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Recien casada en apuros (1 de 3)

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De los muchos adjetivos que podemos utilizar para definir cómo estaba una novia el día mismo de su casamiento, la mayoría de las personas elige el mismo: "radiante". Y así se la podía describir a Luz el día de su segundo casamiento.

Para quienes quieran conocerla mejor: Luz (38 años), madre de dos chicos, divorciada y a punto de contraer matrimonio nuevamente, es dueña de una personalidad donde sobresale el buen humor, la simpatía y un "estilo" que le permite vestir cualquier atuendo y quedar como una verdadera princesa.

Ese día, ella vestía un pantalón blanco de hilo y una ligera blusa de seda color salmón.

A pocos metros del salón en el cual ella esperaba su turno para casarse, un hombre bien parecido, vestido de traje gris y escondido tras una puerta que comunicaba los salones de espera con las escaleras, le miró por dos o tres minutos detenidamente.

El hombre bajó rápidamente las escaleras, fue hasta el estacionamiento y entró a una van por la puerta lateral trasera. Se sentó, y dirigiéndose a otros 4 que allí esperaban, definió a Luz como "Una mujer insoportablemente hermosa".

Quizás, ese detalle signó la vida de la blonda mujer, que a muy pocos minutos de casarse por segunda vez, fue secuestrada por un grupo de pervertidos cuya especialidad era secuestrar, violar y regresar a las novias (en general: primerizas).

 

La Banda.

Como banda, tenían en su haber la violación de 5 novias (3 secuestradas por varias horas tras su ceremonia civil, 1 violada en un baño de un Registro Civil poco después de casarse, y otra violada en su propia fiesta de casamiento).

Del resultado de estos ataques, dos de ellas quedaron embarazadas, y solamente una había decidido tener al bebé. Pero en todos los casos, por temor al "qué dirán" o la vergüenza pública, ninguna de ellas había realizado denuncia alguna.

Dado que ninguna de las damnificadas quería que se supiera lo que les había pasado, nunca se pasaba ni siquiera "de boca en boca" la historia real. Eso le permitía a esta banda una impunidad total para seguir cometiendo este tipo de delitos.

Su jefe –"Platero"-, (llamado así por la dimensión de su miembro y en obvia alusión al burro de la novela de Juan Ramón Jiménez) tenía un segundo -el "Púa"-, y tres secuaces más: "Garrafa", "Milonga" y el "Mudo" -que sin ser enfermos sexuales como los otros dos, no perdían la ocasión de meter su pija en cuanto agujero encontraran libre-.

Quizás aburridos por tener que actuar rápidamente para no ser descubiertos, o por no poder echarse más de un polvo con cada una de sus víctimas, decidieron que esta vez el secuestro iba a ser algo especial.

El plan era secuestrar a una novia y disfrutar de ella y en especial de todos sus agujeros sin importar el tiempo que transcurriera. Para ello contaban con la colaboración de un amigo del Púa, que les facilitaba un puesto de estancia en un campo cuyo dueño había fallecido hacía poco y cuya sucesión iba a llevar al menos 1 año, dado que los hijos del finado vivían en el exterior.

Platero era el jefe de la banda porque controlaba a los demás y porque era capaz de matar a los otros 4 por ser el primero en coger a una víctima. Era el más atractivo de los 5, y el único capaz de entremezclarse con cualquier tipo de gente. Era también quien generalmente definía a quién iban a violar.

El Púa era el más sanguinario de todos a la hora de coger, pero no se batiría a duelo con ninguno de los otros por ganar lugar en el turno.

El Mudo, era el más inteligente y preparado de todos; había conocido a Platero en la cárcel, cuando purgó una condena de 7 años por falsificación de recetas y mala praxis médica. El Colegio Médico le retiró su licencia y a partir de allí vivió como los demás al margen de la ley.

Tanto Milonga como Garrafa, eran los que menos la ponían. El primero de ellos porque era capaz de hacerse una paja mientras otro se cogía una mina, y Garrafa porque era un gordo pelotudo que se la pasaba más borracho que sobrio.

