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Exactamente el mismo día que a mi esposa le ocurrió lo que les narré detalladamente en el relato "Un día de gerencia", a mí me pasó algo muy curioso y excitante.

En Marzo de este año, me contrataron para ir a volar a Tanzania para una línea aérea africana por un periodo de 2 meses. Este ofrecimiento, llegó un día para ser contestado inmediatamente, para lo cual, sin analizarlo mucho y ante las dudas de mi esposa, acepté.

Vanessa no quedó muy conforme con mi decisión, puesto que es muy celosa y no se quería separar de mí. Para colmo de males, en ese mes había mucho trabajo en su sector y no iba a ser posible conseguir días libres para poder ir a visitarme. En compensación, su gerente, le prometió que le iba a dar vacaciones en Abril para poder viajar.

A pesar de no estar muy convencida, finalmente quedamos de acuerdo con Vane, en que ella se iba a quedar trabajando en Baires hasta Abril y allí vendría para hacerme compañía y de paso poder pasear un poco y tener unos días de vacaciones. En resumen, íbamos a estar separados 25 días.

Estando la primera semana en Tanzania, me programaron para hacer un vuelo a Sudáfrica con pernocte. O sea, llegaríamos a Sudáfrica a las 4 de la tarde y nos quedaríamos hasta la noche siguiente. Como hacia mucho calor y estábamos muy cansados, decidimos ir con toda la tripulación a la pileta del hotel. Allí, conocí a Carolyn Russell, una rubia muy bonita, alta y delgada, de unos 35 años, que era una de las azafatas que volaba con nosotros. Los 6 tripulantes, 3 mujeres y 3 varones, juntamos varias reposeras y no sentamos allí para tomar sol, descansar y charlar. En una de la charlas salió el tema del SIDA y del problema que esta enfermedad traía a la sociedad Sudafricana. La charla estuvo muy amena y todos participaron, pero de a poco, algunos se fueron tirando al agua, otros se pusieron a tomar sol, algunos volvieron a su habitación y yo me encontré solo hablando con Carolyn.

Continuando con el tema, saltamos a la famosa película de Richard Gere, "Y la banda sigue tocando" y empezamos a hablar de los gays. Yo le comentaba que en mi país hacia muy poco que se había liberado el tema sexo en la jerga popular y ella me contaba que en Sudáfrica el tema estaba terrible. Pasamos de charlar de la educación sexual que les daban a los chicos, a la ignorancia de los negros, a los preservativos que el estado regalaba, a las violaciones de menores y al gran porcentaje de sida que había en la línea aérea que ella trabajaba.

El sol se estaba poniendo y la temperatura continuaba muy agradable. Como no había mucho para hacer, nos quedamos en traje de baño, recostados en las reposeras charlando y disfrutando la noche, que era hermosa. Viendo esa luna y todas las estrellas brillantes, Carolyn se puso sentimental y me comentó que extrañaba mucho a su marido. Yo por mi lado, sentí exactamente lo mismo con mi mujer, que estaba a 6000 Kms de distancia y todavía faltaban mas de 20 días para volverla a ver.

Después de mi comentario, ella me preguntó si yo no estaba celoso de que ella estuviera sola en mi país. Le dije que si, pero que confiaba mucho en ella.

Carolyn me dijo que ella sentía los mismos celos y encima no confiaba en su marido. Pero al estar enamorada de el, todos esos malos pensamientos, producto de los celos, la excitaban de sobre manera. Yo coincidí en su comentario y agregué que también me producía excitación el pensar que ella podría estar con otro hombre.

Inesperadamente empezamos a contarnos todos nuestros delirios y nuestras más profundas fantasías. Yo no hacia otra cosa que hablar de mi esposa y ella de su marido. Pude notar a través del corpiño de su malla, que sus pezones se habían parado. Ella lo percató y me dijo que se excitaba mucho al pensar en estas cosas. Empezamos a hablar con mucha confianza como si fuéramos dos amigos, pero siempre manteniendo la distancia y el respeto.

