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De como sometía a Tatiana (4 de 4)

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Aquella había sido una noche espléndida, por fin había conseguido doblegar a mi novia y convertirla en mi esclava. Ella yacía alli tumbada, con las piernas fuera de las sábanas y el rostro compungido, mirándose a la entrepierna y sollozando como niña.

-¿Te gusto?- le pregunte – porque a mi me encantó, estas riquísima. Aunque la verdad pudiste haber puesto mas de ti, casi todo lo tuve que hacer yo…-

-Eres un cabrón… - comenzó a decir con rabia al tiempo que las lágrimas le volvían.

-Mira pendeja, veme respetando, por si no te diste cuenta te acabo de preñar pequeña zorra, llevas como medio litro de leche mia dentro y eso significa que nos vamos a tener que casar, tu vas a ser mi esposa y vas a tener que complacerme en todo mamacita, a menos que quieras que tu papi vea como te crece la panza y te mande al hospital a golpes y luego de a tu hijo en adopción. –

Tatiana comenzó a sollozar pues con esas palabras su mundo se venía abajo.

-¿Quieres tener un hijo mio y casarte conmigo? – le propuse cínicamente y con una amplia sonrisa en los labios

-¡No! – contestó ella con ira y desesperación en medio de sollozos.

-Entonces obedéceme en todo el resto de la noche y te juro que todo va a salir bien.

-¿y como…(snif) va a salir bien… (snif) si ya me embarazaste? – preguntaba como una niñita regañada.

-Tomate la píldora de emergencia- le dije. De inmediato comenzó a prestarme mucha atención y sus suspiros se interrumpieron

-Si te la tomas ahora no quedarás embarazada y tu papá no nos casará. Pero debes tomártela dentro de las próximas 3 horas (le mentí) o ya no habrá nada que se pueda hacer –

-¿Pero de donde la conseguimos? – Preguntó ya mas serena y en tono conciliador.

-Tu no vas a conseguir nada, estas desnuda y así no puedes ir a ningún lado fuera de este cuarto ¿verdad?- Tatiana comenzó a registrar el cuarto con la mirada llena de angustia comprobando que su ropa había desaparecido, de inmediato buscó mi mochila y la vio junto a mi; entonces comprendió con mas amplitud su verdadera situación; su mirada se cruzó con la mía y con ella parecía preguntarme "¿qué quieres hacer conmigo?"

-Yo voy en el coche a una farmacia de 24 hrs. Tu metete en las sábanas y no salgas de este cuarto ¿o.k.? –

Ella aceptó tácitamente. La besé en los labios sin que la chica me correspondiera y salí del cuarto con la mochila en mano.

Tan sigilosamente como pude salí de la casa de Roberto dejando entreabierta la puerta principal. Una vez arriba del auto me dediqué a peinar la colonia hasta encontrar una farmacia abierta, compré las pastillas y de inmediato bajé hasta mi casa para recoger mi cámara digital. Me habré tardado una media hora en total. Para cuando volví la puerta seguía entreabierta y la casa de Roberto en silencio. Cuando entré al cuarto de la tele Tatiana estaba hecha un ovillo entre las sábanas, por su voz ronca pude saber que había estado llorando aunque su actitud hacia mi era mas serena.

-¿La conseguiste? – Me preguntó

-Sí. ¿te la quieres tomar?

-Tu que crees – me preguntó con impaciencia. Ya era hora de aleccionar a mi esclava.

-No me contestes así. Si te la quieres tragar primero vas a hacer un par de cosas por mi, y la primera de ellas es controlar esa boquita que tienes-

La muy zorra no dijo ya nada, pero me miro con unos ojos inyectados de coraje.

-En primer lugar quiero que me des una buena mamada. Y no estoy hablando de una niñería como la que me hiciste hace rato, quiero una mamada profesional que me saque toda la leche de los huevos- me encantaba usar ese lenguaje con mi nuevo juguete, era una delicia a la que poco a poco la he ido acostumbrando. – y en segundo lugar- le dije, al tiempo que tomaba mi mochila- quiero que te dejes tomar algunas fotos para mi-

Cuando Tatiana escuchó esto y vio emerger la cámara de mi mochila casi da un grito que a duras penas logró sofocar.

