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Malinche Capitulo 05 La Sangre de los Toltecas

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Malinche

Libro 1: La sangre de los Toltecas

Capitulo 5: Los Dioses Toltecas

 

En las afueras del pueblo los soldados habían redoblado la vigilancia. El que los comandaba era el obtuso militar que había cobrado el tributo a los aldeanos. Ellos sintieron la tierra temblar y el fuerte viento también la otra noche. El Ahau había ordenado que mataran en el acto a todo aquel que intentara salir del pueblo. ¡A todo aldeano que se acercara! Solo esperarían hasta recibir nuevas órdenes. El único autorizado a entrar era el hombre de negro de La Organización. ¡Solo a entrar! ¡Nadie, absolutamente nadie debía salir de la aldea maldita!

-Señor… ¡parece ser que capturaron al Yoma!

Judas Tadeo apareció golpeado y amarrado. Uno de los soldados lo jalaba con una cuerda que tenía atada en el cuello. Las manos las tenía atadas por la espalda.

-¿Cómo saben que es el Yoma?

-Le clavamos nuestras lanzas y no se muere…

-¡Soy un poderoso e importante hombre de La Organización, estúpidos!- Grito el calvo. Uno de los soldados llevaba puesto su sombrero negro. El jefe militar no se dejo impresionar.

- ¡Mientes!...Un autentico hombre de La Organización no se hubiera dejado atrapar tan fácilmente por simples humanos-

Judas Tadeo hundió su cabeza entre sus hombros… ¡tenía toda la razón!

-¡Que le corten la cabeza!- dijo el militar.

-¡No esperen!- grito Judas Tadeo. Sin dilación un verdugo con una enorme hacha de bronce hizo su aparición. A Judas Tadeo lo pusieron en posición en un tocón de madera. El hacha corto el aire, pero salió disparada de las manos del verdugo en lo que toco el cuello del hombre de negro.

-¡Ayyyyyyyyyyyy!... ¡Duele!... ¡Duele!... ¡Duele!... ¡Idiotas a mi solo puede matarme un Yoma, una Malinche u otro hombre de La Organización!– Grito Judas Tadeo.

-Eso lo veremos Yoma… ¡tenemos toda la noche para saber si eso es verdad!... ¡empálenlo!

-¡Nooooo!... ¡soy un Yoma!... ¡soy un Yoma!... ¡soy un Yoma que no puede morir por manos humanas!... a mi solo me puede matar una Malinche… ¡no me empalen!- Grito y lloriqueo Judas Tadeo.

-¡Por fin dices la verdad, Yoma!- Dijo con satisfacción el jefe militar- ¡Empálenlo!

En la misma posición y subiéndole su sotana negra los soldados se disponían a cumplir la orden sin importar las suplicas y ruegos del calvo. El madero elegido era grueso y largo. Los soldados le afilaban la punta en presencia del hombre de negro.

-¡Rubel!... ¡Rubel!... ¡Rubel!...- Gritaba con desesperación el calvo. Los soldados vieron como el grueso, duro y puntiagudo madero se hacía trizas al intentar metérselo por el trasero al hombre de negro. El pantalón negro se veía hundido en la parte en que la punta trato de entrar.

-¡Saaaaaanta Macarenaaaaaa!... ¡Duele!... ¡Duele!... ¡Duele!...- Grito el hombre de negro, sus gafas cayeron al suelo. Sus ojos negros desorbitados y a punto de salir de sus cuencas parecían pelotas de pingpong

-¡Quémenlo!-Trono el oficial al mando

-¡Nooooooooo!- Grito histérico Judas Tadeo- ¡Rubel!... ¡Rubel!... ¡Rubel!... ¡ayúdame Rubel!... ¡sálvame Rubel!... ¡En el nombre de La Organización te invoco Rubel!...

El hombre de negro de la eterna sonrisa apareció de la nada entre los soldados. Estos se hicieron a un lado preguntándose de donde había salido. Todos se pusieron en guardia al unisonó y le apuntaron con sus lanzas. El hombre de negro vestía una especie de pijama negra y no usaba guantes. En lo demás era idéntico a Judas Tadeo.

-¡Espero que me hayas llamado para algo importante, Judas Tadeo!- Dijo Rubel con toda calma- Invocar a tu superior para una tontería se castiga con 100 azotes…

-¡Ejem!- Dijo el aludido – he tenido un pequeño contratiempo y un malentendido con estos señores… que me gustaría que aclararas para yo seguir supervisando y monitoreando a la 487…

-¿Otro Yoma?- Dijo estúpidamente uno de los soldados

Los dos hombres de negro estaban atados, codo con codo y espalda contra espalda, en un palo. Los soldados ponían leña a su alrededor.

-Negligencia con las herramientas del trabajo, dejarse sorprender y atrapar por simples humanos, invocar a tu superior y exponerlo al peligro… sin mencionar que abandonaste a tu sagrada hija en tus horas de trabajo por ir a divertirte en antros de reputación dudosa… ¡Judas Tadeo, me temo que estoy pensando seriamente en degradarte a simple cobrador sin derecho a paga o a comisiones!- Dijo el hombre de negro con su imperturbable sonrisa

-¿Invocamos a los Pretorianos?

-¿Y que masacren sin piedad a todos estos pobres soldados?... no te preocupes, la ayuda ya viene en camino…

Los soldados guardaron silencio de pronto. Un tintineo metálico imperceptible se aproximaba. ¡Los soldados no podían moverse!... se encontraban paralizados… las ataduras que sujetaban a los dos hombres de negro se deshicieron por si solas. Judas Tadeo vislumbro entre la oscuridad la silueta inconfundible de una Malinche.

-No es tu sagrada hija asignada, Judas Tadeo… ¡es la mía!... de momento se quedara montando guardia… solo esta aquí por si acaso la 487 se convierte en Yoma… en ese caso sus ordenes son la de eliminarla con el mínimo de daños y de bajas… ¡Solo vino a eso!... eliminar al Yoma de esta aldea es el trabajo de la 487, no el de ella… ¡Espero por tu bien que no tengas más contratiempos, ni más malos entendidos!... esperemos que la 487 se recupere de sus heridas… Apiama no puede sentir el Youki o la presencia del Yoma, ni de la 487 desde esta distancia…

-Rubel… ¡la llamaste por su nombre de humana!... yo creía…

-La mía es la actual 462 de La Organización… sube rápido y cambia de número a cada rato… prefiero llamarla por su nombre que por su número de poder para no complicarme la vida… en cambio la tuya se estanco en su número… ¡es rebelde, malcriada e irrespetuosa con La Organización!... siempre manipulando e interpretando las sagradas reglas a su manera… es la barata que más a durado y la que no pone de su parte para dejar de serlo… siempre es la que envían a estas aldeuchas de campesinos muertos de hambre que no pueden pagar lo que pedimos… ¡Me parece que lo hace a propósito!, ¡que es su forma de desafiar a La Organización!... Tú y ella al parecer hacen un buen equipo y cumplen las misiones que se les asignan, ¡así que prefiero hacer de la vista gorda y de vez en cuando hacer caridad!…

Los dos hombres caminaban con total tranquilidad entre los soldados paralizados hasta estar en presencia del oficial al mando. Rubel le hablo a la muñeca de su brazo.

-Es suficiente Apiama… ¡libéralos!... mantente alerta…

Todos sintieron que podían volver a moverse y el poderoso Youki de la Malinche como una advertencia. Judas Tadeo aprovecho para recuperar su sombrero y darle un golpe en la cabeza al soldado que se lo quito. Rubel con su diplomática y encantadora sonrisa en su cara empezó a hablar al obtuso militar

-Ahora, si me lo permite, ¡le podre aclarar este desafortunado malentendido!…

***

El nuevo jefe de la aldea tenía en sus manos la esfera de Bronce con que se podían comunicar con los hombres de La Organización. La esfera ya no funcionaba y los hombres de negro aparecían varios días después de que el Yoma era eliminado. La esfera se les era devuelta junto con el dinero.

El hombre era joven y solo había tenido un único hijo. No nacieron más niños por culpa del Yoma y ese niño había sido uno de los mejores amigos de Raki. Los aldeanos no se pusieron en serio a reunir el dinero sino después de mucha resistencia. Todos creyeron que un Tolteca iba a aparecer de la nada, matar al Yoma sin cobrarles y luego desaparecer como en las antiguas leyendas.

