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Mi primera esposa

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El siguiente relato ocurrió hace muchos años, cuando vivía con mi primera esposa, con la que sí disfruté mucho el sexo, se portaba desinhibida con la que seguramente habríamos llegado a hacer muchas locuras si se nos hubiera ocurrido.

Resulta que por su trabajo, mi esposa tenía muchas amigas, las cuales en su mayoría eran mujeres que vivían en comunidades muy apartadas y al concluir hasta muy tarde su jornada laboral tenían que quedarse a dormir en hospedajes cuyo costo a final de mes les restaba mucho de sus ingresos.

Por tanto, al ver que sus dos amigas, Patricia y Josefina mermaban mucho sus ingresos por tener que hacer pagos de hospedaje o de servicio de transporte cuando no tenían donde quedarse, optó por darles oportunidad de quedarse a dormir en casa.

La verdad es que a pesar de que me gustaban, nunca les falté al respeto, porque pensaba que podrían quejarse con mi mujer de que les había pedido una cita o bien invitarlas a tomar el café, entonces guardaba mis sentimientos en el baúl de los olvidos.

El caso es que en una ocasión mi mujer tuvo que viajar fuera de la ciudad para visitar a unos familiares, porque una de sus tías había enfermado y decidió acudir a atenderla por unos días porque no había pariente cercano que se hiciera cargo, por tanto su estadía fuera de la ciudad se prolongó por espacio de varias semanas.

Ante la ausencia de mi mujer una tarde decidí entrar en una taberna para tomarme unas cervezas, ya que había bastante calor, siendo grande mi sorpresa porque una de sus amigas, Patricia, estaba almorzando ahí. Después de platicar un rato se despidió, porque además argumentó que una compañera de trabajo nos había visto y se lo iba a decir a mi mujer que nos había visto juntos y no quería problemas.

Sucedió lo que se espera. La compañera de trabajo de mi mujer le dijo que me había visto muy acaramelado a la hora del almuerzo con Patricia porque la había ido a buscar y seguramente de ahí nos fuimos a un motel.

Mi mujer me reclamó muy enojada, que como era posible que en su ausencia por cuestiones de enfermedad de su pariente me había dado la gran vida cogiendo con una de sus compañeras de trabajo. No sólo yo fui víctima de sus celos enfermizos y los comentarios infundados, sino que también su amiga Patricia sufrió las consecuencias porque aparte de dejarle de hablar, ya no le permitió quedarse a dormir en casa.

Entonces busqué a Patricia y le indiqué que eran lamentables las acusaciones que nos hacían mi mujer y su compañera de trabajo, por lo que llegamos a la conclusión que para que mi mujer se enojara con provecho, que pusiéramos en práctica nuestros sentimientos, porque ambos nos gustábamos.

A raíz de eso, Patricia y yo disfrutamos de nuestro amor, y me topé con una mujer que era totalmente caliente, que no le podía tocar los muslos porque empezaba a mojarse totalmente, a través de su ropa interior podían palparse sus jugos que salían a chorros

Durante muchos meses disfruté al máximo las relaciones sexuales con Patricia, toda vez que es una mujer que se entrega en cuerpo y alma a la relación, ya que hacíamos el amor casi a diario, se me entregaba totalmente, siendo su platillo favorito el sexo oral, anal y que me corriera en sus senos.

Nuestra relación fue muy duradera, la disfrutamos al máximo porque a pesar de mi matrimonio, Patricia me atendía muy bien, conocía mis gustos sexuales, ya que después de que terminaba, le gustaba volver a ponerme erecto el pene metiéndolo en su boca cuando estaba flácido hasta despertarlo totalmente, no sin antes lamer los restos de semen que quedaban en la punta.

Desde luego que yo no me quedaba atrás, ya que también le lamía su conchita y me tragaba mi semen y sus fluidos, que al juntarse en uno sólo eran un manjar, mejor que un ostión.

Además, le gustaba rasurarse su conchita, le gustaba que yo se la rasurara, además de que en muchas ocasiones me decía que terminara en sus pocos pelos y que ese semen me lo echara en la boca y así la besara.

Quiero decirles que por arte de magia mi mujer "perdonó" a Patricia y nuevamente le permitió llegar a dormir a casa al concluir su jornada laboral, lo cual era aprovechado por Paty y por mi, para dar rienda suelta a nuestro amor mientras mi mujer se encontraba ausente, ya fuera porque saliera temprano a trabajar, o aun no llegara de sus cotidianas labores.

Cogíamos de lo más rico en mi casa, donde disfrutábamos de nuestro amor, donde dábamos placer a nuestras fantasías sexuales que eran de lo más fabuloso, porque cogíamos en la misma cama donde más tarde me acostaba con mi mujer y cogía también con ella que gemía de placer, lo cual se los contaré en otra historia.

Hicimos muchas locuras sexualmente hablando, muchas posiciones.

Fueron muchos meses de felicidad, hasta que un día me dijo que lo nuestro ya no podría ser porque debía volver a su pueblo, por lo que un día nos despedimos sexualmente, haciendo el amor como locos, nos bebimos sus jugos, mi semen, terminé en su boca, en su culo.

Desde ese entonces ya no la he vuelto a ver, como tampoco a la que en ese entonces era mi mujer.

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