filiales…  Y aunque mi jefe sea todo un payaso, el Señor Corcuera es una buena persona…   Démosle una oportunidad.    Nada nos quita intentar ayudarlo antes de echarlo de vuelta a la vida que siempre ha tenido    Le pidió ella apiadándose del muchacho y de sus vecinos que no querían dejar que se lo llevaran.

…De acuerdo., pero, ¿ y que ganamos con esto?   Sin salir  de su asombro Ernesto quiso saber.

No, Neto, ya sé…  No ganamos nada con esto  Admitió Hana  antes de  acotar:     Pero tampoco perdemos.  Recuerda lo que nos han contado que sufrieron mis abuelos en aquellas barracas de detención en las que tuvieron sólo por ser japoneses aunque en realidad ya vivían en Estados Unidos desde antes que iniciara la guerra…

Dejó en el aire la consideración que la movía a pedir ayuda para el muchacho sin importar las inconfesables obscenidades que le había dicho al oído en mas de una ocasión sin que ella se atreviese siquiera a comentarlas con  sus más cercanas amigas.

Consideración que por su parte Ernesto, sin conocer la clase de humillaciones que su esposa había recibido  de parte del vago aquel, sopesó tanto como el hecho de que en realidad dentro de su cabeza no veía una clara posibilidad de que alguien empleara a un muchacho con la chocante pinta que el desadaptado, no sólo por su color tenía, sino también por el tipo de ropas que usaba, forma de hablar  y de conducirse de manera tan primitiva y poco considerada hacia los demás.

De cualquier forma, y muy a regañadientes de sui mismo, al lunes siguiente el perturbado Ernesto entro a ver al plenipotenciario jefe de su compañía y consiguió que al alebrestado mozalbete le fuera concedida una entrevista por éste.

…Mira, no es mala la idea.   Está de moda ayudar y al negrito este le podemos conseguir un trabajo temporal.    Los del consejo se pueden parar el cuello, tú le ayudas y me ayudas a mí con ellos, siempre y cuando lo tengamos bien checado y lejos de donde se pueda o nos pueda meter en problemas…   Digo, no vamos a ponerlo como cajero o mensajero que vaya al banco con millones para depositar…  Concluyó Corcuera de la Madrid, satisfecho de sus soluciones.

Sí., ya sé.    Pero es que lo que no sé,  y sí más me molesta del negro es que para mí es un pasado de listo que se aprovecha de la compasión que la circunstancia de su país genera en la gente… Ya varias veces lo he visto queriendo tirarle la línea a Jan como si yo ni existiera.  Por fin , sin pensarlo mucho Ernesto externó ante su jefe la cuestión que más le perturbaba de la presencia del jovencito y la cercanía con su esposa.

Ah no Ernesto…  No seas así…   Que si lo pones de esa manera muchos, no sólo el negrito ese sino hasta conmigo incluido ya nos tendrías que haber mandado a la isla…  ¿Qué no has visto bien a tu esposa?...   O ¿esperas que todos los otros que  la conocemos estemos ciegos y no digamos lo…   No alcanzó a terminar el desenmascarado admirador  de la belleza de Hana, antes de recomponer y sin dar la mala nota de lo que iba a decir terminar  corrigiendo entre risas:    ¨Vamos tú sabes…   Lo antojable que siempre ha parecido con su discreta belleza que la hace lucir tan atractiva y deseable…

Por algunos instantes luego de que se sucedieran los desmedidos e indiscretos comentarios ante los cuales Ernesto reaccionó quedando con la sonrisa dibujada en el rostro sin saber que otra cosa decir cuando escuchó a su jefe decirlos entre risas, como si quisiera tantear algún posible terreno que pensara pisar.  Y ambos hombres permanecieron en un incomodo impase hasta que fue el jefe quien notando la incomodidad producida en su subalterno buscó suavizar la situación al decirle:

Ya hombre quita esa cara…    tú no te apures de nada y  ya lárgate de mi oficina.,  que esto no nos hace compadres y aquí te lo anoto como uno de los favores que sólo me debes., y que ya son muchos…      O sea., aquí te lo anoto para cuando se me ofrezca acordarme que te salvé tu trasero., que eso acá y en china siendo tu jefe y viniendo esto del origen de la palabra “ayudar” que en su raíz del latín estudié en la escuela, quiere decir que de aquí en adelante o hasta que se me olvide o me consiga otro a quien restregárselo., yo soy tu papi y tú eres mi “ ¡beeatch!” …   Divertidos del modo en que el jefe articuló la palabra exagerando las silabas del modismo norteamericano, ambos fueron soltando una carcajada genuina ante la políticamente incorrecta pero ocurrente expresión  del avezado hombre de empresa.

* * *

Sorprendentemente incluso para el propio que después de ver que el renuente muchacho aceptara asistir  al día siguiente para entrevistarse con el gerente de recursos humanos,  René  consiguió una oferta para realizar trabajos eventuales para la empresa, mismos que aun con su aspecto desaliñado y sin alejarlo de la escuela podía ejecutar por las tardes y alguno que otro fin de semana,  y para no terminar las sorpresas aun el jovencito luego de un par de semanas le agradeció la oportunidad que le había conseguido de reformarse, asegurándole que no lo defraudaría.  Y así una quincena después la tensión en el exclusivo vecindario comenzó a disminuir cuando un día por la tarde el protegido de sus vecinos le comentó que el supervisor le había dicho que el Señor Corcuera en persona le había solicitado que le dijera que esperaba verlo en su oficina para comentar algunos aspectos del proyecto en el que trabajaban, y sin querer molestarlo con una llamada su celular no le quedó más remedio que ponerse a revisar algunos reportes atrasados mientras esperaba para ver de que se trataba lo que quería comentarle su jefe.

Pasaron los minutos, luego la hora, y finalmente cuando ya a eso de las siete treinta de la noche Ernesto por fin se dio cuenta que ni el Señor Corcuera volvía ni, a nadie aparte del guardia de seguridad  se encontraba ya en la oficina, supuso que seguramente el chico debía de haber malentendido la instrucción que le había dado, pasó a dejar una nota pegada en el monitor de la recepcionista para dejar constancia de que lo había estado esperando hasta casi las ocho.

Atravesando el trafico de aquellas horas recorrió el camino de vuelta molesto con el jovencito por todo el tiempo que lo había hecho perder lejos de casa, habiendo podido estar con su esposa y su hijo en vez de en su oficina esperando una reunión que nunca ocurrió.

…¿Qué pasa papi?.,  ¿Por qué no has llegado?.    Escuchó la voz de Hana que le contestaba cuando llamó para informarle que llegaría más tarde de lo que normalmente lo hacía.

Ay Jan… ¿Ya que cosa te digo?...     Éste menso me tuvo esperando a que el Señor Corcuera llegara   Comenzó a quejarse con su esposa antes de comentarle el motivo de su retraso y hacer un poco de plática y  acordar que ella se metería a la regadera para bañarse después de acostar al niño a dormirse.

Bueno sí,  yo creo que debo llegar más o menos dentro de media hora o poco más de cuarenta minutos…    Te veo más tarde cosita.      Se despidió para concentrarse en el camino y evitar mayores congestionamientos que lo entretuvieran.

Casi llegando a las nueve, las estilizadas manecillas iluminadas del reloj de su auto, por fin entró al residencial para dirigirse sobre los adoquines hacia la privada donde vivían, y tras apagar el motor del vehículo, en vez de meterlo hacia la cochera lo dejó aparcado a la entrada de la rampa para bajarse., pero cuando  se hallaba por entrar a la casa un ruido proviniendo del jardín trasero llamó su atención y lo movió a investigar de que se trataba.   Le parecía haber escuchado algo semejante a un resoplido.