El hombre miro el saco en que tenían el pago para La Organización. Los de La Organización pedían una pequeña fortuna casi imposible de conseguir para una aldea pequeña como la de ellos, sin poder comerciar con otras aldeas, pagando el tributo al Ahau todos los años y vendiendo lo demás a precio de gallina flaca para obtener el dinero que a medida que pasaba los años era más difícil de conseguir. El dinero obtenido con tantos sacrificios no era ni la decima parte de que los hombres de La Organización habían pedido originalmente.

El hombre peso con un brazo el saco de cuero lleno de oro. Herramientas, buena comida, semillas, animales… ¡todo lo que la aldea necesitaba para volver a vivir! Los hombres de negro de La Organización eran unos malditos chantajistas y extorsionadores. ¡No se merecían ese dinero que el pueblo tanto necesitaba! ¡Reunido con tantos sacrificios!

La aldea se encontraba incomunicada y el cerco de los soldados se había incrementado. Los soldados no dejaron que nadie se acercara, ¡tenían órdenes de matar a los aldeanos a la menor provocación! No permitieron que les hablaran y les explicaran lo que había pasado. Fuera del pueblo parecía que nadie sabía que el Yoma y la Malinche estaban muertos. Que se habían matado entre ellos. Solo esperaban al hombre de negro que vendría a cobrar el dinero para que volvieran a ser libres.

-¡Libres para morirnos de hambre!- Pensaba el nuevo jefe con amargura

La sirvienta del ex jefe hablaba con uno de sus hombres en su presencia. La mujer no había dicho nada que valiera la pena hasta ahora.

-… ella le dijo al patrón que un hombre de negro vendría por el dinero… que si la que aparecía muerta era ella y no el Yoma, ¡no tendríamos que pagar nada!…

***

La Malinche había perdido completamente todos sus sentidos. Su parte humana estaba dormida y no sentía ningún tipo de dolor. La parte Yoma estaba despierta y se aferraba a la vida con desesperación. Había un cadáver humano cerca, pero a la parte Yoma solo le interesaba alimentarse de lo vivo no de lo muerto. La parte Yoma intentaba mantener con vida a la parte humana y esta la contenía e inmovilizaba. Todo era oscuro y sentía las piedras oprimiéndola.

Luego sintió algo. Como una piedra que se tira a un estaque, unas ondas chocaban contra ella. 100 metros de distancia. Poco a poco se iba acercando, como si fueran las mismas piedras lanzadas a poca distancia de separación, cerca ¡cada vez más cerca! Al llegar a los 50 metros percibió una silueta sin rostro que se acercaba. Un corazón que latía. La cálida sangre. ¡Carne fresca y viva!

Raki extremaba sus precauciones a medida que se acercaba a su antigua casa. ¡Entrar, sacar a Clare y largarse! Se repetía una y otra vez como un mantra sagrado que lo protegía de todo mal. Llevaba la pala de madera como improvisada arma. La puerta de atrás chirrió poniendo los pelos de punta al muchacho. Esta puerta era un panel de madera que se deslizaba en un carril. Todas las puertas de las casas eran de ese tipo.

La casa estaba oscura como boca de lobo. Raki adaptaba sus ojos a la oscuridad. Se tropezó con algunos muebles. La puerta de atrás daba a la cocina y para ir al cuarto de los jóvenes esposos era necesario pasar por la sala. El muchacho se asomo precavido y vio la sala sola. Se aferraba a la pala. El montículo de piedras estaba tal cual como lo habían dejado. La luz nocturna entraba aún por el boquete hecho por la Malinche.

El muchacho recordaba que la parte Yoma de la Malinche mataba en el acto al que sentía cerca. No pensaba acercarse al montículo. Fue a buscar una vela en la cocina. Todo estaba sin haber sido tocado y en su sitio. El muchacho encendió la vela y cambio la pala por un cuchillo de obsidiana más fácil de manejar con una sola mano que la pala.

El joven en lentos pasos y sin quitarles los ojos al montículo se dirigió a donde se encontraba Clare. El cadáver de la muchacha seguía en su sitio, abierto y sin sangre. Con un penetrante olor a muerte. Raki se tapo la nariz y la boca con la mano que sostenía el cuchillo. Abrió las ventanas del cuarto para ventilar la habitación. El mal olor era ahora soportable. Pero Raki encontraba imposible seguir viendo la forma obscena y macabra en que su protectora estaba expuesta. Busco una sabana y se la puso encima. Piadosamente le cerro los ojos a Clare.

Con las sabanas improviso un sudario con la que envolvió a la muchacha y tapo su rostro. El rígido cadáver era liviano por el apetito voraz del Yoma. Raki se asomo cauteloso primero para ver si el montículo de piedras seguía igual. Cargando a Clare no podría llevar ni el cuchillo ni la vela. El montículo no se había movido, ni se notaba nada en él que fuera diferente. El muchacho tomo la vela y la puso en medio de la sala. Volvió al cuarto y tomo a Clare en brazos.

El niño cargaba el bulto entre sus brazos y con los ojos puestos en el Montículo se dirigía a la cocina. La luz titilante de la vela daba a todo a su alrededor un aspecto siniestro. El muchacho dio un suspiro de alivio cuando salió de la casa. Llevo su carga al sitio destinado para el eterno descanso de Clare. La pala la había dejado en la casa, así que tuvo que usar el pico y sus manos para enterrar el cuerpo. El muchacho no pensaba seguir tentando a la suerte. La pala la daba por perdida.

Busco una piedra grande y plana para ponerla como improvisada lapida. Luego pensó en su hermano y busco otra piedra igual para ponerla al lado de Clare.

-Cuando la Malinche no este en la casa iré a buscar las herramientas de Murachi y las enterrare a tu lado Clare… ¡lo juro!... el Yoma no dejo nada cuando mato a la Chaman, pero le hare una tumba también y le rezare todos los años… ¡ella no se merecía esa muerte a manos del Yoma!... ¡descansen en paz los tres y espero que vuelvan a nacer limpios de pecados!…

La luz de la vela no alumbraba en la sala. Estaba encendida, pero la sala era total oscuridad. La débil luz era absorbida por el montículo. La Malinche se sacudió las piedras que la cubrían. Su rostro era una mezcla de rana con jaguar. Sus brazos se alargaron y sus piernas se convirtieron en poderosas patas con garras. Su apariencia era igual al Yoma en su forma verdadera, pero más pequeña, fina y estilizada. El puñal de obsidiana en el pecho no se lo podía quitar por más que lo intentaba. Sus cabellos sueltos y revueltos le daban un aspecto leonesco. ¡Carne, sangre, Hambre! Era todo lo que su mente podía articular. Sus ojos dorados dilataban y cambiaban el iris de sus ojos hasta dar con las pisadas doradas. Las negras ropas desgarradas se confundían con su blanca piel.

Raki no la vio, ni la sintió venir. La Malinche se le echo encima al muchacho casi sin que este se diera cuenta. El niño sujetaba el cuello de la Malinche y evitaba las dentelladas que iban a su garganta. El muchacho le pateaba con todas sus fuerzas los costados. La Malinche de bípeda se convirtió en cuadrúpeda. Solo usaba sus cuatro extremidades para apoyarse y para evitar que su presa se escapase. Sus dientes al morder en el aire lo hacían con un chasquido de trampas para ratones.

Raki le dio un rodillazo en una de las costillas y la Malinche crispo su cara de dolor y aflojo su agarre. Raki empezó a darle rodillazos en su punto débil y al final pudo derribarla. Se puso de pie y empezó a patearla en las costillas con todas sus fuerzas. La Malinche adopto una posición fetal para protegerse, el muchacho aprovecho para escapar y esconderse detrás de un árbol.

La Malinche trato de reincorporarse. Pero volvió a caer pesadamente. Respiraba con dificultad. Raki miraba desde su escondite más muerto que vivo por el susto que por otra cosa. La Malinche se comportaba como un animal moribundo. Un animal desorientado. Trato nuevamente de quitarse el cuchillo de obsidiana pero no pudo. Caminaba a cuatro patas dando traspiés. Era levantarse, dar unos cortos pasos y volver a caer.

