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Tuvimos sexo en el probador

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Hemos estado comiendo en un centro comercial, para aprovechar la tarde y comprar los regalos de reyes, tanto a ti o como a mí nos agobia ir de compras cuando hay mucha gente, a esta hora se puede pasear y mirar tranquilamente.

Paseando por la calle de la moda descubrimos una nueva tienda de ropa de sport americana, llama la atención porque la entrada es como si fuera una casa de esas de madera que están en las playas y salen en todas la películas Usa, decidimos pasar, cuando entramos vemos o mejor dicho dejamos de ver, el ambiente es de esos íntimos oscuros, hay luz pero muy suave, me comentas “seguro que no quieren que veamos los precios”, yo me rio y me fijo que en el fondo hay una especie de ventanas que son pantallas en las que se ve el mar, el sitio está chulo.

Nos separamos y empezamos a mirar, hay un mucha ropa, te busco y te veo con unas de las chicas que atienden, me hace gracia como ella te está intentando vender unos pantalones vaqueros y para ello hace como que te tira los tejos, me pregunto si debo ir o no, decido que no. Cuando has escogido los pantalones, me buscas, me los enseñas y me dices que te los vas a probar, yo te digo, “te has fijado en la talla? creo que son estrechos”, tú me dices” que las tallas están en la medida Americana y que la chica te ha dado la que seguro que te vale”, “ pruébatelo antes, no vaya a ser que tengamos que venir a descambiarlo”, “te noto celosilla, no te fías de lo que me ha dicho?, bueno no me mires así, voy a probármelos”.

Cuando estoy intentando adivinar el precio y la talla de una camisa, me suena el móvil, al cogerlo veo que eres tú el que me llama, “dime”, “porfi ven al probador urgentemente”, “vale donde éstas?”, “arriba, sube por las escaleras”. Subo por las escaleras, está todavía más oscuro que en la planta baja, cuando voy a pasar un señor me pregunta que cuantas prendas llevo, le digo que ninguna que tengo un amigo que se está probando unas cosas y voy a dar mi opinión, el me mira de reojo y me dice que adelante, cuando llego a los probadores, me impresiona, tienen puertas como si fueran las de las habitaciones de una casa, son amplios y tienen un pequeño asiento, pero lo que más llama la atención es que en el interior las cuatro paredes son espejos, una especie de espejo de 360º.

Te llamo en voz alta, tú me contestas que estás en el del fondo, me acerco y me abres la puerta, me dices que pase, te pregunto “qué te tal te quedan?”, “me los he conseguido poner pero ahora no me los puedo quitar, por favor ayúdame a quitármelos”, me da por reír y pienso que te está merecido… pongo el bolso mi abrigo y el bolso en el perchero, me agacho y comienzo a tirar, “joder te los tienes a presión, como te los has puesto?”, tu elevas los hombros hacia arriba, de un fuerte tirón consigo bajártelos, pero al hacerlo también bajan tus bóxer, dándome en la cara con tu miembro semi erecto, “ya sé porque no te bajaban, te ha puesto cachonda la vendedora”, “no, no ha sido la vendedora, has sido tu imagen en el espejo al verte ahí agachada”, contemple la escena y yo también me excité.

De un impulso me metí tu miembro en mi boca y diste un pequeño respingo hacia atrás, cruzamos nuestras miradas, la tuya decía adelante, comencé a lamer y a succionar tu polla que cada vez se estaba poniendo más dura, tú te apoyaste contra una de las paredes del espejo y mirabas al de enfrente, yo también miraba y daba mucho morbo, comenzaste a realizar pequeños movimientos de embestidas, como follándote mi boca lentamente, me la saque y te lamí tus huevos, me urgiste a que me pusiera en pie, nos besamos muy apasionadamente, con esos besos que solo tú sabes dar que me vuelven loca.

Mientras me besabas ibas desabrochando los botones de la camisa, me acariciabas los pechos a través del sujetador, yo te acariciaba por debajo de la camiseta, sentí como tus manos se metían por debajo de mi falda, tus dedos en mis braguitas hacían que mojara “tú también estás muy caliente”, me las bajaste y cayeron al suelo, me senté en el asiento, me abrí de piernas, te agachaste, metiste la cabeza entre mis piernas y comenzaste a lamer mi clítoris, tu lengua se movía de arriba abajo, lamiendo mis labios, empezaste a penetrar la entrada de mi vagina con la punta de la lengua, yo me tapaba la boca con las manos para que no se escucharan los gemidos, sentía como me mordisqueabas mi clítoris, mi respiración era muy acelerada.

Me levante, me puse cara a una de las caras de espejo y subí una de las piernas al asiento del probador, tú te pusiste de tras mía, me agarraste de los pechos y me penetraste desde atrás, la primera embestida casi hace que me caiga, me apoye contra el espejo y miraba como me penetrabas, la imagen que devolvía era de una fuerte carga sexual, el morbo que me daba, hacía que la excitación fuera muy grande, tus embestidas eran fuertes y constantes, como me gustaba, que placer.

Cambiamos de posición, tú te sentaste, me senté encima, empalándome con tu polla, comencé a subir y bajar, el ritmo lo marcaba yo, lento recreándome, me abrazaste y me acercaste a ti, me pediste que acelerara, que nos iban a pillar si no nos dábamos prisa, me reí, tú me besaste, así de paso silenciábamos nuestros gemidos, era una suerte que no hubiera gente en los probadores de al lado, mientras yo subía y bajaba tú empezaste a empujar al unísono, las penetraciones se hicieron más rápidas, más urgentes, bajaste una de tus manos y me acariciaste el clítoris, comencé a tener las primeras convulsiones del orgasmo, eran brutales, un millón de sensaciones todas juntas a la vez.

Me levante, tú te pusiste también de pie, yo me agache, me metí tu polla en mi boca, empezaste a follártela, comencé a sentir como te corrías, como tu leche llenaba mi boca, me la trague, te la limpie y mientras me miraba en el espejo pensaba en que habíamos terminado como empezamos.

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