Yo le comenté que me encantaba ver a mi esposa con otro hombre y ella me sorprendió diciéndome que tenía el mismo gusto. Se recalentaba al pensar que su marido estaba con otra mujer. Yo agregué que hacíamos el amor a diario y que siempre intentábamos algo nuevo con tal de excitarnos más, hasta pensar que incorporábamos un tercero a nuestra cama. Ella asintió y dijo que ellos hacían exactamente lo mismo. Me costó un poco contarle que nosotros habíamos comprado un consolador, el cual Vanessa había elegido de mi mismo tamaño. Ella me confesó que el regalo que le hizo a su marido cuando cumplieron un año de casados, fue un pequeño consolador para meterle en la cola a él. Con tantas coincidencias, finalmente vimos que éramos muy parecidos. Ambos teníamos podridas nuestras cabezas con relación a nuestras parejas.

Como ya era tarde y ambos teníamos una calentura descomunal, terminamos la charla y cada uno se fue por su lado. Me fui para mi habitación, y me hice una paja de aquellas. No pensando en Carolyn sino en mí esposa Vanessa. Inmediatamente empecé a soñar con encontrarnos con esta pareja, pues creía que de acuerdo a la descripción que Carolyn me había hecho de su marido Robert, Vane iba a gustar mucho de él y viceversa.

Al día siguiente regresamos a Tanzania. Durante todo el vuelo estuvimos hablando de lo sucedido el día anterior. Carolyn me pidió que fuéramos a hablar al galley para estar más tranquilos. Allí me confesó que al llegar a su cuarto, se tuvo que masturbar por la calentura que se había agarrado. Yo también le conté lo mío y le dije que había soñado con que nos encontrábamos los cuatro. Ella adoró la idea y me dijo que ni bien llegue mi esposa, hiciéramos lo posible para lograr conocernos. Allí le mostré una foto de Vane y ella explotó de la calentura. Dijo que no solo le iba a encantar a su marido, sino que también le gustaba a ella. Finalmente ese día, me despidió con un piquito y me dejo su número de celular.

A la semana siguiente, volvimos a volar juntos y ella me confesó que ya le estaba haciendo la cabeza a su marido para un intercambio. También agregó que cada vez que hacían el amor, ella solo pensaba en Vane y en mi y que le resultaba muy excitante. Yo por mi lado, le dije que todas las noches soñaba con esta relación y que estaba tratando de hilvanar bien las ideas para que saliera bien y no se arruine nada. Quedamos en que nos mantendríamos en contacto.

A fin de marzo, llegó Vanessa a Tanzania. Yo había pedido tener un par de días libres para disfrutar con ella. Ese día, no nos pudimos soltar. Estuvimos todo el tiempo abrazados, nos habíamos extrañado un montón. A la hora de la cama, empezamos a hacer el amor. Vanessa tímidamente me confesó toda la historia que vivió en ese trío, que ya les relaté en "Un día de gerencia". Me puse loco y la empecé a coger a lo bestia, pegándole sopapos en la cara. Ella se excitó aun más y terminamos cogiendo como animales durante toda la noche, mientras ella me seguía contando su historia con lujo de detalles una y otra vez. Fue realmente espectacular sentir toda esa excitación mezclada con celos.

Al día siguiente, nos levantamos al mediodía y fuimos a la playa. Para variar, Vane tenia un color brutal y estrenó una malla cola less amarilla. Fue la sensación de toda la playa, todos los hombres miraban a mi mujer con deseo. Yo ya empezaba a sentir de nuevo los celos con excitación, pero preferí esperar para el postre. Mas tarde decidimos ir a un Shopping para hacer unas compras. Recordé que llevaba conmigo el número del teléfono celular de Carolyn. Mientras Vane estaba viendo ropa, fui a un teléfono público sin que me viera, me animé y la llamé. Ella me atendió y se puso muy contenta al oírme. Le pregunté si esa noche no hacían nada, porque me encantaría encontrarlos, para lo cual propuse en White Sands, un restaurante muy íntimo en la playa. La idea era organizar un encuentro casual, donde nos íbamos a presentar nuestras respectivas parejas, luego invitarlos a sentarse en nuestra mesa y allí ver que pasaba. En esta ocasión, Carolyn y yo íbamos a ser socios. Ella aceptó inmediatamente muy entusiasmada y quedamos en encontrarnos en ese lugar aproximadamente a las 21:00 horas.

Después de recorrer mas locales y siendo las 6 de la tarde, le dije a Vane, que volviéramos al hotel a cambiarnos para ir a cenar a un lugar muy bonito. Ella concordó.

