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Noche de swing

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Poco después de haber vivido nuestra primer experiencia, empezamos a matizar un poco mas seguido con el tema. Esa noche, Vanessa me pidió que la llevara a conocer un boliche Swinger. Buscamos en Internet, y después de varias averiguaciones, resolvimos ir a uno que se llamaba Moon. El ambiente no estaba muy bueno que digamos, pero después de todo estábamos allí con un solo objetivo. La idea era tratar de conocer alguna pareja y a partir de allí ver que onda. De las parejas que había en el local no nos gustó ninguna. También había como 15 hombres solos esa noche y tampoco nos gustó ninguno.

Durante la furtiva búsqueda, me pareció ver una cara conocida. Resultó ser un compañero del colegio, quien estaba sentado en la barra, medio escondido. Le comenté a Vane y fui en su encuentro a saludarlo. Su nombre era Eduardo y para mi sorpresa resultó ser el dueño del lugar. Edu se alegró muchísimo al verme y lo invité a que venga a nuestra mesa para presentarle a mi mujer. Después de las presentaciones del caso, comenzamos a charlar recordando viejas épocas. Fue muy divertido, recordar algunos episodios de nuestra infancia, realmente lo disfruté. Pero durante la charla, percibí que Vanessa se estaba comenzando a aburrir, por lo que, después de pedirle disculpas a mi amigo, le pedí que fuéramos a bailar. En es momento, todo cambió para ella. Tras que le encanta bailar, hacerlo delante de las 60 personas que había en el lugar, le resultó más interesante. Todo el boliche, incluyendo hombres y mujeres, miraba a mi mujer bailar y moverse como una verdadera trola. Ella se sentía toda una vedette. Vane estaba espectacularmente vestida esa noche, era la atracción de todos y lo sabia. Ahora sí que estaba feliz. Fue aprovechando ese momento, que se me ocurrió inventar una par de mentiritas piadosas. Mientras bailábamos, le empecé a comentar al oído, algunas cosas que supuestamente me acordaba sobre mi amigo Eduardo. Le empecé a inventar algunas historias excitantes que ella escuchaba con mucha atención y placer.

Al rato, nos volvimos a sentar con mi amigo quien nos invitó unos tragos. Noté que Vane ya lo miraba distinto con sus ojitos picaros. Por otro lado, Eduardo estaba muy elegantemente vestido, se notaba que tenia clase y experiencia en el tema, cosa que a Vane le fascinaba. Durante la charla, tomamos más de la cuenta. Mi mujer no pudo con su genio y lo empezó a histeriquear de a poco, fundamentalmente con las preguntas que le hacía sobre los swingers. Me empezó a gustar la situación, ya todos nos sentíamos muy cómodos. Indudablemente, este perro reunía todos los requisitos que buscábamos. Yo, ya me estaba preguntando adonde podríamos ir y como iniciar alguna historia justo cuando Eduardo nos invitó a continuar tomando algo en su oficina privada que quedaba arriba del boliche, en el primer piso. Le consulté a Vane y ella dijo que no tenia problemas.

Inmediatamente subimos y pudimos ver que el lugar era muy bonito y acogedor. Como habíamos estado bailando un rato y hacia mucho calor, ella se sentía toda transpirada. Vane nos pidió disculpas y fue al toilet para arreglarse un poco. Mientras tanto, nosotros continuamos recordando cosas con mi amigo. Habían pasado como 15 minutos y Vane no regresaba. Como se demoraba más de la cuenta, la fui a buscar. Ni bien entré a toilet, casi me desmayo. La encontré en ropa interior aseándose, lo que me volvió loco. Cuando ella me vio, se asustó y después me dijo que estaba con mucha bronca porque se había indispuesto y se había manchado toda la tanga con sangre. En ese preciso instante, mi cabeza explotó, porque cuando ella se indispone, se convierte en un monstruo en la cama. No he conocido una mujer tan puta y calentona, como Vanessa cuando esta menstruando. Era lo más sensual y excitante que había visto en mi vida. Toda una hembra en celo y para colmo multi orgásmica.

