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De como sometía a Tatiana (1 de 4)

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No me gusta compartir historias personales sobre mis relaciones sexuales con mujeres, pero en ésta ocasión haré una excepción porque me excita la idea de seguir prostituyendo a mi novia completamente gratis al narrar pormenorizadamente la historia de cómo la hice mi esclava y la sometí a todas las humillaciones que se me antojó, me divierte que gente que ella ni conoce se sepa de arriba a abajo los detalles su vida sexual, la use para excitarse y luego la deshechen como a la mas barata de las esquineras. Su vida íntima no merece tener ningún tipo de privacidad y debe ser conocida por todos si así me da la gana que sea.

La conocí en la Universidad hace casi un año. Iba en mi salón y la primera vez que la vi me atrajo mucho su cuerpo delgado y bien marcado y sobre todo su carita de niña ingenua. Mide 1. 68, tiene el cabello negro, largo y bien cuidado, labios delgados y unos ojos negros y penetrantes que te hacen desear el tenerlos fijamente clavados en los tuyos mientras la tienes de rodillas prodigándote una buena mamada... bueno, por lo menos eso fue lo que me paso por la mente cuando los fijó en mi y me saludo con una sonrisa fresca y cálida.

Tengo un par de fotos de ella (una es de una misa de fin de cursos y otra de cuando ganó un proyecto academico en un concurso, como ya dije antes la intimidad de esta perra no me interesa en lo absoluto y puedo enviarle esas fotos a todo aquel que me las pida a mi correo para que se den una idea de cómo es físicamente). Al poco tiempo de conocerla nos volvimos novios. La verdad es que al principio yo no pensaba en someterla y hacerle todas las guarradas que termine haciéndole, al principio yo sentía atracción por ella y solo ganas de tirármela en el mas sano de los sentidos, pero las cosas se fueron dando de tal manera que sentí que no podía desperdiciar la ocasión. Se me ocurrió convertirla en una esclava sexual la primera vez que me invitó a comer a su casa.

Teníamos apenas unas semanas de novios y supuestamente sus padres no sabían de nuestro noviazgo, ya que venía de una familia sumamente conservadora, de hecho cuando le propuse que fuéramos novios me pidió que fuera con su padre y hablara con él para pedirle que nos diera permiso de andar, por supuesto me partí de a risa porque pensé que estaba bromeando pero no era así. ¡en verdad creía que iba a hablar con su familia como si ya fueramos a casarnos!. En ese tiempo ella estaba tan encariñada conmigo que aceptó ser mi novia sin el consentimiento de sus padres, " a escondidas", a mi esto me pareció muy raro pero comprendí que si estaba dispuesta a desafiar a sus papás por estar conmigo entonces de veras estaba enamorándose de mi y por lo tanto, si le hacía creer que yo también estaba profundamente enamorado de ella, pronto la tendría comiendo de la palma de mi mano, como no tardó en ocurrir.

Como decía, aquella vez fui a comer a casa de sus padres, invitado como "amigo de la escuela". Pude darme cuenta de su madre era una mujer muy agradable y dulce y que quien infundía miedo y respeto en esa casa era su padre, un hombre obeso y mal encarado que con solo levantar un poco la voz las ponía a temblar. No era una mala persona, solo era un macho acostumbrado a mandar y ser atendido por las dos mujeres de su casa, porque conmigo siempre era muy educado y seco, esa fue la segunda clave que finalmente me hizo elaborar mi plan: aquella nena estaba acostumbrada a ser mandada y recibir tratos toscos de un hombre, y por otra parte estaba enamorándose de mi, en parte porque yo la trataba con decencia, en parte porque yo era su primer novio ( así como lo oyen: su primer novio a los 18 años!) y repito: esta chica no era una fealdad, al contrario, era hermosa, dulce y mas virgen que las lunas de Marte. Las mesa estaba puesta y solo hacía falta que yo me sentara a devorar...

Lo primero que hice fue iniciarla en los caminos de la lujuria gradualmente pero de una forma cada vez mas sucia para que su cuerpo se acostumbrara a excitarse aunque su mente le dijera "basta".

Cuando nos sentábamos en el parque le basaba las orejas o respiraba en su nuca al tiempo que la acariciaba con la lengua hasta que su respiración se hacía cortada y profunda. Luego le acariciaba las zonas erógenas ( mejillas, palmas de las manos, lóbulos de las orejas) para fomentar en ella la excitación, todo esto la ponía a cien, aunque como era muy recatada hacia lo que podía para ocultarlo, pero sus mejillas se encendían de un rojo tan encendido que parecía que había recibido un par de cachetadas y su respiración hacía que sus senos subieran y bajaran como si acabara de correr cien metros.

