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Camino sin retorno (2 de 4)

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Continuando con mi anterior relato, donde tuve mi primera relación con un integrante de la familia (Miguel) en la cual me hospedaba en mis años de estudiante, pasaré a contarles lo sucedido con posterioridad.

La relación que había iniciado con Miguel, podrán suponer, me inició en el sendero de la homosexualidad, no sé si me inició, porque en ese momento pude darme cuenta que en realidad siempre había sido gay y faltaba sólo dar el paso final. Esto por supuesto trae consecuencias. Si bien, uno se da cuenta que es gay, no es fácil asumirlo, porque hay un ambiente en el que uno se ha formado que no comparte o no entiende que significa ser gay, o sea no es fácil salir del closet, y yo en ese momento no estaba preparado para dar tan importante paso, o no me atrevía. Sabía que en algún momento debía hacerlo, pero no en ese momento.

No pude dormir en toda la noche que estuve con Miguel. Al principio, creía sentirme feliz, y de hecho lo estuve, sin embargo, al razonar con mas calma, apareció el fantasma del "qué dirán", mi familia, mis amigos, amigas y mi ambiente universitario. Sabía que sería muy difícil, lo cual me producía una increible angustia. Reconocerse distinto en un mundo donde todo está diseñado para los heterosexuales y en el cual siempre había subsistido, me parecía imposible. No sería capaz de dar el paso siguiente. ¿Cómo podría revelar estos sentimientos ocultos a mi padre, quién siempre se había esforzado por buscarme compañía femenina y me golpeaba la espalda cuando se enteraba que estaba saliendo con tal o cual amiga, y me conversaba de sus futuros nietos al llegar a la vejez?

A la mañana siguiente, le expliqué que lo que había pasado era culpa del alcohol y que nunca volvería a repetirlo. El solamente se rió y me dijo "tú ya estás marcado, aunque finjas ser hétero, yo te puedo dar firmado que caerás nuevamente en manos de un hombre. A mí me pasó lo mismo. Cuando estaba en el ejército, tuve un par de relaciones furtivas con unos compañeros, y yo creía que era sólo por la necesidad de sexo. Estaba seguro que eran aventuras pasajeras. Había escuchado decir que en la milicia, como en la cárcel o en los internados, los hombres llegan a tener relaciones por necesidad, y eso bastó para justificar lo que estaba haciendo, pero eso no era verdad, si te metes con un hombre y te gusta, siempre se repite, es como una necesidad que sale de lo más profundo de tu ser. Puedes mantener las apariencias, pero al final siempre cedes". Sus palabras, me asustaron. Yo no quería entrar en ese juego, le dije que había sido un error y que no volvería a pasar. ....Mentí.

Como había iniciado mi periodo de vacaciones, me preparé y volví a mi hogar en la capital. Me alegró el ver a mis padres y hermanos. Ellos notaron algo distinto en mí, ya que obviamente mi comportamiento cambió. Estaba mas retraído, preocupado. Yo sólo les decía que era cansancio por los estudios, pero que todo estaría bien, incluso llegué a pedirle a mi padre que me cambiaria de pensión porque no estaba cómodo (no me atrevía a volver a casa, me sentía asustado y con un dejo de culpabilidad) Él por supuesto me explicó que no había dinero suficiente, al menos ese año, y que me aguantara un semestre más. No me quedó otra opción que volver a la misma casa.

Cuando retomé mi segundo semestre, al volver donde alojaba, me recibieron los padres muy atentos. La señora estaba aún enferma pero en casa, convaleciente de su operación. Los hermanos estaban fuera, habían conseguido trabajo en un aserradero cercano. Me dispuse a ordenar mis cosas y mis apuntes para volver a la universidad. En eso estaba cuando siento que llegan los hermanos. Me acerco a la puerta y escucho que la madre les comenta que yo había regresado. En ese momento estaba muy nervioso, no sé si quería o no volver a ver a Miguel. Siento que golpean a la puerta. "Adelante, está abierto". Era Miguel. No pude contener mi nerviosismo, se acercó y me estrechó la mano. "Bienvenido". No dijo nada más y se retiró. Quedé inmovilizado. Ni siquiera podía respirar. Lo único que sentía eran los fuertes latidos que retumbaban en mi cabeza. No salí de mi habitación y me acosté pensando en lo sucedido. A partir de ese momento me di cuenta que tenía sentimientos encontrados por Miguel. No me atrevía a estar cerca de él, sin embargo ansiaba verlo, sentir su olor, su presencia. Era un deseo más fuerte que yo. Finalmente tuve que reconocerlo. Me había enamorado de un hombre, Miguel.