Raki miraba desde su escondite. El muchacho recordó que el poder y la fuerza para ese tipo de Malinches provenían de la luz del sol. La luz de la luna y las estrellas eran demasiado débiles y lejanas. Ella necesitaba la luz del sol para curar sus heridas… ¡su parte Yoma necesitaba la luz del sol para curar sus heridas!... de día no habría forma de pararla… ¡sería un animal sediento de sangre que destruiría todo a su paso!... Raki se dio cuenta de que le iban a echar la culpa… ¡De que era el responsable de haberla despertado! ¡De que seria el responsable de todos los daños que ocasionara!

Las marcas rojas en su piel aparecían y desaparecían. De entre sus heridas reabiertas manaba una espesa sangre que cambiaba del negro tinta al rojo escarlata. El animal tiritaba. Sus ojos dorados volvieron a ser plateados. El animal cayó pesadamente por última vez. Sus jadeos lastimeros y su débil respiración eran la única prueba de que la Malinche seguía con vida.

El joven busco una piedra enorme y se acerco con cautela. ¡Tendría que matarla ahora que era de noche y que estaba tan débil!... ¡era su única oportunidad!

El muchacho alzo la pesada piedra por encima de su cabeza a medida que se acercaba. Que la apariencia de la Malinche ya no fuera humana le facilitaba las cosas. ¡Solo era un monstruo igual o peor que el Yoma! ¡Un monstruo como el que había matado a Clare, a la Chaman, a sus padres y hermanos, a sus amigos y a tantos otros en el pueblo! ¡Sentir simpatía, piedad o compasión por el monstruo era traicionar a sus victimas! Raki se acercaba sin miedo y decidido. La piedra aplastaría la cabeza al monstruo y todo terminaría de una vez por todas.

El muchacho ya estaba a punto de tirar la piedra cuando vio a la Malinche indefensa y a su merced. Su rostro bestial estaba deformado por el dolor. Un dolor que Raki sintió universal. Sus ojos plateados eran los mismos ojos hermosos y tristes de la Malinche en su forma humana. Esa poca humanidad que quedaba en ella titilaba como la luz de una vela. Esa luz de vida y humanidad estaban a punto de apagarse al más leve soplo.

El muchacho no podía evitar sentir compasión y remordimiento. No era culpa de la Malinche ser lo que era. ¡Era su culpa el haberla despertado! No era justo matarla como una alimaña, ni tratarla como tal. El muchacho sintió que matarla era cobarde asesinato. Tiro la piedra a un lado y se acerco con cautela. El dolor inmovilizaba por completo a la Malinche. El muchacho al tocar su frente vio que ardía en fiebre. Toco sus costillas que parecían estar desechas. La Malinche dio un mordisco que chasqueo en el aire al sentir las manos del muchacho en donde más le dolía. El niño retrocedió algunos pasos. ¡Si no tenía cuidado la Malinche iba a matarlo a él!

-No voy a hacerte daño… quiero ayudarte… ¿Cómo hago para hacértelo entender?- Dijo el niño. Pero la parte Yoma de la Malinche parecía no creerle y le gruñía en forma amenazante. Sus débiles patas no podían con su propio peso. El animal solo podía reptar y arrastrarse en su debilidad. Raki pensó que no podía huir lejos. Fue a su casa corriendo y regreso con cuerdas. El moribundo animal no se había movido de su sitio.

Raki le puso un improvisado bozal y la amarro después de un breve forcejeo. Pensó en llevarla a las minas abandonadas. Era un ambiente de total oscuridad que estaba cerca y ahí no sería un peligro para nadie. Allí le quitaría la daga que le atravesaba el corazón… ¡no le parecía buena idea!... si le quitaba la daga la parte Yoma sería la que se curaría más rápido… ¡de alguna forma tenía que conseguir que su parte humana despertara!... la parte humana debía de curarse con medicinas y cuidados como todo el mundo.

***

Judas Tadeo estableció primero su base de operaciones. Dos arboles que estaban cerca uno de otro. Allí colgó su hamaca o como prefería llamarlo, su chinchorro. Perímetro y aseguro la zona con auténticos amuletos Toltecas que impedían que los Yomas se acercaran o pudieran entrar en el perímetro. Para los humanos tenía su pistola con puntas de obsidiana y el miedo que inspiraba La Organización. La pistola no servía contra los Yomas, a las Malinches solo si el nivel de daño sufrido era irreversible y ya no podían moverse. En ese caso, sin peligro para los hombres de negro, un balazo que les volaba los sesos le daba a las Malinches una muerte misericordiosa que las liberaba de horas de intenso sufrimiento.

Ya Judas Tadeo había despachado a varias anteriores a la 487. Pero en la mayoría de los casos eran los Yomas, otra Malinche o los humanos quienes hacían ese trabajo sucio. La 487 era la sagrada hija que más había durado con él. Con lo estúpido e incompetente que era siempre le asignaban Malinches novatas débiles para las temidas misiones baratas. A las baratas siempre les tocaba un Yoma superior tarde o temprano al que no podrían vencer. Todas sin excepción buscaban subir de rango y cambiar lo antes posibles de hombre de negro.

Un hombre de negro competente siempre asignaba a sus sagradas hijas un Yoma en que estaban seguros que podrían dominar. Por supuesto que a veces se equivocaba y la Malinche moría, pero la diferencia de poder no era tan abismal. La Malinche cuando menos tenía una oportunidad de vencer al Yoma o de dejarlo moribundo, ¡la barata nunca!

A los hombres de negro sin experiencia les eran asignadas las misiones baratas. Le asignaban Malinches con experiencia para luego irse encargando de las novatas. Era raro que se quedaran con una fija, por que los de La Organización querían que las Malinches solo fueran leales a La Organización y no a los hombres de negro a las que eran asignadas. La mayoría de los hombres de negro morían a manos de los Yomas o de Malinches fuera de control. Si se rebelaban o intentaban desertar de La Organización eran cazados y asesinados por los Pretorianos. Estos hombres de negro no tenían Malinche, pero sí un arsenal de armas y equipos más sofisticados que el de los hombres de negro comunes.

Por encima de los Pretorianos estaban los hombres de negro sin rostro, los Cenobitas. Estos cubrían sus rostros con oscuros velos y sus ropas negras los cubrían de pies a cabeza. Eran los eunucos de La Organización, los encargados de transformar a las niñas en Malinches. Los encargados en entrenarlas y de servir a los tenebrosos Sagrados Padres.

Finalmente los Sagrados Padres eran quienes se encargaban de crear y perfeccionar a las Malinches. Creaban y mejoraban sus armas, las herramientas y equipos de los hombres de La Organización. Los que custodiaban e incrementaban el conocimiento oscuro que las ciudades antiguas que los hombres usaron para corromper a los Yomas. El secreto de las armas de metal y de fuego de los españoles, que ellos perfeccionaron y superaron. La magia y ciencia de los Toltecas que ellos corrompieron. Estos hombres de negro vestían ropas monacales con capucha. Muchos de los Sagrados Padres actuales eran los responsables directos de la traición y destrucción de los Toltecas. Los Sagrados Padres y los Cenobitas vivían en Xibalba, una ciudad subterránea en la que estaban a salvo de los Yomas.

La 487 tenía la edad que aparentaba, 24 años. Eso era todo lo que sabía Judas Tadeo y nunca le intereso saber nada más. Su nombre de humana siempre se le olvidaba, pero creía que era el nombre Tolteca de la diosa del amor y la belleza. Algunos hombres de negro llamaban a sus sagradas hijas por su nombre de humana, pero no era frecuente. No estaba prohibido, pero los hombres de negro preferían no crear lazos emocionales o afectivos con sus sagradas hijas.

