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El taller

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Es curioso como "al que le van a dar... le guardan", Así ocurrió con Cristian, Amparo y Stella, tres buenos amigos de la secundaria, a quienes la vida juntó en su último año de secundaria, y luego los volvió a juntar en la escuela técnica, cada uno preparándose en el campo de su predilección, a continuación les narraré un relato que vivieron estas tres personas, espero que les guste.

Vamos a describir a nuestros tres personajes, ellos son Amparo, Stella y Cristian, tres jóvenes que harán las delicias de todos ustedes amigos lectores.

Amparo es la mas joven de los tres, sin embargo la mas lanzada y descomplicada en todo sentido. Sus padres acomodados económicamente, con una casa muy linda, Llegó de otra ciudad en el último año y congenio inmediatamente con su amiga, desde que se conocieron fueron inseparables. Con un bonito cuerpo, de piel blanca y cabellos rubio claro, ojos azules, piernas largas, cintura muy estrecha, caderas espectaculares, ni que de decir de sus senos. Muy moderna en su estilo, con pircing en el ombligo y en una de sus orejas, cabello brillante, muy cuidado liso y largo, facciones bien definidas.

Por el contrario Cristian es un muchachote grande, de buen porte aunque algo lento, venido de la provincia, tímido y retraído, de pocos recursos económicos, estudia actualmente mecánica automotriz, su pasión son los coches, vive en la parte posterior de un taller donde además trabaja en las tardes para poder pagar sus estudios, llegando a sus veinte años al momento de esta historia, con muy poca experiencia de la vida salvo la mecánica, oficio que conoce desde muy joven, hijo único, súper protegido, amigo desde la infancia de Stella y compañero en el último año antes de graduarse en la preparatoria de Amparo.

Stella, morena, con la piel canela, deportista de tiempo completo, amante del sol, con unos espectaculares ojos negros, con el cabello rizado, tipo de mujer latina, extrovertida alegre y muy abierta.

Ellas para esa época, haciendo los primeros semestres de arquitectura. Casi siempre andan juntas, hacen sus trabajos en equipo, se tienen mucha confianza, se conocen todas y cada una las historias, amores y desventuras.

Amparo hace muy poco por descuidada estropeó el coche de su padre, presintiendo la posibilidad de tener que retornar a andar a pie, decidió pedirle ayuda a su amigo Cristian para que se lo arregle rápidamente a fin de evitar que su padre sé de cuenta y la castigue.

Cristian aceptó hacer el trabajo ese mismo día y por ello desde temprano se dedico a realizar todos los preparativos, reparar el vehículo. Así las cosas, Amparo confía que en la noche pueda regresar a su casa sin que nada se note y por lo menos así ocurrió aunque ella si pudo experimentar una gran cantidad de emociones nuevas, y muchas que ya conocía.

Eran mas o menos las cinco de la tarde cuando Amparo salió del instituto con su amiga Stella rumbo al taller, a propósito, Stella había tenido ese día clase de tenis y su amiga insistiéndole en la urgencia de ir a recoger el vehículo no le había dado tiempo de cambiarse, por tanto ella simplemente colocó su vestido, su ropa interior, su toalla y sus sandalias en su maletín de deportes y rápidamente salió con su amiga.

―Que crees, ¿será que ya resolvió Cristian mi problema?

―por tu bien espero que sí.

―¿tienes prisa en regresar a tu casa hoy?

―No, ¿la tienes tu?

―No.

Siguieron caminando y comentando las novedades del día. Amparo hoy había quedado sorprendida, le llamó la atención ver a su amiga Stella de aquella forma con aquel uniforme deportivo, la faldita muy corta y con mucho vuelo, sus piernas largas y bronceadas, la blusa pegada a su cuerpo y resaltada por el sudor especialmente entre sus senos, su cabello húmedo y enredado, sus cachetes colorados después de haber tomado la clase.