-¿Estas loco? ¿para que vas a tomarme fotos?-

-Mira mamita, no soy ningún tonto: mañana, cuando ya no estés preñada como estas ahorita, no sólo ya no vas a querer seguir siendo mi novia sino que de seguro vas a querer ir a llorarle a tus papas o a la policía lo que te hice. Estas fotos van a ser mi seguro contra ti, si tu no dices nada entonces nadie las va a ver jamás, además las podré usar de ves en cuando, cuando me sienta solito, para verlas y masturbarme recordando lo bien que la pasamos esta noche juntos-

La noche había sido demasiado larga para ella, la angustia y el cansancio físico le impedían pensar con claridad, así que después de exhalar un profundo suspiro y hacer una rápida mueca de "estas loco, pero en fin" se encogió de hombros y susurró un "esta bien".

Iba a incorporarse, cuando le hice una seña con la mano prohibiéndole ponerse de pie.

-Ven hasta aquí gateando, perrita- le ordené mientras me desabotonaba el pantalón, ella hizo otra mueca de fastidio pero no dijo nada, comenzó a gatear hacia mi, desnuda, ligera, hermosa en su juventud y docilidad.

Cuando estuvo frente a mi se arrodilló y me miró a los ojos esperando órdenes. Le pedí que tomara mi pene con su mano y ella lo hizo, le dije que se lo llevara lentamente a la boca y comenzara a succionarlo, y en el transcurso de esas acciones comencé a tomarle algunas fotos. Tatiana comenzó a mojarme la verga con su saliva, primero la limpió lo mejor que pudo pues aún tenía en el mástil restos de esperma mezclados con sus jugos vaginales. Cuando considero que estaba lo suficientemente limpio suprimió el asco y comenzó a engullirlo, como había hecho antes, lenta y deliciosamente. Una vez que se lo tragó hasta la mitad comencé a sacudir las caderas rítmicamente cogiéndomela por la boca mientras le acariciaba un seno y le pasaba la mano por sus cabellos.

-¿Ves? no debes contestarme mal porque al final te tragarás tu orgullo con esa misma boquita..- le dije. Tati ya no respondía, se limitaba a tratar de mamar al tiempo que contenía sus sollozos, los cuales creaban una retracción en su garganta que involuntariamente añadían oleadas de placer a la felación.

Ella estuvo allí, mamando incansablemente por espacio de una media hora, cuando las quijadas comenzaban a dolerle se detenía para tragar un poco de saliva y lamerme los costados de la macana, de vez en cuando la abofeteaba yo suavemente sólo para ver sus ojos llenos de rencor mirándome a los ojos al tiempo que su boca me acariciaba íntimamente afanándose por hacerme venir. Pronto comencé a sentir como la segunda oleada de leche de la noche subía por el tronco ansiosa por llenarle a la nenita la boca con esperma.

-Si quieres que me venga pronto ahora es el momento- le dije – acelera la mamada cabrona que tampoco puedo estar aquí todo el dia-

Tatiana comenzó a succionar con verdadera devoción. Fue entonces cuando conocí sus virtudes como mujer y como ramera, su lengua acariciando mi glande, el calorcito de su boca, la humedad de su saliva mezclándose con los jugos de mi riata, todo ello hacía una combinación deliciosa e irresistible que me hizo comenzar a soltar leche a borbotones aún antes de lo que hubiera querido. En cuanto ella sintió que la primer gota de leche asomaba quiso suspender la mamada, mas la aferré fuertemente por los cabellos haciéndola recibir todo el viaje en su cabidad bucal.

Cuando acabé de venirme la liberé. De inmediato ella se giró con la intención de escupir la leche al suelo.

-Si la escupes vas a tener que limpiar el piso ¿eh? – le dije adivinando sus intenciones.

Luego de un segundo Tatiana escupió en su mano izquierda una mezcla blanquecina de semen y baba, bastante abundante y pegajosa, le acerqué un trapo para que acabara de asearse, ella lo tomó y con él se limpió los labios y el mentón, cuando extendió la tela se dio cuenta de que era su propia blusa.

Le arrojé el resto de su ropa a la cara; fui a la cocina por un vaso con agua, Tatiana se tomó la pastilla, se vistió, se aseó rápidamente y tomó sus cosas.