Esto me puso tan pero tan caliente, que me la quería coger allí mismo. Al ver mi cara, no hizo falta que se lo planteara. De a poquito, ella se fue sacando su ropa interior, haciéndome un strip tease privado. Me encantaba ver a Vane así. Ya ni me acordaba de mi amigo. Ella me acostó en el piso, me bajó los pantalones y comenzó a chuparme la pija dándome pequeños mordiscos. Se empezó a excitar mal y a gemir. Le dije que no hiciera mucho ruido porque Eduardo podría escucharnos. Eso, no pareció importarle demasiado. En ese momento comencé a imaginarme como iba a terminar esta historia. Solo yo sabía, de lo que ella era capaz de hacerme o hacernos a los dos. Me chupaba la pija como solo ella sabe. Empezó besándome la cabeza, luego la mitad y termino por ponerse toda la pija en su boca. Me refregaba las tetas por los huevos. La cabeza de mi pija se empezó a mojar toda. A estas alturas, Vane ya no podía hacerlo en silencio, porque cuando esto sucede se empieza a volver loca y comienza a gemir y jadear. Mi mujer era lo máximo. Me deliraba verla así de caliente.

La muy perra me hizo calentar muy mal, le empecé a sacar la tanguita y en ese momento casi me muero de un infarto. Vane se había depilado integra. Estaba divina, toda lisita, mojadita y sin ningún pelito. Me dijo que era una sorpresa que había preparado especialmente para mí en esta ocasión. Después de disfrutar el espectáculo de ver a mi mujer toda depilada, la acosté boca arriba y le empecé a chupar la concha. Moría de placer al verla gozar. Como la peor de las putas, me empezó a pedir a los gritos que por favor la penetrara de una vez. Se le hacia agua a la boca, ver mi pija tan dura y parada. Ella misma la agarró y se le metió de una. El placer que me produjo fue indescriptible, parecía que metía la pija en un pote con gelatina.Eso me calentó tanto que mientras cogía, le empecé a decir las mayores barbaridades que existen. Ella se empezó a volver loca y no paraba de gritar. Trate de taparle la boca para que no grite, pero eso la excitó aun mas. Era como que ella quería que definitivamente mi amigo escuchase los gritos y viniera a ver que pasaba. De golpe, se sentó arriba mío para poder controlar la situación y tener una mayor visión. Me empezó a cabalgar salvajemente encimo mío gritando como una yegua. La fricción de su pubis sin pelos, contra los míos era genial. Me estaba volviendo loco.

En ese momento se escuchó que golpearon la puerta y ésta se abrió. Era Eduardo que entraba desencajado a ver que ocurría. Vane se dio vuelta y lo miró fijo a los ojos. Con su sola mirada basto para que Eduardo se baje el pantalón y le pusiera su enorme pija en la boca mientras ella seguía cogiéndome a mí. Esta imagen me produjo repulsión. No podía ver a mi mujer gozando con otro tipo. Como percibiendo esto, Vane me empezó a acariciar todo el cuerpo cariñosamente. Esto me calmó y me marcó la cancha. Seguí disfrutando a lo loco. La escena era fascinante, Eduardo la estaba haciendo atragantar con su pija en la boca y yo la estaba recontra cogiendo mal. Vane se excitó tanto que casi hace que yo acabe. Traté de calmarme pero no pude. No me quedo otra alternativa que sacarla y parar un poco. Ni bien se la saqué, Vane se empezó a desesperar. Como no podía aguantar, mientras le seguía chupando la pija a Edu, se empezó a masturbar en el clítoris. Al ver esta hermosa paja, Eduardo se excitó tanto que se volvió loco y se empezó a mover como un perrito en su boca. Cuando no pudo más, le preguntó si la podía penetrar. Mi mujer sin dudarlo aceptó de inmediato. Eduardo la dio vuelta y se la metió bien adentro. Le empezó a apretar muy fuerte la cola con sus manos. Vane, que ya deliraba de placer, se tiró encima de Edu y sin dejar de tocarse el clítoris se lo empezó a garchar con fuerza. Ella subía y bajaba muy rápido. Ella hacia todo y Eduardo no se podía mover. Lo tenía atrapado entre sus piernas. En el momento que Edu hizo fuerza para moverse, Vane a los gritos pelados, acabó toda su leche mezclada con sangre.