Su mente se agolpó en pensamientos libidinosos, como sería aquella mujer desnuda y acalorada, pensó si su amiga tendría las marcas del bronceado en los senos y la cadera o si se broncease totalmente desnuda, y entre conversación y conversación le pregunto:

―¿Oye tu, tus tetas están todas bronceadas o tienes allí las marcas de tu bikini?

La pregunta sonó casual, pero Stella se ruborizó, por un momento no supo que contestar.

―Yo me bronceo siempre con mi bikini puesto... o que creías.....

―Calma, solo preguntaba, ¿entonces tus senos son blancos?

―Sí.

―Te puedo hacer otra pregunta, dijo sonriendo Amparo, y mirándola a directamente a los ojos le disparó:

―¿De que color son tus pezones?... ¿son grandes?

―Déjame en paz, eso a ti no te interesa.

Se puso seria pero por dentro sus pensamientos eran otros, ¿por qué Amparo quería saber aquello?, Mis senos eran muy lindos para mí y me gustaban una barbaridad, pero me daban mucha guerra porque los pezones se encendían fácilmente con el simple roce de la ropa interior y peor aun con el pijama o una camiseta cuando no me colocaba los brasieres, además siempre que mis pensamientos se calentaban mis manos instintivamente se colocaban sobre mis las tetas y el placer era intenso, acariciarme era una de las cosas que mas me gustaba, aunque por mi educación siempre lo había hecho a escondidas y sola, mi imaginación era muy creativa y de inmediato sentía hambre de hombre o de mujer, ya que, para ser sincera conmigo misma también algunas veces había tenido fantasías con mujeres, especialmente con Amparo, pero de allí no pasaba la cosa.

―No te pongas tonta si... solo quería saber...

―Bueno, ya que quieres saber te diré: mis pezones son color canela, ni grandes ni pequeños... ¿Satisfecha?

―Siiiii, tranquila....

En este caso fueron los pensamientos de Amparo lo que se pusieron a volar ya que siempre había sentido admiración y por que no decirlo algo de envidia, del cuerpo de su amiga, por el contrario ella era de piel muy blanca y cuando se exponía al sol lo que ocurría generalmente eran desastres, se ponía roja encendida, se ampollaba y terminaba pasando unos días con problemas por las molestias que sentía para colocarse o quitarse la ropa etc.

Siguieron caminando y hablando de otras cosas, al rato de pronto a quemarropa Stella le preguntó:

―¿los tuyos como son?

―Ha, ya... ¿de manera qué tu también quieres saber no? Y eso como por que o que...

Se sonreía maliciosamente y su amiga se puso colorada, se ruborizó.

―Bueno si no quieres no me digas ¡NADA! .....

―que animal te picó, por que te pones de mal genio...

Seguía sonriendo son esa risa maliciosa y así le replico:

―Para que sepas....... mis tetas son de lo mas ricas, ¡ni te imaginas!, Mis pezoncitos son rosados y prietos pero además se ponen muy duros y crecen cuando los acarician. , a mi no me da vergüenza como a ti.....se mordió el labio inferior y se abrazo a si misma de lo mas insinuante.

Stella prefirió guardar silencio, sus pensamientos se habían alborotado, sus piernas temblaban empezó a sentir un desasosiego en su bajo vientre, como emoción y miedo al mismo tiempo y una andanada de ideas locas fluían en su mente, le daba como pena mirar de frente a su amiga, la imagen de su cuerpo, sé hacia presente en formas diversas el mismo que tantas veces había deseado en sueños pero que hasta ahora no había sido capaz de confesar.

Cuando menos pensaron estaban en la puerta del taller donde Cristian trabajaba, sin embargo se preocuparon porque encontraron la reja cerrada. Golpearon varias veces pero nadie contestaba, la pequeña puerta que daba acceso al departamento también estaba cerrada, pero cuando Stella tomó la chapa se dio cuenta que no tenía puesto el seguro, entonces con precaución abrió lentamente la puerta.....