-¿No quieres que te lleve a tu casa?- le pregunté. Ella no contestó, estaba a punto de salir del cuarto cuando la tomé por el brazo y le dije:

-Nada de targuadas golfa, tengo tus fotos. –

Ella me miró con odio y con miedo. Se dio la vuelta y la vi salir, caminaba haciendo esfuerzos por conservar la postura erguida pues la entrepierna le punzaba, en su blusa había manchas opacas que delataban el encuentro sexual que había sostenido, desvelada, confundida… completamente a mi merced.

Pasó una semana sin tener noticias de ella. No se presentó a la escuela y por supuesto no me llamó a casa ni me escribió.

Durante la segunda semana se presentó a clases y en el salón no me dirigía la palabra ni volteaba a verme siquiera; la angustia la había hecho perder un par de kilos, eso hacía resaltar sus caderas y sus senos se veían un poco más opulentos que de costumbre. Estaba lista para ser disfrutada hasta el límite.

En la tercera semana le envíe un mail a su correo. Le mandé una fotografía de las varias que aquella noche le tomé (era una foto en la que aparecía desnuda, recostada y con la mirada huidiza) junto con la frase: "¿No es hermoso estar enamorado? He pensado mucho en ti. Quiero verte mañana en las áreas verdes de la escuela, ponte una blusita escotada. A propósito, si quieres faltar a la cita por mi esta bien, mi suegro estará muy contento de ver como te has superado como modelo"

Al día siguiente no asistí a clases. Llegué al lugar de la cita una media hora antes de lo señalado y me tumbé en el pasto a leer un libro: para ser sincero comenzaba a arrepentirme de lo que había hecho el día anterior pues no sabía si el miedo de Tatiana hacia su padre sería suficiente, no sólo para garantizar su silencio, sino para hacerla caer en mi juego sin contarle nada a nadie. Llegó la hora de la cita y la chica no se presentaba, sentí una punzada en la boca del estómago, pasaron 10 minutos y nada. Estaba a punto de irme (¿de la ciudad?) cuando, a lo lejos, vi un hermoso par de piernas desnudas hasta medio muslo precedidas por unas caderas afiladas y unos senos opulentos que asomaban coquetos por una blusa blanca escotada, era Tatiana caminando directo hacia mi; la punzada en el estómago fue reemplazada por un principio de erección que me asomaba bajo el pantalón. Por fín la zorra era completamente mia.

Tatiana llegó hasta mi sin decir palabra, en su rostro había un poco de miedo disfrazado de enojo.

-¿Por qué no me has hablado en clase? – Le pregunté.

Tatiana dudó un segundo pero al final respondió con seguridad:

-Tú me dijiste que no abriera la boca a menos que me lo dijeras – De sobra sabía yo que esa respuesta era falsa, pensada solo para seguirme la corriente y no hacerme enojar, pero a sabiendas de ello me complació mucho su respuesta pues sonaba a la contestación típica de una esclava asustadiza.

Me acerqué a ella y le acaricié el mentón, el contacto con su piel me intensificó el deseo, emanaba un aroma fresco y limpio de su ser.

-Mírame a los ojos – Le ordené estando mas cerca de ella. Mi mano bajó por su cuello, por el costado de sus caderas hasta llegar a su muslo y afianzar su faldita con mis dedos, entonces comencé a levantar su falda. Tatiana dio un respingo intentando apartarse de mi pero sin despegar su mirada de la mia.

-No te muevas – Le dije. Comencé a levantar lentamente su falda hasta ir descubriendo sus muslos; Tatiana miró alrededor pero enseguida la tomé por el mentón y atraje su atención hacia mi:

-Te dije que me miraras a los ojos – Le ordené de nuevo mientras yo insepccionaba rápidamente el lugar con la vista, a lo lejos podían verse algunas personas platicando o leyendo, pero al parecer ninguna nos prestaba atención. Levanté su faldita hasta sus caderas y aprecié sus calzones.

-Quítate las panties mientras me besas –

El rostro de Tatiana comenzaba a descomponerse en una mueca de angustia, sin embargo ella no quería estar en esa posición tan comprometedora por mucho tiempo y decidió actuar rápido: cerró los ojos y me dio un beso en la boca mientras ella misma se bajaba las panties hasta las rodillas, luego desprendió sus labios de los mios para sacarse los calzones por las piernas y recogerlos con la mano. Extendí mi mano derecha y ella me los entregó, miré alrededor para descubrir que dos tipos como a 30 metros nos miraban fijamente. Tatiana tenía el rostro enrojecido y la mirada clavada en el pasto.