La 487 fue asignada a él cuando ella tenía 16 años. Judas Tadeo había perdido la cuenta de los años que tenía. Su larga vida eterna prefería dedicarla al presente y no al pasado o al futuro. No parecía que la joven y frágil novata iba a durar mucho, ¡pero duro 8 años! Judas Tadeo no recordaba los nombres de sus anteriores Sagradas Hijas, pero todas sin excepción fueron las 487 en el rango de poder de La Organización. Todas sin excepción eran las asignadas a las misiones baratas. Cuando La Organización creía que ya habían adquirido suficiente experiencia las cambiaban de hombre de negro subiéndole el rango de poder. La número 01 era la Malinche más fuerte y poderosa de La Organización. Generalmente recibía sus misiones de los mismos Sagrados Padres

La 487 se dio cuenta casi de inmediato que Judas Tadeo no servía absolutamente para nada. Los de La Organización parecían esperar con resignada paciencia que un Yoma o una Malinche fuera de control les hicieran el favor de eliminar al que era el hombre de negro más inepto, tonto y estúpido de la historia. En lo que si era Judas Tadeo un genio era en el arte de la supervivencia. Su frágil y delicada vida eterna no la exponía jamás. Su cautela y precaución ya era legendaria entre los hombres de negro.

Su actual Sagrada Hija no lo respetaba para nada, ¡las anteriores cuando menos lo fingían! Lo regañaba y pasaba de él cuando consideraba que era necesario. Siempre buscaba la forma de salirse con la suya a costa de él. Cuando el asunto de que las mujerzuelas le robaban los aparatos de La Organización ella parecía actuar más a favor de las mujerzuelas al recuperar los objetos que a favor de él o de los intereses de La Organización.

Con La Organización era abiertamente rebelde e indisciplinada. Las sagradas reglas las interpretaba según su propio criterio y nunca, ¡jamás!, de la forma en que La Organización quería que fueran interpretadas. A Rubel parecía agradarle esa forma de ser de ella y le toleraba muchas cosas o disimuladamente miraba para otro lado. Pero a Judas Tadeo le aterraba esa conducta. El era un vago, un inepto y un holgazán pero lo que le evito siempre líos con los Pretorianos era su política de que “La Organización siempre tiene la razón, ¡Sobre todo cuando se equivoca!”

Lo bueno de ser pequeño e insignificante es que pasas desapercibido. La 487 no buscaba subir de rango y hacía todo lo posible para que siempre le asignaran las misiones baratas. Judas Tadeo se sorprendía a veces de que lograra vencer a Yomas superiores que en teoría era imposible que pudiera derrotar. En esos casos vencía usando más maña que fuerza. ¡Si el Yoma estaba muerto… no importaba lo fuerte o poderoso o superior que fuera! No subía de rango de poder por su actitud rebelde y su carácter desafiante. La Organización también parecía esperar con resignada paciencia que un Yoma la eliminara de una buena vez.

Rubel era el jefe de la sección de las baratas y Judas Tadeo era prácticamente su único subordinado fijo. Los otros hombres de negro y Malinches no duraban más de 2 o 6 años antes de ser promovidos o murieran en el servicio. La 487 era la que más había durado entre las baratas y era la más barata de entre las baratas. Ella era especialista en la confrontación directa cuerpo a cuerpo con sus presas. Ella no sentía ninguna vergüenza en matar a sus enemigos por la espalda en el momento en que tenían la guardia baja. Era toda una maestra de la emboscada y el ataque por sorpresa. La única forma que tenía de derrotar Yomas que eran superiores a ella en todo.

Apiama era usada casi exclusivamente por Rubel para eliminar a las que llegaban a su límite o se transformaban por completo en Yoma. Los Yomas de ojos plateados se encontraban en la periferia y se alimentaban de aldeas enteras de una sola sentada. De esos Apiama había matado 5, pero eran Yomas que recientemente habían llegado a ese nivel. Rubel estaba seguro que con un ojo plateado experimentado o de nivel medio Apiama no tendría ninguna oportunidad.

Apiama era la más fuerte y poderosa de las baratas, parecía serle más fiel a Rubel que a La Organización. Era conocida como “Apiama, La muerte invisible” por su habilidad de paralizar con su Youki sin establecer contacto visual con sus presas. A diferencia de la 487 nunca se enfrentaba a sus oponentes de frente o buscaba la lucha cuerpo a cuerpo. Paralizaba a su presa y luego con una velocidad que la hacia invisible hasta para los ojos dorados de una Malinche eliminaba su objetivo con un solo golpe certero. Tenía una buena habilidad para ocultar su Youki, pero una Sagrada Hija de la Luz estaba especializada en sentir y descubrir a quienes tenían esa habilidad. Así que Apiama se mantendría lejos del radio de percepción de la 487 hasta nuevo aviso.

Judas Tadeo se toco sus gafas. Al parecer la 487 se estaba moviendo a las minas abandonadas del pueblo. Se quito su sombrero y se rasco su calva confundido. El aparato con forma de reloj de bolsillo de bronce le indicaba que se encontraba inestable y moribunda. Pero no había peligro de que se convirtiera en Yoma… cuando menos mientras fuera de noche. Su parte Yoma estaba en el límite, pero su parte humana estaba al borde de la muerte. Del Yoma no había señales o nada que delatara su presencia, así que Judas Tadeo pensó que se encontraba igual de malherido y moribundo que la 487. Todo parecía indicar que ambos enemigos se estaban recuperando de sus heridas y aplazaban el enfrentamiento final para después.

Se cruzo de brazos por un momento. Una vez que la Malinche llegaba al Pueblo, el hombre de negro se ocultaba y esperaba que el Yoma fuera eliminado. Con sus aparatos e instrumentos monitoreaba lo que estaba pasando e informaba a su superior inmediato. El precio a pagar por su vida eterna era que eran más vulnerables para los Yomas que el humano común y corriente. ¡Los hombres de negro eran caviar para los Yomas! Su arma con balas con punta de obsidiana eran más distracción para escapar que medios efectivos de defensa. Para rematar, si no lo mataba el Yoma, una Malinche fuera de control lo hacía. Judas Tadeo trago saliva. Un par de monstruos moribundos y un rico, suculento e indefenso hombre de negro. ¡No iba a salir de su base de operaciones ni a balazos! Se acostó en su chinchorro y se tapo la cara con su sombrero. ¡Mañana seguiría!

***

Raki encontraba a la Malinche más pesada que el cadáver de Clare. La llevaba en su espalda con los aparejos de porteadores que estaban en su casa. La cinta en su frente le ayudaba con el peso. La Malinche se había vuelto a desmayar o estaba profundamente dormida. Raki llego a la mina abandonada más cercana. A pesar de las prohibiciones de los adultos, los niños acostumbraban a jugar ahí. Raki entro en la oscura caverna y tanteando sus paredes encontró el sitio en que se guardaban las herramientas. La piel blanca de la Malinche empezó a irradiar una tenue luz mortecina y ella empezaba a recuperar su aspecto humano. Raki pensó que la oscuridad total había dormido a la parte Yoma de la Bruja de los ojos plateados.

El muchacho bajo a la inconsciente joven de su espalda con el mayor de los cuidados. ¡Necesitaba ver y atender sus heridas! Trago saliva. ¡Le iba a tener que quitar toda la ropa!... pensó que mejor no todavía… necesitaba sabanas limpias, medicinas, vendajes… ella más o menos era de la talla de Clare… sus vestidos le debían de servir… la joven estaba fuertemente atada y la podría dejar encerrada en el deposito.

El joven bajo a toda prisa a su casa de nuevo. Sabanas limpias, medicinas, vendajes, velas… El muchacho se quedo con las velas en la mano… camino a la sala, vio el montículo deshecho y la vela que había dejado en la sala… ¡luz!, ¡nada de luz!... se llevaría las velas, pero no podía por ningún motivo exponer a la Malinche a la luz… fue a buscar unos vestidos de Clare.

El muchacho se llevaba todo lo que creyó necesario. Entro en la mina tanteando la pared hasta que encontró el depósito en que estaba la Malinche aún dormida. El depósito estaba en toda la boca de la mina y si amanecía se iba a llenar de luz. El muchacho se dijo que tenía que encontrar otro sitio en donde dejarla.