Las dos amigas intrigadas entraron despacio, sabían que estaban invadiendo terrenos privados, sin hacer ruido quedaron en el centro de la habitación, al contemplar en rededor apreciaron que esta se encontraba algo desordenada, una cama a medio tender, el computador prendido en una esquina con un protector de pantalla que mostraba una rubia en cueros con unos senos enormes, una caja de pizza abierta, una lata de cerveza, un pantalón con unos bóxer adentro arrugado cerca de una silla, unos libros sobre la mesa, todo aparentemente muy normal si tenemos en cuenta que Cristian vivía solo, Amparo se acercó a la cama y de pronto algo llamó su atención, había un cajón de la mesa de noche a medio cerrar y se veía una revista allí, entonces terminó de abrir el cajón y Se encontró con que allí, fuera de una tira de condones, había varias revistas que de inmediato se convirtieron en el centro de atención.

Al tomar la primera revista y ver la portada entendió que se trataba de una revista para adultos, llena de fotografías y poco texto, inmediatamente llamó su atención, picara le mostró a su amiga y le hizo señas para que se acercare, ambas quedaron sentadas sobre el lecho contemplando las revistas que Amparo había descubierto.

―Bonito cuerpo este ¿no te parece? Dijo Amparo mostrando a su amiga una foto de pagina entera con una hermosa mujer en una pose muy sexy, unos senos espectaculares, las piernas ligeramente abiertas, su pubis muy arreglado y depilado, el conjunto muy apetecible.

Stella apenas, con un murmullo contestó algo entre dientes, aunque le pareció espectacular no sabia como expresarlo, todo un mundo se abría a sus pies, hacia un instante había tomado otra revista y de inmediato se dio cuenta que en ella solamente aparecían mujeres amándose físicamente de todas las maneras imaginables, su corazón continuo latiendo aceleradamente y toda ella era invadida por un nerviosismo extraño, intenso pero muy agradable.

En esa circunstancia estaba su amiga, cuando Amparo intrigada se volteo haber que estaba haciendo Stella, por encima de su hombro comenzó a contemplar las escenas de esa revista.

―¿Te gusta?, le preguntó como en un susurro, acercando su boca o la oreja de su amiga...

―SÍ.

―¿Mucho?

―SI, casi gritó...

Eran monosílabos, pero la expresión de su rostro hablaba por si sola, Amparo no supo cuando, pero de repente deslizó su brazo por detrás y sorpresivamente tomo el seno de su amiga, esta se quedo muy quieta y expectante, no hizo ningún movimiento, no quería interrumpir esa iniciativa, no dijo nada simplemente esperó.

―¿Y esto también te gusta? Le dijo algo agresiva e incitante, ese tono de voz era una clara invitación, Cerro su mano apretándola lascivamente y con los dedos trato de acariciar por encima de la blusa el pezón que de inmediato respondió, reaccionó poniéndose duro y marcándose claramente sobre la tela de su blusa

Stella se dejaba hacer, su respiración se hizo más rápida, y su mente y su cuerpo pedían a gritos que continuara, que no se fuera a detener por ningún motivo.

Amparo interpretando correctamente esos pensamientos soltó la revista que hacia unos instantes estaba contemplando y paso su otro brazo, rodeando su estrecha cintura y acariciando desde la espalda ambas tetas suaves pero lujuriosamente, sus manos se movían circularmente, cada vez tomaba mas control de la situación, sus labios se acercaron de igual manera por detrás y empezó a besar suavemente el cuello de su amiga produciéndole una serie de escalofríos que la obligaban a moverse descontroladamente, por instinto, Stella giró su rostro y las dos mujeres quedaron rostro con rostro, se dieron un primer beso, el inicio de su experiencia entre ellas, primero sus labios tímidamente, luego se abrieron sus bocas y se dio comienzo a una batalla de lenguas, el pudor y el temor se habían perdido completamente, habiendo sido reemplazado por una pasión indescriptible, nunca antes se había imaginado, que hoy se encontrarían en estas circunstancias...