-Acompáñame – le dije

-¿a dónde? –

-Voy a llevarte a tu casa – Tatiana no dijo nada, comenzó a caminar en dirección al estacionamiento.

-Solo que no traje coche – le aclaré – Nos vamos a ir en metro – le dije sin poder esconder una sonrisa que me afloraba en los labios. Es casi una obligación social compartir con la gente a un juguete sexual tan joven y bonito como ella, y fue justamente lo que decidí hacer, pues en verdad una de las cosas que mas me excitan es que otros hombres deseen e incluso se exciten con una mujer que me pertenece solamente a mi. Todo el tiempo de camino al metro íbamos tomados de la mano como en nuestros mejores (y aburridos) tiempos de novios, solo que ahora las palmas de la nena sudaban copiosamente.

En un determinado punto del camino quiso hablar diciéndome:

-Traje dinero para… -

-Cállate - le ordené secamente.

Ella no volvió a abrir la boca hasta que estuvimos en el metro.

Descendimos hasta el andén, la estación estaba relativamente vacía y los pocos hombres que había miraban de reojo hacia las piernas de Tatiana la cual se aferraba cada vez con más fuerza a mi mano pues comenzaba a entender el juego que le tenía reservado. Cuando abordamos el tren me senté cómodamente en un asiento desocupado junto al inicio del vagón, sin embargo, cuando Tatiana se paró junto a mi moví la cabeza en señal de negativa y le expliqué:

-No, quiero que tu te quedes parada en medio – Así que la pobre chica se colocó a unos 15 pasos de mi, de pie y sujetándose de un tubo metálico con la mirada clavada en el techo del vagón y preparándose para lo peor. Para quienes conozcan el metro de la ciudad de México no será un misterio comprender que está lleno de sujetos calentones que acostumbran re pegarse a cualquier mujer (joven o vieja) y máxime si es una chica guapa y vestida con una minifalda como en aquella ocasión viajaba ella.

Las primeras 5 ó 6 estaciones fueron de lo mas aburrido, pues aunque varios hombres volteaban a verla muy disimuladamente nadie se atrevía a acercársele pues aún había suficiente espacio en el vagón como para achacar los repegones al aglutinamiento de los pasajeros. Afortunadamente llegamos a una estación (Centro Medico) que a esas horas siempre está repleta de gente. En cuanto las puertas se abrieron y la multitud entró a empujones Tatiana cerró los ojos (e imagino yo que las piernas también) pues ya no tenía mas remedio que confiar en que el metro llegara a nuestro destino lo más rápido posible, 6 infinitas estaciones que la chica soportó con verdadero valor. Lamentablemente el aglutinamiento de la gente me resto mucha visión, por lo cual no pude disfrutar ampliamente del acoso que Tatiana estaba sufriendo y por supuesto ella nunca me quiso hablar detalladamente de todo lo que pasó en aquella tarde, así que algunas cosas las vi y otras las deduje y con ello trataré de reconstruir lo mas fielmente aquel momento.

Lo primero que me llamó la atención fue que tres tipos que antes estaban hasta el fondo del vagón ahora estaban ya muy cerca de mi y por consiguiente de Tatiana, supongo que desde que la vieron subir al tren no le quitaron la vista de encima y solo aguardaban la oportunidad de poder acercársele sin levantar sospechas. Pronto mi "novia" estaba rodeada de cuatro ó cinco sujetos (dos de ellos ya bastante mayores) que no le quitaban la vista de los pechos y que con todo descaro la revisaban de arriba abajo con una mirada turbia y llena de deseo, el rostro de Tatiana tenía una mezcla de enojo y miedo y sus ojos almendrados permanecían clavados en el techo del vagón. La multitud estaba muy compacta y se mecía de un lado a otro conforme se movía el vagón, pero lo mas interesante fue cuando el tren se detuvo en la estación siguiente y a pesar de estar detenido el grupo que rodeaba a Tatiana seguía meciéndose suavemente de un lado a orto, no me quedó duda entonces de que la chiquilla estaba recibiendo en su trasero arrimones y empellones al por mayor. La chica se esforzaba por mantenerse de pie y se aferraba con fuerza al tubo metálico pues la fuerza con la que los machos le restregaban su vientre amenazaba con hacerla perder el equilibrio. Pude ver también que unos a otros se miraban sorprendidos y después complacidos de que la chica en cuestión no los abofeteara o armara un escándalo por el acoso que estaba padeciendo, por lo cual dedujeron que seguramente era una adolescente calentona con las hormonas hasta el tope y en busca de pelea.