Los cinco, conformaban una banda particular, donde cada uno recibía lo que quería: reconocimiento, sadismo, venganza o pertenencia. Aún a pesar de ser tan dispares en algunas cosas, este tipo de objetivos era lo que les permitía seguir juntos.

 

Comienza la función…

-"y los declaro marido y mujer", sentenció la jueza que casó a Luz y a Alberto.

Los flamantes esposos se abrazaron, se dieron un beso y comenzaron a ser saludados por familiares y amigos que estaban allí presenciando la ceremonia.

Pasaron los minutos y fueron los últimos en retirarse del salón que ahora estaba lleno de gente dispuesta a presenciar la próxima ceremonia. A la salida, ambos se topan con un enorme gentío en las escaleras. Garrafa y Milonga se colaron entre la gente para intentar "separar" físicamente a Alberto y Luz. Ésta sin querer se adelantó más de lo necesario y allí intervino Platero.

Justo en una vuelta de la escalera y mientras Garrafa se para para atarse un cordón del zapato y Milonga intentaba ahora subir por la escalera, Platero se le acerca a Luz por detrás y le dice al oído -"si no te quedás tranquila, sonreís, y me seguís sin chistar, dos personas matan ya mismo a tus hijos".

Luz, primero se sorprendió, y comenzó a buscar a sus hijos con su mirada. Platero, tomándola de un brazo, le repitió "sonreí pelotuda, porque no están acá y si no venís conmigo ya, los matan… los querés ver vivos o muertos?".

Luz, en su desesperación no dudó en hacerle caso y se desviaron en la primera puerta, saliendo solos hacia el estacionamiento en el cual esperaban Púa y El Mudo en la camioneta.

La subieron rápidamente atrás, sentada entre Platero y El Mudo. La hicieron agachar y la camioneta arrancó rápidamente perdiéndose entre el tránsito.

Apenas tomaron una calle menos poblada, el mudo le puso a Luz un pañuelo con cloroformo en la nariz, que la dejó inconciente por un rato.

Apenas tomaron la autopista, el Mudo le bajó un poco los pantalones y su bombacha; sólo lo suficiente para meterle por el culo un supositorio (especialmente hecho con calmantes) procesado y mezclado con vaselina sólida y refrigerada a muy baja temperatura, para que apenas se derritiera en el recto de ella, la droga actuara inmediatamente.

La introducción del supositorio (el dedo anular del Mudo hasta el fondo del ano de Luz) lo había calentado tanto a Platero que aprovechando el polarizado casi total de la van, la colocó con su culo apuntándole a él y bajándole los pantalones y la bombacha (ahora casi hasta sus rodillas) se la cogió por el culo, dándose el gusto de agrandarle el ojete y de terminar de derretir con tanto fregoteo el supositorio.

Luz se despertó casi de golpe al sentir un fuerte dolor en el ano debido a los últimos empellones con los que Platero no sólo le introducía hasta los últimos milímetros de pija adentro, sino además le descargaba un fuerte chorro de leche, seguido por otras dos pequeñas entregas de líquido seminal.

Intentó gritar, pero un sopapo del Mudo a tiempo le hizo pasar a llorar directamente. Luz se quedó quieta y esperó a que Platero le retirara la vara de carne que rellenaba su recto.

Ella se subió rápidamente la bombacha y el pantalón, y llorando y en voz baja preguntó por sus hijos. Le dijeron que si se portaba bien los volvería a ver, que debería entregarse un rato más para volver luego a su casa.

El mudo la volvió a dormir con cloroformo y esta vez a diferencia de la anterior, cada media hora le reforzaba la dosis para que no despertara hasta llegar a destino.

 

La Pasadita.

Tardaron tres horas en llegar al campo y otra media hora en transitar desde la ruta principal a un puesto perdido en medio de las 1600 hectáreas de finado dueño.

Allí los esperaba "Mocho", un amigo al que el Púa una vez le salvó la vida en la cárcel.

A las dos horas posteriores, llegaron Milonga y Garrafa, extenuados por el viaje en colectivo y un tanto calientes porque intuían que alguno ya se la habría cogido en el viaje a la rubiecita.