La batalla apenas había comenzado, Amparo era quien tenia la iniciativa en estos hechos sin embargo su amiga Stella se dejaba hacer y momento a momento perdía el control, los sueños y fantasías inconfesables se estaban haciendo realidad, ya no querían ver mas revistas, deseaban continuar con la acción, por ello Amparo, en una forma ágil, desabotonó los tres botones de la camiseta deportiva y sin ningún miramiento, bajo sus manos y tomando el borde inferior de la misma, retiro por la cabeza la prenda de su amiga, inmediatamente brotaron un par de tetas medio escondidas en un brasier moderno de color rosa pálido, muy delicado, por fin, podía ver a su miga en toda su magnitud, tendría en vivo y en directo respuesta a la pregunta cuando partieron del Instituto rumbo al taller...

― Son mas lindas de lo que me imagine!!!!

―tómalas son tuyas..., ¡solo tuyas!!! Y se estremecía....

―¿De verdad? Mas que un interrogante era una invitación...

―Si, siiiii, gemía Stella, Pero tómalas....

―Amparo se movía muy lentamente para mortificar mas a su amiga...

―Una de sus manos se introdujo por entere el brasier y literalmente sacó un seno de su escondite, efectivamente el pezón estaba duro, la seña del bikini marcaba un claro limite y ese contraste era muy excitante, más bonito que como lo había descrito Stella, lentamente la boca de Amparo se fue inclinando, esa demora hacia más incitante el momento, antes de colocar su boca allí la miró a los ojos divertida y emocionada, Stella, fue quien acercó su pecho a la boca, no podía aguantar mas, quería sentir, jadeaba muy bajo sentía que su pasión crecía y se desbordaba.

Amparo de igual manera estaba muy alborotada, sentía hambre de esa mujer, ya se habían destruido todas las barreras, la tenue oscuridad del recinto, el hecho de sentirse intrusas hacia más excitante el momento, la espina dorsal transmitía sensaciones o todo su cuerpo, recorriendo cada punto de su geografía, sus músculos genitales se contraían involuntariamente, su mano por instantes se acariciaba allí y la emoción crecía, pero aun estaba la ropa como limite.

Desabrochó el brasier de su amiga pues quería verla toda, contemplarle los pechos en toda su dimensión, el conjunto era muy insinuante, la faldita le daba un aire de candidez pero había que quitarle la pantaleta interna, así las cosas procedieron a introducir sus manos por entre los pliegues de la falda, sujetó el borde y la fue bajando con delicadeza pero con seguridad... hasta que llegando a sus pies los levantó uno a uno y listo.

No tenia otra ropa interior, la visión era increíblemente sexy, pues la faldita se levantaba fácilmente dejando sus encantos sutilmente insinuados, un bello púbico muy bien cuidado, igualmente se mercaba la diferencia del color entre lo que cubría el bikini cuando se bronceaba y la piel blanca, ese triangulito de piel que contrataba con todo lo demás.

Inmediatamente una de sus manos inició la exploración de su entrepierna, con la palma de la mano extendida trataba de cubrir todo su sexo, la primera sorpresa que se encontró era que Stella se encontraba totalmente mojada, sus líquidos cubrían la extensión de su raja completamente, esa era una muestra mas del grado de excitación en que se encontraba.

Su pelvis al contacto de la mano se movía hacia delante y hacia atrás rítmicamente, se estremecía y contorsionaba pero cuando Amparó acariciaba el clítoris de su amiga con los dos dedos en un momento incrusto por primera vez, hasta el fondo su dedo índice en la raja Stella, enfrento y empujo solo hacia delante buscando ser penetrada mas de ser posible.

