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Te quiero

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Esta es la historia de cómo conocí a marta.

Mi nombre es José, tengo 35 años, perdí mi trabajo y decidí aprovechar para estudiar pero como hacía años que no tenía nada que ver con el mundo escolar fui tarde para hacer la matricula en lo que me interesaba y al final solo había sitio en un grado medio en restauración, ósea camarero, en la clase había gente de distinta edad entre ellos estaba Marta, una chica de 18 años. Al principio no me llamo demasiado la atención pues su edad y que no era muy guapa aunque su cuerpo con un buen culo y sus grandes pechos sí que lo hacían, me echaban para atrás.  En la clase los profesores hicieron grupos de trabajo y nos toco juntos.  Entonces empecé a hablar con ella y a conocerla, con los días me quede prendado, su simpatía  y su carita de niña buena hizo que se me cayesen todos mis tabúes y acabe locamente enamorado de ella. En clase no podía separarme de ella y fuera, en casa solo pensaba en ella con lo que casi todos los días terminaba masturbándome. A ella no le costó mucho darse cuenta de lo que me pasaba y la muy “niña mala” cada vez que hablábamos me cogía de la mano o pasaba su brazo por mi cuello mientras sonreía, me volvía loco cada vez que lo hacía, otras veces estando yo sentado me decía algo de los deberes apoyando sus grandes y jóvenes pechos sobre mi espalda.  No conocía mucho de ella, solo que era de un pueblo y que se vino a vivir ella sola por problemas con sus padres.

Al final del primer curso organizaron una cena a la que fui yo también, marta vivía a las afueras de la ciudad y me dijo si podía quedarse esa noche a dormir en mi casa, yo vivo solo y tengo varias habitaciones en casa por lo que no es ningún problema y además tenerla en casa era como un sueño.  En la cena nos sentamos juntos, ella seguía con sus jueguecitos, sus toqueteos sabiendo que me ponía a cien.  Después salimos de bares y al final fuimos a una discoteca. Ya íbamos todos algo bebidos, marta también. Ella bailaba con todos los de clase menos conmigo, restregaba su culo y sus tetas contra ellos y estos no desaprovechaban para tocarla disimuladamente, mientras lo hacía me miraba con su sonrisa picara sabiendo que me estaba enfureciendo y porque no decirlo calentando. Ella seguía bebiendo de la copa de cada chico con el que bailaba y ya estaba algo afectada. En un momento  un grupo de chicos ajeno a nosotros que la estuvieron mirando le ofreció un vaso que ella tomo mientras el chico restregaba su polla en su culo y agarraba sus tetas con las dos manos, a este se la quito otro dándole otro vaso que ella acepto, este se atrevió a mas metiendo una de sus manos bajo la camiseta agarrando una teta y la otra mano dentro de su pantalón tocando su coño. Cuando se acercaba el tercero el que la tenia agarrada saco su mano del pantalón y le levanto la camiseta enseñando sus pechos, los cuales estaban fuera del sujetador. Esto hizo que los chicos se abalanzaran sobre ella y se pusieron a besarla, en la boca, en los pechos, le abrían abierto los botones del pantalón y las manos se metían dentro. Me miro y ya su mirada estaba perdida, su sonrisa había desaparecido por lo que decidí y a salvarla pues aquellos estaban dispuestos a follarsela allí mismo. Como pude me metí en medio y la saque de allí y ella me dijo.

-          José, no me encuentro bien, llévame a casa.

-          Vamos cariño. - le dije.

Y me la lleve para casa. A esas horas no había ni buses ni taxis por lo que fuimos andando, mi casa estaba algo lejos pero el estar a su lado no me importaba. Marta estaba muy borracha por lo que al poco rato ya casi no podía andar. Puse su brazo por mi cuello mientras con una mano yo la agarraba del mismo y la otra la tenía en su cintura. Apoyo su cabeza sobre mi hombro y se quedo dormida. No sé que me paso entonces pues yo jamás me he aprovechado de la borrachera de una chica pero tener a la chica de mis sueños en ese estado mi mano paso de la cintura a su culo y otra vez en su sitio. Como ella no se enteraba mi mano comenzó a pasar del culo a su pecho y otra vez al culo. Viendo que ella no se despertaba mi atrevimiento fue a mayores y puse mi mano entre sus piernas sujetándola, tocando su coño por encima del pantalón. Ya me estaba cansando de llevarla y la puse en un banco y yo me senté a su lado, ella dormía y yo la bese en sus dulces labios, mientras  con mis manos tocaba sus pechos.  Una vez descanse, la volví a colgar de mi cuello, esta vez desabroche su pantalón y metí la mano por delante bajo sus braguitas, tocando su coñito depiladito, estaba muy mojada, con mi mano frotaba su coño, su clítoris, ella empezó a dar pequeños gemidos pero no se despertaba. Pare un momento, saque mi mano y la olí, la metí en la boca, su olor y su sabor era delicioso, jamás había probado una miel tan dulce. Volví a meter mi mano he introduje un par de dedos dentro de su cuevita. La verdad es que no era nada fácil llevarla así, pero no podía contenerme. Al final, llegamos a casa. La tumbe en la cama y empecé a desvestirla. Le quite la camiseta y el sujetador, ella es alta y delgada y sus pechos se ven grandes y lo son, le quite los zapatos y calcetines, después  los pantalones, “sin querer” sus braguitas también bajaron hasta medio muslo, y pude ver su precioso coñito juvenil depiladito. Le quite los pantalones, y mis labios se acercaron a sus pechos, los bese, los toque, baje mi boca hacia su coño y comencé a pasar mi lengua por él. Me la podía haber follado allí mismo pero pensé que eso sería demasiado, me levante y fui al baño a por una crema que compre en un sex-shop, de esas que dan frio o calor, le puse un poco en su chochito y al poco rato le comenzó a hacer efecto. Comenzó a pasar su mano por encima, le iba haciendo más efecto y su mano se movía cada vez más rápido por su coño pero lo hacía dormida, jadeaba pero no abría los ojos, conseguí que esta preciosidad se masturbase en sueños delante de mí. Por supuesto yo también me masturbaba mirándola.  Cuando estaba a punto de correrme me fui hacia el baño porque si no lo hubiera hecho encima suyo y no quería que ella al despertar tuviera mis restos, cuando salía de la habitación, escuche su voz que me decía:

-          ¿donde vas? ¿no pensaras dejarme cachonda, sin follarme?

Aunque me sorprendió mucho que estuviera despierta

-         Voy por condones cariño, ahora vuelvo. Le conteste.

 

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