La mina abandonada tenía cientos de kilómetros de túneles. El muchacho recorría lo que podía con una vela. Necesitaba un sitio oscuro, pero ventilado. Los niños recorrían los túneles en sus juegos, Raki recordaba que había un depósito de agua potable en algún lado. Un sitio fresco que él y sus amigos tenían como lugar secreto. Finalmente lo encontró. Era un lugar que había sido abandonado por que se había hundido el techo. Era una especie de anfiteatro con forma de embudo invertido. La luz de la luna entraba por la parte en que el techo se había desplomado, pero solo era un débil haz de luz. Todo a su alrededor era oscuridad total. De día el haz de luz era más fuerte, pero todo a su alrededor quedaba en penumbra. El muchacho pensó que sería perfecto para cuando la Malinche estuviera más recuperada.

En ese lugar estaba el Templo perdido de Balam, el dios Jaguar. El temible dios del inframundo Tolteca. Su esposa era Pulowi, la diosa de la muerte. Balam era el dios de la guerra, del castigo, la retaliación y la venganza. Pero también era el dios de los campesinos y de los artesanos. El mismo Balam era guerrero y artesano. Maestro supremo de la obsidiana y el que le enseño a los Toltecas todos sus secretos. El templo estaba construido en honor a él por los mismos Toltecas usando su magia y ciencia.

-Balam, ¡Guíame en la oscuridad y haz que no tema a la muerte!- Dijo Raki antes de entrar al templo como señal de respeto al Dios.

La oscuridad en el templo era total, como tenía que ser para el señor del inframundo. La débil luz de la vela de Raki era absorbida por la brutal e impresionante estatua de Balam, el dios Jaguar. La estatua estaba recubierta de un mosaico amarillo dorado con negro que imitaba la piel del felino moteado. Estaba armado con su escudo y una Chaska, en posición de estar en guardia. Usaba un taparrabo verde esmeralda. El escudo era blanco y rojo. La Chaska era idéntica a una de verdad. El coloso era una mezcla de hombre y jaguar, medía casi 3 metros.

Sin importar la cantidad de luz, el templo siempre estaba a oscuras. Toda la luz parecía absorberla la estatua, haciéndola más temible y sobrecogedora. Raki puso la vela en el piso. El muchacho dio tres palmadas que el eco al rebotar por las paredes convirtió en tres potentes rugidos de jaguar. Solo estando parado frente a la estatua ocurría ese efecto acústico.

-Balam, ¡recibe al guerrero caído en combate y que se cumpla tu voluntad!

El muchacho solo repetía un antiguo conjuro Tolteca. A Balam no lo conmovían las suplicas, los rezos o las ofrendas. Era el dios del valor y el coraje. Era el que recibía las almas de los muertos. Raki sabía que era inútil pedirle que salvara o curara a la Malinche. Si Balam había decidido recibir el alma del mortal, Pulowi soplaría la vela que representaba su vida y la llama se apagaría.

El niño salía del templo y resoplo con alivio. Ya podía llevar a la Malinche y dejarla en el templo sin ofender a los dioses Toltecas. Todo lo demás que le hacía falta estaba cerca. Alrededor del templo tallado en Roca estaban los comedores de los mineros, los hospitales, el agua potable y los depósitos. Eran en minas como esta en que se extraía la obsidiana para las armas mágicas de los Toltecas.

El niño cruzo los dedos de ambas manos cerrando los ojos para invocar al Dios Conejo. El conjuro lo usaban los Toltecas para aquellos guerreros que consideraban dignos de salvar. ¡Seres humanos comunes y corrientes! A veces funcionaba si Balam estaba complacido por el valor y el coraje demostrado por ese guerrero. ¡Pero el conjuro solo lo podían hacer Toltecas de pura Sangre!

-¡No le dije una mentira! En ningún momento dije que era un Tolteca de sangre pura y que el guerrero era una Malinche… ¡Por favor Dios Conejo que no se enoje conmigo!... a veces para que la verdad y la justicia triunfen se tiene que recurrir a la burla y al engaño… ¡tu lo sabes mejor que nadie!

El Dios Conejo era un dios travieso y bromista. El terrible y serio Balam era el blanco predilecto de sus burlas y engaños. Era por eso que los jaguares se comían a los conejos. ¡Era por eso el odio a muerte que los jaguares les tenían a los conejos según las leyendas antiguas!

Raki regresaba de donde vino con una tinaja llena de agua y una taza de arcilla. Con mucho cuidado despojo a la Malinche de sus desgarradas ropas y con un trapo húmedo empezó a asearla. ¡Era una tortura tocar su piel desnuda y sentir su Youki! Luego empezó a atender sus heridas. La joven se quejaba quedamente o gruñía con las manipulaciones del muchacho. La sangre de sus heridas eran rojo escarlata y las manchas rojas de su piel dejaron de aparecer y desaparecer. ¡No estaban! Raki pensó que eran una buena señal. El vestido de colores de Clare le quedaba a la perfección y el muchacho pensó que sin el color blanco de su piel, su pelo dorado y orejas puntiagudas era como una chica cualquiera de su pueblo. El muchacho se sonrojo, ¡esperaba que la ropa interior de Clare también le sirviera! Iba a tener que recordar traérsela en el próximo viaje.

Raki llevaba a la joven en brazos por que necesitaba la débil luz que su cuerpo expedía para guiarse a través del laberinto de túneles. ¡Casi se derrengaba con el peso de ella! Las demás cosas que considero útiles las llevaba en la espalda y eran livianas. Ya no consideraba necesario tenerla atada y ella solo crispaba su rostro de dolor si accidentalmente le tocaba las costillas. La joven ardía de la fiebre y el muchacho no soportaba tocarla o sentir su desagradable Youki. Al llegar al templo dijo antes de entrar:

-Balam, ¡Guíame en la oscuridad y haz que no tema a la Muerte!-

Con las sabanas le improviso un lecho a la muchacha en el altar de piedra, a los pies de la estatua, y trato de que bebiera agua.

-¡Ya no puedo hacer nada más por ti!... esta noche volveré y espero que me digas que tengo que hacer para curarte… si te encuentro muerta te regresare a donde estabas antes, pero si sigues viva será señal de que a Balam le complace tu valentía y coraje… ¡guerrera sin nombre de los ojos plateados!…

Raki no estaba muy conforme con dejarla ahí sola. Pero pensó que era mejor dejar que las medicinas curaran su parte humana primero. A lo mejor su presencia solo haría que su parte Yoma volviera a atacarlo si estaba con la guardia baja. Volvió a atarla y la cubrió con una sabana. La débil luz de la Malinche le quitaba el aspecto terrorífico a la estatua. Su aspecto era benévolo y hasta protector para la joven que dormía a sus pies. A Raki le pareció una señal de buen augurio y respetuosamente se inclino ante la estatua de Balam antes de irse.

Ya era de madrugada. Raki pasaba por su casa y recordó la pala y el pico del señor Tiuna. La pala y el pico le recordaron la promesa que le hizo a Clare. El taller de Murachi estaba revuelto y hecho trizas. El muchacho recogió todas las herramientas de su hermano y las metió en una bolsa. Los amuletos de la Chaman y su bastón roto las metió en otra. Fue a donde estaba la tumba de Clare y enterró a su lado las herramientas de su hermano. A la Chaman le hizo su tumba al otro lado del árbol.

-Pulowi, soplaste la vela de la Chaman y la de mi hermano a la hora en que estaba señalada, pero no recibiste sus cuerpos… te entrego esto para que puedan descansar en paz… ¡ellos que se alimentaron de los frutos de la tierra, alimentan ahora a la tierra!

El muchacho estaba cansado de tanto trajinar. Dejo la pala y el pico de donde los saco. Se lavo y se quito la ropa que tenía sucia de tierra y de sangre. Se puso la ropa que le regalaron. Ya sé disponía a tomar un merecido descanso, cuando el señor Tiuna apareció en el cobertizo y lo encontró despierto, ¡a punto de meterse en la cama!

-Raki, ¡en verdad que eres madrugador!... yo pensaba venir a despertarte y veo que ya estas listo… ¡yo sabía que me convenías cuando te contrate!…

Raki tuvo que tragarse su cansancio y ayudar desde bien temprano al señor Tiuna con las Llamas. El señor Tiuna le enseño las llamadas y sonatas que hacía con su Quena y que las llamas obedecían como soldados disciplinados. Raki las imitaba con su ocarina y las llamas obedecían igual que con la Quena. El señor Tiuna estaba muy complacido. Raki pensó en llevarle comida a la Malinche esa noche. No tenia que quitarle nada al señor Tiuna por que en su anterior casa la había en la cocina.