Una vez en el hotel, nos fuimos a bañar juntos y comenzamos un pequeño juego sexual donde nos fuimos calentando un montón. Como se hacía tarde para salir, porque los restaurantes cierran muy temprano en Tanzania, le pedí que por favor nos cambiásemos rápido y que al regreso iríamos a hacer el amor como nunca. También le pedí que se vistiera muy bonita para provocarme a mí y de paso quizás, a algún candidato. Vane sonrió perversamente y empezó a vestirse y arreglarse. La escena donde ella se cambiaba en ese dormitorio de 4 por 4 fue realmente excitante. Primero colocó crema por todo su cuerpo, dejando una piel muy dorada, suave y humectada. Acto seguido eligió una ropa interior negra de encaje espectacular y se la fue colocando de a poco provocándome mucho. Se puso unas medias separadas de red con liga que me volvían loco y luego se calzó unas sandalias negras de taco alto muy finas. Era impresionante ver a mi mujer tan insinuante. Yo solamente pensaba en la cogida que le iban a pegar esa noche. Así como estaba, ella pasó al baño para pintarse y peinar su cabello onda salvaje. Finalmente se vistió con un vestido negro minifalda que le quedaba brutal. Tuve ganas de comerla así como estaba vestida, pero recordé mi plan y decidí esperar. Estaba realmente preciosa, parecía una princesa y una puta a la vez.

Ni bien terminamos, partimos para el restaurante. Llegamos 20 minutos mas tarde de la hora pactada. Al entrar al local, todo el mundo se dio vuelta para admirar a mi esposa. En un rincón a lo lejos pude ver a nuestros futuros amigos cenando. Carolyn estaba muy bonita y sensual, llevaba un vestido rojo muy escotado, largo hasta la rodilla con un tajo muy pronunciado. Robert estaba muy elegantemente vestido con ropa negra de Armani. El era alto, morocho, muy quemado y con un muy buen físico. Aparentemente no nos habían visto llegar. Me senté en una mesa quedando de espaldas a esta pareja para que Vane los tuviera de frente y los pudiera ver. Empezamos ordenando la bebida y mientras consultábamos el menú, le pregunté a Vane, como siempre lo hago, si es que había visto algún perro que le haya gustado. Ella miró alrededor cuidadosamente y después de un rato me dijo, "La verdad es que me gusta aquel perro de negro que está con esa rubia." Casi me desmayo de la emoción al saber que justo había elegido el objetivo. Haciéndome el tonto, me di vuelta despacito para ver al supuesto perro. Hice que me quedé helado viendo a este hombre y le comenté a Vane que me parecía muy buena su elección y que le veía cara conocida a la rubia. Vane me preguntó: "¿Y de donde la conoces?", le dije que me parecía que era una azafata de la línea aérea, con la cual ya había volado. Le pregunté si quería que me fijara bien si esto era correcto y Vane dudo en un principio. Dijo que iba a ser un papelón sino lo era. Me di vuelta del todo y empecé a mirar fijamente a la rubia. Ella en un momento me devolvió la mirada y haciéndose la sorprendida, me saludó con su mano.

Entonces le comenté a Vane: "Viste que me pareció conocida, ahora nos tenemos que parar a saludarla". Vane agregó tímidamente: "Pero no Claudio, me da mucha vergüenza..." Me paré y fui directamente para su mesa. Al acercarme, Carolyn me preguntó:

- "¿Vos sos Claudio el argentino, no?".

- "Si, el mismo", le contesté.

Ella le hizo una breve explicación a su marido de quien yo era, y nos presentó: "Te presento a mi marido Robert", dijo. Este me miró con cara de pocos amigos. Inmediatamente les dije: "Yo también estoy con mi esposa, déjenme que se las presente". Al ver a Vane, los ojitos de Robert brillaron de mas. Fui hasta nuestra mesa a buscarla, tomé su mano y la guié hasta donde ellos estaban. Vane saludó amablemente a Carolyn y vi que se puso un poco colorada al saludar a Robert. Ese era un síntoma de que le había gustado. Le guiñé un ojo y ella miró para abajo.

Como ellos ya habían terminado de cenar y nosotros todavía no habíamos hecho el pedido, por las mías, los invité a que se sienten en nuestra mesa. Vane me miró con cara de odio y me dijo: "Pero Claudio, ¿Qué sabes si ellos no quieren estar solos?". Inmediatamente Carolyn aceptó encantada, tapando lo que había dicho mi mujer. Acomodamos la mesa para estar más cómodos y nos sentamos los cuatro. Mientras pedimos la comida, estuvimos hablando de varios temas. Veía que Vane se sentía cada vez mas cómoda y Robert no le sacaba los ojos de encima, festejando cuanta cosa ella dijera. Carolyn y yo compartíamos la charla sin dejar notar que todo esto había sido fabricado.