Ambas mujeres estaban como locas, Amparo la recorría toda en forma lasciva, con una mano en las tetas no paraba de apretar rítmicamente, mientras su otra mano se encargaba de esculcarla a fondo, Stella por su parte, se encontraba acalorada, quería de igual forma quitarle toda la ropa a su amiga sin embargo no paraba de apretarle las nalgas, de recorrerla toda por encima de la ropa, quería quitarle la blusa, soltó los botones y el conjunto que contempló le gustó muchísimo, sus tetas eran mas grandes de lo que parecían, además tenia unas aureolas que se marcaban perfectamente sobre la ropa interior fina y delicada, el broche del brasier estaba por delante, sin dudarlo un minuto lo desabrochó y esos dos globos brotaron como por encanto, paradas blancas y apetitosas, inmediatamente su boca se apropio de esos botones tan apetitosos, pasaba de la una a la otra, en un momento las juntó para poder tener ambos pezones en sus labios, Amparo no era insensible a esas caricias, su cuerpo le pedía mas a cada instante,

Aun permanecían de pie, Stella, únicamente con la faldita deportiva puesta, y Amparo con la blusa abierta de par en par, sus pantalones descaderados en desorden, ella misma soltó la tira con que los sujetaba, rápidamente los bajo y quedó expuesta a los ojos de su amiga con unos pantys que hacían juego con el sujetador que para esos momentos colgaba abierto de ambos hombros.

Amparo le colocó las manos en los hombros y con un suave pero seguro movimiento la empujo para que se tendiera en la cama, ella dócilmente se dejo hacer, entonces Amparo se montó literalmente sobre su amiga y empezó a besarla apasionadamente y con descaro, su boca mordía la lengua de su amiga y después rápidamente pasaba al cuello y bajaba hasta los pezones que permanecían duros y erguidos, con sus piernas abría las piernas de Stella, la faldita hacia todo más sexy no tapaba realmente nada, a estas alturas estaba arrugada en la cintura, Amparo quería abrir las piernas de Stella, los dos sexos se encontraban y restregaban, el muslo de Amparo mantenía un roce fuerte y constante, sobre la vagina, los labios vaginales de su amiga estaban húmedos y se desplazaban fácilmente, Stella hacia lo propio, su muslo igualmente se restregaba literalmente contra el sexo de amparo que también a estas alturas se encontraba totalmente mojada.

El sexo que ambas mujeres estaban experimentando era intenso, las manos de las dos parecían pulpos queriendo coger todo, querían saciar sus ansias, recorrerse todas íntimamente.

Amparo tomo la iniciativa y decidió cambiar la posición, se separó por un instante, quería juntar las dos conchas lo mas posible, así que abrió las piernas de su amiga la invitó a que sentara en la cama y se sostuviera con las manos, una posición similar habría de tomar ella, luego introdujo una de sus piernas por debajo se ensartaron y cruzaron las piernas y como sí fueran una tijeras quedaron totalmente conectadas, la escena era muy erótica, Amparo tenia una sonrisa cínica, Stella se mordía los labios, ambas mujeres sosteniéndose con el apoyo de sus brazos iniciaron un movimiento rítmico, empujaban y movían lascivamente sus cinturas para restregarse sus sexos, ambas mujeres muy lubricadas por los líquidos que de cada una de ellas brotaba.

Los quejidos y jadeos de las dos subían de intensidad en la medida que aceleraban sus caderas para rozarse mas y más, era como si cada una quisiera introducirse en la otra, sus líquidos se mezclaban entre sí y el roce era sublime, en cualquier momento se viniesen pues sus rostros así lo reflejaban, el compás, la intensidad y la rapidez de movimientos eran un claro indicio de cómo cada una quería llegar al orgasmo, pero de igual manera ansiaban satisfacer las pasiones de su compañera, era claro que este primer encuentro seria el comienzo de muchos otros, ya no había forma de ocultar los sentimientos que habían permanecido ocultos en cada una.

―Damelo todo si asiiiii, mas mas, no pares.... mas, duro si...siiiii

―Siiii, así gózalo siéntelo, ¿te gusta?