Era imposible para Tatiana permanecer con las piernas apretadas y al mismo tiempo mantener el equilibrio, así que en un momento dado tuvo que separar las piernas para no caerse y allí fue cuando perdió. Al momento de abrir los muslos un tipo ya de edad que estaba detrás de ella pero con el rostro pegado a su nuca metió su portafolios en medio de los muslos de la zorra para que no pudiera volver a cerrarlos, de inmediato comenzó a rozar sus glúteos con los dedos y al comprobar que la chica no emitía ninguna queja decidió sobarle una nalga, como la multitud cubría a la chica de la cintura para abajo el tipo se sintió mas en confianza y comenzó a levantar lentamente su portafolios para así subirle a Tatiana la falda y disfrutar ampliamente del contacto de sus dedos acariciando la piel de sus muslos desnudos.

Vi claramente que el sujeto se acercaba a su oido y le susurraba algo, seguramente alguna obscenidad o un piropo sucio, al que Tatiana respondió con una mirada cargada de odio pero sin decir palabra. Mientras ese sujeto se daba gusto sobándole el culo a mi esclava otro tipo de menor edad, bastante alto y de facciones toscas se repegó a la chica de costado y noté que su mano derecha abandonaba el tubo metálico para descender por debajo de su cintura y perderse en el amontonamiento de la gente, a los pocos segundos Tatiana profirió un breve quejido que de inmediato trató de sofocar pero que bastó para llamar la atención de algunos pasajeros que estaban a su alrededor y que la voltearon a ver con extrañeza: era obvio que aquel tipo se había animado a acariciarle la rajada a Tati por encima de la falda y ese atrevimiento tomó por sorpresa a la nena que ahora estaba sintiendo dedos y repegones por delante y por detrás. La chica sudaba y se mordía el labio inferior esforzándose por no soltar ningún quejido o improperio mientras los machos que la rodeaban trataban de disimular sus prominentes erecciones o de restregarlas contra el cuerpo de la joven con bastante descaro, ocasionando que incluso unas señoras que estaban sentadas junto a Tatiana voltearan a verla con cara de reprobación.

Estoy seguro de que mas de uno se hubiera bajado en la misma estación que ella y la hubiera seguido hasta violarla si la chica no hubiera estado acompañada, desgraciadamente para ellos pronto llegamos a nuestra estación, al ver Tatiana que yo me levantaba de mi asiento comenzó a forcejear con la pira de machos en celo que la rodeaba para acercarse a la puerta del metro. Me acerque mucho a ella y dejé caer las panties que hacia unos momentos ella misma me había entregado; cuando las puertas se abrieron y ambos salimos los calzoncitos tirados fueron claramente visibles por todos los pasajeros que bajaban, un chico los recogió y le dijo a Tatiana:

-Oye, se te cayó esto…- mostrándolos frente a la golfa. A ella se le enrojeció el rostro y sin decir palabra los tomó y los guardó en su mochila. Del vagón escaparon una que otra risotada, pero predominaba ante todo el silencio y las intensas miradas de lujuria de varios hombres que se quedaron con el garrote bien parado.

Tatiana y yo caminamos por el andén en silencio, pude ver que ella temblaba (no se si de miedo o de coraje, quizá hasta de lujuria pues no debemos olvidar que ella es ante todo una puta jajaja) mientras se reacomodaba disimuladamente la vestimenta pues sus ropas estaban hechas un desastre, con la fadla arrugada y levantada hasta medio muslo y la blusa bastante tironeada.