Los diversos temas de conversación que tocamos fueron muy entretenidos. Hablamos de viajes, de lugares exóticos, de vacaciones, de lugares románticos, del amor, de hijos y de la familia. En fin, todos temas relacionados a la pareja. Conforme pasaba el tiempo, ambas respectivas parejas nos empezamos a abrazar con cariño, dándonos besos y caricias mientras charlábamos. Conociendo bien a mi mujer, a estas alturas, ella ya había gustado mucho de Robert, al verlo tan grandote abrazando a su mujer. Carolyn aparentemente recordó, que yo le había comentado que a mi esposa le gustaban mucho los hombres grandes y con muchos pelos en el pecho, por lo que fue desabotonando un poco la camisa de Robert e introduciendo su mano dentro de ella para acariciarlo, mientras hablaba naturalmente. Vane me empezó a acariciar por debajo de la mesa, demostrando que esto le había encantado.

Ya como a las 11 de la noche, les pregunté a todos si tenían ganas de ir a bailar, lo que contestaron rotundamente que si. Como nosotros habíamos ido en taxi, ellos se ofrecieron a llevarnos en su auto. Nosotros nos sentamos atrás y durante el trayecto yo empecé a besar a Vane efusivamente. Veía que Robert nos espiaba por el espejo retrovisor mientras hacia demostraciones similares de cariño con su mujer. Fuimos para el lado de Oyster Bay y paramos en un boliche que parecía muy tranquilo. Nos sentamos en un reservado tipo vagón de tren con sofás enfrentados, mesa ratona de por medio y con poca luz. Enseguida vino el mozo y ordenamos las bebidas. Alcohol para todo el mundo. Continuamos charlando amablemente con una buena música de fondo. El clima estaba ideal.

Empecé a besar a Vane con la boca muy abierta, dejando ver nuestras lenguas en cada beso. Ella en un principio, se resistió un poco porque le dio vergüenza, pero al ver que ellos estaban pendientes de nosotros, le gustó y siguió haciéndolo muy enamorada. De a poquito empecé a acariciar sus piernas, las cuales se empezaron a abrir lentamente. Levemente continué acariciando sus pechos por encima del vestido. Sus pezones se comenzaron a endurecer y su piel se empezó a erizar. De repente, abrió sus ojos y me empezó a mirar fijamente mientras me besaba. Vi que giró sus ojos para mirar de reojo a la otra pareja enfrente nuestro que a estas alturas estaba haciendo prácticamente lo mismo, producto de vernos amar tan efusivamente. Entonces Vane, me desabrochó el cinturón, abrió mi pantalón y se agachó para poderme besar un poco sobre el slip. Mientras me besaba, miraba fijamente lo que Carolyn y Robert hacían. Por mi lado, yo levanté un poco su pollera, corrí su tanga y empecé a tocarle suavemente el clítoris en forma circular. Su concha estaba toda mojada y ella empezó a jadear de placer. En este estado, mi mujer se empezó a transformar. De repente se incorporó y comenzó a pajearme lentamente, mirándolo a él a los ojos. Sus miradas se cruzaron con fuego y viendo la cara de puta de mi mujer, le dije a Robert:

- "Me parece que Vanessa esta muy caliente y te esta deseando mucho".

- "Creo que si haces lo que a ella le gusta, te va a dejar participar".

Vi que Robert se quedó helado. Carolyn empezó a sentir un ataque de celos, pero al ver el excitante espectáculo que daba mi mujer, se aguantó un poco y esperó, muy excitada. Le pedí a Robert que se sentara en la mesa ratona y comenzara a masturbarse. En un principio él se quedó como cortado pero al ver a Vane mover su cabeza asintiendo, se sentó de inmediato en la mesita, abrió el cierre de su pantalón y saco afuera su aparato. Carolyn se colgó por detrás de su espalda y mientras miraba la escena, empezó a chuparle el cuello. Vane quitó mi mano de su pubis, abrió un poco más sus piernas y empezó a jugar en su concha con dos dedos, mirando fijamente a Robert. Su pija se empezó a parar mal. Yo mientras tanto, corrí los breteles de mi mujer, bajé un poco su vestido y dejando el corpiño a medio camino le empecé a besar las tetas. Vane, que estaba como loca, continuaba tocándose y su concha se abría un montón, permitiendo ver que estaba toda mojada. Con su otra mano seguía masturbándome.