El señor Tiuna no lo iba a acompañar por que ya estaba muy viejo. Solo le dijo que dejara que las llamas pastaran cerca del bosque de los monolitos. El muchacho hizo la llamada con su ocarina y los dóciles animales empezaron a seguirlo encabezados por Paquita. La vieja llama estaba muy ofendida por que “su” niño no tenía “sus” golosinas. Trataba al niño con fría dignidad.

Los otros pastores no le hablaban o le devolvían el saludo. Eran Indiferentes, fríos o tensos en sus miradas y actitudes. Los pastores se iban a otra parte cuando el llegaba. El niño estaba acostumbrado a que todos los adultos del pueblo fueran como sus padres, sus tíos y sus abuelos. Los otros niños eran sus hermanos y primos. El ostracismo y la ley del hielo al que lo sometían, el muchacho se decía que pasaría cuando todo mejorara. Raki sentía dolor al ver los campos mustios y resecos. A la gente que conocía flaca y demacrada. Sin esperanzas. La muerte del Yoma llegaba demasiado tarde. ¡12 años tarde!

Raki egoístamente solo había pensado que su aventura de anoche era la excusa perfecta para que lo echaran del pueblo. Ahora se daba cuenta que la Malinche era una amenaza real y él era ahora responsable si ella causaba daños y destrozos. El miedo y el temor de la gente no eran sin fundamento como él bien pudo comprobarlo anoche. La luz del sol se desplegaba poderosa por los campos. El muchacho estaba seguro que en el templo de Balam, en los dominios del señor del inframundo, la Malinche estaba segura y no era una amenaza para nadie.

Estaba muy cansado. Ya era medio día y él se dispuso a almorzar. Después tomo una siesta que le duro casi toda la tarde. Cuando despertó vio que estaba solo. Todas las llamas habían desaparecido. ¡Raki pensó que la Malinche las había matado a todas! Toco su ocarina llamándolas y estas aparecieron. Lejos de aliviarse solo se deprimió.

Los monolitos eran ocho rocas talladas en honor de los dioses Toltecas. Pero los principales eran tres. Inti era el Dios Supremo, el Dios sol. Era el creador de todo. El supremo juez, quien envía sus rayos de luz tanto para los buenos como para los malos. Era el dios de los jefes, la nobleza y los Sapa Incas. Antes de iniciarse cualquier juicio se decía “¡Que la justicia de Inti ilumine la justicia de los hombres!”. Las leyes de los hombres eran imperfectas y sus juicios a menudo injustos. Al finalizar cada juicio se acostumbraba a decir: “Si la justicia de los hombres fallo este día, que Inti juzgue y haga justicia en esta vida o en la otra”

Pero Inti era también el dios de la compasión y el perdón. Sus sentencias eran siempre justas e inapelables, pero siempre había un lugar para la expiación y el arrepentimiento. Era el Dios que se le aparecía a los héroes en los tiempos antiguos bajando de los cielos en toda su magnificencia. Los héroes al principio no entendían la visión de Inti, ni de que trataba la misión que se les encomendaba. Inti lo hacía así para poner a prueba sus corazones. Guiarlos y hacer que entendieran era la función del dios Conejo

Balam era el Dios del inframundo. El mundo oculto. Cielo e infierno a la vez. El dios del castigo divino. Inti juzga y Balam era el dios que acusa. Balam era intolerante con la maldad y las debilidades humana. En las leyendas antiguas era el que ponía a prueba a los héroes en los momentos cruciales, el que nunca estaba satisfecho o convencido de la pureza de su corazón o de sus intenciones. Era el Dios que impedía que los mortales se igualaran a los dioses. Era el que decía que la maldad era inherente a la naturaleza humana y siempre pedía a Inti erradicar a la raza humana como única forma de erradicar el mal.

En el inframundo tus culpas y pecados eran los que te aprisionaban. Se convertían en un intricado laberinto de túneles y pasadizos. Toda falta cometida en vida que no fue corregida o castigada eran las cadenas que te aprisionaban en el inframundo. Solo cuando encontrabas una salida al laberinto el alma volvía a nacer con la pureza original. Tenía una nueva oportunidad

El Dios Conejo era el amigo y el protector de los hombres. Quien actuaba como abogado defensor del hombre en los juicios ante Inti. El guía de los héroes y mensajero de los dioses. Era más tolerante y comprensivo con la debilidad humana. Era un dios bribón e inescrupuloso que siempre chocaba con Balam y era el que siempre ayudaba a los héroes a convencer a Inti de que los humanos no merecían ser destruidos. Incluso Balam reconocía su error, la maldad era inherente a la raza humana pero los humanos estaban en capacidad de enmendarse si lo querían y se lo proponían. A Balam solo se le podía aplacar dando pruebas de valor, coraje y rectitud.

Raki había aprendido en la escuela algo sobre la religión cristiana. Por aquí o por allá existían restos de la religión de los españoles, pero eran grupos minoritarios y siempre en guerra entre ellos. En la religión Tolteca los Dioses se encargaban de preservar el equilibrio en el universo. No existía una noción de pecado como la cristiana. La maldad de los hombres era mala por que destruía el equilibrio en el mundo, por que era destructiva y autodestructiva. En la religión Tolteca no existía la figura de Satanás como la encarnación del mal o como contrafigura de los Dioses. El mal era inherente a la raza humana. Era responsabilidad de la raza humana su existencia en el universo y la de erradicarla. Solo en el ser humano existía la responsabilidad del bien y el mal en la religión Tolteca.

Incluso los Yomas no eran la encarnación del mal. Eran entes destructivos para los humanos, pero para los Dioses Toltecas, con el mismo derecho que ellos de existir. Como el jaguar y el conejo existían. Los mismos Toltecas eran humanos y enemigos de los Yomas, y aún así eran capaces de sentir piedad y compasión por ellos. Incluso de perdonarles la vida y de sellarlos con su sangre para que dejaran de ser una amenaza para la raza humana. Pero incluso los semi-divinos Toltecas estaban por debajo de los Dioses. Balam se los recordaba siempre en forma dura y mordaz en muchas historias.

El bien era algo inherente a los Dioses, la esencia misma de su divinidad. Pero los dioses Toltecas no eran como el Dios cristiano, omnipotente y omnisciente. Tenían dudas, cometían errores y cada uno estaba limitado a una esfera de influencia particular. Los dioses Toltecas no eran como el cristiano que demandaban adoración y obediencia. Solo había que honrarlos y respetarlos. A pesar de sus limitaciones, no eran imperfectos. Cuando tenían dudas lo reconocían. Cuando cometían errores los enmendaban. Sus errores eran siempre sin mala intención.

Los dioses Toltecas tampoco intervenían o castigaban de la forma en que lo hacia el Dios cristiano. En el mal estaba su propio castigo. Inti tenía prohibido a los dioses intervenir a favor o en contra de los hombres. Inti era la encarnación de la ley y por los hombres sentía piedad y compasión. Pero era inflexible en el cumplimiento de la ley siendo el primero de todos en obedecerla. Para que el orden natural de las cosas existían los dioses. Los milagros y actos sobrenaturales eran únicos e irrepetibles en la religión Tolteca. Toda alteración en el orden natural por los dioses tenía que ser con el permiso de Inti y de acuerdo a sus inflexibles leyes.

El Dios Conejo era el dios de la alegría y la felicidad. ¡Los seres humanos le parecían más interesantes y divertidos que sus compañeros Dioses! Como mensajero de los dioses y guía de los héroes Inti le daba el poder de Iluminar a los hombres, de mostrarles lo oculto, ¡pero solo aquellos que fueran dignos! Era el dios de los acertijos y las adivinanzas, de las paradojas y el absurdo. En muchas leyendas le gastaba bromas pesadas al serio y terrible Balam o lo dejaba en ridículo o lo engañaba descaradamente. En otras, por proteger a los humanos, llegaba a desafiar a Inti, las leyes y el orden divino. En esos casos Inti lo castigaba convirtiéndolo en un conejo mortal parlante que acompañaba a los héroes. Solo cuando los héroes triunfaban el Dios Conejo volvía a la normalidad.

