Nuevos relatos publicados: 16

Regalo de cumpleaños: el ex novio de mi mujer

  • 7
  • 6.808
  • 9,50 (2 Val.)
  • 0

Desde el verano pasado le había estado pidiendo a mi mujer que para mi cumpleaños quería algo especial. Quería el regalo que siempre había querido, pero que por su timidez se había negado a darme, con el argumento de que era una locura, aunque en el fondo sabía que su cerebro trabaja a mil por hora, lo cual lo confirmé minutos después de haberme hecho feliz con el regalo súper especial.

No se trataba de un regalo carísimo o que tuviera que hacerse sobre pedido, o que fuera imposible de cumplir. Posteriormente me dijo que estaba arrepentida de haber dejado pasar tanto tiempo para complacernos ambos: que ella fuera follada por un tío mientras yo era el espectador, aunque también participaría para hacer un trío fenomenal.

Ella estaba un poco renuente porque el elegido era su ex novio Ricardo, porque según me había contado se había comportado como todo un patán, además de que como novio fue un verdadero fracaso, ya que jamás quiso fallársela cuando novios con el argumento de que él quería llegar virgen al matrimonio, mientras que mi ahora esposa inundaba su vagina porque no estaba acostumbrada a vivir sin hacer el amor.

Durante los seis meses de novios, no sé cómo es que aguantó tanto, lo más que él hacía era besarla y en algunas ocasiones tocarle los senos por encima de la ropa, pero de ahí no pasaba, mientras que ella se moría por ser penetrada; ella jamás le vio el pene, porque tampoco él quiso llegar a más con ella porque insistía en su intención de ser virgen hasta el matrimonio, de lo cual ahora dice que se arrepiente de todo lo que se perdió cuando en su juventud. Ante tanta negativa mi mujer le dio el cortón porque hasta llegó a pensar que era homosexual, ella y yo tenemos amigos homosexuales, no los discriminamos, pero su molestia era porque no se resignaba a creer que se resistiera tanto a una vagina, a un culo hermoso y a un par de tetas de campeonato.

Es difícil ser irresistible a una vagina, más a la de mi mujer que bien rasuradita es un manjar, aunque a mí me fascina aun más cuando esa mata de vellos negros está en todo su esplendor.

A Ricardo lo conocía porque los tres coincidimos en la Facultad, aunque en diferentes grupos.

Lo elegí para que participara en mi regalo de cumpleaños porque sufrió un accidente automovilístico y en una de las tantas veces que llegamos a visitarlo a su casa, su esposa había tenido que salir de emergencia porque su mamá se había puesto muy enferma, ya no ayudó a bañarlo. El no podía solo porque se fracturó una pierna y los dos brazos. El derecho a la altura de la muñeca y el otro a la altura del codo.

Llegamos como caídos del cielo porque él ya estaba en la bañera, desnudo totalmente porque su esposa Miriam lo estaba bañando y cuando la encontramos en la puerta principal que ya iba en su coche para dirigirse al hospital porque su madre había sufrido un infarto, no nos dijo que el muy guarro estaba desnudo, solo nos pidió que le auxiliáramos y así ya no tendría que hablarle a la enfermera que se apresurarse, ya que por ser domingo había pedido permiso para llegar un poco tarde ya que tendrían que acudir a una fiesta de cumpleaños.

Cuando entramos al cuarto de baño los tres nos sorprendimos, pero más mi mujer porque nunca lo había visto como la naturaleza lo trajo al mundo porque ella, al igual que él, me lo confirmaron tiempo después. Mi mujercita empezó a bañarlo y el muy guarro sufrió una erección y se carga un enorme paquete.

Había que lavarle el paquete y la cola y desde luego que no era yo quien lo iba a hacer, por lo que él pidiendo disculpas y con una sonrisa pícara, me dijo que si le hacía el favor de lavarle y que podría usar guantes de plástico que estaban guardados en el armario del baño, porque seguramente por pena a que estaba presente y no creo que a mi mujercita, no se dirigió a ella. Pero con guantes o sin guantes no haría semejante "limpieza" y pues afortunadamente para mi en ese momento sonó el timbre de la puerta y con voz nerviosa le dije que iría a abrir, que seguramente era la enfermera que ya era hora que llegara, para que ella le ayudara a terminar de bañarse.

Menuda sorpresa me llevé al abrir la puerta. Era un tío, de esos que venden baratijas casa por casa, por lo que para hacer tiempo a que llegara la enfermera que ya se estaba tardando demasiado, empecé a curiosear esos objetos que para nada me servirían, pero quería eludir la inesperada petición de mi amigo Ricardo. Estuve 20 minutos viendo objetos innecesarios, pero para corresponder a la buena disposición del vendedor le tuve que comprar, aunque irremediablemente y casi arrastrando los pies tuve que regresar al cuarto de baño porque pensé que tendría que "hacerle el favor" a mi amigo.

Ese domingo iba de sorpresa en sorpresa. Cuando entré mi mujer estaba ayudando a vestirse a Ricardo. Ella se había tenido "que sacrificar", por lo que respiré aliviado por no haber sido yo, pero un poco preocupado al saber que ella había tenido que hacerla de enfermera y aunque por más que volteó por todo el cuarto de baño no pude ver los dichosos guantes que había utilizado para tal finalidad.

Le ayudamos a llegar a su cuarto y nos retiramos a casa. Durante todo el camino mi mujer no habló, mientras que yo tenía infinidad de dudas y tampoco hablé más que para preguntarle si sentía bien. Como hacía bastante calor dijo que se iría a bañar, por lo que me fui detrás de ella a la recámara y mientras ella se desvistió antes de entrar al baño, yo me quedé recostado en un sofá que está en nuestra habitación, viendo que programación había en el televisor. En cuanto entró al cuarto de baño que está en nuestra recámara, me abalancé a hurgar su ropa y me encontré con un tanga bastante empapado, que de haberlo exprimido habría llenado un recipiente, por lo que mi pensamiento se echó a volar y concluí que Ricardo sería el participante en aquel regalo de cumpleaños que tanto deseaba.

Me llamó para pedirme su máquina de afeitar. Sabes, me dijo, hoy Ricardo eyaculó en mi mano derecha, cuando tuve que enjabonársela porque tuve que lavarle porque ya se hacía tarde y tú no regresabas de atender el timbre que había sonado. Me dijo que jamás pensó que eso ocurriera, que ella lo había lavado sin ninguna intención, por lo que había quedado bastante sorprendida y tenía que decírmelo porque no había sido su intención que eso sucediera, porque mientras que a su cerebro lo hacía pensar en otra cosa, su vagina la traicionaba y se mojaba a chorros. Me dijo que Ricardo le pidió perdón por haberle hecho “eso”, que su intención no era terminar en su mano, pero que lo había hecho de manera involuntaria.

Le dije que no se preocupara, que le creía y tampoco le dije que su tanga estaba como si con ella se había bañado. Esa noche tuvimos una ración de sexo como nunca, porque creo que ella se inspiró en la enorme polla de Ricardo que aunque es gorda no la tiene más grande que yo.

(9,50)