Carolyn, un poco alejada y detrás de su marido, seguía observando la situación y le decía al oído que se estaba excitando mucho mirándola a Vane, mientras tanto le desabotonaba la camisa y le acariciaba suavemente el pecho, permitiendo que Vane pudiera verlo. Robert se seguía tocando y su pija crecía cada vez más. Vane se relamía su labios incitando a comerse esa pija, hasta que en un momento se desbocó y dijo: "Siii, mastúrbate mas hijo de puta, así, así....". Ella estiraba su lengua como para querer llegar hasta el, mientras se seguía tocando cada vez mas rápido.

Robert no podía creer lo que estaba viendo y escuchando. Todo esto ocurría a no más de 50 centímetros de donde él estaba sentado. Intentó pararse para arrimarse a ella y yo le dije que todavía no era el momento. Carolyn empezó a refregarle sus tetas por la espalda y a comerle sus cabellos, con una mano se había levantado el vestido y se tocaba por encima de su tanga. Ninguno de los tres podíamos dejar de observar la excitante postura de Vane.

Yo me paré y bajé del todo mi pantalón. Sin dejar de masturbarse, Vane inició una simulación de chupada hacia mi pija, sin tocármela. Mientras tanto seguía mirando con mucho deseo y pasión a Robert que se estaba derritiendo. Intenté meterle mi pija en la boca y ella dijo: "No Papá, espera, primero le quiero chupar la pija al señor…".

Entonces, di la vuelta al sofá, obligando a Vane a que se diera vuelta para que se arrodille y se apoye en el respaldo y así ofrezca su vista trasero a nuestros amigos. No aguantando ni un segundo más, Robert se paró y violentamente la penetró por detrás. Vane gritó de placer y al poco tiempo se empezó a mover como una víbora. Esto hizo que Robert le retribuya, metiéndosela y sacándosela con fuerza.

Lentamente me fui alejando y no pude hacer otra cosa que sentarme en la mesa ratona a disfrutar del espectáculo. Carolyn se vino a sentar a mi lado. Nos miramos y sonreímos. El plan había sido todo un éxito. Nuestras respectivas parejas, se estaban matando delante nuestro. Le pregunté que le parecía y ella me respondió que en realidad Vane era todo un volcán y que nunca había visto a su marido tan caliente, cosa que le encantaba. Carolyn me dio un piquito y agregó que habíamos tenido una idea brillante y mucha suerte. Lo que un día habíamos soñamos en Sudáfrica, ahora se había hecho realidad.

Dándole un abrazo, comencé a comerle esa boca tan sensual que tenia. Ella, ya sin corpiño, me empezó a refregar sus tetas por mi pecho y a agarrarme del culo para apretarme contra su cuerpo. Mi pija estaba muy parada. Ella besaba muy lindo y su lengua me recorría toda la boca, haciendo que mi erección sea cada vez mayor. De todas formas, yo no me podía concentrar. Cada vez que intentaba seducir a Carolyn, la escuchaba a Vane gritar y gozar.

En ese momento, vi como Robert la hacia acostar boca arriba en el sofá con las piernas muy abiertas hacia el respaldo y estando parado, se la metía hasta el fondo. En eso Vane gritó:

- "Síii, Papá soy tu puta y me dejo coger así porque me encanta que goces mirándome". Yo me moría del placer. La escena era un cuadro morboso; en el sofá, Vane y Robert se estaban matando cogiendo y a medio metro de ellos, Carolyn y yo, parecíamos dos buenos amigos, mirando como 2 espectadores. En eso, Vanessa volvió a gritar:

- "Siii, Mira como me esta rompiendo la concha cogiendo este perro, me la esta partiendo"

Acto seguido, Carolyn me dijo que se estaba excitando a lo loca y que ya no daba más. La llevé hacia el otro sofá, me acosté y la ayude a sentarse encima de mi palo. Como su concha estaba completamente mojada, entró con mucha facilidad. Tanta facilidad, que sentí que ni le hacia cosquillas. Me preocupé por eso y traté de metérsela más a fondo. No pasaba nada, su concha era tan grande que mi pija resbalaba. Carolyn ya estaba desesperada, me pedía a los gritos que la hiciera acabar. La di vuelta rápidamente y se la metí en el culo. Para mi desilusión, también entró con mucha facilidad, no había mucho rozamiento. Sin dudarlo, empecé a serruchar y con una mano le tocaba el clítoris. Carolyn comenzó a jadear y a contorsionarse. Al poco tiempo, empezó a decir que le venía y tirándole fuerte de su cabello, llegó a un orgasmo profundo.