El Dios Conejo era siempre la voz disidente cuando los Dioses se cansaban de la maldad humana y decidían borrarla de la faz de la tierra. Engañaba y se burlaba de los mismos Dioses para ayudar y proteger a los humanos. Era un dios bribón y travieso que le gustaba sembrar el caos y el desorden. A veces se pasaba de la raya. En esos casos Inti le concedía a Balam su deseo de vengarse de todas sus tretas y jugarretas. El Dios Conejo recibía una paliza del iracundo señor del inframundo o nuevamente engañaba a Balam con su astucia y se escapaba del castigo. El Dios Conejo era el Dios Tolteca favorito de Raki.

Raki llevaba las llamas a casa. El muchacho esperaba con impaciencia el fin del día. Como no había mucho que hacer se pudo ir a donde quisiera, pero a condición de que no regresara muy tarde en la noche. El muchacho fue empacando la poca comida que había en su casa para la Malinche. La Chaska le llamo la atención. Recogió el arma del suelo y se impresiono con su peso. El arma desde su punta hasta el mango le llegaba al cuello. El muchacho intento de blandirla con los dos brazos y no pudo. El peso del arma lo dominaba. El arma parecía decir “¡Yo soy poder y fuerza!”. El Yoma y su cabeza seguían en la sala.

Raki se daba cuenta que la Malinche moribunda era un peligro para todos. Ser el hermano del Yoma no era su culpa, pero ser el que despertó a la Malinche sí. En el pueblo todos ya habían sufrido demasiado. Todo lo que había escuchado de niño sobre las Malinches le venían a la mente. Las Malinches eran seres impuros. Engendros abominables. Creadas desafiando a los Dioses por quienes habían traicionado a los Toltecas.

Lo que le había dicho la Chaman no entraba en conflicto con las ideas y creencias que le habían inculcado de niño. Los Dioses no castigaban como lo hacia el dios cristiano. Solo dejaban que el mal siguiera su curso sin intervenir. Sin embargo, en cada sentencia, Inti dejaba la posibilidad para el arrepentimiento y la expiación. El Dios Conejo siempre se oponía abiertamente cuando consideraba que los Dioses actuaban en forma injusta e incorrecta. Hasta Balam, el Dios que acusa, podía ser aplacado por el valor y el coraje de los héroes. A Raki le gustaban más las limitaciones y contrapesos que existían entre sus dioses, que la idea de un solo Dios Todopoderoso y caprichoso que no tenía que rendirle cuentas a nadie de sus actos de la religión cristiana.

Desafiar a los dioses, cuestionarlos o desobedecerlos era impensable en la religión Tolteca. Siempre llevaba a la ruina. Los Dioses por principio estaban por su naturaleza divina obligados a hacer el bien y cumplir su palabra. A reconocer sus errores y enmendarlos. Las bravuconadas y desacuerdos que Raki le había expresado para la Chaman eran hacia lo que ella decía. ¡A los Dioses nadie los podía desafiar, ni siquiera los semi-divinos Toltecas! ¡A Raki le parecía contradictorio e indigno de los Dioses que un noble y valiente Tolteca tuviera que desangrarse hasta morir en la Pirámide-Montaña para recuperar el favor de los Dioses!... Ningún Tolteca y ningún héroe desafío o cuestiono jamás a los Dioses Toltecas en todas las historias y leyendas que Raki se sabía.

Raki regresaba a la casa del señor Tiuna y se fue derecho al cobertizo. Se puso a pensar en lo que tenía que hacer. Esperaba que la Malinche estuviera recuperada, ¡lo que resolvía su problema! Ella se iba sin matar a nadie y el quedaba en paz con su conciencia… ¡pero no iba a ser así con un cuchillo de obsidiana en el corazón! La otra opción también le resolvía su problema, ella estaba muerta de sus heridas y él la devolvía al montículo de piedras. Nadie se enteraba jamás que el había desobedecido y despertado a la Bruja de los ojos plateados. Con el tiempo la gente que el conocía de toda la vida lo volvían a tratar como antes.

La tercera opción era que no hacia nada y dejaba eso a la voluntad de los dioses. ¡El muchacho se revolvía inquieto! Si empezaban a desaparecer llamas… o personas…

El muchacho estaba en el laberinto de túneles con la comida, la Chaska de la Malinche y con una vela encendida. Finalmente estaba de frente al templo tallado en roca. La luz de la vela titilaba. En su cabeza escuchaba las voces de todos hablándole de que la Malinche era una mercenaria. Una asesina sin sentimientos o emociones. Ella era un monstruo igual o peor al Yoma. Una extranjera que no pertenecía al pueblo. Recordó que se decía que las Malinches cuando fueron humanas cometieron crímenes tan atroces que los dioses las condenaron a pelear por toda la eternidad contra los Yomas. Ni siquiera en la muerte hayan descanso por que su cuerpo y su alma son utilizados para crear otra Malinche. Las Malinches estaban malditas. ¡Ayudar a la Malinche era desafiar a los Dioses!

Raki se acobardo con ese pensamiento. El no era uno de los héroes de las antiguas leyendas. No era valiente, noble o fuerte. El creía que era un ser humano común y corriente, no un Tolteca semi-divino de sangre dorada sagrada. ¡Hasta un noble y valiente Tolteca entre desafiar a los Dioses o la muerte, prefería la muerte! No era un niño, pero tampoco un hombre. Solo era un pastor de llamas ignorante, pagano y supersticioso. La vela titilaba en su mano y con la otra el muchacho la protegía de las corrientes de aire.

-Inti, ¡que se cumpla tu justicia!- Se le escapo decir al muchacho-¡pero en mi corazón siento que esto es lo justo y lo correcto!

Las palabras eran del Dios Conejo cuando aceptaba el castigo de Inti y reconocía que lo desafiaba abiertamente. ¡Que desafiaba a todos los Dioses Toltecas y las sagradas leyes de Inti! El dios supremo lo castigaba convirtiéndolo en un conejo mortal parlante. El Dios Conejo era un Dios y estaba en su derecho a oponerse a sus iguales. Raki no, era un ser humano y sus palabras solo agravaban la ofensa a los dioses. El niño dudo por unos instantes y luego soplo la débil llama de la vela y esta se apago. Al entrar al templo dijo:

-Balam, ¡Guíame en la oscuridad y haz que no tema a la muerte!

La luz del cuerpo a los pies de la estatua era débil, pero más fuerte que la de anoche. El aspecto del señor del inframundo era sobrecogedor. Raki se sintió pequeño e insignificante ante las fuerzas y poderes que dominaban el universo. Balam era el Dios que acusa. Su aspecto era intimidante y amenazante. El muchacho se fue acercando a la joven que parecía profundamente dormida. Raki vio que respiraba con normalidad. La joven seguía con vida. ¡A Balam le complacía su valor y coraje!

Pero Balam no era un Dios al que se le daban las gracias. Siempre en las leyendas antiguas solía decir, cuando perdonaba la vida de un guerrero valiente por encontrar que su corazón era justo y recto, antes de desaparecer de la vista de los Toltecas que lo habían invocado:

-El destino final de todo lo que vive es la muerte… ¡no se alegren pobres y míseros mortales!... ¡solo dejo para otro día lo que es inevitable!…

Raki toco la frente de la joven. Ella seguía ardiendo en fiebre. El mango del puñal salía de entre sus senos por una abertura que Raki le había hecho al vestido de Clare para ese fin. Los vendajes para sus heridas Raki creyó que no era necesario cambiárselos. La comida que le había traído no hubo forma de que ella la comiera. El agua si se la tomaba cuando Raki se la daba a beber. El muchacho pensó que a lo mejor no comía, si no que también era la luz la forma en que se sustentaba. Con mucho cuidado la tomo entre sus brazos y la llevo al haz de luz de luna. Desde el boquete en el techo del anfiteatro subterráneo se podían ver las estrellas.