Cuando ésta se despertó, se encontró atada a un catre de pies y manos. No obstante, la droga del supositorio ya había hecho efecto y Luz se encontraba como borracha, sin saber donde estaba y dándose poca cuenta de lo que estaba pasando.

Como atención al esmerado recibimiento del Mocho, Platero dejó que éste se la cogiera por el culo en ese momento. Pero como estaba atada boca arriba, el miembro del Mocho pudo entrar solo unos centímetros, lo que sumado a la calentura de ver a tan linda hembrita desnuda, le hizo acabar rápidamente.

A pesar de haber tenido hijos hace 13 años atrás, la vagina de Luz no había recibido una dilatación tan grosera como cuando Platero "le re-estrenó" la concha de nuevo.

No fueron los 18 cm de largo, sino los 5 cm de grosor de la pija de Platero, lo que le hicieron a Luz pegar un apagado grito de dolor. Unos diez minutos de mete y saca y Platero la bañó con un poco de esperma y mucho líquido seminal. Sin limpiarla, para aprovechar la lubricación que le daba la leche metida en la concha, siguieron Garrafa y Milonga, cada uno, tardando entre 10 y 20 minutos para llenarla nuevamente.

Para variar, Púa no quería solo acabarle, sino verla sufrir. Por ello le introdujo un palo de 5 cm de diámentro por el culo y luego su pija por delante.

 

Fin de la primera jornada.

Llegada la noche, Luz había sido violada por sus dos agujeros genitales, sentía que podían haberle desgarrado el ano y tenía miedo de que le infectaran la concha con el poco cuidado que tenían entre ponerla en uno u otro agujero.

Antes de dormir (había seis catres en el mismo cuarto), Luz se debió acostar con cada uno de ellos para chuparle la pija hasta hacerlos acabar. Con algunos, la cosa fue fácil, puesto que la mamada no le llevaba mas de 3 minutos, pero con Platero (que ya le había hechado dos polvos), y con el Pua (que como no podía establecer nada sádico para hacerle), tardó mas de 20 minutos entre que comenzó a chuparlos y que le llenaron el estómago de leche.

Por suerte para ella, Mocho ya se había ido, con lo cual en este caso fue una pija menos para atender.

 

La sesión de fotos.

A la mañana siguiente, la vistieron y llevaron para la casa del casco de la estancia. Mocho les había acondicionado la habitación principal. Allí le hicieron tomar una ducha, y posteriormente le pidieron que se afeitara la concha.

Apenas salió del baño, y a pesar de haber pasado por tanto sufrimiento el día anterior, así depilada, se la notaba casi con 10 años menos.

La hicieron poner desnuda en diferentes posiciones en la cama mientras el Mudo le sacaba fotos con una cámara digital.

Luego, todos se pusieron pasamontañas y comenzaron a cogerla de a tres: uno por el culo, otro por la argolla y otro por la boca. Cada tanto la cambiaban de posición o se intercambiaban ellos entre los agujeros a repartir. Siempre había alguno para tomar espléndidas fotos de la orgía que estaban haciendo.

La sesión duró toda la tarde, y cada uno de ellos había dejado no menos de dos gruesos chorros de semen en 2 de sus 3 agujeros, salvedad hecha por el Mocho que solamente se hizo chupar la pija.

Pero cuando ella creyó que todo habría acabado con esa sesión de fotos, el Mocho se apareció con dos perros, un ovejero alemán, y un perro típicamente campestre (esos de raza "campo"), pero dotado de un pedazo que era la envidia de todos –incluído Platero-.

Al principio, Luz se rehusó a tener contacto con los perros, pero la incertidumbre sobre la salud de sus hijos le hacía temer que cualquier acto de ella repercutiera en ellos.

Eso la llevó primero a chupar suave y delicadamente pero con un asco terrible la pija del campestre, mientras el ovejero, después de chuparle la concha y limpiarle la leche que ya le habían depositado adentro, se le trepó y con la ayuda de Milonga, le clavó la pija en la argolla de la muchacha.

La verga del ovejero entró de un saque hasta el fondo, lo que hizo que Luz dejara de chuparle la pija al otro perro para retorcerse del dolor en un principio y gritar de dolor después, por el ensanchamiento de la vagina -cuando el ovejero le metió su bola hasta el fondo-.