Me quedé pensando en el tamaño de la concha y del culo de Carolyn. Debería ser producto del grosor de la pija de su marido. Y en esos momentos veo que Robert estaba a punto de metérsela a Vane por el culo. "Nooo, le grité, espera que la vas a desgarrar…". Yo Fui a ayudarles. Le escupí saliva en su culo y se lo empecé a chupar. Le metía toda la lengua para adentro y Vane deliraba de placer. Con la otra mano le fui tocando el clítoris y metiendo dos dedos hasta que estaba a punto de acabar. Su esfínter se abría solito mas de lo normal y en esos momentos le pregunté: "¿Mamá, estas segura que queres que Robert te rompa el culo ahora? "¡Siii, por favor!", me contestó y agregó que quería que yo la bese y le apriete las tetas con fuerza. Vane estaba entregadísima. Robert apoyó la cabeza de su pija en la cola de mi mujer, empujó un poco y vio que no entraba. Tras varios intentos, logró meter la cabeza, a lo que ella respondió con un fuerte quejido. Ella nunca había sentido un pedazo tan gordo en la cola. Carolyn se sumó al grupo y la empezó a besar, mientras yo le apretaba las tetas y Robert empujaba despacito con la seguridad que llegaría a metérsela por completo. Vane gritaba de dolor y placer, mientras la enorme poronga entraba y salía.

Yo, ya no podía esperar mas. Me excitaba tanto ver como mi mujer gozaba de placer. Pero como yo quería acabar en su culo, trataba de controlarme. Vane era una maquina sensual, llena de erotismo, todo esto se reflejaba en su cara. Robert no paraba de meterla y sacarla entera, con un ritmo regular. Le pedí que me dejara a mí. Robert se alejó y yo le metí la pija en el culo hasta el fondo. "Agrrr, éste es mi Papá" gritó Vane, "Esta es mi medida perfecta" La empecé a coger con la cadencia y la respiración que a ella le gusta. Íbamos los 2 derecho al orgasmo. De tan solo vernos, Robert se desesperó y metió su pija en la boca de mi mujer.

- "Siii, Papá, mira como ahora me voy a tragar toda su leche delante tuyo, ¿Queres?"

- "Claro que si, hija de puta, tragátela toda y después me venís a comer la boca, así la pruebo yo también", le contesté.

Ante tal comentario, Vane acabó soltando un tremendo grito de placer. Al escuchar su grito, medio atragantado por tener la pija de él en su boca, yo acabé hasta la última gota, eyaculando todo mi esperma hirviendo en el culo de mi mujer.

Para sorpresa de todos, Carolyn vino por detrás y le metió un consolador en el culo a su marido, quien se retorció de placer y al poco tiempo inundó la boca de Vane con su leche. Al ver la desesperación de Carolyn por acabar, le metí 3 dedos en su concha y la empecé a pajear. Por su lado Vane, como podía, le chupaba las tetas y la besaba en la boca, compartiéndole la leche de su marido. Carolyn ya se trepaba por las paredes…

Finalmente, la mano de Robert nos apartó del ardiente sexo de su mujer. Con su pija media muerta, él se trepó sobre ella, que lo enganchó con sus piernas. La penetró y brutalmente le metió el consolador en el culo, retribuyéndole el favor.

Nosotros nos sentamos en el sofá a descansar y a mirar cómo cogían. Y debo reconocer que fue todo un espectáculo. Morocho y rubia, ambos grandotes, jadeando, gritando y diciéndose un montón de barbaridades en ingles. Acabaron los dos juntos en silencio.

Los cuatro finalmente arreglamos un poco el lugar y nos quedamos tomando un trago más, disfrutando y comentando la increíble experiencia. Todo fue perfecto hasta que a Carolyn se le escapó sin querer que todo esto, había sido planeado e ideado por nosotros dos.

A pesar de haber disfrutado mucho de este intercambio, donde los cuatro gozamos como nunca lo habíamos hecho en nuestras vidas, Vane no me perdonó jamás, que no se lo haya dicho de frente y que se haya enterado por un tercero.

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