El muchacho deposito a la joven en el suelo con cuidado y dejo que la luna la bañara con su luz. Tocarla y estar cerca de ella era aún desagradable. El muchacho retrocedió algunos pasos, hasta que ya no sintió el Youki de la guerrera de los ojos plateados. El joven saco su ocarina y empezó a tocar una melodía antigua y melancólica sentado en una piedra. La música llenaba todo a su alrededor haciendo la escena irreal, onírica… como de un sueño. El muchacho estaba en medio de la oscuridad total y sin saberlo su sangre era dorada otra vez en sus venas. La música retumbaba y chocaba entre las paredes de roca sin que se pudiera saber de donde procedía y parecía ser de mil ocarinas tocadas con maestría y perfecta sincronización. El muchacho no lo sabía, pero la ocarina la usaban los Toltecas para llamar e invocar a los Dioses.

El muchacho considero que ya era suficiente tiempo. No uso la luz de las velas por que recordó que fue con una con que le había despertado la parte Yoma a la Malinche. El muchacho le toco la frente que seguía de igual de caliente. Ignoraba si había resultado su idea de ponerla debajo del haz de luz de luna para darle de comer. ¡Ya no se le ocurría nada más!... necesitaba que la Malinche recuperara el sentido y le dijera que hacer…

El muchacho miraba el puñal de obsidiana enterrado en el corazón de la joven. Cerró los ojos. Las sentencias de Inti eran irrevocables, pero el Dios Solar siempre dejaba una esperanza, una salida para todos aquellos que eran condenados por quebrantar sus justas leyes. Un juramento en nombre de Inti era sagrado, pero era negociable. El Dios consideraba las circunstancias en que era proferido un juramento en su nombre y cuando perdía su validez. En muchas leyendas antiguas era la salvación de los héroes la forma en que Inti decidía como un juramento en su nombre debía de ser interpretado o si era valido, incluso el mismo Dios podía liberar del juramento a quien lo hacía.

Los juramentos de conejo eran falsos, se hacían a la ligera y nunca se tomaban en serio. Al decir “¡Tu juramento es de conejo!” o “¡tu palabra es de conejo!” se indicaba que alguien decía mentiras o no creías que el otro cumpliría con algo. Los juramentos a Balam eran inquebrantables y no eran negociables.

El Dios Conejo mostraba lo oculto. Pero ocultar a los ojos de los mortales el mundo de los dioses, proteger los secretos que los hacían amos y señores del universo era función del Dios Balam. Cuando se hacía el juramento en nombre del señor del inframundo, Balam ponía a prueba el alma y el corazón de la persona que hacía el juramento. En las leyendas antiguas muchas personas perdían la vida al fallar la prueba, por que Balam tenía el poder de otorgar o quitar la vida. Solo los Toltecas o los héroes verdaderos elegidos por Inti, pasaban la difícil prueba a duras penas. A Inti no podías pedirle nada en contra del orden natural, ¡Pero a Balam si!... si estabas dispuesto a pagar el precio, ¡por muy alto que fuera!

-Balam, por 12 años el Yoma fue una pesadilla que atormento nuestras vidas… para ti que eres eterno y que existes desde los inicios del tiempo no significa nada, pero para mi, ¡es toda mi vida!... el Yoma asesino a muchas personas en este pueblo, utilizo a mi hermano para hacerlo, mato a mucha gente querida por mi… para ti no significa nada por que siempre has considerado a la raza humana como poca cosa… pero ¡a mi me alegra que ahora sus almas puedan descansar en paz!... el Yoma iba a matarnos a todos, ¡iba a matarme!… tu me dirás que el ser humano solo es digno y merecedor de la muerte, que toda la gente del pueblo ahora esta en mi contra… pero yo solo te digo que han sufrido mucho, que a pesar de los defectos y errores que los humanos tienen, ¡también tienen virtudes que los hacen merecedores del don de la vida otorgado por los Dioses!… yo estoy en deuda con la guerrera sin nombre de los ojos plateados… ¡Tengo una deuda con la guerrera de los ojos plateados y hago el juramento en el nombre de Balam, el Dios Jaguar y señor del inframundo, de pagar mi deuda aunque eso signifique perder la vida!... solo pido a los Dioses que hagan que su lado humano despierte, que no pueda salir de este recinto hasta que este completamente curada y no sea un peligro para nadie… que nadie la pueda encontrar o le haga daño mientras se recupera de sus heridas… que la Guerrera de los ojos plateados no lastime o mate a nadie de este pueblo en su forma Yoma…

Raki guardo silencio. Pero los Dioses no contestaron. El muchacho solo tomo a la Malinche de nuevo entre sus brazos. La llevaba de nuevo al templo. Antes de cruzar el umbral se detuvo un momento. Trago saliva y tomo una bocanada de aire. Sin decir nada entro. ¡A partir de ahora su corazón y su alma estaban en manos del Dios Jaguar! Balam no lo iba a guiar en la oscuridad y solo siendo capaz de superar el miedo a la muerte pasaría la dura prueba que el Dios le pondría…

El muchacho coloco a la chica de nuevo a los pies de la estatua. El aspecto del coloso no había cambiado y la débil luz que emanaba la bruja de los ojos plateados le seguía dando un aspecto sobrecogedor. El muchacho comenzó a atar de nuevo a la muchacha. Se quedo mirando el mango del puñal de obsidiana. Alzo la vista para mirar al iracundo señor del inframundo y luego sus ojos se volvieron a posar en el mango del cuchillo. ¡El muchacho tomo el puñal con sus dos manos y lo saco del pecho de la joven! La herida borboto una sangre espesa entre negra y roja. Se cerró de golpe completamente cicatrizada. La joven solo dio un débil gemido, pero seguía dormida. El muchacho la cubrió con una manta y le dejo su Chaska al lado. Pensó que el arma era algo que solo su lado humano sabía usar, en su forma Yoma era como un animal y no la necesitaba. Quizás su Chaska la ayudaría a sanar más rápido o a despertar su lado humano.

Raki le hizo una respetuosa reverencia a la estatua antes de irse. Ya en el exterior, el muchacho tiro lejos de sí el cuchillo de obsidiana. El muchacho se asusto al escuchar un burbujeo. Al buscar de donde venía el sonido observo como la sangre roja del cuchillo se volvía negra y como un acido deshacía el cuchillo hasta hacerlo desaparecer.

El muchacho caminaba rumbo al cobertizo otra vez. Pensaba que le quedaba todavía algo por hacer. Para invocar al Dios conejo Clare le había enseñado de niño a hacer la cabeza de conejo. Para llamarlo se cruzaban los dedos medios e índice y se cerraban los demás dedos. Si tenias que decir una mentira ponías la mano por detrás de la espalda y la mentira te salía bien si no era con malas intenciones. Para llamarlo cerrabas los ojos y cruzabas los dedos con las dos manos, con eso te salía bien cualquier travesura que hacías. Pero Clare le hizo una advertencia:

-“El Dios Conejo tiene un sentido del humor muy negro. Le gustan las bromas pesadas y pasarse de la raya cuando sabe que Inti no lo va a castigar o no lo va a descubrir. Es el dios de la burla y el engaño. Del caos, el desorden y la confusión. El te ayudara si lo desea, pero también se querrá divertir a tu costa. ¡Va a complicarte la vida si le pides su ayuda! Te pondrá en situaciones absurdas, ridículas y grotescas para reírse de ti. Es un Dios voluble y caprichoso. Si empieza a aburrirse o tramas algo malo, te dejara cuando más lo necesites y se divertirá con el castigo que te den… ¡hay que estar en verdad desesperado para pedirle su ayuda en algo serio de vida o muerte!”

Raki cerró los ojos y cruzo los dedos de ambas manos.

-¡Dios Conejo, Necesito tu ayuda y guía!... ¡Ayúdame a cumplir mi juramento para no perder la vida!

Raki era muy inocente y crédulo. Clare sabía que Raki le mentía cuando ponía una o las dos manos por detrás de la espalda. Cuando lo sorprendía con los ojos cerrados y con los dedos cruzados era que estaba tramando alguna travesura… ¡El Dios Conejo también era el Dios Tolteca favorito de Clare!... Raki no entendía como era que Clare siempre lo descubría o lo atrapaba… ¡Ella le decía que era por Inti, el Dios Sol!… cruzando los dedos disimuladamente por detrás de su espalda con mayor habilidad y destreza que Raki.

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