Llegamos a su casa alrededor de las 6, como bien sabia yo sus padres aun no llegaban a casa pues su madre tiene la costumbre de visitar a su familiares en las tardes y su papá llega del trabajo en la noche. Tatiana se paró en la puerta de su casa como despidiéndome y fue cuando le dije:

-¿No me vas a invitar a pasar? –

-No –

-Que mal educada eres, si no me voy a aprovechar de que no estan mis suegros para hacer cosas malas… solo tengo ganas de echarme un rapidín contigo-

-Alejandro no…-

-No quiero escuchar tus pretextos, solo recuerda que si no eres amable conmigo tu papi te va a conocer como viniste al mundo –

Tatiana se llevó una temblorosa mano al rostro como queriendo detener el tiempo para buscar una solución a todo aquel embrollo, se veía tan vulnerable y desesperada. En seguida la tomé de la mano y entré a su casa con ella detrás. Bien sabía yo que no disponía de mas de una hora antes de que sus padres llegaran; sin prisas subí las escaleras con ella tomada de la mano dirijiendome hacia su cuarto, la chica temblaba y caminaba con pasoso inseguros como un borreguito hacia el matadero. Mientras subíamos las escaleras le decía cosas como:

-Tengo ganas de atornillarte, no se porque pero he extrañado tu rajadita mucho estos días –

Al llegar a su cuarto cerré la puerta con seguro y comencé a desabrocharme el pantalón con todo descaro, ella se sentó en la cama y me miraba sin saber ya ni que decirme.

-Van a venir mis papás Alejandro –

-Pues apúrate si no quieres que te encuentren cogiendo en la casa –

-¿Y me vas a dar las fotos? –

-Confórmate con que no se las de a tus padres perra, ahora abre las piernas y ya cierra el hocico –

Sin poder contenerme mas me abalancé sobre ella subiéndole la falda y acomodándole el falo en la entrada de su conejito listo para envestirla, una ves que sentí en la punta la entrada de su cuevita se la dejé ir bien dentro arrebatándole un gemido seco y sintiendo como sus caderas se tensaban y su espalda se arqueaba hacia arriba como buscando acomodarse a la forma y tamaño del intruso.

- ¡Esperate Alejandro- me dijo entre suspiros – ponte un condón! –

-No mamacita, los condones los guardo para cogerme a las señoritas, a las putas hay que cogérselas sin condón –

Acabado de decir eso comenzó a llorar en silencio. Sin darle importancia al hecho comencé a pistonearla rítmicamente disfrutando de su útero apretado y húmedo, porque deben saber que la guarra estaba bien mojada, no se si involuntariamente o como resultado de la manoseada que le habían metido en el metro, la muy perra estaba recibiendo el castigo que se merecía por haber calentado a esos tipos en el metro y por ser tan fácil, el ritmo de la cogida aumentó vertiginosamente pues honestamente no quería que sus padres entraran en el momento justo en el que me corría dentro de su hija, así que al sentir que la leche se me comenzaba a agolpar en el glande me salí de la vagina de Tatiana y apoyé mi pene sobre la cara interior de sus muslos, le cerré un poco las piernas y comencé a sacudir mis caderas compulsivamente como si aún la estuviera embistiendo hasta que el semen comenzó a brotar a borbotones sobre sus muslos firmes; debido a lo caliente que me puso el verla siendo objeto de las manoseadas de los extraños tuve una eyaculación muy abundante ( y deliciosa) que le dejó los muslos empapados de leche. Después de unos segundos me quité de encima de ella, con la respiración aún entrecortada utilicé una de sus almohadas para limpiarme los restos de esperma que manaban de mi falo y contemplé como Tatiana miraba angustiada el desorden que le había dejado entre las piernas, con la leche resbalándole entre los muslos y tejiendo hilillos entre ambas piernas.

-Síguete portando bien y te prometo que nadie se va a enterar de lo nuestro – le dije, me enfundé los pantalones de nuevo y salí de su cuarto mientras la chiquilla intentaba ponerse de pie sin ensuciar mas su cama o su ropa, bien sabía que no tenía tiempo de meterse a la ducha pues levantaría sospechas en sus padres y tampoco podía dejarse así pues el inconfundible olor a macho sería percibido por todos a la hora de la cena.

-¿Ves porque es mejor venirme dentro que fuera de ti? – le dije – Si no quieres tener hijos mejor empieza a tomar pastillas anticonceptivas porque te voy a coger mucho de ahora en adelante, te voy a coger durísimo, te voy acoger hasta que ya no recuerdes como se sentía no tener una verga dentro ¿entiendes? –

Ella no contestaba, solo agachaba la mirada y buscaba la manera de limpiarse las piernas lo mas rápida e higiénicamente posible.

Salí de su casa. Encendí un cigarrillo y contemplé el cielo nocturno, aquello era vivir en la Gloria.

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