Pero Eduardo seguía allí y ahora que ella había aflojado un poco, la pudo agarrar mejor y empezó a bombear más fuerte. Vane ya no daba mas. Mientras se aguantaba la brutal cogida, le pidió a los gritos que le metiera un dedo en el culo. Instintivamente, Eduardo se lubricó bien un dedo con saliva y haciendo un movimiento lento circular se lo fue metiendo de a poco. Su cola ya se abría como una flor. El deliraba de placer y necesitando aun más, le empezó a comer la boca con pasión. Vane ya caminaba por las paredes, quería mas y mas. Me empezó a llamar y a pedir:

"Papa por favor rompeme mi culo, rompémelo con fuerza, si, rompémelo ya".

Ella estaba totalmente descontrolada. Nosotros dos ya no aguantábamos más. Yo, que ya estaba desesperado, vine por detrás y se la empecé a meter de a poquito pero hasta el fondo. Era increíble, había entrado casi toda. La excitación era total. Vane lloraba de placer y de dolor. Nunca la había visto así. Vanessa deliraba de placer. Era la primera vez que estaba sintiendo dos pijas juntas a la vez. Estaba toda empapada. Se clavaba sus uñas en la piel, gritaba y puteaba como una condenada. Estaba gozando como nunca lo había hecho en su vida. Se sentía toda una puta y le encantaba eso.

La escena era una terrible postal de sexo y en el medio estaba mi mujer indispuesta. Mi excitación era tan grande que no tuve fuerzas para decir algo o para sentirme arrepentido. Desde arriba la veía a Vanessa gozando como una puta desesperada. Era mi mujer y la estaba viendo en vivo, como se cogía a dos tipos. Esa sensación de placer, celos, bronca, odio, excitación y ganas de matarla, me estaba comenzando a desesperar.

Sin poder aguantar ni un segundo mas, yo me empecé a mover como un animal, metiéndole y sacándole la pija hasta el fondo. Con un enorme placer, le llené todo el culo de leche hirviendo que goteó hacia afuera. Cuando la sintió, Vane casi se desmaya del placer y una vez mas, acabó al toque.

Eduardo que ya no podía más, sacó su pija de adentro y se la apoyó entre las tetas. Vane se las agarró muy fuerte y empezó a apretarlas tocándose los pezones. Lo empezó a masturbar con sus tetas. En poco tiempo, Edu acabó como un perro, derramando toda su leche en el pecho de Vane. Ella volvió a acabar de nuevo.

Inmediatamente, Vane vino hacia mi y me dio un abrazo interminable. Mientras me besaba sin parar, me decía al oído que yo era el hijo de puta que mas la había hecho gozar en su vida. Agregó, que me amaba con locura, que le encantaba hacer todas estas cosas conmigo y que no tenia limites en el amor para disfrutar de todos los placeres con su marido. Nos quedamos abrazaditos en el medio del baño. Al ver esta escena de amor, mi amigo Eduardo se vistió y se retiró en silencio.

Después de un rato, nos vestimos y salimos caminando de la mano. Ya había amanecido. Nos volvimos en el auto a 40 kilómetros por hora. Sin decir ni una palabra. Nuestro deseo para esa noche, se acababa de concretar y todo había salido bien.

Claudio

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