Entre la niebla sale el arco iris,
va cruzando las nubes y la lluvia
esta preciosa noche,
en los acantilados de azucenas,
entre rosas repletas de amapolas,
frente a los precipicios y la bruma.
A medianoche llueve sobre el mar,
y vamos apaciblemente, en calma,
por la playa dorada y silenciosa,
tenemos el viento en los cabellos,
hablamos de ilusiones, de momentos
felices, dulces, como rosas y perfumes,
todo el amor del mundo en nuestras manos,
todo el amor del mundo en nuestros labios,
brotando en nuestros labios,
y el enloquecedor paisaje,
cuajado de belleza,
mientras yo ya no sé qué hacer con las guirnaldas,
a la mañana siguiente, entre medusas,
en los monumentos de la espuma,
entre la estatua hecha de luz.
Las ánforas de Grecia que recoges,
en el mar arqueológico,
que tienes expuestas con esmero
en el recibidor de tu casa, tan preciosas,
me llevan a otras épocas.
Una fila de jóvenes y oro
llevando aquellas ánforas con vino,
con largas cabelleras de esmeraldas,
a las naves antiguas.
Vas recolectando la belleza,
los objetos perdidos en los siglos,
en las profundidades del mar, del mundo y de la Historia.