Después de esto acompañaba los escarceos con besos cada vez mas prolongados y lascivos; una vez nos dimos un beso tan largo y salivoso que un hilillo de baba comenzó a escurrir por la conmisura de su boca, al sentir esto quiso incorporarse para tragar saliva pero no se lo permití, haciendo presión con mi cuerpo e introduciendo mi lengua en su boquita tanto como me era humanamente posible, enseguida trató de por lo menos limpiarse con la mano pero tampoco la deje, la tome por la muñeca y lleve su propia mano hacia su seno izquierdo, tomándola por los dedos y haciendo que se acariciara un pezón, aquel hilillo de baba corría por su cuello y fue a albergarse en el fondo de su blusa mientras su respiración se aceleraba y sus senos subían y bajaban tan deprisa que temí que le fuera a dar un ataque, así la tuve por unos minutos mas hasta que su maldito celular comenzó a sonar, en ese momento la deje incorporarse, acto seguido se limpió el profuso camino de saliva que ya comenzaba a humedecerle el cuello de la blusa, compuso la posición de su brasier y contestó, era su madre pidiendo que de regreso a casa le comprara un six de cervezas al bolsón de su padre para ver el fútbol. Al colgar me sonrió un poco apenada, me tomo de la mano y me abrazó todo el camino hacia el auto. Ya la tenía en mis manos.

Fueron muchas las veces que me la fajé tan larga y escrupulosamente como se me dio la gana, no quiero mencionarlas todas aquí porque lo que siguió a eso fue todavía mejor, solo mencionaré algunas de las mas divertidas (para mi, aunque para ella las mas bochornosas) para que se den una idea de lo bien que me la pase con esta zorrita.

Al principio se resistía a dejarse tocar íntimamente, sobre todo en lugares semi públicos, como las áreas verdes de nuestra universidad, que por cierto es Ciudad Universitaria (quien la conozca sabrá que cuenta con varios kilómetros de áreas verdes y muchas veces no pasa por ellas un alma en horas). Me costo trabajo convencerla diciéndole que lo hacía porque sentía mucho amor por ella, que era otra forma de expresarnos amor y tonterías de ese tipo que hacen que las chicas caigan redonditas. Una vez que la acostumbré a dejarse meter mano por todos los rincones del cuerpo (siempre debajo de la ropa claro esta) comenzó la diversión.

Una vez por puro placer comencé a fajármela de lo lindo 15 minutos antes de que comenzara nuestra clase, ella estaba tan caliente que no se dio cuenta de cómo pasaba el tiempo, cuando mas entrada estaba, recibiendo mis caricias en sus senos y un masaje vaginal por encima de las bragas, miré de repente el reloj y fingí que no me había dado cuenta de lo tarde que era, ese día teníamos examen por lo que era obligatorio que entráramos a clase, antes de que ella pudiera darse cuenta yo ya estaba incorporado y caminando al salón, intencionalmente la tenía a ella contra el piso y recibiendo el peso de mi cuerpo, le había desabrochado el sostén y había desacomodado sus bragas por debajo de los jeans, en parte para acceder mas cómodamente a su conejito, en parte para entorpecerle el acomodarse la ropa fácilmente, confundida y todavía excitada se levantó y corrió detrás de mi, no le di tiempo a componer su imagen, al llegar al salón abrí la puerta y la eche por delante, aquel espectáculo fue hermoso: ella con las mejillas rojas de excitación, la cabellera revuelta y con hojas de pasto enredadas en sus mechones, la blusa jaloneada y un sostén que a todas luces se resistía a regresar a su sitio, delatando el intenso toqueteo al que habían sido sometidos su senos, por mi parte entré con una amplia sonrisa de satisfacción, tome el examen y me senté a resolverlo como si nada. Algunas chicas del salón la miraban con reprobación, los compañeros no despegaban la vista de su senos mancillados y el profesor se limitó a fingir que no se daba cuenta de nada y se puso a leer algunas notas.