―Eres una golfa.... una perra...., mi perrita.....

―Estas empapada, ¿quieres mas? Pídelo... ¡por favor!

―Por favor... por favor....

―Así me gusta... ¡¡bien obediente. !!

Amparo se detenía por instantes aunque sabia que de igual manera en cualquier momento alcanzaría ese orgasmo que ya intuía y su amiga la miraba implorándole, rogándole que continuara pues su cuerpo le pedía a gritos mas, estaba a punto de venirse quería explotar y esa sensación le creaba un vació en él estomago y una ansiedad incontrolable, el clímax estaba cerca, su piel tenia una pequeña capa de sudor que se extendía por todas partes, Stella nunca se le había pasado por la cabeza que el sexo se pudiera experimentar de esa manera tan intensa y febril y menos con su amiga.

En un momento y como si se hubieran puesto de acuerdo empezaron a venirse, ambas jadeaban, empujaban frenéticamente, sus músculos vaginales se contraían involuntariamente, los escalofríos subían, sus caderas parecían un torbellino, como si los labios de sus vaginas se estuvieran besando, chupando...

―ha...haaaaaaaaa, que rico..., me muero...., huyyyyyyyyy. Decía contrayéndose.

―Damela.... quiero toda tu leche damelaaaaaaaa, mas mas, no pares., sigue...sigueeeeee, haaaaa, duro...siiiiiiii.

―Si tómala, es tuyaaaaa, disfrútala.......haaa

Amparo no bien había terminado de correrse, se separa de la posición que mantenían y como un rayo procedió a besarle la concha a Stella, le lamía primero el clítoris y después chupaba los gordos pétalos de la flor, mientras sentía el rico cosquilleo de sus dedos pellizcando los pezones, era una sensación muy agradable, sentir su lengua trabajándole allí, la humedad era total, un liquido viscoso brotaba a lo largo de la raja el mismo que lamía con desesperación como símbolo del orgasmo que había experimentado hacia unos instantes, Stella permanecía con las piernas muy abiertas y la mirada como perdida, una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro.

De repente su mirada se detuvo en un detalle que había pasado para ambas totalmente desapercibido, encima de la pantalla del computador había un pequeño aparato se trataba de una cámara digital que estaba enfocada hacia la cama, pero lo que más le preocupó era ese punto rojo que indica que el aparato se encuentra prendido, por un momento sintió pánico, cerro las piernas sobre la cabeza de su amiga y en un movimiento brusco la retiro de allí, instintivamente sus brazos se cerraron sobre su pecho como queriendo ocultar su cuerpo.

Amparo pregunto: ―¿Qué té pasa?

―Stella no pronuncio palabra extendió el brazo y le indicó la pantalla del computador, en una fracción de segundo al ver la pequeña luz roja lo comprendió todo, entendió que su amigo Cristian les había jugado una mala pasada, las había estado observando todo el tiempo por medio de la cámara de su computador.

Amparo se paró y se dirigió a la mesa, al mover el mouse, se perdió el protector de pantalla, en una esquina de la pantalla estaba la imagen de Cristian activada, Amparo cliqueo allí y de inmediato, Cristian apareció allí, con una sonrisa indescriptible y habló:

―Que lo has pasado de maravilla ¿No?

―Amparo le replico: ¿y tu? Tienes algo de que quejarte Cabrón!!, ¿Seguramente has estado meneándotela todo el tiempo por cuenta nuestra no?

―Trátame bien chica que tu, has hecho con tu amiguita en mi casa, lo que les ha dado la gana.

―Yo simplemente venía por mi coche. ,Y tu: ¿dónde andas?

―En el computador de la oficina del taller.

―Mira que si eres...

―No te preocupes el coche está listo.

Pero a ustedes dos les espera el pago de una deuda no les parece?

Las dos mujeres se miraron y sonrieron, esto apenas comienza...

(9,60)