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Camino sin retorno (4 de 4)

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Con Andrés mantuvimos en secreto nuestra relación. Nadie se enteraba de nuestros encuentros furtivos y sabíamos fingir que nada pasaba, sin embargo yo era su hembra cuando no le resultaba con sus mujeres. Estaba asumido, era solamente su consuelo, situación que no me desagradaba. Esperaba ansioso que llegase a casa "ganoso", y en la noche solicitara de mis servicios.

Un fin de semana largo, aprovechando que Roberto y Marcos viajarían donde sus familiares, y nos quedaríamos solos en el Departamento, Andrés me dijo –"prepárate para este fin de semana".

Marcos se fue en la mañana del día viernes y Roberto se retiró a medio día, no volverían hasta el martes próximo. Andrés y yo nos quedamos con la excusa que debíamos preparar exámenes para la semana siguiente. Andrés salió de parranda pero antes de salir me entregó una bolsa con ropa femenina –"espérame vestida, regreso temprano" y me golpeo suavemente las nalgas. Definitivamente Andrés quería verme como mujer y yo estaba dispuesto a cumplir ese rol. Me transformaría en Luchita, ...su Luchita ese fin de semana.

Aunque nunca me había travestido, la experiencia me resulto placentera. La ropa consistía en un colales, medias de satín, una peluca de mujer y un vestido ajustado, junto con maquillaje. Me bañe y me preparé lentamente. El resultado final fue sorprendente. No me reconocía, estaba como una verdadera mujer, y la única dificultad era calzar zapatos con taco, pero sabía que con un poco de práctica superaría ese obstáculo. Tampoco sabía como esconder mi miembro, el cual con toda esta preparación estaba más tieso que nunca, sin embargo, utilizando la imaginación, pude ubicarlo de tal manera que pasara desapercibido. Me miré al espejo satisfecho(a) del resultado. Preparé unos tragos, puse luz tenue, música romántica y me dispuse a esperar la llegada de Andrés.

La espera resultó eterna. Pasada la medianoche llegó Andrés y venía con tragos. Me miró y preguntó –"¿ y Tú quién eres?", -"Soy la luchita" le dije, -"estaba esperándote". –"Huy, luchita, no te había reconocido, por favor, acércate". Me paré y caminé lentamente hasta sus brazos. Con su mirada me recorrió todo el cuerpo, y pude notar su cara de satisfacción. –"Estás bellísima, nunca habría imaginado lo que puede hacer un buen vestido y el maquillaje". Me tomó de una mano y me giró sobre los talones. Luego me abrazó y comenzamos a bailar a un ritmo lento. El olor a perfume de hombre, mezclado con el alcohol me resultó muy estimulante, más aún cuando me percaté de que comenzaba a notar su erección en mi entrepiernas. No dijo una palabra, sólo bailaba. Quería que el tiempo se detuviera en ese momento. Me besó apasionadamente. Ahora me explicaba porqué Andrés tenía tanto arrastre entre las féminas. Su porte, sus fuertes brazos y su miembro me llevaron a la gloria, y estaba recién comenzando. Sus manos bajaron lentamente por mi espalda y llegaron a mis nalgas las que acarició lenta, pero firmemente, sin dejar de besarme.

Se dispuso detrás mío y me besó en el cuello. Ahora podía sentir su miembro en plenitud en sobre el mis nalgas y con sus manos palpaba mis tetillas. –"ahhh, te haré sentir como nunca antes mi putita", -"si papito, dame todo lo que tengas". Se retiró de mi lado y se sacó la camisa. Sus pectorales tan bien formados y esos pelos me incitaron a besarlos y chupar sus tetillas, fui bajando hasta llegar a su pantalones. Lentamente los desabroché y salió su miembro pidiendo ser engullido. Los latidos en su polla eran notables, lo lengüeteaba como si fuera un dulce, mientras acariciaba su par de bolas hinchadas. Introduje su miembro en mi boca hasta sentirlo en mi garganta, me cortaba la respiración pero continuaba mamándolo, y mis manos aprisionaban sus nalgas peludas y firmes. Él me tomó de la cabeza e introducía su miembro pausadamente en mi boca hasta que sin aviso eyaculó en mi garganta, y me tragué toda su leche.

Quedó extasiado y se sentó en el sofá. –"no te preocupes, tomaremos un descansito y continuaremos con nuestra tarea, pero primero quiero observarte desnudar lentamente al ritmo de la música". Yo estaba tan caliente como dispuesto, y comencé a retirar mis prendas al ritmo de la música para complacerlo. Quedé desnudo de espaldas a Andrés, para que no se percatara de mi polla erecta. Él se desnudó y se acercó por detrás –"estás exquisita", y comenzó a palpar mi trasero. Me forzó el tronco hacia delante quedando mi hoyito a su disposición. Introdujo uno, dos y tres dedos y con la otra mano me acariciaba las tetillas. No tardó en reemplazar sus dedos por la polla, que me penetró decididamente, sin darme un respiro. Ya no me dolía, sólo lo disfrutaba, su miembro en mi interior.

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