A partir de allí, le deben haber sacado mas de 20 fotos casi de un nivel profesional donde en algunas se podían ver solamente los huevos del perro colgando y el bajo vientre de ella hinchado por el efecto del nudo dentro de su vagina.

El perro descargó bastante leche dentro de ella, pero lo más jodido fue que levantó una pata y de un par de tirones y a pesar de los gritos de dolor de Luz, le sacó la bola y la pija de una sola vez. Luz cayó de lado casi desmayada de dolor y un torrente de leche mezclada con sangre mancharon la manta que habían puesto, previendo que esto podría pasar.

Luego de 5 minutos de llorar desconsoladamente, Luz se había incorporado por temor a que el otro perro le arremetiera y también la cogiera.

Pasados cinco minutos, de su concha no salía más leche, pero sí sangre. Eso preocupó principalmente a Platero (que le había empezado a tomar cariño). Luego de una charla con ella, Luz le aclaró que le estaba por venir la menstruación y que probablemente parte de la sangre era del desgarro que le había hecho el perro, pero que la mayoría de sangre que estaba perdiendo era del período.

 

Otra noche de "ordeñe".

Vueltos al puesto de estancia a la noche, Luz retomó su labor de "limpiarles la cañería" como ellos le llamaban a la acción de chuparles la pija y tragarse todo el semen resultante sin dejar una sola gota.

Antes de dormir, y como la noche anterior, Luz fue atada a la cama y durmió profundamente luego de tanto llanto y dolor corporal. Ya no sentía tanto asco al tragar el esperma de cada uno de ellos, pero al dolor menstrual, se sumaba el degarro producido por el perro y la dilatación del ano producto de la orgía.

 

Las Novedades.

A la mañana, salieron todos a comprar diversas provisiones; menos Mocho, que se quedó a cuidarla. Éste no le tocó siquiera un pelo hasta que retornaron todos (menos Milonga).

El propio Milonga, había sido el encargado de viajar en ómnibus mas de 270 kilómetros para remitir por Internet a un sitio porno, las fotos de Luz desnuda, y siendo cogida por la banda y por el perro. Y al mismo tiempo, le envió un email al flamante marido de la rubia… diciendo…"te mantendremos informado a través de este sitio en Internet de las fotos de tu esposa".

Los siguientes cuatro días de Luz fueron relativamente tranquilos. Debido a su período y al desgarro, cogía solamente con uno o dos de ellos por el culo, pero -eso sí- debía hacer la infaltable mamada de leche nocturna.

Apenas se le retiró el período, Platero le reveló a Luz el verdadero plan que tendrían para con ella:

"En un par de días vas a estar fértil y te vamos a coger tanto hasta hacerte un hijo. Una vez que estés embarazada, te vamos a cuidar cogiéndote lo necesario pero por el culo y de vez en cuando por la concha para no dañar al bebé. Entendés?"

"Pero cuánto tiempo voy a estar acá?" preguntó Luz.

El Púa con su voz ronca, se le acercó y acariciándole el pelo le dijo sádicamente:

"No sé si lo entendiste".

Y hablando más despacio que de costumbre le dijo: "Te vamos a hacer un hijo, y vas a estar los nueve meses acá, siendo cogida todos los días por el orto, y a veces por la concha; pero invariablemente, todas las noches, nos vas a "ordeñar" la pija tragándote todo lo que te larguemos". "Tu familia va a seguir tu embarazo porque le mandaremos fotos de los progresos de tu pancita, y seguramente del diámetro de culo, ja ja ja".

Luz lloró casi toda una tarde sin parar, porque sabía que una vez embarazada y pasado el segundo mes no sería capaz de abortar.

Por el momento, un tiempo de 7 a 10 días (hasta la ovulación) la protegerían de quedar preñada, y ése era el tiempo que también podría tener para escapar de ese infierno.

Cada noche que pasaba, Luz se iba a dormir con su estómago lleno de leche, y pensando en sus hijos y en la forma de escapar.

….continuará.

(8,80)