Consciente de mis sentimientos, al día siguiente me fui a la Universidad y al regresar a casa estaban todos cenando en familia. Me invitaron a participar con ellos. Me senté a la mesa frente a Miguel. La conversación versaba del trabajo de los hermanos, contaban sus experiencias laborales. De pronto siento que algo hurguetea en mi bajo vientre. Me pilló desprevenido y se me salió un gritito "...hay", "lo siento, me quemé con la sopa". Al bajar la mirada vi un pie y asumí que era de Miguel. Lo observé de reojo y estaba sonriendo, aunque no me dirigía la mirada. Continuó con su manoseo (en realidad su pies..seo) y obtuvo respuesta. Mi erección estaba a mil, lo estaba gozando. Luego fui a mi dormitorio.

Estaba por quedarme dormido, pensando en Miguel, cuando siento que alguien ingresa a hurtadillas a mi dormitorio. Era Miguel y debo reconocer que lo estaba esperando. Me susurró al oído. "Hola amorcito como está, tanto tiempo sin vernos, no sabe cuanto lo echaba de menos, me has sido fiel" y se acostó en mi cama. Yo no dije nada y me di vueltas. Pude sentir que ambos estábamos desnudos. Me beso lenta y tiernamente. Yo aún dudaba si parar o continuar. Traté de detenerlo, pero me apretó con fuerzas y pude sentir su miembro erecto sobre mis caderas. Me entregué a los deseos, ....sí, porque lo deseaba y mucho.... Comenzó a acariciarme los pezones, que estaban duros como roca, igual que mi verga. Me volteó y comenzó a trabajar mi agujero, que ya estaba húmedo, ....no sé como pero estaba húmedo. Introdujo los dedos suavemente. No había dolor, sólo placer. Se instala sobre mí, me toma por la cintura y me acerca a su miembro y lo introduce suave y lentamente. Yo podía sentir su recorrido, reconocer el glande y luego el tronco y el delicioso juego de mete y saca. Tuve un orgasmo sin siquiera tocarme, y él continuaba con su labor. Sentí mis entrañas inundadas de su semen y sus palabras "ahhh, mi amorcito, te tengo otra vez, como eché de menos tu culito calientito y apretadito, te deseaba todas las noches desde que te fuiste". Quedó un rato sobre mi, sin palabras, sentí como su sexo disminuía en mi interior. Le agradecí por el placer.

Continuamos manteniendo encuentros nocturnos furtivos en los cuales yo siempre era el que recibía y él me daba. Nunca me tocaba la polla, sólo me acariciaba el torso las nalgas y me introducía su erección. Además, las mamadas siempre eran de mi parte. Le recriminé varias veces porqué no cambiábamos de posición, y me decía "no, yo no me dejo ensartar, eso es para los maricones a mi me gusta solo meterlo".

Como todo en la vida se termina, en resumen, Miguel consiguió un trabajo fuera de la ciudad. Al principio lo extrañaba, pero el tiempo se encarga de curar heridas. Por sus hermanos supe que había dejado embarazada a una mujer en el lugar donde trabajaba y que se casaría con ella. Eso terminó con cualquier sentimiento. De aquí en adelante sólo llevaría su recuerdo, y el reconocimiento en lo más interno de mi que soy homosexual, no asumido, pero gay al fin.

Al año siguiente, mis padres lograron mejorar su situación económica y surgió la posibilidad de compartir un departamento con tres compañeros de Universidad. Me fui a vivir con ellos... pero esa es otra historia...

(9,00)