En otra ocasión la llevé a las mismas áreas verdes y comencé a calentarla pero sin meterle mano. Durante casi una hora le dedique besos húmedos y largos haciendo que su excitación se incrementara pero sin tocarla en absoluto, esto a ella le extrañó un poco ya que la tenía bien acostumbrada a recibir manoseos todo el tiempo pero como era tan recatada no dijo absolutamente nada. Al poco rato me levante como si quisiera irme, ella me secundó aunque con un poco de frustración en su rostro pues estaba bien calientita y no había recibido ningún cachondeo, pero al incorporarse la tomé de las caderas y teniéndola de espaldas a mi le restregué el falo justo en medio de sus nalguitas mientras con la mano le tomaba la quijada forzándola a darme un dulce beso mientras mi otra mano bajaba por su abdomen introduciéndose en sus jeans (hay que decir que tiene un vientre tan plano que mi mano entró sin dificultades) al descubrir mis intenciones intentó frenar el avance de mi mano tomándola por el ante brazo mas fue inútil, mi fuerza se impuso y le introduje la mano por encima de las bragas hasta llegar a su papaya que ya estaba empapada a mas no poder, sin detenerme a acariciarla le introduje el dedo anular justo en medio de la rajada palpando su himen aún intacto, le introduje la lengua bien dentro de su boca para no dejar escapar ningún sonido y procedí a arrebatarle uno de los momentos mas importantes y esperados de su vida: le introduje súbitamente un par de dedos de una estocada tan limpia que sus hermosos ojos negros se abrieron de par en par sin dar crédito a lo que acababa de suceder, su garganta profirió un quejido seco que de no haber sido sofocado se hubiera escuchado en todo el campus.

Le dejé los dedos dentro unos segundos para asegurarme de que su honra había sido debidamente profanada mientras ella se debatía entre contener los dos lagrimones que querían escapar de sus ojos y zafarse de mi abrazo; su cadera dejó de sacudirse rítmicamente y su pubis permanecía rígidamente impulsado hacia a fuera como queriendo evitar al máximo desatar la furia del cuerpo intruso que la penetraba. La parte mas deliciosa de aquel momento fue cuando a lo lejos vi a un amigo que caminaba rumbo a la facultad y que hasta ese momento no había reparado en nuestra presencia, súbitamente le extraje a Brenda (creo que no lo había mencionado antes, pero ese es el nombre de esta pequeña facilona) los dedos de su recién estrenada pucha y sin decir palabra caminé rápidamente al encuentro de mi amigo como si hubiera recordado algo importante que decirle. Mientras lo alcanzaba saqué de la bolsa de mi pantalón un pedazo de papel higiénico para limpiarme las pequeñas manchas de sangre que escurrían de mis dedos. Lo saludé efusivamente, el parecía un tanto sorprendido ya que no esperaba encontrarme allí, y mas se sorprendió cuando le dije:

-Tatiana y yo estamos perdiendo el tiempo antes de entrar a clase ¿no quieres venir a saludarla? –

Caminamos unos metros hasta donde estaba ella. Ahora estaba tumbada en la hierba hecha un ovillo sobre el pasto, recargaba las palmas de sus manos sobre su entrepierna como queriendo calmar el dolor que seguramente le punzaba. No pudo disimular su sorpresa cuando vio que los dos nos acercábamos a donde estaba ella. Haciendo un esfuerzo por conservar su dignidad trató de componer su imagen lo mejor que puso, enjugó sus lágrimas con las palmas de las manos y se sentó en el pasto tratando de adoptar una postura lo mas natural posible. En ese momento me pareció una mujer de acero, dispuesta a soportar hasta los mas increíbles excesos sin decir palabra con tal de guardar las apariencias. Yo estaba encantado con mi juguetito y francamente no pude disimular una sonrisa que me afloraba en los labios.

Tatiana saludó a Rodrigo con voz ronca y tendiéndole la mano en lugar de levantarse y saludarlo de beso como se acostumbra. Esto a Rodrigo le extrañó pero supuso quizá que se debía a algún cólico propio de las chicas en sus días difíciles. Estuvimos allí platicando un rato y después comenzó a llover. Rodrigo se despidió de nosotros sin sospechar que había saludado a Tatiana apenas unos instantes después de que ésta había perdido su virginidad. La ayudé a levantarse del pastó y caminamos hacia mi auto. Ella se apoyaba en mi brazo y caminaba trabajosamente sin poder ocultar el dolor que aún le mordía en la entrepierna. Durante el camino a su casa casi no hablamos, ella permanecía con la vista fija en el parabrisas y yo cambiaba las estaciones de radio, mas preocupado por escuchar el marcador del partido de americano que por los sentimientos de la chica. Cuando llegamos a su casa comenzó a hablar con voz tímida y titubeante.

-No quiero que pienses que soy... una cualquiera – me dijo – Tu sabes que lo hice porque te quiero, pero estoy muy muy apenada... – me dijo casi llorando.

Por toda respuesta la abracé y le dije que yo también la amaba. Le tenía aún un infiernito reservado y no quería echar a perder las cosas en ese momento dejándole ver lo poco que me importaba el que me hubiera regalado su tesorito.

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