Al acercarse hacia el punto del que suponía que provenían los sonidos y ver la luz del baño de su propio baño encendida pronto descubrió que se trataba del ruido que hacía el agua al caer dentro de la regadera y estaba por regresar hacia el área del frente cuando se dio cuenta que a través de los pequeños cristales traslucidos de la ventana se alcanzaba a apreciar la evocadora silueta del cuerpo de su mujer bañándose y se quedó a observar un poco más la encantadora escena que sin duda alguna su Jan, no suponía que estaba protagonizando en momento tan íntimo.    Y allí se mantuvo mirando hasta que de repente aquel sonido que lo había hecho ir a allá atrás volvió a escucharse del otro lado de la cerca de setos que delimitaba la casa de sus vecinos  por lo que alertado puso una rodilla en el pasto para investigar que o quien los causaba.

Tras buscar entre las sombras sin ningún resultado dirigió su vista hacia la ventana del cuarto que ocupaba el oscuro muchacho.   No más encontrarlo parado allí cerca del borde ésta, de inmediato entendió lo que había sucedido.   El muy taimado jovenzuelo, sin asomo de duda le había tendido una trampa que con la intención de poder espiar a su esposa lo mantuviera alejado de su domicilio por algún tiempo.

El negro se encontraba sin camisa, y con la luz que proviniendo desde la ventana del baño en que se duchaba su esposa también alumbraba el juvenil cuerpo del intrigante muchacho Ernesto pudo distinguir el musculoso y por demás sudoroso vientre marcado de René, quien con los pantalones bajados seguramente hasta las rodillas y lo que parecía un pequeño rebujo de tela traslucido se masturbaba mientras la observaba bañarse.

Oh Dios., ¡No!...   ¿Qué crees que haces estúpido negro?      Dominó el impulso de gritarle o ir a buscar a los putativos padres de la sabandija esa para que cargaran en contra de él y lo pusieran de patitas en la oficina de la embajada o migración, cuando algo que lo dejó por completo petrificado lo detuvo a la vez que casi lo hace exhalar pesadamente el aire contenido dentro de sus pulmones.

¡Madre de Dios!., ¿Qué es eso pinche negro?...   pareces un chango pero esa cosa es la de un burro…  ¡animal!    Quedó atónito al observar el descomunal falo que el muchacho empuñaba en la mano.

Aquello que Ernesto observaba no parecía de naturaleza humana en manera ninguna.   El tamaño de aquella lanza debía de exceder, y con mucho,  los veinte y tantos o treinta centímetros de carne y era tan ancho como el más grueso salchichón de pepperoni que hubiera visto en su vida.  Bajo la tenue luz que bañaba al muchacho lucía tan reluciente y oscuro como el dueño de este.,  solo que a diferencia de aquellas delicatesen  que vendían en las salchichonerías éste aparecía húmedo y cubierto de amenazantes venas que aun a la distancia atestiguaban que se trataba de carne llena de vida  pulsante.  Y en verdad era tan grande que lejos de comparaciones que podían ser imprecisas, al menos el muchacho  aun usando ambas manos para frotar con ellas su concupiscente pasión dejaba escapar fuera del alcance de los puños  la enorme cabeza con forma de hongo que coronaba su miembro.

…  ¡Aaghh!.    Aeerrgghaghh…  Ouddghhhh…   ¡Si Puta!...   Tómalos…    ¡Tómalos todos!  toma mis moocos  oooghhh…     De repente  lo escuchó gruñir al momento que el impetuoso muchacho de color explotaba por todas partes  ante la visión de su esposa.  Parecía estar vaciándose por completo en oleadas de semen que no cesaban hasta que súbitamente un ruido proviniendo del interior de la propia casa en que habitaba lo hizo retirarse de la ventana y desaparecer de la sorprendida vista del confundido marido.

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